Bordeando el precioso lago de Genos-Loudenvielle, hace tres años marchaban a una velocidad que cuesta asimilar Pogacar y Vingegaard, que desde entonces no han dejado de escribir capítulos en su rivalidad. Se siguen persiguiendo y se perseguían entonces, el danés a rueda, pues tenía su primer Tour a tiro y al día siguiente en Hautacam lo iba a sentenciar. Y que no se iba a despegar del esloveno hasta la cima de Peyragudes. [Narración y clasificaciones]
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Mismos escenarios, días cambiados, rivalidad del revés. Ahí donde volvió a exhibirse este viernes Tadej, esta vez sin brazos arriba, apenas el puño derecho apretado con rabia, como los dientes en esa lucha contra el crono en la que también es el rey. De amarillo, aventajó en otros 36 segundos a Jonas, en 1:20 a Roglic, en 2:39 a un desesperado Evenepoel y en otra barbaridad al resto de los mortales. Otro paso más hacia lo que parece una evidencia, su cuarto Tour de Francia.
Pasa el tiempo, cambian los escenarios y las tendencias, se acumulan afrentas y se desatan revanchas. De aquellos días de derrotas en los Pirineos, aunque en el altiplano venciera entonces Tadej, a estos de plenitud y dominio. De cuentas saldadas. Aún con el regusto a épica de la jornada anterior en Hautacam, la cronoescalada puso todavía más distancia entre ambos. Otra pequeña gran afrenta en la moral ya torturada de Jonas, quien no intuye resquicio por donde inquietar al todopoderoso Pogacar.
Por esas laderas que son territorio en invierno del esquí y en verano de los descensos vertiginosos en longboard, Pogacar desató de nuevo su tormenta. Como si nunca tuviera suficiente. Su victoria 21 en el Tour, la 30 en grandes vueltas (Merckxs sumó 64 en toda su carrera), a los 26 años. Cuatro ya en la presente edición que tiraniza, aunque aún sienta dolor en las quemaduras de su brazo izquierdo, en el golpetazo en la cadera tras la caída de Toulouse sólo 48 horas antes.
Hasta en el muro final, esa pared infernal que remata a los que antes no han calculado bien y hacen zigzag en la rampa recta de asfalto negro, como una escena de terror, al 16%, terreno agreste y desértico donde los aficionados aguardan a los héroes. Hasta ahí, donde los demás se retuercen, el amarillo de Tadej reluce, como si hiciera guiños al sol, a más de 1.800 metros de altitud. Y pedalea con alegría y rabia, consciente de que va a volver a ganar.
En 10,9 kilómetros aventaja a Vingegaard, que salió con cabra de contrarreloj y remató un gran final persiguiendo para doblar a Remco, en 36 segundos. No hay muchas batallas entre ellos en cronoescaladas puras como referencia. Hace cinco años el danés aún no compareció en el Tour cuando Tadej lo reventó en La Planche des Belles Filles. Sí en 2023 en Combloux, otra historia, una exhibición como no se recuerda, 1:38 de ventaja para Jonas en poco más de 22 kilómetros.
La contrarreloj apenas la disputaron los 30-40 mejores de la general. Luke Plapp había sido la referencia, todos lejos de él. Roglic fue la sorpresa y Lipowitz, que ya amenaza el podio de Evenepoel, volvió a rendir a gran nivel. Los españoles cumplieron algo mejor que en las jornadas previas. Con Carlos Rodríguez 13º, Enric Mas 15º y Cristián Rodríguez 18º.