Carreras en los pasillos de Wimbledon, el no anuncio de Novak Djokovic y la sorpresa de Carlos Alcaraz: “¡Guau! Nunca había visto esto tan lleno”

Actualizado Sábado, 12 julio 2025 - 00:26

Un anuncio de la organización provocó carreras de los periodistas en Wimbledon de la sala de prensa en la planta baja del edificio principal hasta la sala de conferencias cuatro plantas más arriba. «Djokovic, on his way», « Djokovic está de camino». Carlos Alcaraz tenía que comparecer ante los medios de comunicación justo al acabar la semifinal ante Jannik Sinner y Novak Djokovic, pero el serbio pidió adelantarse, no quiso ni pasar por el vestuario después de su derrota por 6-3, 6-3 y 6-4. La intuición decía que tanta prisa escondía algo extraño: ¿Anunciará que se retira?

Los sprints escaleras arriba con los ordenadores encendidos en una mano fueron cómicos, pero cuando todos los periodistas estaban colocados los altavoces rectificaron. «First, Alcaraz», «Primero, Alcaraz». Sin saber nada sobre el alboroto, el español apareció en el Media Theatre y su reacción fue genuina: «¡Guau!». «Nunca había visto esto tan lleno. Gracias, supongo», bromó y empezó a responder preguntas sobre su victoria ante Taylor Fritz por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6(6) y su pase a la final de este domingo (17.00 horas, Movistar+). Fueron pocas porque el ganador de 24 Grand Slam estaba esperando en el pasillo para anunciar... que continúa.

ADAM VAUGHANEFE

«No quiero acabar mi carrera en Wimbledon hoy. Espero volver aquí como mínimo una vez más», proclamó Djokovic, aunque al mismo tiempo aseguró que en las próximas semanas «revisará todo» a su alrededor para tener la opción de ganar otro grande. «El físico me está matando. Quiero jugar, pero el cuerpo no me responde. Quizá tengo mucho desgaste acumulado, quizá no puedo competir con el tanque de gasolina medio vacío. Por un lado siento que es duro estar sufriendo tantas lesiones en los partidos decisivos de los Grand Slam, pero por el otro debo pensar que he estado sano muchos años. Probablemente deba tomarlo simplemente como una adversidad y seguir adelante», valoró después de un partido en el que casi se resintió de la lesión de cadera sufrida en cuartos de final ante Flavio Cobolli.

«¡Novak, Novak, Novak!», le animaba el público londinense, con quien mantiene una relación tensa pese a sus siete títulos, pero no había manera. Sinner le aplaudía al finalizar el encuentro en reconocimiento de su esfuerzo y probablemente de su carrera. Por cortesía no hubo celebración del italiano, aunque en el tercer set Djokovic le sorprendió con un break temprano y tuvo que remontar un 0-3 adverso.

La delicadeza con Sinner

«Me esperaba otra cosa, me ha sorprendido más de su partido», admitió Alcaraz en su papel de espectador y añadió: «Ganar a Novak es muy difícil y hacerlo en tres sets es más difícil todavía. La actuación de Jannik ha tenido mérito porque no ha bajado el nivel. Es increíble lo que puede hacer una pista de tenis». En su comparecencia, antes de marcharse con los muchos familiares y amigos llegados este viernes desde Murcia, se congratuló por volverse a medir a Sinner en la final de un Grand Slam, restó importancia a lo ocurrido en Roland Garros y estiró sus valoraciones sobre el triunfo ante Fritz. Quizá pensaba que al hablar de lo ocurrido en París podía multiplicar la motivación del italiano. Lo más probable es que no quisiese hurgar en su herida.

GLYN KIRKAFP

«No he vuelto a ver la final de Roland Garros, sólo algunos puntos, algunos clips, pero no todo el partido. Creo que es el mejor partido que he jugado. A veces pienso en lo que pasó, en cómo pasó, en cómo Jannik me empujó a mi límite. Estoy seguro que aquí volverá a hacerlo. Es duro estar cinco horas y media sobre la pista, pero lo haré si es necesario», aseguró después de una semifinal más complicada de lo que pareció.

