Los blancos, que serán terceros y se cruzan con el Gran Canaria en cuartos, remontaron siete puntos en menos de tres minutos. El Granada se salva tras ganar al Joventut
Tyson Pérez, tras la derrota del Betis.Daniel GonzálezEFE
La angustia de la última jornada de la temporada regular de la Liga Endesa dejó las lágrimas en Sevilla, pues el Real Betis consumó su descenso a LEB Oro tras caer en el WiZink Center ante un Real Madrid que a falta de 2:25 perdía 70-77. Un parcial de 9-0 liderado por Williams-Goss y un último tiro forzado fallado por Jean Montero propició la salvación del Covirán Granada, que se impuso en casa al Joventut (73-62).
La fiesta en el Palacio de Granada, donde el equipo, ascendido el curso pasado, logró mantenerse en la ACB tras remontar a la Penya con 20 puntos de Bropleh. A la vez llegaban las noticias del hundimiento verdiblanco en Madrid -dominó toda la segunda partida con un gran Tyson Pérez– y las lágrimas en las tribunas se convirtieron en euforia. «Es una locura. Esta ciudad merecía seguir en esta Liga. Esta afición ha creído todo el año», reivindicó el pívot Petit Niang.
El triunfo de un Real Madrid al que no le afectó la resaca por la consecución de la Euroliga el domingo en Kaunas y que volvió a protagonizar unos últimos minutos emocionantes no le sirve, sin embargo, para alcanzar la segunda plaza. Esta será para el Baskonia, que se impuso en Girona (70-75). Los blancos se enfrentarán al Gran Canaria en cuartos (el campeón de la Euroliga contra el de la Eurocup) y los vitorianos al Joventut. Si ambos avanzan, se enfrentarán en semifinales con ventaja de campo para los de Joan Peñarroya.
El Valencia perdió con el Breogán (77-80), pero obtuvo el último billete para los playoffs gracias a la derrota del UCAM Murcia en Barcelona. Los azulgrana se cruzarán con los taronja y Tenerife y Unicaja completan unos cuartos de final que arrancan este fin de semana.
Con el ojo izquierdo a la virulé y sudoroso, Enmanuel Reyes Pla celebraba en las entrañas del Paris Nort Arena como si hubiera vencido. Un grupo de aficionados españoles le vitoreaba y le abrazaba. Y él no perdía la sonrisa, aunque sólo hacía un momento, su compatriota "de sangre", el también cubano nacionalizado azerbayano Loren Berto Alfonso, hubiera resultado ganador del combate de semifinales (-92 kilos) por decisión dividida.
No muy lejos, con su calma y sabiduría habitual, Rafael Lozano rumiaba la derrota. Trataba de razonar lo imposible, la subjetividad arbitral en un deporte tan marcado por ella. "Mira, yo creo que tienen que estar cansados los jueces. Quiero pensar eso, porque no es normal. Los golpes más claros los ha conectado Enmanuel. Pero no te puedes quejar, porque encima te sancionan", explicaba el Balita un problema estructural. A los Juegos muchos jueces no quieren acudir. Por ejemplo, no hay ninguno español. Todos están con la IBA (Asociación Internacional), que fue rechazada por el CIO por sus influencias rusas. Los Juegos los regula ahora World Boxing, una asociación nacida hace un año a tal propósito.
"Muchas veces Alfonso gana casi sin querer. No le gusta fajarse, pero hace mucho daño con el resto de derecha. Buscaba desesperarle y le desesperó", escudriñaba Lozano el boxeo técnico de un rival que sacó de quicio al Profeta, con su guardia baja, su esquiva y su movimiento de piernas. "Y bueno, a ver lo que suelta ahora por la boca...", avisaba el seleccionador mientras Reyes Pla se acercaba.
El encuentro con los medios del púgil fue un tanto surrealista.
