Hace tan solo 10 años, en la temporada 2014-2015, Jérémy Mathieu fichaba por el Barcelona tras consagrarse en el Valencia. El francés llegó al Barça como una petición expresa de Luis Enrique y, pese a que no llegó a afianzarse en el once titular, fue un efectivo muy utilizado por el técnico asturiano en un equipo que esa temporada levantó el segundo triplete de su Historia. Hoy, ya con 41 años, Mathieu vuelve a ser noticia tras haberse conocido su profesión actual: empleado de una tienda de deportes en Francia.
El contraste es, cuanto menos, curioso. Y es que el jugador, con una extensa carrera en la élite, donde llegó incluso a debutar con la selección francesa (jugó con ‘Les Bleus’ en cinco ocasiones), acumula numerosos trofeos tras su paso por las ligas francesa, española y portuguesa, donde se retiró en 2020.
Como era de esperar, la noticia se ha viralizado rápidamente y muchos aficionados, incrédulos, se han acercado a la tienda de Intersport, situada entre Aix-en-Provence y Marsella, donde trabaja Mathieu. Entre ellos, un redactor de ‘l’Equipe’, que ha podido comprobar que las fotos de Mathieu vestido como un empleado de la tienda son ciertas y no un simple parecido razonable. El periódico francés ha confirmado en una reciente publicación que el ex defensa trabaja en la tienda como encargado de la sección de fútbol.
Se desconocen los motivos por los que Mathieu ha terminado trabajando en un puesto que, normalmente, no es el escogido por los ex futbolistas de élite. Puede que no le haya ido muy bien la administración de sus ganancias como deportista, puede que fuera el sueño de su vida o que, simplemente, se aburriera en casa. Eso solo lo sabe Mathieu, pero en la memoria de muchos aficionados azulgranas siempre quedará el gol, que por por marzo de 2015, abrió el marcador contra el Real Madrid en un ‘Clásico’ ganado por el Barça y que valdría una Liga.
El diccionario de la RAE define con meridiana claridad que la presión es una fuerza moral o influencia ejercida sobre una persona para condicionar su comportamiento. O dicho en términos más deportivos, presión es el acoso continuado que se ejerce sobre un adversario para impedir su reacción y lograr así su derrota.
Por muy duro que resulte admitirlo, tal presión recurrente es esencial e inherente a todas las competiciones de alto nivel que, en el
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El Valencia tiene al portero más cotizado de LaLiga casi por casualidad. Giorgi Mamardashvili, a sus 23 años, es un pilar del equipo de Rubén Baraja, fundamental para pelear en las últimas 10 jornadas por volver a las competiciones europeas. Ese objetivo era impensable hace un año pero hoy es una realidad a la que el vestuario no quiere renunciar. Entre ellos, el georgiano, que vive el momento más dulce de su carrera.
En la portería del Valencia es indiscutible. Acumula 67 jornadas en la titularidad, es tercero en el Trofeo Zamora -con 32 goles recibidos y sólo superado por Unai Simón y Vallés- y su cotización se ha disparado por encima de los 35 millones. No hay en el campeonato español un cancerbero con mayor valoración. "Es un jugador que gana puntos y nos sostiene partidos", aseguró sin dudar Baraja. "No sabemos su techo", apostilló.
Llegó a Valencia en 2021, sin hablar ni una palabra de castellano, con un sueldo de 70.000 euros brutos anuales y su destino en el filial. Fue Pepe Bordalás quien empezó a ver el espigado y ágil guardameta un chico con futuro. Sin portero por las lesiones de Cillessen y Jaume Domenech, no dudó en echar mano del recién llegado. Si jugaba 21 partidos, recibiría 7.000 euros más por cada encuentro disputado. Esa temporada, en la que fue titular en la final de Copa del Rey, acabó ganando por esa prima que por el sueldo pactado.
Su irrupción en el Valencia también le abrió las puertas de la selección de Georgia. Willy Sagnol empezó a citarle como suplente del veterano Giorgi Loira hasta que Mamardashvili ha acabado por jubilarle. El pasado martes en Tiflis fue el héroe que abrió las puertas de la Eurocopa a su país. Desde 1991, cuando se independizaron de la URSS, el fútbol georgiano buscaba dar un salto que ha llegado de las botas de Kvaratskhelia y las manos de Mamardashvili. En la 'final' ante Grecia, el meta valencianista salvó una ocasión de los griegos en la prórroga para sostener el empate a cero y paró el segundo lanzamiento de penalti. Bakasetas no pudo batirle y, cuando se consumó la victoria, subido en el techo del banquillo, Mamardashvili fue vitoreado por todo su país.
Mamardashvili, ante Grecia.GIORGI ARJEVANIDZEAFP
En la grada, su padre, antiguo portero con menos suerte que su hijo pero que no dudó en enviarle a Dinamo de Tiflis para que hiciera carrera. El gobierno de Georgia le entregará la Orden de Honor junto al resto de jugadores que lograron una proeza histórica.
Para ser protagonista, tuvo que volver a crecer. Con extraordinarios reflejos felinos, la mejorado en su juego aéreo y, sobre todo, con los pies, la gran asignatura pendiente cuando llegó a la Ciudad Deportiva de Paterna y a una competición como la española. Pero vio que tenía clavada una espina más: los penaltis. No era capaz de atajar uno. No lo hizo en la Liga ni en las decisivas tandas ante el Betis en la final de la Copa del Rey de 2022 ni en frente al Real Madrid en la Supercopa 2023. Sin embargo, fue atajar el lanzamiento de Álex Baena en el derbi contra el Villarreal y ser determinante en la tanda con Georgia.
Su rendimiento no pasa desapercibido. Lo tanteó el pasado verano el Real Madrid para cubrir la baja de Courtois, pero no cuajó. Tampoco llegó la gran oferta que hubiera hecho a Peter Lim cerrar su venta. Con contrato hasta 2027 y una cláusula de 100 millones, es la gran salida que puede cuadrar las cuentas este próximo verano y permitir que el equipo de Baraja pueda acudir al mercado a reforzarse.
De momento, la prioridad es que apoye para tratar de alcanzar Europa. "Nos quedan los postres, que eso siempre es lo mejor", auguraba Baraja. Los próximos siete días son vitales. Llega el Mallorca a Mestalla, con un Valencia sin Gayà y con la duda de Sergi Canós, pero el equipo de Javier Aguirre tiene en el horizonte la final de Copa. Después se jugará el duelo ante el Granada aplazado por el incendio de Campanar. Seis puntos que serían una catapulta para enfilar el camino a Europa.
Dos goles desde fuera del área acabaron con un Villarreal que creó indefinidamente peligro y quizás más ocasiones, pero no lo suficiente para evitar la victoria del Real Madrid, que se antoja medicinal, terapéutica.
Lo extraño, lo pecaminoso es que los mejores jugadores ofensivos del mundo, nada menos que Mbappé, Vinicius y Rodrygo, parecen capados por cómo juega el Madrid. No presiona en ataque, no tiene velocidad de balón y tampoco ejecuta una
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