Las victorias se deciden por detalles, repiten los aburridos, pero esta vez fue verdad: Novak Djokovic ganó este miércoles gracias a una gorra. En su partido de cuartos de final de Wimbledon ante Flavio Cobolli hubo un instante crítico, el final del tercer set, y el sol decidió el vencedor. El verano relumbra estos días en Londres, dulce rareza, y sólo uno de los dos supo gestionarlo. Con 5-5 en el marcador, Cobolli sacaba en la parte de la pista donde brillaba el sol y se desesperó: no veía, no veía, no veía. Se quejaba al cielo -que no le hacía mucho caso-, se quejaba al juez de silla -que tampoco le atendía-, en definitiva, se quejaba. Imaginen el resultado: ‘break’ de Djokovic.
Pero en ese momento tocaba cambio de lado y el resplandor amenazaba al serbio. Podía perder su servicio y ya había caído en el tie-break del primer set; su éxito no estaba asegurado. ¿Qué hizo? Se puso una gorra. Con sus ojos protegidos resolvió el set y se abalanzó sobre la victoria. Al final Djokovic ganó por 6-7(6), 6-2, 7-5 y 6-4 en tres horas y 11 minutos y disputará las semifinales contra Jannik Sinner. Uno no celebra 24 Grand Slam si no sabe cuándo ponerse la gorra.
La resistencia de Djokovic es difícil de igualar, inquebrantable, literalmente inquebrantable. En el último juego del partido, de hecho, el serbio tuvo un resbalón rarísimo, se torció las dos piernas hasta forzar al máximo su cadera y pese a ello continuó. Hubo unos segundos en los que parecía que se había roto, el público de la pista central se puso las manos en la cabeza, Cobolli saltó a su lado de la pista, pero se levantó. Quizá en el próximo encuentro arrastrará el dolor; seguro que peleará de la misma forma. A sus 38 años sabe que si tiene otra oportunidad de ganar un título grande es esta.
KIRILL KUDRYAVTSEVAFP
Una hipotética final ante Carlos Alcaraz queda todavía lejos y en la memoria está el recuerdo de los Juegos Olímpicos de París, pero ante Sinner arde la cercana posibilidad de una revancha. En Roland Garros, también en semifinales, el italiano le derrotó en sólo tres sets en un instante crepuscular. Entonces se acercó la retirada con una pregunta abierta: ¿Realmente puede Djokovic ser campeón otra vez? El viernes se despejará la duda. Si supera al número uno, pase lo que pase después, el serbio podría aguantar sobre las pistas hasta cumplir los 40 años y más allá.
Aunque lo tendrá complicado. Después de 24 horas de rumores y corredizas, después de presentarse en su duelo ante Ben Shelton con un vendaje en su codo derecho, Sinner fue Sinner al completo. Sin dolores -al menos en apariencia- arrasó con el estadounidense, todavía verde. Como le ocurrió a Cobolli, Shelton jugó su mejor tenis, volvió a exhibir su potencia, pero tembló cuando no tenía que hacerlo. En el tie-break del primer set encadenó errores y nunca se creyó preparado para una remontada. Al final cayó por 7-6(2), 6-4 y 6-4 y tendrá que esperar aún más hasta que llegue su momento.
Entre el segundo y el tercer set, Carlos Alcaraz caminaba hacia el vestuario y con sólo dos gestos resumía sus problemas a su equipo. Con el dedo índice se señalaba la cabeza. Y luego, con el mismo dedo, anotaba que no. Todavía no había acabado el partido, pero ya estaba fuera del US Open: desconectado, desanimado, desganado. En su peor actuación en un Grand Slam, Alcaraz perdió ante el neerlandés Botic van deZandschulp, el actual número 74 del mundo, por 6-1, 7-5 y 6-4 y se despidió de Nueva York en segunda ronda.
