El fuera de juego del absurdo: evolución y digitalización hasta pervertir el espíritu de la norma

El fuera de juego del absurdo: evolución y digitalización hasta pervertir el espíritu de la norma

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Todo evoluciona muy rápido, cualquier actividad o deporte, y el fútbol es un buen ejemplo, desarrollado cada vez a mayor velocidad. La razón no es únicamente la preparación de los jugadores, también el cambio de algunas reglas, a veces sin controlar posibles efectos no deseados en el concepto y la dinámica del juego. La regla del fuera de juego es un ejemplo.

Aplicada históricamente, al ser la undécima regla de las 17 fundacionales del fútbol, tiene más de 160 años y siempre evolucionó en favor de la esencia del juego. Ahora hay que preguntarse si las aplicaciones tecnológicas son congruentes, proporcionadas y favorecedoras de esa constante y centenaria evolución del juego. Entre 1863 y 1990, la referencia de comparación entre defensores y atacantes era el cuerpo de cada futbolista. En 2005, en cambio, se estableció que era fuera de juego cuando una parte del cuerpo con la que se pueda jugar el balón estuviera por delante del defensor. Es decir, se redujo el tamaño de la referencia de todo el cuerpo a una parte del mismo y eran los árbitros quienes aplicaban lo que veían.

Historia del fuera de juego

Desde entonces, se han incorporado ayudas tecnológicas al arbitraje del fútbol profesional. La más significativa, el VAR, en 2018. Un estudio de más de 18.000 partidos, de 10 temporadas de las cinco ligas principales de Europa, mostró que las infracciones por fuera de juego tuvieron un significativo descenso durante un partido (Zhao, 2021), siguiendo esa disminución después de implantar el VAR.

Pero desde 2021 ya hay tecnología específica para el fuera de juego, implantada en España para el fútbol profesional desde la temporada 2023/24. Esta tecnología provoca cierta disonancia, al utilizarse dos escalas y dos sistemas de registro. El tiempo de juego lo sigue midiendo el árbitro en minutos, a la vez que un sistema automático decide si hay fuera de juego por algún milímetro de alguna parte del cuerpo, presuponiendo que en toda ocasión la parte adelantada al penúltimo defensor está en ventaja ilegal, sin considerar la situación global del jugador respecto a las opciones que le ofrecía el juego real.

La automatización actual anula la importancia de la dinámica del presente de la jugada, ya que no solo elimina el ojo humano, sino también cualquier criterio de interpretación dentro del juego, sobre la probable ventaja no legal, aunque fuese el objetivo de la regla 11, al menos hasta 2021. ¿Ahora sigue siendo así?

En un futuro no lejano, al estar digitalizados ya los estadios de fútbol profesional, se podrá trabajar en la investigación y análisis que propugne quizás hasta un algoritmo que determine el fuera de juego por la alta probabilidad de la ventaja estimada. De otro modo se consolidará la tendencia actual, y «extraña» al juego, de señalar por un umbral milimétrico, meramente anatómico o geométrico, entre jugada legal o fuera de juego, como si se tratase de una carrera de sprint de atletismo donde: o pierde el atacante al señalársele fuera de juego, o «gana la carrera» si en la ‘foto finish’ logra quedar segundo.

Rafael Martín Acero es catedrático de Rendimiento Deportivo en la Universidad de A Coruña.

kpd