"Estoy contento. Agradecido con Dios. No me voy con la medalla que quería, pero es un bronce. Un granito de arena para el boxeo español. Ahora a recoger la medalla en Roland Garros".
Pregunta.- "Enmanuel, ¿te ha costado leer el combate?"
Respuesta.- "No, para nada. Los árbitros vieron un combate completamente distinto. Yo hice más por la victoria, conecté más golpes efectivos".
P.- "¿Te ha desesperado?"
R.- "Sabía que ese era su boxeo. Le había ganado en Italia hace poco, pero los árbitros lo vieron diferente. No es algo que dependa de mí".
P.- "¿Sabor agridulce?"
R.- "Me sentí ganador en todo el combate. Es el arbitraje".
P.- "¿Fueron más claros tus golpes?"
R.- "El último asalto conecté más golpes efectivos. Ahora parece que lo que se busca es el boxeo de levantar la mano y chillar sin dar golpes. Es lo que hay"
P.- "¿Te costó leer el primer asalto?"
R.- "Salí a buscarlo, pero los árbitros no lo vieron. Le vieron a él, que bailaba y levantaba la mano sin dar un golpe. Fueron golpes fantasmas. Y ya vas a remolque".
P.- "¿Algún pero Enmanuel?"
R.- "No, no. El árbitro estaba ciego".
La realidad es que había resultado un extraño e igualado duelo en el Parque de Exposiciones de Villepinte. El Profeta buscaba ser el primer campeón olímpico en boxeo español, igualar al menos la plata de Lozano en Atlanta 96. Con su verborrea habitual, no había dejado de proclamarlo en los días previos -"va a recibir palos, voy a arrancar cabezas..."-, mientras avanzaba rondas, primero ante el chino Han, después ante el belga Schelstraete.
Reyes Pla y Alfonso, en acción.MIGUEL GUTIÉRREZEFE
Pero no hubo forma con la desafiante guardia baja de Alfonso, que se impuso en el primer round y ya marcó el resto del combate. A Reyes Pla le costó sentirse cómodo con la técnica rival y, ya a la desperada, no pudo hacer nada en el asalto definitivo. Cuando sonó el "In blue" y el árbitro levantó la mano del azerbayano, el Profeta sonrió irónicamente.
También había sido un combate curioso, dos cubanos representando banderas dispares, ambos huidos de la isla hace años. "Yo eso no lo pienso. Arriba del ring no hay amistad. Abajo nos llevamos bien. Somos cubanos de sangre, pero defiendo la bandera española, la del país que me dio la oportunidad". Enmanuel y Loren no habían coincidido en el equipo nacional -"él era de provincias"-.
También irónicamente, Alfonso se deshizo de otro compatriota en primera ronda, el mismo que derrotó (también con quejas y polémica) a Reyes Pla en Tokio. Entonces en el cuadrilátero hubo algo más que boxeo. "Patria y vida no, patria o muerte. ¡Venceremos!", gritó Julio César la Cruz ante los medios, un canto al castrismo en oposición a las reivindicaciones de quien tuvo que huir de la isla.
El día de su 39 cumpleaños, a tres exactos de que se cumplan 22 años de carrera profesional desde que Manel Comas le hiciera debutar con 17 en el Joventut en el Raimundo Saporta, Rudy Fernández, sin pronunciarlo -"es una palabra difícil e impactante cuando la escuchas"-, ha anunciado lo obvio: los de estos días están siendo sus últimos partidos. El mallorquín, tras una carrera de leyenda, cumplirá su última temporada con el Real Madrid y se retirará este verano, para el que guarda el último (ahora sí), desafío. Intentará poner un broche para la historia, ser el único jugador de baloncesto en disputar seis Juegos Olímpicos.
