De la indignación del Barcelona en Milán a la nada tras Lewandowski

De la indignación del Barcelona en Milán a la nada tras Lewandowski

Inter 1 Barcelona 0

Actualizado

El equipo azulgrana ha sido incapaz de ganar en los tres únicos partidos en que no ha marcado el delantero polaco

De Vrij arrebata el balón a Lewandowski.A. CALANNIAP

El martes por la mañana, Joan Laporta era un presidente risueño. Acompañado de su inseparable jefa de gabinete, Manana Giorgadze, paseaba en camiseta, despreocupado y con una amplia sonrisa por la plaza del Duomo de Milán. Su Barcelona venía de asaltar el liderato de la Liga después de dos años, y el Inter de Simone Inzaghi, de rendimiento deficiente en la Serie A y sin el lesionado Lukaku, debía ser un rival accesible. Laporta y la cuadrilla que le acompaña a todas partes estaban esperanzados con que la suerte de su equipo cambiara por fin en Europa.

Horas después, la frustración y la indignación se lo llevaron todo por delante. El Barça cayó ante el Inter (1-0) tras un mal partido y un despropósito táctico en el primer tiempo. Pero también vio cómo el árbitro del encuentro, el eslovaco Slavko Vincic, anulaba un gol a Pedri por mano previa de un Ansu Fati que saltó sin mirar, para acabar obviando el juez una clara mano de Dumfries en el área sin que el VAR tuviera algo que decir. La directiva barcelonista no quiso irse a dormir sin valorar, con escasa convicción, una queja formal sin recorrido.

El tumulto arbitral, que recordó al sufrido en la histórica eliminación frente al Inter de Mourinho en 2010 con el portugués Olegário Benquerença como protagonista, dejó en un segundo plano algunos de los problemas que acechan a este Barcelona. Penurias que el equipo no paga en la Liga, pero que le impiden ser un equipo de fiar cada vez que pisa Europa. Y nada condiciona tanto al equipo de Xavi Hernández como la ausencia de alternativas cuando Lewandowski no tiene el día. El delantero polaco, encerrado en San Siro entre los tres centrales del Inter, sólo tocó 30 veces la pelota en los 90 minutos de juego. Disparó una vez a puerta -sin peligro-, y vio cómo sus compañeros estaban más pendientes de centrar balones a los que nunca podría llegar que de buscarse ellos mismos la vida.

El Barça no ha ganado ninguno de los tres únicos partidos en que Lewandowski no ha marcado (el empate frente al Rayo, y las derrotas contra el Bayern y el Inter). Ello evidencia la escasa productividad anotadora tanto de sus compañeros de ataque -normalmente Dembélé y Raphinha-, como de los interiores (Pedri y Gavi, un gol entre los dos). Xavi, de hecho, se quejó en la madrugada de Milán de que había reclamado a sus futbolistas que probaran disparos desde lejos ante la defensa hundida de los italianos. Nadie le hizo caso.

Fiar la suerte a Dembélé

Aunque el técnico del Barcelona, que tuvo que corregirse después de que el 3-4-3 con el que abrió la noche no funcionara –Marcos Alonso no se aclaró como extremo zurdo y Raphinha apenas intervino jugando por dentro-, también pagó la decisión de fiar la suerte del equipo a Dembélé. El extremo francés, por mucho que acabara tirando un balón al palo y de que fuera quien centrara la pelota que acabó con el gol anulado a Pedri, perdió 38 veces la pelota. Sólo es una cifra. Quizá fuera peor la desesperación que provocó entre sus compañeros ante cada acción mal acabada.

Dembélé, pese al protagonismo adquirido esta temporada dada la confianza ciega que tiene Xavi en él, ha marcado dos goles en estos primeros diez partidos de la temporada. Ninguno en Champions. Por debajo incluso queda Raphinha, magnífico en su última incursión con la selección brasileña, pero que en el Barça sólo ha podido ver la red una sola vez en nueve participaciones (su gol en el Pizjuán). Ferran Torres, suplente en los dos primeros partidos de Champions, ni siquiera se calzó las botas en Milán (ha marcado un gol en ocho choques). Lleva dos en diez duelos Ansu Fati, protagonista en las dos acciones polémicas de San Siro. Mientras que Memphis, ahora lesionado, ha marcado un gol en tres encuentros.

La sombra de la venta de Aubameyang en el pasado mercado estival, obligada ante la necesidad de inscribir a los refuerzos, es alargada. Y la Champions nunca esperó a nadie.

kpd