Alcaraz construyó una fortaleza con su servicio y desde ahí atacó en los momentos precisos. La paciencia es su nueva virtud, lo ha demostrado en los últimos días. Fritz concedía lo mínimo, pero ese mínimo era suficiente. La mayoría de sets avanzaron con el mismo guión. Juegos y más juegos sin intercambios, continuos saques y, de repente, una genialidad propia o un despiste ajeno llevaban al español al éxito. El mejor ejemplo fue la muerte súbita que cerró el duelo: dominó y fue dominado -del 1-4 al 6-4-, pero con sus mejores trucos, levantó dos bolas de set y se lanzó a por el triunfo. Al acabar le salió un grito, un grito poderoso, un grito para lo que viene el domingo.

Sinner niega más gloria a un maltrecho Djokovic y se reencontrará con Alcaraz en la final de Wimbledon

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 19:54

A Novak Djokovic le persigue la sombra del ocaso. Como les ocurrió a Roger Federer y Rafa Nadal en sus últimos torneos, todavía es capaz de derrotar a muchos rivales, no en vano ha llegado a las semifinales de los tres Grand Slam de este año, pero su propio cuerpo no le deja ir más allá. Si en el Open de Australia sufrió un desgarro muscular en la pierna izquierda que no le permitió discutir con Alexander Zverev; este viernes en Wimbledon una lesión en la cadera le mermó ante Jannik Sinner.

Desde el primer juego, el serbio se movió de manera extraña por la pista central y la competición se resintió. Con su saque todavía aguantaba, pero Sinner dominaba a su gusto cada intercambio desde el fondo de la pista. Al final el marcador reflejó 6-3, 6-3 y 6-4 después de una hora y 53 minutos de juego. "¡Novak, Novak, Novak!", le animaba el público londinense, con quien mantiene una relación tensa pese a sus siete títulos, pero no había manera. ¿Fue su último partido sobre la hierba del All England Club? Sólo el tiempo lo sabe.

TOLGA AKMENEFE

Sinner le aplaudía al finalizar el encuentro en reconocimiento a su carrera. No hubo una gran celebración del italiano, aunque en el tercer set Djokovic le sorprendió con un break temprano y tuvo que remontar un 0-3 adverso. Quizá hubiera sido descortés. En todo caso por fin disputará su primera final de Wimbledon, su quinta en un Grand Slam.

En su contra, que el rival será nuevamente Carlos Alcarazy entre ambos existe un abismo anímico desde la remontada en la final de Roland Garros. A su favor, el escaso desgaste sufrido en el camino. En todo el torneo, el italiano nunca ha jugado más de tres sets. Ante Luca Nardi en primera ronda, Aleksandar Vukic en segunda, Pedro Martínez en tercera y Ben Shelton en cuartos de final, Sinner venció por la vía rápida y en octavos de final, ante Grigor Dimitrov, también se benefició de su retirada. Los dos sets que perdió contra el búlgaro, que lo tenía contra las cuerdas, pueden notarse en su confianza, pero más duro será superar el recuerdo de lo ocurrido en París.

Alcaraz explota su paciencia para derrotar a Fritz y jugará su tercera final de Wimbledon

Actualizado Viernes, 11 julio 2025 - 17:33

En la tensión del tie-break definitivo, Carlos Alcaraz se arrebata con un "¡Vamos!" y enfrente suyo, justo encima del marcador grande de la pista central de Wimbledon, se levantan sincronizadas hasta cuatro filas de espectadores. Está en primera línea su equipo, como deben, en la segunda aplaude su tío abuelo José Manuel, como siempre, pero ya han llegado de El Palmar sus tíos, sus primos y sus muchísimos amigos de toda la vida. Ya es una tradición. En semifinales de un Grand Slam aterrizan una veintena de allegados a Alcaraz para vivir, para disfrutar, para celebrar. Como ocurre en París, venir a Londres antes no tendría sentido porque la grandeza está asegurada; una derrota no es una opción, la única incertidumbre está en la final.

