Biniam Girmay, el primer africano de raza negra que conquistó una etapa e el Tour de Francia, se consagra como el sprinter más poderoso de la Grande Boucle. El eritreo, con la misma autoridad que hizo el pasado lunes, impuso este sábado su punta de velocidad en la meta de Colombey-les-Deux-Églises, cuna del general Charles de Gaulle. Un emblemático lugar en el que Girmay volvió a poner a África en el centro de atención de la carrera más formidable.
''Este triunfo va edicado a mi familia', que siempre me ha apoyado tanto'', declaró el ciclista del Intermarché-Wanty, portador del maillot verde, que distingue al líder de la clasificación por puntos.
Girmay, 24 años, formado en la escuela de Alto Rendimiento de la UCI en Aigle, se impuso a los belgas Jasper Philipsen y Arnaud de Lie en un sprint en ligera subida y peligroso por el agua y la humedad que había en la calzada. Alex Aranburu, sin apenas ayuda de sus compañeros del Movistar, logró una meritoria novena plaza.
Girmay fue el héroe de un Tour que camina a golpe de sobresalto diario: fugas agónicas, subidas asfixiantes descensos primorosos, esprintes diabólicos, descalificaciones, abanicos afilados... La riqueza de un espectáculo primoroso que sigue liderado por Tadej Pogacar.
La jornada posterior al sueño cumplido de Remco Evenepoel y a la derrota de Pogacar en la primera crono de la ronda, arrancó con lluvia por carreteras estrechas de la zona de la Borgoña y animada por el hiperactivo Jonas Abrahamsen, el portador del maillot de lunares del Premio de la Montaña, que saltó poco después del banderazo de salida en Semur-en-Auxois y que estuvo peleando contra la dictadura del pelotón hasta poco antes del desenlace de la jornada. El noruego del Uno-X, que llegó a tener una ventaja de seis minutos, fue neutralizado a falta de 14,4 kilómetros para la meta.
El rodador de 28 años se le pudo ver en la parte trasera del pelotón en la resolución del ejercicio, cuando el grupo se lanzó al sprint sin la presencia del velocista danés Mads Pedersen, que no tomó la salida por las molestias ocasionas en la caída de Saint-Vulbas.
Un día de alta exigencia previo a la frenética cita de este domingo, con la visita a un campo sembrado de trampas. Territorio Comanche en los alrededores de Troyes. Una etapa de 199 kilómetros que incluye 14 tramos de sterrato, carreteras sin pavimentar, generadoras de estrés, que partirán al pelotón en mil pedazos. 32 kilómetros de vértigo. Seis zonas de grava están situadas en la parte final de la jornada.
Todos ellos son complicados pasos por firmes sin asfaltar, en los que Pogacar se siente superior. El esloveno ya ha ganado dos veces la Strade Bianche, se anotó la segunda edición de la Clásica de Jaén y superó una jornada similar en el último Giro de Italia (ganada por Pelayo Sánchez).
Estas pistas por la comarca de Troyes son menos irregulares que las de la Strade Bianche. Los chemins blancs (caminos blancos) transcurren por bellos parajes adornados por viñedos. Varios corredores, entre ellos Tom Pidcock (triunfador en la Strade Bianche de 2023) y su compañero Laurens de Plus reconocieron la etapa antes de tomar la salida del Tour. Carlos Rodríguez deberá pegarse a ambos rodadores del Ineos
Un día apropiado para el lucimiento de Pogacar y marcado en rojo en el calendario de Oier Lazkano, el clásicómano del Movistar que ya se anotó la última Clásica de Jaén, y de otros vencedores de la Strade Bianche: Van der Poel (2021), Van Aert (2020), Kwiatkowski (2014 y 2017). Etapa tremenda para un Tour machacante.