El deportista ruso, al que tuvieron que amputarle los pies hace dos semanas, ha sufrido dos derrames cerebrales.
Kostomarov, durante su ejercicio con Tatiana Navka en los Juegos de Turín.
El ex patinador artístico ruso Roman Kostomarov, campeón olímpico en los Juegos de Invierno de Turín 2006, se encuentra entre la vida y la muerte tras sufrir dos derrames cerebrales, según informaciones de la agencia Ria Novosti. “Ha tenido una segunda hemorragia. Su estado es grave”, asegura citando fuentes cercanas.
El estado de salud del deportista, de 46 años, habría empeorado en los últimos días. Kostomarov fue hospitalizado el 10 de enero tras quejarse de debilidad y dolor en el pecho. Le diagnosticaron sepsis y neumonía, lo ingresaron en cuidados intensivos y le conectaron a un respirador artificial.
El diario Izvestia informó de que tuvieron que amputarle los pies y habría perdido algunos dedos de la mano. A Kostomarov le amputaron un pie y le tuvieron que extirpar parte del talón del otro.
Nacido en Moscú, Kostomarov empezó a patinar a los nueve años. Formando pareja con Tatiana Navka conquistó, además del oro olímpico, dos campeonatos del mundo (2004 y 2005) y tres títulos de campeones de Europa (2004, 2005 y 2006).
Una fase de grupos de la Copa Davis suena a trámite para España, el tercer país con más títulos en la historia, pero en realidad no lo es, más bien todo lo contrario. Detrás del destello que provoca Carlos Alcaraz existe un profundo vacío generacional y el equipo podría pasar muchos años sin luchar por otra Ensaladera. ¿Qué le salva? En primer lugar, el compromiso del propio Alcaraz, ya presente en 2022, el único Top 15 en competición esta semana. En segundo lugar, el aguante de la generación dorada, todavía viva, representada por Roberto Bautista a sus 36 años. Y en tercer lugar, el interés de la afición por la Davis, un interés que le lleva a organizar la Final a 8 desde que existe como formato, primero en Madrid y el próximo noviembre en Málaga.
Una fase de grupos de la Copa Davis suena a trámite para España y sólo lo puede acabar siendo gracias a la unión de todos esos factores. Este viernes, en un abarrotado Pabellón de La Fonteta de Valencia, el equipo que capitanea David Ferrer confirmó su clasificación matemática para la Final a 8 después de superar a Francia por la vía rápida y sumar su segundo punto de dos posibles.
Si había lugar para la debacle, alguna opción de sufrir una decepción como la del año pasado, esta vez no lo pareció. Después del pleno de triunfos el miércoles ante República Checa, Bautista y Alcaraz mantuvieron su racha ante los galos Arthur Fils y Ugo Humbert con un juego todavía mejor. Porque la Copa Davis apenas reparte puntos y entrega todavía menos dinero en premios, pero siempre ofrece alegría, frescura, ideas. Cuántos tenistas crecieron al levantar una Ensaladera, el último el actual número uno, Jannik Sinner. Bautista y Alcaraz llegaron con dudas en su tenis por una mala gira estadounidense y los dos se marcharon con otro ánimo. Especialmente el más joven.
El Alcaraz más Alcaraz
Si Alcaraz llegaba mustio, se va eufórico. Si llegaba exhausto, se va fresco. Si llegaba perdido, se va inspirado. En la primera jornada ante el checo Tomas Machac había multiplicado sus dudas pese a la victoria, pero este viernes ante Humbert fue nuevamente el tenista de siempre. Concentrado y enérgico, apenas ofreció opciones a su rival. En la semana mágica del español en el último Wimbledon, Humbert le había complicado la vida hasta arrebatarle un set, pero esta vez estuvo lejos de hacerlo. De hecho, en el último juego del partido contó con cuatro bolas para su primer break y Alcaraz las salvó todas antes de cerrar su victoria por 6-3 y 6-3.