Será Jannik Sinner o será Novak Djokovic, lo discutirán de inmediato, pero Alcaraz estará frente a uno de ellos, se sabe desde hace meses, cuando familiares y amigos ya pudieron reservar vuelos y hoteles. En los últimos tres años, el español ha instalado en Wimbledon la rutina de su éxito, el torneo es aquello que ocurre mientras encadena victorias. Ya van 20 seguidas, la última este viernes en semifinales ante Taylor Fritz por 6-4, 5-7, 6-3 y 7-6(6) en dos horas y 48 minutos de juego.

Fritz juega como sabe

En la previa, dejó dicho Fritz que jugando como sabe "nadie puede hacer demasiado". Y tenía razón. Sólo olvidaba a Alcaraz. Fritz jugó como sabe, con su saque como arma más poderosa -19 ‘aces, ahí es nada- y ese revés cruzado tan vertiginoso, incluso encontró la manera de acelerar su derecha. Pero esta vez no fue suficiente. Poco se podrá reprochar después de un partido en el que hizo 44 ‘winners’ y apenas cometió 24 errores no forzados.

Kirsty WigglesworthAP

Como ya había ocurrido en octavos de final ante Andrey Rublev y en cuartos de final ante Cameron Norrie, Alcaraz construyó una fortaleza con su servicio -88% de juegos ganados con su primero- y desde ahí atacó en los momentos precisos. Fritz concedía lo mínimo, pero ese mínimo era suficiente. En hierba, incluso los mejores requieren de mucha paciencia y por eso a mayoría de sets avanzaron con el mismo guion. Juegos y juegos sin intercambios, saques puros sin cortar y, de repente, una genialidad propia o un despiste ajeno llevaban al español al éxito. El mejor ejemplo fue la muerte súbita que cerró el duelo. Dominó y fue dominado -del 1-4 al 6-4-, pero con sus mejores golpes, rozando las líneas, inventando en la red, levantó dos bolas de set y se lanzó a por el triunfo.

El único momento de duda

Igualmente le quedaba el quinto set, donde raramente falla. De hecho, el éxito de Alcaraz sólo estuvo en duda un rato. Hasta el segundo set, corría hacia la victoria en línea recta, pero en ese momento algo ajeno ocurrió. En las gradas inferiores de la pista central, las únicas expuestas al sol, los aficionados empezaron a caer mareados. Ahora reclamaba ayuda un espectador, que regresó a los 10 minutos. Ahora avisaban del vahído de una aficionada de edad avanzada que fue evacuada en camilla y ya no volvió. El partido fue detenido en dos ocasiones y los protagonistas cambiaron su gesto.

Alcaraz, concentradísimo en todo momento, se relajó un poco y Fritz perdió el miedo de los minutos iniciales. Por culpa de un par de deslices -incluida una doble falta- el español entregó sus únicas dos únicas bolas de break de todo el partido y acabó perdiendo su ventaja. El numeroso grupo de familiares y amigos suyos que acababa de llegar a Londres se estremeció un momento. Pero el susto duró poco.

Acampar toda la madrugada para ver a Alcaraz por 400 euros o la más extraña tradición de Wimbledon: “Esto es un festival, si no consigo entrada me da igual”

Actualizado Jueves, 10 julio 2025 - 22:52

Huele a festival. Parece un festival. ¡Es un festival! Bienvenidos a The Queue, la más rara entre las raras tradiciones de Wimbledon, la cola que cada día se genera para conseguir una entrada. Desde la medianoche anterior, miles de personas acampan con sus tiendas en el parque que hay justo enfrente del All England Club para comprar uno de los 500 tickets disponibles para la pista central, de los 500 tickets para la pista 1, de los 500 tickets para la pista 2 o simplemente para comprar uno de los pases al recinto. Los primeros pagarán entre 115 euros y 400 euros y los precios irán bajando hasta los 30 euros del ground pass. ¿Parece sencillo? Pues no, no lo es.

"Es verdad, esto es un festival. Piensa que para entrar a la pista central tienes que llegar antes de las dos de la madrugada. Yo he venido con el primer metro, estoy aquí desde las seis, pero si no consiguiera entrada me daría igual. Disfruto de la experiencia", cuenta a EL MUNDO Katie Williams, que vive al norte de Londres y lleva ya ocho años haciendo la cola. Son las 10 de la mañana, tiene el número 3134 y está cerca de alcanzar la taquilla. Ha traído una bolsa de picnic con un termo de café, sándwiches y patatas de bolsa, pero con su amiga Lydia y unas chicas que van por detrás ya han abierto un vino blanco. El proceso podría simplificarse con una cola virtual en la web de Wimbledon, pero dónde quedaría el vino blanco. The Queue tiene fiesta, tiene tradición y también tiene elitismo.