Como ya avisó en el Masters 1000 de Cincinnati con aquella raqueta rota y en primera ronda del mismo 'grande' ante el australiano Li Tu, Alcaraz confirmó que está agotado después de una increíble racha veraniega -con los títulos en Roland Garros y Wimbledon y la plata en los Juegos Olímpicos de París- y que necesita un descanso. A los 21 años le sobran piernas y el circuito ATP no para, pero no hay mente que aguante tanta exigencia, tantas emociones, en definitiva, tanto tenis. En las próximas semanas ha prometido su presencia en la fase de grupos de la Davis, la Laver Cup, el ATP 500 de Pekín, el Masters 1000 de Shanghai, un torneo de exhibición en Arabia Saudí, el Masters 1000 de París-Bercy, las ATP Finals y las finales de la Davis, pero sería una imprudencia seguir con el plan. Alcaraz precisa olvidar la raqueta más de dos o tres días.
Este jueves en Nueva York quedó a la vista. A Alcaraz no le falló el tenis porque no hubo tenis. Simplemente no estuvo sobre la pista. Desde el primer set, que perdió en sólo media hora sin conseguir ni un solo golpe ganador, no fue él. Fue un tenista que no quería estar sobre la pista, jugar era un suplicio, competir ya era una quimera.
CHARLY TRIBALLEAUAFP
Sólo en dos momentos del encuentro, Alcaraz amagó con despertar. Unos cuantos "¡Vamos!", un par de golpes suyos, incluso alguna sonrisa. Sucedió al principio del segundo set, cuando devolvió con rabia un break a Van de Zandschulp y al final del tercer set, cuando ya no había marcha atrás. Entonces, con su entrenador, JuanCarlosFerrero, insistiéndole para que lo intentara, Alcaraz empezó a jugar con ironía, por diversión y hasta hubo espectáculo, pero para remontar dos sets se necesita mucho más que eso. Al final el neerlandés cerró la victoria y se llevó la ovación de su vida, la más inesperada.
El acierto de Van de Zandschulp
También lo mereció. Si el nivel de Alcaraz estuvo muy por debajo del habitual, el nivel de Van de Zandschulp estuvo muy por encima. Hace nada, en mayo, después de caer en primera ronda de Roland Garros, el neerlandés de 28 años confesaba que estaba planteándose la retirada porque tenía demasiados días malos. Con un puesto número 22 en 2022 como cima de su carrera, en los últimos meses había caído mucho en el ranking y llegaba al US Open con derrotas clamorosas sobre su espalda, como la que sufrió en su debut en el humilde Challenger de Zug.
Ante Alcaraz, Van de Zandschulp desplegó unos recursos muy superiores a esos resultados. Con contundencia en el saque y la derecha, apostó todo a unas subidas de vértigo a la red y le salió bien. Allí ganó 28 de los 35 puntos que intentó, una constante. Desde el primer punto devolvió al español todos sus golpes, le mareó con dejadas, le superó con globos, en definitiva, completó un gran partido y se mereció el triunfo. Alcaraz este jueves no estaba en condiciones de responderle.
La experiencia estaba siendo positiva. Rafa Guijosa, ex del Barça del Dream Team, mejor jugador del mundo en 1999, mostraba en sus redes sociales cómo disfrutaba del turismo en Irán, el país que el pasado septiembre le contrató como seleccionador. Visitaba Persépolis, por ejemplo, la que fuera capital del imperio Persa. Pero hace unos días todo se torció.
La escalada bélica entre Irán e Israel obligó a cientos de miles de habitantes de Teherán a huir de la ciudad y Guijosa se descubrió encallado en su residencia, detrás los monumentales atascos formados. Este martes lanzó un mensaje de socorro. A través del correo electrónico escribió a sus amigos en busca de ayuda.
