Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el 'sterrato'

Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el ‘sterrato’

De Troyes a Troyes, mucho ruido y pocas nueces con victoria de Anthony Turgis (Total Energies), francés, 30 años, séptimo triunfo profesional. Etapa impresionante, pero intrascendente. Etapa imponente, pero sin repercusiones. Etapa en la que pasó de todo para que, al final, no ocurriese nada.

Etapa en la que, después de mil y un ataques, de un millón de dimes y diretes, de emociones sucesivas, siempre a punto de zarandear la general, acabaron llegando ocho de los 14 de la escapada inicial, de la que se descolgó, a causa de un pinchazo, Oier Lazkano. Etapa, en todo caso, de tremendo desgaste en víspera de la jornada de descanso.

Un disparate de etapa de 199 kms., caracterizada por 14 tramos de tierra que sumaban 32 kms., seis de ellos en la parte final, que desembocó en un espectáculo casi hipnótico, pero, a la postre, vacío. Mientras desde los primeros kilómetros echaban a volar Turgis, Stuyven, Romo, Lazkano, Aramburu, De Gee, Pidcock, Lutsenko, Healey...empezó el festival de los sectores terrosos.

En el 13, se quedaron Roglic, Ayuso y Van Aert. Enlazaron. Las bicicletas y los coches levantaban un polvo como niebla. En el 12 pinchó Vingegaard. Enlazó. En el 11 atacó Pogacar. Lo atraparon. El polvo se pegaba al sudor y volvía casi grises las piernas, los brazos y los "maillots". En el 10 demarró Evenepoel. Sólo respondieron Pogacar y Vingegaard.

El triple impulso los llevó a alcanzar a los de delante. Entonces, neutralizados entre ellos, se pararon. Los de delante, aliviados, siguieron solos y el pelotón atrapó al trío de ases. Entre los fugados y el gran grupo, se intercaló una flotilla de cuerpos rebozados, con Van der Poel de mascarón de proa.

La etapa seguía frenética, encendida. Los fuegos eran reales, visibles, llamativos. Pero de artificio. Polvo y más polvo. Bruma irrespirable. Y entonces, en el sector 4, atacó brutalmente Pogacar. Se fue. Jorgenson, en un esfuerzo colosal, acercó a Vingegaard al esloveno. Se fueron los tres. ¿Se fueron? No. Antes del sector 2, los atraparon. En el sector 1, de nuevo Pogacar, aunque con menos fuerza, interpuso metros entre él y el resto. Nada. A la postre, nada.

Allá adelante, los ocho escapados se vigilaban, se atacaban, se enredaban en amagues. Del río revuelto sacó fruto Stuyven. Llegó a disponer de 10 segundos de ventaja. Pareció entonces el ganador. Pero no. Le echaron mano en el último kilómetro. Y, en los metros finales, Turgis les ganó la partida a Pidcock, De Gee y Aranburu, con Romo en séptima posición. A 1:17, cruzaron la línea Girmay, Matthews, Van der Poel y compañía. Inmediatamente después, el pelotón con todos los ilustres. La general no cambia.

Algunos no compartimos el reciente y contagioso entusiasmo por el "sterrato", el "gravel", o como queramos llamarlo. El ciclismo es asfalto de mayor o menor calidad; de carreteras más o menos anchas y en mejor o peor estado, incluyendo el adoquinado fundacional, que suben, bajan y llanean. Pero no polvo (si hace sol), barro (si llueve), piedrecitas y trampas El ciclismo ya posee bastantes atractivos de todo tipo a la intemperie, viento lluvia, sol, como para recurrir a estímulos forzados. Fuera del asfalto ya están el ciclocross y la bici de montaña. El Tour se apunta a una moda que con la Strade Bianche y la Clásica de Jaén es suficiente. Pero doctores tiene la Santa Madre UCI y las heréticas Organizaciones.

El francés Julien Bernard, multado por besar a su pareja durante una etapa del Tour

El francés Julien Bernard, multado por besar a su pareja durante una etapa del Tour

Actualizado Sábado, 6 julio 2024 - 18:52

El ciclista francés Julien Bernard dijo este sábado que aceptaba la multa que le impusieron por haber besado a su pareja durante la 7ª etapa del Tour de Francia.

"Acepto realmente esta multa. La pagaré y espero que sea el final de esta historia y dejemos de hablar de ello", declaró el corredor del equipo Lidl-Trek en el inicio de la 8ª etapa, en el centro-este de Francia.

Aunque fue aplaudida por los aficionados, la decisión de Bernard de besar a su pareja durante la prueba contrarreloj del viernes no gustó a la Unión Ciclista Internacional (UCI). Basándose en el artículo 2.12.007-8.6 C del reglamento de la UCI, esta lo multó por "un comportamiento inapropiado durante la carrera y por dañar la imagen del deporte". Lo castigó con una multa de 200 francos suizos (unos 223 dólares).