92.000 por un abono doble

El Grand Slam, al fin y al cabo, es un espejo de la sociedad. "¿Por qué hay tantos asientos vacíos este año en Wimbledon?", se preguntaba el diario Metro esta semana y la conclusión no podía ser más sencilla: porque está pegando el sol. En esta edición las temperaturas han alcanzado los 34 grados, máxima inaudita en Londres, algunas gradas no tienen cubierta y los dueños de las mejores entradas prefieren estar a la sombra bebiendo prosecco en el Village. Han pagado 92.000 euros por una de las 2.500 ‘debentures’, un abono doble para cinco años, pero eso no les obliga a presenciar todos los partidos. Quienes no suelen fallar son los afortunados que han podido comprar entradas por internet en el sorteo público que se realiza en febrero -o que han pagado un dineral en la reventa ilícita-, los esforzados que han sacado uno de las 500 entradas en The Queue después de horas a la intemperie y por supuesto los que vienen de la reventa oficial.

Kin CheungAP

Porque sí, aquellos que han adquirido un ground pass al All England Club por 30 euros pueden apuntarse en la entrada al resale y acceder en otra cola -en este caso virtual- para recomprar un ticket. Cuando un espectador se va antes de que acabe un partido, su asiento se pone a la venta a través de una app por sólo 17,50 euros. Si queda un partido por jugarse estás de suerte; si falta un set, magnífico; si resta sólo un juego, también bien. "El año pasado conseguí ver tres juegos de Alcaraz en la pista central", celebra Williams que hace una mueca cuando el periodista, tan desconsiderado, pregunta si no sería más fácil vender todas las entradas por internet y santas pascuas.

Las normas de la cola

"Posiblemente es verdad eso que a los ingleses nos gusta hacer cola", acepta ante la misma cuestión James Mendelssohn, el jefe de los ‘stewards’ que controlan The Queue con tanta educación como rectitud. Son muy amables, muy polite, pero si alguien se pasa con el alcohol será expulsado, igual que si se excede con el tiempo de descanso. Cada aficionado en The Queue cuenta con media hora de asueto para ir al baño o a comprar comida y las cafeterías más cercanas están a 15 minutos a paso ligero, al lado de la estación de metro de Southfields. Normalmente no hay incidentes, aunque a las seis de la mañana se nota la tensión.

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A esa hora los que han pernoctado deben recoger sus tiendas de campaña y el resto de enseres, dejarlos en los diferentes guardarropa y ponerse a hacer cola de pie. Más de una vez, y más de 100, son los propios stewards quienes deben despertar a los acampados. "Hay gente que adora ser parte de la cola, amigos que vemos cada año. La cola forma parte de Wimbledon, de la emoción por venir aquí a ver tenis. Es parte de la experiencia y todos queremos que la experiencia sea positiva", cuenta Mendelssohn, que asegura que este año, con el buen tiempo, sin lluvia, las colas están siendo bastante largas, pero que el proceso se seguirá haciendo por los siglos de los siglos. En su web, de hecho, Wimbledon celebra "seguir siendo uno de los pocos eventos deportivos importantes en los que es posible comprar entradas premium el mismo día del partido". Y tiene razón. Aunque el coste es acampar toda la madrugada y pasar horas y horas de pie en una cola. Es The Queue. ¡Es un festival!

Amanda Anisimova, la finalista en Wimbledon que se retiró por los comentarios sobre su físico

Amanda Anisimova, la finalista en Wimbledon que se retiró por los comentarios sobre su físico

Actualizado Jueves, 10 julio 2025 - 19:33

"La salud mental es tan importante como la física", repite Amanda Anisimova una y otra vez, en sus ruedas de prensa en Wimbledon, cerca de completar su recuperación. Hace no tanto, Anisimova, nacida en Estados Unidos de padres rusos, estaba retirada. O casi retirada. A mediados de 2023, con sólo 22 años, decidió apartarse de las pistas porque no podía más. Ya había jugado unas semifinales de Roland Garros, adolescente prodigio, pero no podía más con la presión del tenis, con la ausencia de su padre -que falleció de un paro cardiaco en 2019- o con los comentarios en redes sociales por su aspecto físico.