El actual número tres del ranking ATP respondió en todo momento a un plan: después de los muchísimos errores no forzados cometidos ante Machac tenía que reducir el 'show' y así reduciría los problemas. Con un juego menos arriesgado que de costumbre -por ejemplo, no ganó ni un punto en la red-, el español se dedicó a mover a su adversario y a forzar sus errores.
Golpea entre las piernas y a la carrera; poco después, devuelve una dejada imposible de devolver; poco después, conecta un globo de espaldas que rebasa a su rival; poco después lanza al aire su raqueta para una volea sin él; y poco después... Las victorias de Carlos Alcaraz en el Open de Australia son hechos por ocurrir, certezas que tarde o temprano tendrán lugar, pero cada minuto suyo en pista merece ser observado. El espectáculo brota en cualquier momento y obliga a sonreír al más mustio. Con su frescura actual, con la sonrisa siempre expuesta, pocos rivales pueden discutirle; lo importarte, en realidad, es divertir y divertirse.
Este viernes, en tercera ronda, ante el portugués Nuno Borges, Alcaraz venció por 6-2, 6-4, 6-7(3) y 6-2 con varios de los 'highlights' que amontonará esta temporada. Después de dos encuentros en la Margaret Court, volvió a la Rod Laver, la pista central del Melbourne Park, y lo celebró con mucho show. El público de pie, ovación ensordecedora; una concatenación de asombros más allá de la emoción del resultado.
Porque Borges fue mucho más rival de lo que fueron Alexander Shevchenko en primera ronda y Yoshihito Nishioka en segunda, pero su juego tampoco tensó a Alcaraz. La diversión debía continuar. En el tercer set, cuando todo parecía decidido, la derrota en el tie-break no provocó su desespero, más bien todo lo contrario. En otros momentos, en otros torneos, esas situaciones se le habían vuelto incómodas -rostro serio, golpes nerviosos-, pero esta vez no fue así. En el cuarto set, Alcaraz recuperó la agresividad del inicio, la intención, la diligencia y cerró alegre el triunfo.
Tan valiente como desafinado
"Intento jugar diferente tenis, diferente tipo de golpeos, eso es lo que me hace disfrutar del tenis y lo que me ayuda sobre la pista. Intento entretener al público", proclamaba el español al acabar, que se medirá en octavos de final al vencedor del duelo entre Jack Draper y Aleksandar Vukic. Draper siempre le ha supuesto un reto, de hecho le venció en su último duelo, la temporada pasada en Queen's, así que serviría para medir con exactitud el momento de Alcaraz.
Como pasó en los duelos anteriores, ante Sousa el actual número tres del mundo fue más decisivo que antaño, más letal con el saque y más incisivo con el resto, pero también menos acertado. Más allá de su porcentaje de primeros servicios -nuevamente, sólo un 60%-, que mejorará en cuanto se adapte al nuevo movimiento, Alcaraz sumó un número inhabitual de errores no forzados, un total de 50 por 54 golpes ganadores. Era el precio a pagar por tanta valentía, siempre arriesgando y dentro de la pista, pero ante otros rivales puede ser peligroso. La opción lógica sería dar un paso atrás, pero entonces llegaría el aburrimiento y eso no puede ocurre. Entre victorias que son certezas para Alcaraz, la diversión debe continuar.
El éxtasis acaba de suceder en el París Norte Arena, un pabellón efímero para los Juegos construido en el Centro de Exposiciones de Villepinte. El francés Traoré ha ganado su pelea y se apaga poco a poco el fervor del «Allez les Bleus» cuando, con calzón rojo y paso firme, emerge Enmanuel Reyes Pla. Rafael Lozano, del que le separan unos llamativos 41 centímetros, imparte las últimas instrucciones mirando hacia arriba y el Profeta acude a su rincón antes de que suene la campana. Agacha la cabeza, levanta sus manos hacia el rostro y pronuncia: «Allahu akbar».