Girmay, el rey africano del sprint, repite victoria antes del temido 'sterrato'

Girmay, el rey africano del sprint, repite victoria antes del temido ‘sterrato’

Biniam Girmay, el primer africano de raza negra que conquistó una etapa e el Tour de Francia, se consagra como el sprinter más poderoso de la Grande Boucle. El eritreo, con la misma autoridad que hizo el pasado lunes, impuso este sábado su punta de velocidad en la meta de Colombey-les-Deux-Églises, cuna del general Charles de Gaulle. Un emblemático lugar en el que Girmay volvió a poner a África en el centro de atención de la carrera más formidable.

''Este triunfo va edicado a mi familia', que siempre me ha apoyado tanto'', declaró el ciclista del Intermarché-Wanty, portador del maillot verde, que distingue al líder de la clasificación por puntos.

Girmay, 24 años, formado en la escuela de Alto Rendimiento de la UCI en Aigle, se impuso a los belgas Jasper Philipsen y Arnaud de Lie en un sprint en ligera subida y peligroso por el agua y la humedad que había en la calzada. Alex Aranburu, sin apenas ayuda de sus compañeros del Movistar, logró una meritoria novena plaza.

Girmay fue el héroe de un Tour que camina a golpe de sobresalto diario: fugas agónicas, subidas asfixiantes descensos primorosos, esprintes diabólicos, descalificaciones, abanicos afilados... La riqueza de un espectáculo primoroso que sigue liderado por Tadej Pogacar.

La jornada posterior al sueño cumplido de Remco Evenepoel y a la derrota de Pogacar en la primera crono de la ronda, arrancó con lluvia por carreteras estrechas de la zona de la Borgoña y animada por el hiperactivo Jonas Abrahamsen, el portador del maillot de lunares del Premio de la Montaña, que saltó poco después del banderazo de salida en Semur-en-Auxois y que estuvo peleando contra la dictadura del pelotón hasta poco antes del desenlace de la jornada. El noruego del Uno-X, que llegó a tener una ventaja de seis minutos, fue neutralizado a falta de 14,4 kilómetros para la meta.

El rodador de 28 años se le pudo ver en la parte trasera del pelotón en la resolución del ejercicio, cuando el grupo se lanzó al sprint sin la presencia del velocista danés Mads Pedersen, que no tomó la salida por las molestias ocasionas en la caída de Saint-Vulbas.

Un día de alta exigencia previo a la frenética cita de este domingo, con la visita a un campo sembrado de trampas. Territorio Comanche en los alrededores de Troyes. Una etapa de 199 kilómetros que incluye 14 tramos de sterrato, carreteras sin pavimentar, generadoras de estrés, que partirán al pelotón en mil pedazos. 32 kilómetros de vértigo. Seis zonas de grava están situadas en la parte final de la jornada.

Todos ellos son complicados pasos por firmes sin asfaltar, en los que Pogacar se siente superior. El esloveno ya ha ganado dos veces la Strade Bianche, se anotó la segunda edición de la Clásica de Jaén y superó una jornada similar en el último Giro de Italia (ganada por Pelayo Sánchez).

Estas pistas por la comarca de Troyes son menos irregulares que las de la Strade Bianche. Los chemins blancs (caminos blancos) transcurren por bellos parajes adornados por viñedos. Varios corredores, entre ellos Tom Pidcock (triunfador en la Strade Bianche de 2023) y su compañero Laurens de Plus reconocieron la etapa antes de tomar la salida del Tour. Carlos Rodríguez deberá pegarse a ambos rodadores del Ineos

Un día apropiado para el lucimiento de Pogacar y marcado en rojo en el calendario de Oier Lazkano, el clásicómano del Movistar que ya se anotó la última Clásica de Jaén, y de otros vencedores de la Strade Bianche: Van der Poel (2021), Van Aert (2020), Kwiatkowski (2014 y 2017). Etapa tremenda para un Tour machacante.

Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Por orden de llegada, por grado de apropiación y cercanía a la amorosa victoria, en la cumbre del ciclismo mundial, Remco Evenepoel,Tadej Pogacar,Primoz Roglic y Jonas Vingegaard se enzarzaron en la disputa de una contrarreloj primorosa en su interés, su intensidad y su emoción. No tanto en su trascendencia estricta, porque las diferencias, en 25,3 kms., no podían ser grandes entre ellos.

Pero, en lo escueto de su lenguaje cronométrico, el resultado certificó que, a expensas de que la carretera y sus azares se pronuncien más adelante de modo diferente, hay cuatro hombres para tres puestos de un podio aún sin determinar. Cuatro hombres a los que, realmente, sólo les mueve el afán de ocupar su cima, aunque Pogacar, en el conjunto de posibilidades teóricas, parece el destinado para ello.

La primera gran referencia la estableció Kévin Vauquelin al bajar de los 30 minutos (29:44). Lo dejó atrás por 76 centésimas Victor Campenaerts. Quienes salieron después no rebajaron ese tiempo hasta que los Fab Four entraron en liza. Desde el primer momento, y en los tres puntos intermedios, situados en los kms. 8,6; 14,4 y 19,9, Evenepoel, Pogacar y Vingegaard realizaban los mejores tiempos. Bueno, en el tercero, Roglic se adelantó a Vingegaard y ese cambio dictaminó la clasificación final.

