La Real Sociedad despertó a tiempo. Alargó demasiado el dolor de la eliminación de Champions, se vio golpeado por lesiones y deambuló por la Liga poniendo en peligro su vuelta a Europa, pero justo cuando debía dar un paso adelante, lo dio. Venció al Valencia aguantando un resultado corto cincelado en el minuto 3 ante un rival que sólo espabiló cuando se vio derrotado y con la última esperanza de llegar a Europa enterrada por el cabezazo de André Silva.[Narración y estadísticas]
Nunca es fácil ganar a la Real, pero para el Valencia la tarea se antojaba casi titánica. El equipo ha perdido chispa, frescura y, además, se plantó en el Reale sin dos de sus pilares. Las bajas de Hugo Duro y Pepelu, dueños del gol y del equilibrio, obligaron a Baraja a inventar un poco más en un partido en el que podían morir definitivamente todos sus sueños europeos. Era la Real, también remendada por las bajas, quien más cerca acariciaba el regreso a Europa en una carrera codo con codo con el Betis, que se dejó dos puntos en el Insular de Las Palmas. A los valencianistas el fuelle se les agotó hace semanas.
Quiso asustar el Valencia con un primer disparo de Yaremchuk que sorprendió a Remiro, confiado en que el ucraniano había arrancado en fuera de juego, pero el golpe lo dieron los donostiarras. Se escapó Barrenetxea por la orilla izquierda, divisó a Kubo avanzando por el lateral del área contrario y se sirvió un balón que el japonés convirtió en una asistencia para el cabezazo de André Silva a bocajarro. Ese gol en el minuto tres de partido desintegró al Valencia.
Le arrebató el balón, se ordenó, cogió el mando Turrientes con total comodidad, y comenzó a lanzar a Kubo y Barrenetxea a encontrar la grieta en los costados. Sólo dejaban respirar a los valencianistas para tratar de sentenciarlos en una contra. Mientras, Remiro era un espectador viendo que el rival vivía encerrado en su propio campo. Ni una sola ocasión tuvo el Valencia en la primera parte mientras que fue Turrientes quien cazó un mal despeje de Cenk para armar la pierna desde la frontal tratando de sorprender a Mamardashvili. No había prisa porque la sensación era que el Valencia, desquiciado, volvería a caer de maduro.
No ocurrió porque el paso por el vestuario les alimentó. El Valencia volvió al campo con ímpetu y, comandado por un descarado Peter Federico, se plantó en el área donostiarra y buscó recordarle a su rival que aún no estaba muerto. Lo entendió Imanol Alguacil y buscó la artillería de Brais Méndez y de Sheraldo Becker. La reacción de Baraja tampoco tardó. Sacó del campo a Javi Guerra para retrasar a Almeida y acomodar en el campo a dos jugadores con capacidad de sorprender: Sergi Canós y Gayà, el capitán que volvía tras demasiadas semanas de lesión.
Se estiraban los dos equipos, los txuri-urdin para recuperar el mando y mantener la ventaja que los apuntala en Europa y los valencianistas buscando un empate que no se veía tan lejano como en la primera parte. De hecho, en el minuto 70 lo tuvo en sus botas Alberto Marí. Cabalgó Diego López por la banda izquierda, encontró a Canós en el área pero el zurdazo del castellonense lo salvó Remiro dejando una pelota muerta que el canterano encañonó al cuerpo agigantado del guardameta.
Rozaba el empate el Valencia que, si bien de poco le servía, sí complicaba la vida en exceso a los donostiarras. Por eso Imanol volvió a mirar al banquillo para rescatar a Traoré y Oyarzabal. Había que rematar el partido o dejarlo que se adormeciera lo más cerca posible del área del Valencia. Aunque los jugadores de Baraja mordieron para evitarlo, fue de nuevo Mamardashvili quien, a mano cambiada, evitó la sentencia de Sheraldo Becker ya en el añadido. La Real se jugará la sexta plaza el domingo en un mano a mano con el Betis mientras los valencianistas se tienen que conformar con cerrar una temporada que, en algún momento, fue brillante, a media tabla.