Inolvidable el cubano de La Habana, por su boxeo atildado y feroz a la vez, y también por su provocativa locuacidad. Hace tres años dejó estampas para el recuerdo en el Kokukigan Arena de Tokio, cuando perdió el combate por la medalla con su compatriota Julio César la Cruz, la 'Sombra'. Con polémica incluida. El «voy a arrancar cabezas» sigue siendo su lema, pero, entonces, algo cambió. Y no sólo en su forma de pelear. «Ahora estoy con Alá», dice en conversación con EL MUNDO tras pasar por encima del chino Han en octavos. El jueves, al mediodía, peleará con el belga Victor Schelstraete en cuartos: un triunfo asegura medalla.
Tokio fue algo más que la primera experiencia olímpica para ese gigante llegado a España tras peripecias de película. Al reclamo de su familia, afincada en La Coruña, y con el bloqueo que suponía a su carrera pugilística la competencia con Erislandy Savón, bronce en Río, inició un viaje con destino incierto en 2016. Enmanuel se encontró con un escollo burocrático en Moscú para poder ingresar en la UE. Con miedo a ser detenido por no tener los papeles en regla, pasó cuatro meses encerrado en un piso junto a su primo.
Reyes Pla, en acción contra el chino Han.MOHD RASFANAFP
Cuando logró salir viajó a Austria, donde solicitó asilo político y estuvo dos meses internado en un centro de refugiados. Después, camino hacia España, fue detenido en Alemania cuando intentaba pasar la frontera con Francia. Las autoridades germanas lo enviaron a un centro de reclusión para migrantes, donde pasó un tiempo antes de que lo mandaran de vuelta a Austria. Finalmente decidió arriesgar y tomar un vuelo directo a Barcelona. Al fin pudo reunirse con su familia en el verano de 2017. «Meses brincando por fronteras», encajando los golpes de la vida, viendo como su prometedora carrera pasaba por delante.
En el ring, de la mano del equipo español tras obtener la nacionalidad, se reencontró. Pero faltaba algo que llenara el vacío al que siguió su desengaño olímpico. «Me convertí por mis amigos. Y por lo que pasó en Tokio. Fue la clave. Ahora estoy con Alá. Él es que el me da el triunfo, el que siempre me está apoyando. Con Él va a salir la victoria», explica aún sudoroso.
"Me ha dado paz y tranquilidad"
Sus amigos son sus compañeros Ayoub Ghadfa, peso pesado marbellí que hoy compite (21:52) en primera ronda. Y Gazi Khalidov, el niño refugiado del Daguestán que se quedó a las puertas de París. Con ellos comparte vida, aficiones y rezos, el Ramadán y las visitas a la mezquita. Incluso en La Habana, donde estuvieron hace unos meses. «Claro que hay mezquitas allí. Yo era cristiano por mi abuela, que fue la que me inculcó esa religión. Decidí cambiarme al islam. Creo que es algo que está más acorde conmigo. Me ha dado paz y tranquilidad. Y doy gracias a dios», añade.
En lo deportivo, Reyes Pla sigue siendo el mismo. "Él tiene su boxeo. Ya tiene más experiencia y sabe que no puede dejar nada para última hora. Porque se escapa, como le pasó con Julio La Cruz, que estuvo ahí, ahí... y se contagió de las filigranas que hacía el otro", reconoce Rafael Lozano, el Balita, seleccionador nacional. Y, a continuación, le toca el turno al Profeta, que por momentos recuerda en la verborrea y la provocación a Muhammad Ali. "Vengo a por el oro. El rival soy yo. No me preocupan los demás. El que salga, a arrancarle la cabeza", lanza.
"Venimos al 1.000 por 1.000. Esta vez no vamos a dar la opción de que los árbitros tomen decisiones, vamos a ir a todo, dando palos, como siempre ha hecho el Profeta", sigue en tercera persona. "Vengo trabajando desde los seis años, esta es la cumbre de mi carrera, estoy en la mejor forma. Así que la medalla de oro va a llegar", no para. Y cierra, con guiño tenístico: "Que la gente esté atenta, el boxeo va a dar una sorpresa y va a ser en Roland Garros, donde Rafa Nadal ha ganado muchas copas. Va a ser ahí y nos haremos la foto con él y Carlos Alcaraz".