"Estar en un torneo de tenis se ha convertido en algo insoportable", admitió entonces. Durante meses ni tocó la raqueta y cayó a los sótanos del ranking WTA, hasta el puesto 234. Pero gracias a la terapia, a un voluntariado o a la pintura, su nuevo hobbie, fue volviendo al tenis hasta alcanzar su mayor éxito este viernes. En su semifinal de Wimbledon derrotó a la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, por 6-4, 4-6 y 6-4 y el sábado se enfrentará en la final a Iga Swiatek, que venció en la otra semifinal a Belinda Bencic por un fugaz 6-2 y 6-0.

Antes ya había avisado de su evolución con éxitos este año como el título en el WTA 1000 de Doha o la final en el reciente WTA 500 de Queen’s, pero no por ello su éxito deja de ser una sorpresa. Sabalenka era nuevamente la favorita y nuevamente decepcionó. Como ya pasó esta temporada en el Open de Australia o Roland Garros, la dominadora del ranking volvió a perderse en errores y cabreos al llegar a los partidos decisivos. La potencia de Anisimova, tan fuerte como ella, tan agresiva, le sorprendió y no supo gestionarlo. Sólo en el segundo set, con un enfado de mil demonios por las celebraciones de su rival, Sabalenka dominó como gusta, pero en el desenlace volvió a errar.

HENRY NICHOLLSAFP

Al contrario de lo que ocurrió en París, eso sí, la bielorrusa apareció en la rueda de prensa posterior con ánimo para advertir que esta vez no se lamentaría tanto. "Perder es horrible. Siempre sientes que quieres morir, que ya no quieres existir, y que este es el final de tu vida. Pero luego te sientas un rato y piensas en lo que podrías haber hecho diferente en el partido. El primer momento siempre es el peor porque se te escapa un sueño, pero al final llegar a la conclusión que has perdido un partido y ya está", aseguró.

Una petanca, la croqueta sobre la hierba y unos pelotazos, los juegos de Alcaraz antes de las semis en Wimbledon: “Estamos mucho tiempo fuera de casa”

Actualizado Miércoles, 9 julio 2025 - 23:06

«Esto ya es como en el colegio: estoy todo el rato esperando el recreo», reconoce Carlos Alcaraz después de haber jugado. Al tenis, sí, pero también a otros juegos. Para ser campeón de Wimbledon por tercera vez necesita frescura y, con la experiencia de otros años, su equipo ha encontrado la solución: se divierten. En sus entrenamientos al mediodía en las pistas del Aorangi Park, Alcaraz hace lo que tiene que hacer, derechas, reveses, saques, y cuando ya se ha acabado el trabajo empieza lo mejor.

El número dos del mundo y sus siete ayudantes -sus dos entrenadores, su fisioterapeuta, su preparador físico, su médico, su representante y su hermano- se inventan retos y explotan las risas. A lo largo del torneo ha habido variaciones, pero lo más hilarante siempre es el final: el perdedor o los perdedores deben hacer la croqueta sobre la hierba en mitad del resto o exponerse a recibir un pelotazo del ganador o los ganadores desde la otra pista.

Este miércoles, antes de las semifinales ante Taylor Fritz de este viernes (en principio a las 14.30 horas, Movistar+), hubo dos desafíos. El primero fue individual: Alcaraz retó a su hermano Álvaro a hacerle un saque directo, un ace, y cómo éste lo consiguió le tocó marcarse una croqueta. Y el segundo fue conjunto: todos los miembros debían coger una pelota y desde lejos aproximarse a un agujero que había en un lateral de la pista. Alcaraz no lo hizo mal, pero nuevamente Álvaro y el fisioterapeuta Juanjo Moreno triunfaron: embocaron de pleno. Al tenista y al resto de su equipo les tocó ponerse de espalda al fondo y exponerse a un pelotazo de sus dos compañeros.

