En verano de 2014, Dani Olmo (Terrassa, 1998) lanzó un órdago en toda regla. Con apenas 16 años y después de haber llegado al Barça en 2007, procedente del Espanyol, apostó por marcharse al Dinamo de Zagreb para darle un acelerón a su carrera. En febrero de 2015 debutó como profesional en la primera división croata y, un par de años después, tras alternar el primer equipo y el filial, acabó por consolidarse del todo en la primera plantilla, desde donde daría el salto al Leipzig en 2020. Ahora, de vuelta en el Barça, este hijo pródigo azulgrana está ofreciendo un rendimiento de ensueño, que confía en prolongar, hoy (14.00 h.) frente a Las Palmas.
Su paso por Croacia fue un tiempo de aprendizaje. En todos los sentidos. No solo maduró como jugador, también lo hizo a nivel personal. Aprendió a hablar croata y tanto su integración en la cultura del país como su calidad como futbolista llevaron a los dirigentes futbolísticos de este país balcánico a plantearse muy seriamente ofrecerle la posibilidad de nacionalizarse y jugar con una selección que llegó a ser finalista en el Mundial de Rusia.
El hecho de que aún no se había estrenado como internacional absoluto con la Roja alimentaba sus esperanzas. Sin embargo, Olmo siempre tuvo muy claras sus preferencias, por mucho que estuviera un tiempo ausente de las convocatorias de la selección tras haber llegado hasta la sub’18.
A finales de 2018, el actual seleccionador, Luis de la Fuente, apostó por llevárselo con la sub’21. Poco más de un año después, llegaría su estreno con la Roja, ante Malta, de la mano de Robert Moreno, en la fase para la clasificación de una Eurocopa 2020 que fue su estreno en una competición internacional del máximo nivel, ya con Luis Enrique en el banquillo. El asturiano confió también en él con vistas al Mundial de Qatar y, ya con Luis de la Fuente como máximo responsable técnico de la selección, fue uno de los grandes artífices del triunfo conquistado en la última edición de la Eurocopa. Su destacada actuación en este torneo, unida a la buena trayectoria que había firmado durante su etapa en el Leipzig, fue uno de los grandes argumentos para que el Barça se propusiera recuperarlo, si bien el Real Madrid trató también de atraerlo hacia sus filas.
Brillante desde el estreno
Dani Olmo, con todo, lo tenía muy claro. Triunfar en el Barça era su gran sueño. Con el Leipzig había llegado a un acuerdo por el que, a pesar de tener contrato en vigor hasta el 30 de junio de 2027, el club alemán iba a facilitar su salida este pasado verano a cambio de unos 60 millones de euros. Una cifra que la entidad azulgrana acabará abonando en caso de que el jugador, que firmó su compromiso como barcelonista hasta 2030 y que tiene una cláusula de rescisión de 500 millones de euros, alcance una serie de hitos. La suya fue la única gran llegada a un equipo que, tras firmar una temporada 2023-24 con tremendos altibajos y vaivenes, únicamente cerró las contrataciones del técnico Hansi Flick como entrenador y de Pau Víctor junto con la del internacional español con vistas a la temporada en curso.
Inscribirlo en la Liga no fue fácil y su tan deseado debut tuvo que esperar hasta la tercera jornada del campeonato. Pero menudo estreno. Suyo, de hecho, fue el gol que acabaría por dar a los azulgrana un triunfo por 1-2 ante el Rayo en Vallecas. En los dos partidos siguientes, tanto en frente al Valladolid (7-0) como ante el Girona (1-4), Olmo siguió viendo puerta. Una lesión muscular, no obstante, le obligó a dejar el césped de Montilivi antes de tiempo y a perderse seis partidos , cuatro de Liga y dos de Champions. Ante el Sevilla, Flick prefirió dejarlo en el banquillo, pero le dio minutos tanto en el 4-0 ante el Bayern como en el 0-4 del clásico, en el Bernabéu.
En el derbi, ante el Espanyol, una semana más tarde, celebró su regreso a la titularidad con un doblete. Y esta misma semana, marcó también en el 3-0 frente al Brest. Las cosas, por ahora, parecen salirle tal y como llegó a soñarlas antes de marcharse a Croacia, convertido en una de las referencias del Barça y de la selección.