¿Qué es el fútbol si no un precioso juego de niños grandes? Un juego que alguien, para disimular, convirtió en deporte. Y de deporte pasó a modo de vida, a profesión, a pasión… Y así más de 60.000 personas se reunían en el Día del Niño en el Metropolitano para honrar a los más pequeños y reivindicar que en la vida hay que crecer, pero no dejar nunca de jugar. [Narración y Estadísticas, 1-0]
Gratos recuerdos de la infancia le traería a Claudio Giráldez la rojiblanca. El entrenador del Celta estuvo en las categorías inferiores del Atlético, club al que hoy se enfentaba en un precioso día en Madrid. Los objetivos de ambos equipos, en cambio, no son ningún juego. Los gallegos aún no han salvado la categoría y, además, veían como el Cádiz venía de ganar el turno anterior. El Atlético debía aprovechar el pinchazo del Athletic para asegurarse ya, casi matemáticamente, la cuarta plaza. Lo hizo.
Así, como entre niños andaba el juego, en apenas 15 minutos casi lían la primera Riquelme y Lino. Una pareja llamada a alternarse, pero que la tranquilidad de la posición del Atlético les ha permitido compartir once varias veces. En esta ocasión, un pase en profundidad del brasileño encontró al canterano en una gran diagonal pero estrelló el cuero en Guaita tras un mano. En el rechace se intercambiaron los papeles, pero el portero valenciano repitió parada.
El partido amaneció tranquilo para los locales, tanto que en el Fondo Sur estaban más a los bailes tipo trenecito y al bufandeo que al propio duelo. Más de 20 minutos tardó el Celta en tener una posesión larga entre presión y amenazas rojiblancas. ‘Tirito’ de Correa, disparo de Koke y alguna opción más finalizada con algo menos de claridad.
Los rojiblancos han agradecido en este final de temporada el 5-4-1 que ha impuesto el entrenador y al que se han agarrado tras la sangría de goles recibidos a lo largo del año, 63 en todas las competiciones. Llegan algo menos, pero Oblak está mucho más protegido. En la primera parte, ni un tiro a puerta tuvo que detener el esloveno. Guaita, varios, el más franco fue un mano a mano de Llorente que el madrileño golpeó blando a las manos del portero del Celta.
Volvió Morata al verde tras su problema del trigémino. El verdadero, no el que salió los últimos 7 minutos ante el Mallorca. El primer balón que tocó el madrileño fue un cabezazo que casi se convierte en el primer gol del partido y el de la vuelta a puerta del delantero. Han sido tres meses y un tanto. Poco para el nueve titular de un equipo que ha aspirado a todo esta temporada.
Frenó el partido en los segundos 45 minutos, como si fuera la hora de la siesta para los niños. El balón se hizo pesado, pero más para un bando que para otro. El Celta, agazapado, encontró su contra para adelantarse en el marcador. Aspas falló tras un pase atrás de Bamba, disparo muy centrado que Oblak paró sin problemas. Aviso para navegantes, no era tiempo para siestas.
Despertador argentino
Salieron Barrios y De Paul para animar el cotarro. El Celta crecía desde su solidez atrás, no era poca cosa en un equipo que ha encajado más goles, 52 de los que ha metido, 40. El partido pedía a Griezmann y a Aspas, que se abrazaron cariñosos al inicio del duelo. Al primero no le dio tiempo a aparecer, el Cholo le cambió antes. El segundo picaba, pero no mordía.
Sólo el sonido de una alarma nos despertaría de la siesta. Fue Rodrigo De Paul quien sacó la genialidad ante el tedio, la puso en la escuadra tras un córner y se encendió un estadio adormilado. Vuelve el unocerismo, gana el Atlético.