Sin polémica con Fritz

«Estos momentos son importantes. Las giras son largas y estamos mucho tiempo fuera de casa. Mantener un buen ambiente es fundamental», comentó después el segundo técnico de Alcaraz, Samuel López, que atendió a la prensa española junto al primero, Juan Carlos Ferrero.

Joanna ChanAP

En el grupo el éxito se ha convertido en rutina. Si el domingo hay otra celebración, la sexta de Grand Slam, no será nada excepcional. Y si no tampoco pasará nada. De hecho, ayer Ferrero incidía en ello para rebajar la presión hacia su pupilo antes de los dos partidos decisivos. «Toda la temporada que lleva es excepcional. Hay que darle muchísimo mérito, mucho valor a lo que ya ha hecho, torneo tras torneo. Parece fácil, pero sabemos lo difícil que es, hay que quitarse el sombrero», reclamó el entrenador que subrayó la mejoría de Alcaraz en su saque y su evolución partido a partido durante el torneo.

«Ha ido de menos a más desde el partido ante Fognini, mejorando poco a poco. Desde Queen's necesitó un poco de adaptación porque las condiciones son distintas y con el paso de las rondas está dando cada vez más nivel. Está con muchas ganas, disfrutando mucho», valoró Ferrero y López, más tímido, añadió: «Hasta ahora se merece un sobresaliente».

En el entorno de otro jugador las últimas declaraciones del rival, Fritz, quizá hubieran supuesto cierto malestar, pero en el equipo de Alcaraz nadie arqueó ni una ceja. Después de vencer a Karen Khachanov en cuartos de final, el estadounidense se vino arriba y se declaró invencible. «Jugando como lo hice los dos primeros sets, nadie puede hacer demasiado contra mí», aseguró y los entrenadores de Alcaraz ayer respondieron que sí, que muy bien, que perfecto.

Joanna ChanAP

«Hombre, es que está jugando un huevo», contestó Ferrero, que luego siguió: «Esos comentarios ayudan a mantener la motivación de cara al enfrentamiento. Carlos ya lo dice, que vamos a verlo en pista, que es ahí donde debe demostrar el nivel». Después todos los miembros del equipo se fueron a comer juntos en el pabellón del Aorangi Park y, también juntos, se marcharon a la casa que tienen alquilada a ver la victoria de Jannik Sinner ante Ben Shelton (7-6 [2], 6-4, 6-4) y la de Novak Djokovic frente a Flavio Cobolli (6-7 [6], 6-2, 7-5, 6-4). Hoy no habrá entrenamiento y el grupo se marchará de excursión. Pero seguro que seguirá habiendo diversión.

Djokovic vence a Cobolli por la gorra y se volverá a medir a Sinner en las semifinales de Wimbledon

Actualizado Miércoles, 9 julio 2025 - 20:56

Las victorias se deciden por detalles, repiten los aburridos, pero esta vez fue verdad: Novak Djokovic ganó este miércoles gracias a una gorra. En su partido de cuartos de final de Wimbledon ante Flavio Cobolli hubo un instante crítico, el final del tercer set, y el sol decidió el vencedor. El verano relumbra estos días en Londres, dulce rareza, y sólo uno de los dos supo gestionarlo. Con 5-5 en el marcador, Cobolli sacaba en la parte de la pista donde brillaba el sol y se desesperó: no veía, no veía, no veía. Se quejaba al cielo -que no le hacía mucho caso-, se quejaba al juez de silla -que tampoco le atendía-, en definitiva, se quejaba. Imaginen el resultado: ‘break’ de Djokovic.

Pero en ese momento tocaba cambio de lado y el resplandor amenazaba al serbio. Podía perder su servicio y ya había caído en el tie-break del primer set; su éxito no estaba asegurado. ¿Qué hizo? Se puso una gorra. Con sus ojos protegidos resolvió el set y se abalanzó sobre la victoria. Al final Djokovic ganó por 6-7(6), 6-2, 7-5 y 6-4 en tres horas y 11 minutos y disputará las semifinales contra Jannik Sinner. Uno no celebra 24 Grand Slam si no sabe cuándo ponerse la gorra.