En su primer Tour, Evenepoel (28:52) fue el único que, a 52,6 kms. por hora, bajó de los 29 minutos. Pogacar (a 12"), Roglic (a 34") y Vingegaard (a 37") bajaron de los 29:30. Las espadas están en todo lo alto. Remco aspira a lo máximo, pero debe pasar la reválida de los grandes puertos. Pogacar permanece como máximo favorito y no admite más dudas que, tras el Giro, pueda acusar la tercera semana. Vingegaard parece, a medida que acumula kilómetros, ir adquiriendo la forma que le permita enfrentarse a Pogacar y, quizás, a Evenepoel. En cuanto a Roglic, es la solidez personificada, y descartarlo en el vértice de la baraja sería un atrevimiento.

La modalidad de contrarreloj es paradójica. Los corredores actúan por separado. Pero, en la ausencia de acompañantes o intermediarios, se enfrentan directamente. A distancia, pero unidos, defendiendo cada uno su suerte, por un cronómetro neutral, objetivo, insobornable. Justo.

Juan Ayuso (decimoquinto, a 1:18) y Carlos Rodríguez (decimoséptimo, a 1:27) no nos dejaron satisfechos. Conservan, sin embargo, en la general, sus puestos en el Top-10. Ayuso es quinto, a 2:16. Rodríguez, séptimo, a 2:31. Tal como están las cosas, no ofrecen quejas. Ayuso, por otra parte, tiene por delante una doble tarea: mantener el tipo y echar una mano a Pogacar.

Groenewegen vence al sprint tras el ligero susto de Pogacar en un abanico

Groenewegen vence al sprint tras el ligero susto de Pogacar en un abanico

Actualizado Jueves, 4 julio 2024 - 19:06

En las crónicas deportivas siempre se empieza por el final, por el resultado, que es lo que, en definitiva, importa. En las etapas ciclistas llanas, con mayor razón, porque suelen resolverse de golpe en su mismísimo epílogo. En el caso que nos ocupa, entre Mâcon y Dijon, hablamos, además, de la etapa más llana de este Tour. Destinada más que cualquier otra a los sprinters, esos "locos" que, en un hervidero de pedaladas frenéticas, se disputan a dentelladas las galas del triunfo.

Ya estamos tardando en decir que se la llevó Dylan Groenewegen (Jayco Alula), el campeón nacional de Países Bajos. Es su sexta victoria en el Tour. Nada. No ocurrió realmente nada antes de esos momentos. No importó que, a lo largo de la ruta, entre viñedos (esto es Borgoña) y verdes horizontes abiertos, a veces inabarcables para la vista, soplara con cierta intensidad (entre 20 y 25 kms. por hora) un viento cambiante. Dio igual que, a 75 kms. de la llegada, el pelotón, adormecido y adelgazado momentáneamente a causa de unos movimientos nerviosos y fugaces en la proa a cargo del Visma, se rompiera de golpe a causa del viento, en un súbito abanico, como se rompe un hilo sometido a un brusco tirón.

En el minoritario grupo de cabeza se quedó aislado de los suyos Pogacar. No le entró miedo, faltaría más, pero nunca se sabe qué puede pasar en un momento dado, un pinchazo, una avería, un percance, una caída, y encontrarse solo puede ser peligroso. Se rezagó un tanto mirando hacia atrás con frecuencia para constatar poco después que el UAE, con Ayuso, Soler, etcétera, tirando del segundo carro, enlazaba sin mayores agobios. Tampoco nadie intentó aprovechar una situación que no pasó de un amago de apuro, de un atisbo de amenaza. Los abanicos los carga el diablo. Pero las aguas volvieron rápidamente a su cauce.

Caída

Sufría una avería Cavendish y, al amparo de los coches, regresó pronto al rebaño. El asfalto se deslizaba bajo las ruedas de la tropa a 40 por hora y nada ocurría. La gente iba de paseo. Con el material y el piso actuales, a esa velocidad las bicis van solas. Todo el mundo esperaba el zafarrancho final, en el que se desencadenarían las hostilidades buscando, primero, la colocación de los velocistas y, luego, ellos y sólo ellos, en su duelo de fuego, arrancándose la piel en los últimos llameantes 200 metros, cuando las piernas arden y el corazón estalla. ¿Habría caídas? Sí, una sin trascendencia a 7 kms. de la llegada. Bettiol y Van den Berg no sufrieron daños.

El pelotón marchaba tan tranquilo que entró en harina más tarde de lo habitual. Se sacudió la modorra en cuanto se alcanzó la zona de protección (4 kms.) El sprint fue limpio y en él entraron los hombres más rápidos. Menos Cavendish, que se da por satisfecho con su 35ª victoria y aguarda alguna otra oportunidad más adelante. Groenewegen batió a Philipsen, Girmay, Gaviria (bien por el colombiano, que parece recuperar un buen gope de pedal), Bauhaus, De Lie, Van Aert (que va afinando la llanta), Démare, Kristoff y Ackermann.

