LaLiga Santander
Atlético 2 Girona 1
Un doblete del argentino resuelve ante el Girona, que a punto estuvo de remontar tras el gol de Riquelme. Oblak, salvador
Ángel Correa es ajeno al ruido. Pareciera que sigue jugando en la calle, donde sólo sobreviven los más listos. Quizá por esa apariencia canchera nadie le toma por indiscutible, aunque cada año siga regando de goles al Atlético. El día que Griezmann al fin se liberó de su insólita jaula y el legendario Koke fue reconocido por el Metropolitano, en una tarde de entreguerras con el Brujas -lo sucedido y lo que tiene que suceder- en mente, dos pillerías del rosarino resolvieron ante un Girona que acabó apretando tanto que a punto estuvo de remontar. [2-1: Narración y estadísticas]
Ocurrieron ambas apariciones de Correa en esos ratitos de los partidos en los que muchos ni siquiera han llegado. Pero el argentino, que siempre atisba el fallo rival, ya está listo. Primero para anticiparse a su marcador y empujar el centro de Griezmann -titular y ya 100% del Atlético a falta de confirmación oficial- a los cuatro minutos. Después, nada más volver del descanso, para birlarle la cartera a Juan Carlos. Todo lo demás, el tanto de Riquelme en el primer disparo a puerta del Girona y el enésimo milagro de Oblak a dos chutazo de Aleix García, no resolvió demasiadas dudas. Pero el Atlético dormirá en puestos Champions antes del duelo clave del miércoles. Quizá de ahí los festejos de Simeone camino de vestuarios.
A vueltas con la contundencia, con la falta de colmillo que resultó una condena en Brujas, la primera ocasión ante el Girona fue para dentro. Tardó un suspiro el Atlético en despejar ese lastre mental. Una internada de Reinildo por la izquierda, un templadísimo pase de Griezmann desde dentro del área y un remate de pillo de Correa en el segundo palo.
Pareció demasiado sencillo, demasiado prometedor. Y, sin embargo, ese inmejorable amanecer se diluyó a medida que el visitante se sacudió el respeto y el local no fue capaz de subirse a esa ola. Paulatinamente, unos crecieron y otros se achicaron, para nerviosismo de un Metropolitano que celebraba el Fin de semana de las peñas.
Aquello fue un espejismo, pues el Atlético siguió en su fútbol vacío, un paso más atrás de lo que debería. Y el Girona no tardó en darse cuenta, en encontrarse más y más cómodo en el Metropolitano. Pero está demasiado tierno el equipo de Míchel, que ni inquietó ni se aprovechó del run-run de las tribunas, pese a los destellos del canterano Riquelme. Es más, sus fallos individuales, sus pérdidas suicidas en el medio del campo, dieron alas de nuevo a los de Simeone. Otro pase en profundidad de Griezmann estuvo a punto de convertirlo Cunha, que tuvo otra llegada a continuación demasiado escorado a la izquierda. Era como la evidencia de que una marcha más rojiblanca haría pedazos la tarde, aunque Yangel Herrera despidiera el primer tiempo con la ocasión más clara de los catalanes (tras una fea entrada de Giménez).
La segunda mitad estuvo marcada por el segundo gol de Correa, por el gravísimo error de Juan Carlos. Ahí, ambos ya bajaron las guardias. El Girona se lanzó con todo, más animado todavía con el tanto de un Riquelme -cedido por el Atlético- que se marchó entre aplausos de una afición que quizá no demasiado tarde sea ya la suya.
El Atlético, al que los cambios no animaron en absoluto -nada de Joao Félix, nada de Morata-, no aprovechó los espacios del recién ascendido, que estuvo a un suspiro de volcar la tarde con dos disparos casi idénticos de Aleix. Ambos se encontraron con Oblak. Más susto todavía con el remate de Stuani al larguero, anulado por una falta previa. Un final de infarto para hurgar en las dudas.