"Estoy en una situación muy complicada. No tengo buena comunicación, ni Whatsapp ni redes sociales y la desinformación es total. Nadie sabe qué va a pasar. La única forma de salir es por carretera vía Turquía (1.300 km) pero me dicen que ahora es muy peligroso. Ir a Dubai o Qatar por barco es un suicidio... Necesito que se sepa de mi situación, simplemente que me ayudes comentando a todo el que puedas mi situación, a ver si en cuanto se pueda me sacan de aquí a través de la embajada, la Federación de Irán, Turquía, Española, IHF, Barca... lo que sea", escribió Guijosa desde un punto inconcreto del país asiático. La Embajada de España en Teherán ha contactado con él y también la Agencia EFE.
"Estoy en contacto con la Embajada a diario y también con la Federación Iraní, la Española y la Internacional (IHF). Están en contacto todos conmigo, pero en estos momentos hay que estar tranquilos", comentó por correo electrónico a la agencia y añadió que en Teherán "la gente sale a la loco, es un caos" por lo que prefiere "la prudencia y estar tranquilo en un sitio seguro, ya se calmará todo".
Guijosa ya fue seleccionador de Irán entre 2012 y 2014 y consiguió la única medalla del país, un bronce en el Campeonato Asiático, pero luego un cambio de normativa interna le impidió estar en su debut en un Mundial, en 2015. Después estuvo varias temporadas dirigiendo al Ademar de León en Asobal y volvió a las experiencias exóticas como seleccionador de Ruanda. En Irán contaba con un sólo jugador que competía en el extranjero, el central Pouya Norouzinejad, del VfL Eintracht Hagen alemán y el resto lo hacían en la liga doméstica.
Como jugador, Guijosa fue campeón de Europa con el Barcelona en cinco ocasiones consecutivas (del 1996 al 2000) y formó parte de la primera época dorada de la selección. En dos Juegos Olímpicos consecutivos, Atlanta 1996 y Sidney 2000, se hizo con el bronce. De hecho recientemente fue nominado para entrar al Hall of Fame de la Federación Internacional de Balonmano (IHF).
Siguen zumbando las máquinas en los exteriores del Camp Nou, donde las obras no paran pese a que ya es de noche cerradísima. En las cercanas oficinas del Barcelona se siente cierto alivio. Desde que empezó la remodelación de su estadio en junio de 2023, el club ha presionado al Ayuntamiento de la ciudad para trabajar todos los días y a todas las horas, pero las denuncias de los vecinos han impedido la concesión de un permiso permanente. Romper los horarios laborales debe ser una excepción. Como ocurrió otras veces, por ahora la constructora, la turca Limak, puede operar sin parar, pero a partir del próximo lunes deberá volver a descansar de noche y los fines de semana.
«Las ampliaciones de horario son clave para poder avanzar con un ritmo más rápido», reclaman desde la entidad que publicita los mecanismos que ha instalado para calmar a los vecinos: sonómetros, sensores de polvo... Pese a ello en las calles cercanas al estadio como la Travessera de les Corts, la calle Arístides Maillol o la calle Cardenal Reig parece difícil conciliar el sueño y en el descampado donde antes estaba el Mini Estadi el trajín retumba imparable. «Los vecinos no hemos fallado, pero ellos sí», repite Ana Ramón, presidenta de la Asociación de Vecinos de Camp Nou, sobre los incumplimientos del club con las obras.
En los 21 meses transcurridos ha habido tantos que el Consistorio ha abierto varios expedientes y ha expedido varias multas, aunque siempre ha sido por cantidades ínfimas: la mayoría de 300 euros que pueden acabar saldándose por únicamente 75 euros. En todo caso, en medio del desencuentro entre el Barcelona y sus vecinos, sólo hay una certeza: el Camp Nou todavía no está listo. Ni mucho menos.
Sin una fecha prometida
Los canales de Youtube creados para seguir las obras -de vecinos o de aficionados que se encaraman al montículo frente al cementerio de Les Corts- exhiben algunos avances. La estructura metálica de la tercera gradería va tomando cuerpo y en los últimos días se han probado los primeros marcadores LED o se ha instalado una tribuna de prensa provisional. Pero el regreso del fútbol parece todavía lejano. La renuncia de los Rolling Stones a una gira europea solucionó los apuros por la presente temporada, que el Barcelona acabará en el Estadio Olímpico de Montjuïc, pero la próxima aún es una incógnita.