La séptima etapa, una contrarreloj individual de 25,3 kms., la más corta con el nombre más largo (Nuits-Saint-Georges-Gavrey-Chambertin) de este Tour, se presenta como la más importante de la semana, después de la presidida por el Galibier. Los pronósticos apuntan a Evenepoel y Pogacar. Veremos cómo reaccionan, especialmente, Roglic y Vingegaard, los otros aspirantes al triunfo en la carrera, no solamente al podio o al Top-10.

La etapa es fundamentalmente plana, con un repecho en la parte central de un kilómetro y medio al 6,1% de porcentaje máximo.

Cavendish vence, supera el récord de etapas de Merckx y los españoles, a la sombra de Pogacar, renacen en el Tour

Cavendish vence, supera el récord de etapas de Merckx y los españoles, a la sombra de Pogacar, renacen en el Tour

Sin lanzadores, como en el ciclismo clásico, un coloso de 39 años, 70 kilos de peso y 175 centímetros se elevó por encima de todos para escribir una página de oro en la historia del Tour. 35 victorias en sus vielas. Más que nadie. Mark Cavendish ya mira a Eddy Merckx por encima del hombro.

Lo que parecía una etapa de transición, esta quinta entre Saint Jean de Maurienne y Saint Vulbas, en la que los principales favoritos viajaron protegidos en el seno del pelotón, albergó un hecho memorable. Mark Cavendish superó el registro del Caníbal al imponerse en un sprint desordenado, con empujones y caídas. "Llevo 15 años corriendo el Tour, sé lo que hay que hacer, sé que no sirve de nada estar acariciándose el ego en el pelotón, que lo mejor es pasar los días como puedas y estar a tope en el momento adecuado", aseguró el veterano corredor del Astana.

"Para muchos ganar una etapa ya te justifica una carrera y yo tengo tantas victorias... Esto es algo increíble. Tengo mucho respeto por esta carrera, para mí es el evento deportivo más importante del mundo. Quedan dos semanas y voy a tratar de dar el máximo", dijo, tras dedicar el histórico triunfo a su familia y de ser felicitado por Pogacar. El esloveno le prometió que no iba a batir su plusmarca.

Cavendish superó a Eddy Merckx en una jornada marcada por varias caídas provocadas por las isletas y los estrechamientos de la calzada. Pogacar se salvó milagrosamente de una trampa en la que Pello Bilbao quedó atrapado. El británico ya será un emblema de un Tour que apunta al renacimiento del ciclismo español, con los integrantes de la nueva generación en posiciones delanteras. Ellos estuvieron espléndidos en la primera gran cita montañosa.

En el Galibier, Juan Ayuso, en su esforzado aprendizaje de gregario, se pegó a la rueda de Pogacar y aguardó el instante preciso para recibir la orden de colocarse en la punta de lanza y comenzar el baile de desgaste. Vingegaard, Evenepoel y Roglic sufrieron con el ritmo impuesto por el debutante chaval de Jávea (21 años), que además de sacrificarse por su jefe de filas, fue capaz de sprintar a Roglic en la meta de Valloire y terminar tercero. Ahora es cuarto en la general.

Minutos antes de coronar el Galibier, Ayuso había cruzado mirada cómplice con Oier Lazkano, el prometedor clasicómano vitoriano, cazado tras superar la cima de Lautaret y premiado como el corredor más activo en el primer desafío alpino del pasado martes. ''Para que te toque la lotería, hay que comprar boletos. He intentado ganar la etapa y al final he subido al podio por el ser el más combativo del día. He cumplido un sueño. Este es mi primer Tour, quiero aprender y sé que habrá mucho sufrimiento'' , aseguró el polivalente corredor del Movistar.

Lazkano tiene 24 años, uno más que Carlos Rodríguez, el aspirante más sólido del Ineos a entrar el podio de Niza. En esta primera semana apenas se ha despegado de la estela de Roglic y Evenepoel, sus principales adversarios en su objetivo final de la ronda gala. El andaluz es un diésel con potencia que escala con soltura y desciende con habilidad, como demostró en la conquista de la etapa finalizada en Morzine de la pasada edición. Este miércoles, el ciclista de Almuñécar apenas se dejó ver en una etapa llana. Ocupa la sexta plaza en la general, a 1.16 de Pogacar. El séptimo eso Mikel Landa, el escudero de oro de Evenepoel. Tres españoles entre los siete primeros, como en los mejores tiempos, como en los comienzos de Jonathan Castroviejo, compañero de Carlos Rodríguez, que a sus 37 años es el más veterano de la carrera.

Y no es sólo que los españoles aparezcan en las primeras posiciones, sino también se dejan ver en el desarrollo de las etapas, metiéndose en escapadas. El debutante Raúl García Pierna (23) y Cristian Rodríguez (29) ya han otorgado importantes cuotas de pantalla al Arkea con sus fugas. Aventuras presenciales que los patrocinadores valoran mucho.