"Ya tengo una edad y empiezo a pensar en otras cosas, en la familia. Me quedan unos meses y espero aportar lo máximo. Me he sentido muy querido y esto se está terminando, pero quedan unos meses para seguir disfrutando de mis compañeros", admitió este jueves, en la rueda de prensa previa al partido contra el Baskonia en el WiZink, el que será el 345 en la máxima competición continental (es 12º en esa lista, cuarto en triples con 591, tercero en robos con 364...).
"Cumplo hoy 39 años y me siento muy agradecido de estar vinculado a este club durante tantas temporadas [13], algo que se está terminando, llevo muchos años, mucha tralla física y mental", comentó el alero, que presume de un palmarés único. A nivel de clubes, incluye tres Euroliga (dos veces en el quinteto ideal de la competición), seis ligas, siete Copas (una con el Joventut y tres MVP), una Intercontinental, una ULEB... Y con la selección española, con la que debutó en 2004 (con Mario Pesquera, en la preparación para los Juegos de Atenas) y en la que nadie disputó más partidos que él (255), dos Mundiales y cuatro oros Europeos (más una plata y un bronce), además de tres medallas olímpicas, las platas de Pekín y Londres y el bronce de Río. Colecciona 11 medallas en total, igual que Pau, sólo le superan las 12 de Laia Palau con la femenina.
Rudy, con el trofeo del Mundial, en 2019.EFE
Precisamente con la roja de España dirá adiós. Y para ello, para que todo termine como merece, dos condicionantes. La salud que tanto interrumpió su trayectoria -"por desgracia, he tenido lesiones. Cuando tuve la de espalda me dijeron que podría estar tres o, como mucho, cuatro años más de carrera profesional y con el trabajo de los físios y de los preparadores físicos del Real Madrid he podido vivir muchísimos años más. Me siento un privilegiado"- y el billete que los de Sergio Scariolo deberán sacar en el Preolímpico de Valencia el próximo mes de julio, en el que Finlandia, Bahamas, Polonia, Angola y Líbano son los rivales por la única plaza. "Me queda cumplir el sueño que tenía mi padre de vivir otros Juegos Olímpicos", lanzó Rudy, quien escribiría una página única en el olimpismo. Nadie disputó seis (y es probable que nadie lo haga jamás). En la lista de cinco está el balear junto a Pau Gasol, Teófilo Cruz (de Roma 1960 a Montreal 1976), Oscar Schmidt (de Moscú 1980 a Atlanta 1996) y Andrew Gaze (de Los Angeles 1984 a Sydney 2000).
En 20 años, Rudy, "un monumento vivo de la selección" como le define Scariolo, sólo se ausentó un verano de competición, el del Eurobasket 2017. Ni cuando estaba en la NBA (Blazers), ni cuando las lesiones le torturaban (tres operaciones de espalda). Ni cuando era un osado saltarín que irrumpió entre los Gasol, Navarro y compañía, ni cuando era un veterano sabio que lideró el relevo generacional. 17 torneos en total, que serán 18 si logra la clasificación para París. Con momentos inolvidables en lo personal, más allá de los títulos. El mate sobre Dwight Howard en la final de Pekín y sus lágrimas, también en Pekín, cuando levantó el Mundial (ese verano había perdido a su abuelo y su hermana Marta perdió al bebé que esperaba).
Aquel 8 de abril de 2005, en la Clínica Gálvez de Málaga, Sandrine dio a luz a Zaccharie, un bebé enorme, 54 centímetros y 4,1 kilos de peso. Un bebé predestinado también. El apellido Risacher se pasea ahora con expectativas disparadas por la NBA de la mano del hijo de Stéphane, aquel alero francés, zurdo y aguerrido, que formó parte de una de las versiones más potentes de la historia del Unicaja.
Hoy Zach, a sus 19 años, es una de las mayores perlas del baloncesto mundial. Despliega su talento en los Hawks, titular a las órdenes de Quin Snyder, confirmando con sus prestaciones la apuesta de la franquicia de Atlanta, que le eligió en el número uno del pasado draft. Un malagueño, el segundo francés de forma consecutiva en lo más alto de la elección (tras Victor Wembanyama en 2023), cabeza de una hornada histórica para el baloncesto galo: tres de los seis primeros defienden la camiseta bleu.