David RamírezAraba Press
El sueño de volver a casa el pasado noviembre para celebrar allí el 125 aniversario del club se difuminó rápido y ahora, según fuentes de la entidad, la ilusión es regresar el noviembre que viene. El equipo podría disputar las primeras jornadas de Liga y Champions fuera de casa y estrenar el nuevo Camp Nou con una capacidad parcial de sólo 60.000 espectadores después del tercer parón FIFA, pero ni el presidente Joan Laporta se atreve a anunciarlo. En los últimos meses ya ha habido demasiadas promesas incumplidas: se iba a volver en febrero, también para el clásico de 11 de mayo... «Cualquier previsión de calendario está sometida a revisión por el propio desarrollo de la obra de Espai Barça y será debidamente comunicada», explica ahora el club a pregunta de EL MUNDO. En realidad, ni entidad ni constructora saben a ciencia cierta qué fecha prometer.
Si el balón rueda en el estadio este 2025 ya será un éxito. Si las obras acaban en 2027, otro. Las previsiones eran que todo el recinto, cubierta incluida, estuviera acabado en junio de 2026 y que se inaugurara el 24 de septiembre de ese año así que, como mínimo, habrá un año de retraso.
La indemnización de Limak
«Ahora mismo el Camp Nou es la obra civil urbana más grande de Europa», se defiende el Barcelona que, de momento, justifica el trabajo de la constructora Limak. «Ha habido problemas como la falta de disponibilidad de mano de obra cualificada y un número no previsto de reparaciones en la primera y la segunda gradería», argumenta la entidad, que ha admitido las carencias previas del recinto.
David RamírezAraba Press
Como bien histórico protegido por el Ayuntamiento de Barcelona, el Camp Nou, construido en 1957, debe mantener buena parte de su estructura y ésta estaba dañada antes de empezar la remodelación, pero todas las partes conocían esos problemas previamente. La demora también puede achacarse a las incidencia en la contratación de trabajadores -el club tuvo que admitir impagos salariales y horas extras no cotizadas por las subcontratas-, a las restricciones horarias impuestas por el Ayuntamiento e incluso a la escasez de ciertos materiales por culpa de la invasión rusa de Ucrania, aunque hay otra conclusión posible: las otras constructoras tenían razón.
Cuando la directiva de Laporta otorgó la remodelación a la turca Limak, las otras empresas aspirantes al proyecto -se crearon dos consorcios españoles- denunciaron que los plazos prometidos eran imposibles. Pero el club se protegió con una promesa. Supuestamente Limak iba a pagar un millón de euros por cada día sin fútbol en el estadio a partir del 29 de noviembre de 2024. Con los cálculos más optimistas eso supondría una multa de entre 300 y 400 millones, es decir, casi la mitad del coste de la obra, que ronda los 900 millones -1.450 millones para todo el Espai Barça-. ¿Realmente lo pagará la constructora?
David RamírezAraba Press
«El contrato lo contempla y el club en ningún momento renuncia a una indemnización», asegura la entidad a petición de este periódico, aunque se guarda una justificación: «El calendario sobre el cual se empezarían a aplicar esas penalizaciones es variable dependiendo de la causalidad y responsabilidad de los retrasos». Limak, que meses atrás atendía a la prensa a través de una agencia de comunicación española, ahora sólo remite al club por lo que queda por ver la realidad de esa compensación. Quizá, cuando acaben las obras, el Barcelona pueda reclamar cierta cantidad a la constructora o quizá «la causalidad y responsabilidad de los retrasos» difuminen ese posible pago. En todo caso, para eso todavía quedan muchos días y muchos meses. Mientras tanto siguen zumbando las máquinas en los exteriores del Camp Nou, donde las obras no paran pese a que ya es noche cerradísima.