En esta edición del Tour hay 15 españoles, uno más que en 2023. En 2022 sólo hubo nueve, entre ellos Enric Mas (29), que tuvo que abandonar y que este año busca un lugar en el top ten. Ahora es 20º, a 4.40 de Pogacar. En el Movistar cuenta con la ayuda de Alex Aranburu (28) y Javier Romo (25). El balear peleará por ganar una etapa, un objetivo que también persiguen Pello Bilbao (34, Bahrain, sexto en 2023), Ion Izagirre (35, Cofidis), Jesús Herrada (33, Cofidis) y Carlos Verona (31, Lidl) y Marc Soler (30, UAE). El corredor catalán, uno de los escuderos de confianza de Pogacar, explica que el Tour es muy largo, pero que para su equipo era muy importante que el esloveno asumiera el liderato con autoridad en el primer test de montaña. "Tadej es increíble, siempre nos pide por la radio un poco más, parece que a él no le duelen las patas'', añade Juan Ayuso, el baluarte de la nueva generación del ciclismo español que pugna por abrirse hueco en la ronda que todo otorga y todo quita.

Tras la etapa inolvidable para Cavendisg, este jueves llega una nueva jornada para aventureros y velocistas, con salida en Macon y llegada en Dijon, con un recorrido de 163 kilómetros. Atentos a los posibles cortes provocados por el viento. Esto no para.

Pogacar, respaldado por un excelente Juan Ayuso, doblega a Vingegaard en el Galibier y retoma el liderato del Tour

Pogacar, respaldado por un excelente Juan Ayuso, doblega a Vingegaard en el Galibier y retoma el liderato del Tour

El gigante de los Alpes encumbró al favorito y puso a prueba la capacidad de resistencia y sufrimiento de un orgulloso defensor del título. Tadej Pogacar derrotó a Jonas Vingegaard en las paredes nevadas del coloso Galibier en el primer desafío de alta montaña. Liderato para el esloveno, con una renta de 45 segundos sobre Remco Evenepoel y 50 sobre el danés. Una jornada espléndida para Juan Ayuso, que tras ejercer como gregario de Pogacar, tuvo el coraje de terminar tercero. Carlos Rodríguez y Primoz Roglic también entraron en el grupo de los mejores.

En la formidable cima alpina se volvió a escribir otra página gloriosa con un ejercicio tremendo de potencia de Pogacar y un emocionante descenso hasta Valloire, en el que sacó de punto a Vingegaard. La preparación del Tour del danés, tras la caída en el País Vasco, parece que se ha quedado corta.

Y es que el Galibier nunca defrauda. Desde la prehistoria de las máquinas de hierro, aglutina los relatos más épicos del ciclismo. En 1933 acogió la primera gran hazaña de esos escaladores con cuerpo de jilguero. Vicente Trueba, que presumía de recorrer Torrelavega y Madrid del tirón, estableció el primer gran récord de subida en el Tour de Francia: dos horas y 10 minutos en coronar la terrorífica cima alpina, 23 minutos menos que el mejor registro que ostentaba el francés Eugène Christophe.

"Donde las águilas no llegan''

El cántabro (1,57 metros y poco más de 50 kilos), corría sin equipo, sin asistencia mecánica y coronaba los puertos en primer lugar y en solitario. En las fotos siempre aparecía subiendo solo, por delante del pelotón. Fue el primer ganador del Premio de la Montaña y el pionero en escalar agarrado a la parte baja del manillar. Creó estilo. Henri Desgrange, el fundador de la ronda francesa, le bautizó como La pulga de Torrelavega. Al director y al público les apasionaba la manera salvaje de escalar del español nacido en el valle de Sierrapando.

Trueba fue un precursor al que le privaron de ganar el Tour. En la 10ª etapa de la edición de 1933, entre Digne y Niza, el cántabro se metió en una fuga de seis corredores que dejó a todo el pelotón descalificado por fuera del control. Pero Desgrange ordenó a los jueces que ampliaran el margen del retraso permitido, pasando del 8% al 10%, de esa manera rescataron a todos. En la clasificación general final, Trueba quedó sexto, los cinco primeros fueron corredores repescados. Lógico y entendible que siempre reclamara ese Tour.

Trueba, un peso pluma, volaba en las subidas y se hundía en los descensos. Carecía de la habilidad de Pogacar, que este martes se lució en la emblemática ascensión que determinó la resolución de la etapa. El esloveno retó a Vingegaard en un descomunal ataque a falta de 800 metros para la cima del Galibier y coronó primero, con una renta de ocho segundos, esa cúspide donde los ''hombres supieron elevarse a una altura donde las águilas no llegan'', según proclamó Desgrange.

Ayuso, Vingegaard y Pogacar, en la subida al Galibier.