«Zach es un jugador de una proyección brutal, porque realmente no hay nada que pienses que en baloncesto que no puede hacer. Por su físico (2,03 centímetros), por su dimensión, por su tamaño, por el talento que tiene, por ser un jugador increíblemente ágil», aplaude Sergio Scariolo las evoluciones del alero, que promedia 11,6 puntos y 3,6 rebotes para mantenerse pujante en la pelea por ser el rookie del año (junto a Jared McCain, Jaylen Wells, Dalton Knecht...).
Zach Risacher, en brazos de su padre, junto a Pepe Sánchez, en Málaga 2005.
El seleccionador nacional recuerda perfectamente a aquel bebé, ahora un proyecto de estrella, al que hace unas semanas saludó en persona en su viaje a Estados Unidos. «Me acuerdo perfectamente cuando lo tuve en mis brazos recién nacido. Steph lo llevó con un par de semanitas al entreno. Es una muy buena familia. Sandrine, su madre, también era deportista. Con una educación y un saber estar fantásticos, exquisitos todos», alaba Scariolo.
Risacher, tan inolvidable como su Unicaja, que había conquistado en Zaragoza la Copa del Rey 40 días después del nacimiento de Zach. Un equipo al que el actual líder de la Liga Endesa se pretender asemejar, comandado en la cancha por Jorge Garbajosa, Carlos Cabezas, Pepe Sánchez... «Recuerdo que Steph, cada mañana que venía, iba saludando uno por uno a todos, dándonos la mano. Y era un jugador con una excelente versatilidad. Podía hacer muchas cosas, hasta jugar al poste bajo. Tenía buena mano, sin ser un especialista podía perfectamente meter triples. Buen jugador defensivo, también con envergadura, con manejo de balón. En aquel Unicaja compartía el puesto de tres con Walter Herrmann», rememora el técnico italiano de un jugador (plata olímpica con Francia en Sidney 2000) que también fue parte del título de Liga que los malagueños lograron la temporada siguiente, de nuevo con Scariolo en el banquillo (y Chus Mateo como asistente).
Zach ahora no guarda en su memoria muchos recuerdos de Málaga, pero sí alguno de Murcia. Porque esa fue la ciudad en la que pasó otra parte de su infancia, con su padre, ya veterano y sin rastas, jugando de 2006 a 2008 allí, a las órdenes de Manolo Hussein. Su hermana Aïnhoa, que ha sido internacional con Francia en categorías inferiores (MVP del Europeo sub 16), nació en Murcia.
Zaccharie Risacher.KEVIN C. COXGetty Images via AFP
A diferencia de su padre, Zach es diestro, pero posee un talento y un físico incomparables, labrado a fuego lento en las categorías inferiores del Asvel, con el que debutó en Euroliga con 16 años (el francés más joven de la historia en la máxima competición continental). La temporada previa a su salto a la NBA, la pasada, la pasó en el Bourg en Bresse, subcampeón de la Eurocup y siendo elegido como mejor joven de la liga francesa. Sólo el tiro exterior parece su punto débil, aunque en su noveno partido en la NBA ya fue capaz de anotar 33 puntos (y seis triples).
«No sé por qué hay una concepción, sobre todo aquí en España, de que él no es un buen tirador. Quizá por su físico no tenga desarrollada una capacidad de especialista, pero tiene muy buena mano y seguramente adquirirá continuidad en el transcurso del tiempo», defiende Scariolo, que también destaca su «gran visión en juego». «Y ya tiene cierta capacidad de 'estar en campo', ya lleva un par de temporadas de experiencia en Europa. Me consta, porque lo hablé con Quin Snyder, que están encantados con él. Realmente, las estrellas son su techo», zanja el seleccionador español.