Joventut 73 Real Madrid 94
Sergio Rodríguez, el día que cumplía 37, comanda con su magia el triunfo blanco en Badalona. Los blancos impusieron su poderío físico y acabaron con la resistencia de la Penya
Cumple 37, pero como si fueran 23. La segunda juventud del Chacho la celebra el Real Madrid, ya en la final de la Liga Endesa tras acabar, al fin, con el correoso y digno Joventut. El físico blanco (imponente Tavares), el talento de Musa y Hezonja y, sobre todo, la maestría de Sergio Rodríguez (15 puntos, siete asistencias) fueron demasiado para una Penya que no pudo mantener su puja con el campeón de Europa. [73-94: Narración y estadísticas]
Se recordará el triple de Llull en Kaunas, cómo no. Pero qué decir del anterior de Sergio Rodríguez en esa histórica final ante Olympiacos. Y de su papel decisivo ante el Partizan y no sólo en la cancha. Liberado, sonriente, feliz, otra plenitud para un base eterno, hasta donde él quiera. El Madrid baila al son del Chacho y ya aguarda rival en la final, la undécima en 12 años (sólo faltó en la burbuja de la Fonteta, hace tres).
Para saber más
No ha sido una serie ni mucho menos plácida para los de Chus Mateo, honores a la Penya que, desde la sorpresa en el primer envite en el WiZink, no se ha dado por vencida y ha obligado al Madrid a dar un paso más. Elevó el listón defensivo el Madrid y conquistó Badalona en esa serie de 12 partidos ganados que acumula a domicilio.
Contra las cuerdas, los ajustes de Carles Durán tuvieron que ver con lo físico, la balanza que todo lo mesura en el baloncesto moderno. De inicio, sus dos gigantes en pista. Con Tomic y Birgander, el dominio de Tavares se ve amortiguado y los pobres porcentajes con que se maneja el Madrid en esta semifinal desde el perímetro favorece jugar sin un cuatro puro a la Penya. Y le funcionó al equipo local que, por primera vez en cuatro partidos, no amaneció con un lastre en el marcador. De hecho, la igualdad iba a ser la tónica de toda la primera mitad.
Andrés Feliz
Dinamismo, agresividad, pero también muchos errores. Tomic y Joel Parra (10 puntos en la primera mitad el canterano), desaparecidos el sábado, eran los que herían al Madrid. Que sufría por sus constantes fallos desde el triple, algunos clamorosos: Hezonja erró los seis que intentó. Y que vivía, básicamente, por ese estado celestial en el que habita Sergio Rodríguez, cumpleaños -37 aunque no lo parezca- feliz.
A la vuelta siguieron ambos como dos púgiles exhaustos, guardias bajas, despistes y el éxito de los valientes. Andrés Feliz se zampaba a Williams-Goss y Musa empezaba su recital de recursos técnicos. Pero la igualdad y la tensión se mantenían en el Olímpic: dos canastas seguidas de Yabusele y otras dos de Goss, pura reivindicación tras un par de dudosas faltas sobre Feliz, pusieron entonces la máxima blanca (41-50, min. 26).
Y la cosa ya no iba a mejorar para una Penya con claros síntomas de agotamiento, de desesperación. Su coraje le hacía seguir luchando, seguir yendo con el corazón en la boca a cada rebote ofensivo, pero la desaparición de Kyle Guy, su faro ofensivo, era demasiado lastre. Tampoco le ayudó la vuelta del inspirado Chacho a pista. El tercer cuarto, en el que llegó a caer por 15, iba a ser su condena.
Ni siquiera una discutida doble antideportiva al Madrid fue el resquicio para acercarse. Apareció también Hezonja y el Madrid se disparó. “No ha sido nada fácil, el Joventut juega muy bien”, confesó Mateo, en busca de un histórico doblete en su primer curso en el banquillo blanco. Con la magia del Chacho, todo es mejor.