Ayuso, Vingegaard y Pogacar, en la subida al Galibier.AP

La subida al Galibier (30 kilómetros de longitud) fue un ejercicio de desgaste. Después del paso por Lautaret, se abrieron las hostilidades. Tras neutralizar una fuga en la que se metieron Oier Lazkano, Van der Poel o García Pierna, Pogacar puso a trabajar a todos sus escuderos: Politt, Wellens, Soler, Sivakov y Almeida para estirar el pelotón y descolgar al líder Carapaz y a gente relevante como Bernal, Pidcock, Thomas, Enric Mas, Bardet o Simon Yates.

Carapaz, principal damnificado

A falta dos kilómetros ordenó a Juan Ayuso que asumiera el mando. El empuje del debutante español terminó por minar las energías de los enemigos de Pogacar. Cuando parecía que había quemado al equipo sin resultado, el esloveno saltó cerca de la pancarta de la Montaña y todos, excepto Vingegaard, se apartaron. En dos acelerones se desprendió del danés. A partir de ahí comenzó un nuevo festival, negociando con maestría las curvas en un descenso vertiginoso. Los ocho segundos en la cima se convirtieron en más de medio minuto en la meta.

El Galibier, una vez más, fue cuna de gestas y brutales desfallecimientos. El damnificado de hoy fue el líder Carapaz. Cedió cerca de cinco minutos y medio. Allí Vingegaard desnudó en 2022 a Pogacar con una sucesión de ataques coordinados del Visma; Contador firmó su ataque más desesperado en 2011, Pantani humilló a Ullrich en 1998. En su cima se lucieron Bartali, Coppi, Bahamontes, Charly Gaul, Merckx, Ocaña, Zoetemelk...Una subida sólo al alcance de los mejores.

Monsieur le Galibier nunca desilusiona.

Girmay hace historia en el Tour al ser el primer africano negro en anotarse una etapa

Girmay hace historia en el Tour al ser el primer africano negro en anotarse una etapa

En el hospital de Tortone falleció el Campionissimo consumido por la malaria. El de 2 de enero de 1960 toda Italia lloraba por el adiós de Fausto Coppi. El ídolo murió por una infección contraída en Alto Volta (ahora Burkina Faso), donde fue invitado a participar en un safari y a correr un critérium. Allí también acudieron Jacques Anquetil y Raphael Geminiani. El fino ciclista, que fue descubierto por el masajista ciego Biagio Cavanna, sólo tenía 40 años y había dejado un legado formidable, con la conquista de cinco Giros, dos Tours, un campeonato del mundo y un récord de la hora.

El Tour, en su trayecto por Italia, no podía dejar de homenajear a Coppi, por eso el pelotón transitó ayer por la localidad de Tortone, donde muchos recordaban las hazañas y leyendas que envuelven al mito. Certezas y fabulaciones que fomentan el misterio. Un monje destinado en Burkina Faso aseguró que el corredor nacido en 1919 en Castellania no falleció por los efectos de la malaria, sino por consumir una mezcla de hierbas preparada por unos nativos. Un relato que seguramente desconoce Biniam Girmay, el velocista eritreo ganador de la tercera etapa del Tour, con salida en Piacenza y meta en Turín. Es el primer ciclista del África negra que se anota un triunfo parcial en la ronda francesa. No es el primer africano, antes ya lo hicieron el keniano-británico Chris Froome y los sudafricanos Robert Hunter y Daryl Impey.

África, 64 años después de la muerte de Coppi, vuelve a acaparar protagonismo y esta vez no es por un suceso luctuoso. Al contrario, un acontecimiento repleto de felicidad. Todos los honores para Girmay, nacido el 2 de abril del año 2000 en Asmara, la capital de Eritrea, país situado al noreste de África y que comparte frontera con Sudán, Etiopía y Yibuti. Cuando era un crío, su padre (carpintero) le compró una bicicleta y desde ese momento su vida cambió. Como demostró buenas condiciones, se marchó a Europa y pronto sorprendió por su facilidad en el sprint. El velocista del Intermaché se formó en la escuela de Alto Rendimiento de la UCI en Aigle (Suiza). A los 17 años, en una de sus primeras carreras júnior, derrotó a Remco Evenepoel. En 2022 se convirtió en el primer ciclista del África negra que ganaba en una clásica: la Gante Wevelgem. Ese mismo año también se anotó la primera etapa en el Giro de Italia. Entonces, en el podio, descorchó una botella de prosecco (vino espumoso italiano), con tan mala suerte que el tapón le impactó en el ojo izquierdo y fue traslado a un hospital. «Quiero dar las gracias a mi familia, a mi esposa, a todos los eritreos, a todos los africanos, a todos los que me ayudaron. Ahora somos parte de esta gran carrera. Éste es también vuestro éxito, este es vuestro momento», exclamó ayer antes de subir al podio de Turín.

Girmay se consagró en la etapa maratón de este Tour. Un interminable trayecto de 230,8 kilómetros por la campiña del Piamonte que castigó a unos corredores que avanzaron agrupados hasta la ciudad de la Sábana Santa. La intentona de escapada de Fabian Grellier (Total Energies) fue lo más reseñable.

La jornada estuvo controlada por los rodadores del Lidl, que trabajaron a los órdenes de Mads Pedersen; y del Alpecin, volcados con Jasper Philipsen, pero todo saltó por los aires en los últimos metros con caídas que afectaron a Philipsen y a Van der Poel y que favorecieron a Girmay. El nuevo líder (por puestómetro) es Richard Carapaz, que está empatado a tiempo con Pogacar, pero que llegó antes a la meta. El ecuatoriano fue 14º, el bicampeón del Tour, 38º.

Fue una etapa diseñada para que los sprinters mostraran sus condiciones, víspera de la primera gran criba de la prueba. Y es que la alta montaña llega este martes, en la cuarta etapa. Los favoritos exhibirán sus intenciones muy pronto. Los colosos de los Alpes pondrán a prueba la ambición de Pogacar, el verdadero estado de forma de Vingegaard y las opciones de podio de Evenepoel, Carlos Rodríguez, Primoz Roglic o Richard Carapaz.

La jornada es tremenda. Arranca en Pinerolo y finaliza en Valloire, con un trazado quebrado de 138 kilómetros, que incluye el ascenso a emblemáticos puertos que fracturarán en mil pedazos al pelotón. El primero es la estación de Sestriere (casi 40 kilómetros, al 3,7% de desnivel), el segundo el col de Montgenèvre (8,3 kilómetros al 5,9%) y el tercero el icónico Galibier (23 kilómetros, al 5,1%). La cima de la última cúspide alpina se encuentra a sólo 19 kilómetros de la meta, el descenso hasta Valloire será frenético. Aceleración de las pulsaciones y ciclismo del bueno.

Pogacar, en su primer desafío con Vingeggard y en el homenaje a Pantani, asalta el liderato del Tour

Pogacar, en su primer desafío con Vingeggard y en el homenaje a Pantani, asalta el liderato del Tour

El Giro presta sus emblemas a un Tour que desprende destellos rosas. La Grande Boucle se abre paso con la emoción contenida de los tifosi. Cesenatico, la ciudad que Marco Pantani siempre consideró su casa y en cuyo cementerio reposan sus restos, albergó este domingo la salida de una segunda y trepidante etapa, con el primer desafío entre Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. El lunes se rendirá tributo al genial Fausto Coppi.

Camino hacia Bolonia, el pelotón se agitó con intensidad en el último tramo de la jornada, como le hubiera gustado al incomparable y atormentado Pirata (Cesena, 1970-Rimini 2004), ganador de ocho etapas en el Tour y de la general de 1998, el último que se adjudicó la ronda francesa y el Giro en el mismo año, una proeza que ahora persigue Tadej Pogacar. Antes lo consiguieron Fausto Coppi (1949 y 52), Jacques Anquetil (1964), Eddy Merckx (1970,1972 y 1974), Bernard Hinault (1982 y 85), Stephen Roche (1987) y Miguel Indurain (1992 y 1993).

La resolución de la etapa, conquistada por Kevin Vauquelin (segunda fiesta consecutiva para los franceses) quedó determinada de por las dos ascensiones a San Luca, una cota de cerca de dos kilómetros al 10,6% de pendiente media. Hermoso y artístico lugar, con un pórtico de 666 arcos en la margen izquierda de la carretera. Un santuario que suele acoger el final del Giro de Emilia, cuya edición de 2022 ganó Enric Mas. Allí, Pogacar volvió a atemorizar a sus enemigos un breve ataque de 200 metros que le catapultó al liderato de la prueba. Como hizo en el pasado Giro, el esloveno asumió la privilegiada plaza en la segunda jornada. Y desde ahí hasta el final. Una jugada que ahora podría repetir.

La cita de este domingo, en dirección al Adriático, quedó marcada por una escapada en la que se metió el español Cristian Rodríguez (Arkéa) y otros nueve aventureros: Quentin Pacher (Groupama), Axel Laurence (Alpecin), Hugo Houle (Israel), Nelson Oliveira (Movistar), Kévin Vauquelin (Arkéa), Mike Teunissen (Intermarché), Harold Tejada (Astana), Jonas Abrahamsen (Uno-X) y Jordan Jegat (TotalEnergies), que llegaron a alcanzar una ventaja superior a los nueve minutos. Un día de nervios para el Visma, con sustos para los mejores gregarios de Vingegaard: Wout van Aert y Matteo Jorgenson, que sufrieron rasguños en sendas caídas. Las desgracias del equipo neerlandés son interminables.

En la ascensión a Montecalvo, a 44 kilómetros de la meta, apretó el UAE de Pogacar para descolgar a Van der Poel y reducir la distancia de los fugados. Abrahamsen (líder de la montaña) comandaba las operaciones. En el primer paso por San Luca aparecieron los escuderos de Vingegaard al frente del grupo y los escapados ya sólo contaban con 3.25 minutos de renta. 'Pantani vive' proclamaba una pancarta blanca.

Oliveira, Abrahamsen y Vauquelin abandonaron el grupo de aventureros a falta de 17 kilómetros, cuando el pelotón desistió de las labores de caza. En la última subida a San Luca se hizo la última selección, con el acelerón definitivo de Vauquelin, un chaval de 23 años que siempre apuntó buenas maneras, con triunfos en el Tour de los Alpes Marítimos y Tour de Jura en 2023. Este año ganó una etapa en la Estrella de Bessêges y fue subcampeón de contrarreloj de Francia. Pero lo mejor, una vez más, lo ofreció Pogacar, con una breve aceleración que sirvió para desprenderse de sus enemigos. A 10 kilómetros de meta, sólo Vingegaard, cómo no, fue el único que pudo responder al esloveno. En 200 metros atemorizó a todos y asaltó el liderato.

En el descenso llevó con el gancho a Vingegaard, que apenas pudo colaborar en los relevos. En la bajada apretaron Evenepoel y Carapaz, que enlazaron con los dos grandes referentes a un puñado de metros de meta. Llegaron juntos, cuádruple empate en la cabeza de la general (Pogacar, Evenepoel, Vingegaard y Carapaz), pero el maillot amarillo fue para Pogacar, por mejor posición en la jornada inaugural. Bardet, líder en Rimini, se queda ahora a seis segundos.

Bardet culmina su escapada con el pelotón en la nuca y es el primer líder del Tour

Bardet culmina su escapada con el pelotón en la nuca y es el primer líder del Tour

La pugna entre el heroísmo y el sadismo se decantó por el heroísmo, personalizado por Romain Bardet (francés, 33 años) y Frank van den Broek (neerlandés, 23), ambos del equipo DSM-Firmenich. El sadismo lo representaba la ferocidad de un pelotón siempre al borde de atrapar a la pareja y convertirla en un común pingajo sudoroso, acuoso, licuado derretido por el esfuerzo, en la delgada frontera de la meta. En la mismísima orilla, donde caer derrotado penetra hasta el tuétano y duele infinitamente más.

Pero a Bardet, finalmente vencedor, y a su camarada, les sobraron cinco escuetos pero inmensos segundos. En su júbilo común, en la fraternidad de su compañerismo triunfal, quizás llegaron a escuchar a su espalda el rugido frustrado de la bestia impotente, encabezada por Van Aert, Pogacar, Van Gils, Aramburu, Pedersen, Evenepoel, Bilbao y Bettiol, en un rabioso sprint inútil.

Van den Broek, un coloso superviviente de la difuminada escapada del día (con Ion Izaguirre), cristalizada en el kilómetro 17, y Bardet, que dejó al pelotón para unirse a sus restos a falta de 50 kms. para la llegada, culminaron una gesta admirable. Casi conmovedora. Bardet, por añadidura, está corriendo su último Tour. Hoy es un líder recién nacido y, a la vez, póstumo. Agradeció a su joven compañero su ímprobo trabajo, sin el cual su victoria no se hubiera producido.

Etapa tremenda. Según Cecil B. DeMille, una película tenía que empezar por un terremoto y, a partir de ahí, ir creciendo. Algo parecido debieron de pensar los organizadores del "italiano" Tour2024 al colocar siete puertos en la primera etapa, entre Florencia y Rimini. Es verdad que ninguno de 1ª (tres de 2ª y cuatro de 3ª), pero con un recorrido de 206 kms. y 3.600 metros de desnivel acumulado. La etapa inicial más dura en la historia del Tour. Más que media montaña y menos que alta. Media y tres cuartos.

Difícil, incierta prueba para Jonas Vingegaard, que llega fresco, pero corto de forma. Presumiblemente, la irá cogiendo a medida que transcurran los días para estar a tope a la hora de la traca final. No hubiera deseado verse exigido tan pronto. Aguantó, no obstante, sin aparente erosión. Lo mismo que los demás máximos favoritos y el resto de nobleza de diferentes alcurnias, con sus distintas apetencias y posibilidades (excepto Van der Poel).

La dureza, la distancia y el calor hicieron estragos. Pero no entre los aristócratas, que no se atacaron, aunque en muchos momentos de la carrera, los equipos más fuertes parecieron anunciar un propósito en ese sentido de sus líderes. Quizás se iban tanteando como los boxeadores en el primer asalto. Pero nadie acusó debilidad ni nadie pretendió averiguar si las apariencias respondían a la realidad. Lo cierto es que algunos planos cercanos de Vingegaard, Pogacar, Evenepoel y Roglic mostraron unos rostros sin el menor signo de fatiga o tensión.

Estas etapas iniciales no son precisamente un prólogo. La segunda, también larga (199 kms.), volverá a encadenar unos cuantos puertos, media docena, no muy duros, pero sí paulatinamente desgastadores. ¿Los acusará alguno después de la paliza inaugural? El lunes, un reposo de dureza, pero de 230 kms. Y, el martes, el Galibier y un par de escoltas de 2º en un trayecto corto, 140 kms., pero concentrado.

El Tour rinde homenaje a Pantani. Ha recalado en Rimini, donde Marco fue encontrado muerto en la soledad de un hotel, y este domingo sale de Cesenatico, donde nació "El Pirata", último vencedor, en 1998, del Giro y el Tour en la misma temporada.