La resistencia de Djokovic es difícil de igualar, inquebrantable, literalmente inquebrantable. En el último juego del partido, de hecho, el serbio tuvo un resbalón rarísimo, se torció las dos piernas hasta forzar al máximo su cadera y pese a ello continuó. Hubo unos segundos en los que parecía que se había roto, el público de la pista central se puso las manos en la cabeza, Cobolli saltó a su lado de la pista, pero se levantó. Quizá en el próximo encuentro arrastrará el dolor; seguro que peleará de la misma forma. A sus 38 años sabe que si tiene otra oportunidad de ganar un título grande es esta.

KIRILL KUDRYAVTSEVAFP

Una hipotética final ante Carlos Alcaraz queda todavía lejos y en la memoria está el recuerdo de los Juegos Olímpicos de París, pero ante Sinner arde la cercana posibilidad de una revancha. En Roland Garros, también en semifinales, el italiano le derrotó en sólo tres sets en un instante crepuscular. Entonces se acercó la retirada con una pregunta abierta: ¿Realmente puede Djokovic ser campeón otra vez? El viernes se despejará la duda. Si supera al número uno, pase lo que pase después, el serbio podría aguantar sobre las pistas hasta cumplir los 40 años y más allá.

Aunque lo tendrá complicado. Después de 24 horas de rumores y corredizas, después de presentarse en su duelo ante Ben Shelton con un vendaje en su codo derecho, Sinner fue Sinner al completo. Sin dolores -al menos en apariencia- arrasó con el estadounidense, todavía verde. Como le ocurrió a Cobolli, Shelton jugó su mejor tenis, volvió a exhibir su potencia, pero tembló cuando no tenía que hacerlo. En el tie-break del primer set encadenó errores y nunca se creyó preparado para una remontada. Al final cayó por 7-6(2), 6-4 y 6-4 y tendrá que esperar aún más hasta que llegue su momento.

La “confianza alta” de Alcaraz, la duda sobre Sinner y un partido de golf con Spider-Man: “Espero que tenga la agenda libre”

Actualizado Martes, 8 julio 2025 - 23:02

"Me siento con mucha confianza", "tengo la confianza muy alta", "lo importante es mantener la confianza". Confianza, confianza, confianza. Después de su rápida victoria ante Cameron Norrie (6-2, 6-3, 6-3) en cuartos de Wimbledon, Carlos Alcaraz repetía la misma clave: confianza. Su evolución en el torneo, que apunta al título de manera irremediable, sólo se explica con una confianza por las nubes. Después de ser campeón los dos últimos años y, sobre todo, de su remontada en la final del último Roland Garros, el español ya llegaba al All England Club con el pecho inflado, pero en los dos últimos encuentros la fe en sí mismo ha alcanzado su máximo.

"En octavos, ante Rublev, empecé a sentir más la bola y a mejorar con mi servicio. A partir de ahí todo ha sido fácil. Desde el fondo de la pista me siento más tranquilo, puedo pensar con más claridad", analizó Alcaraz, que en semifinales el viernes se medirá a Taylor Fritz, que también este martes derrotó a Karen Khachanov (6-3, 6-4, 1-6, 7-6 [4]). En las horas posteriores a su encuentro ante Norrie, a Alcaraz se le veía feliz, satisfecho, en un verdadero estado de gracia: "La clave ahora es no pensar en nada más, sólo disfrutar del tenis. Jugar en Wimbledon es un regalo y quiero sentirlo así".

Horas antes, de hecho, su jornada ya empezó con alegría. En el calentamiento previo le tocó la pista 14, al lado de la pista central, con acceso del público y aquello se empezó a llenar de gente. Los aficionados ingleses no paraban de animarle y él respondía sonriente con saludos hasta que unos agentes de seguridad abrieron paso y apareció el actor Tom Holland, Spider-Man.

"He oído que le das bien"

Con ese carisma tan suyo, Alcaraz no sólo le saludó, también se atrevió a bromear con su nivel de golf -"He oído que te gusta, que le das bien", le soltó- y a invitarle a jugar juntos 18 hoyos. De hecho la charla acabó con el número de Holland en las manos de Albert Molina, el representante del tenista, así que es posible que el duelo tenga lugar pronto. "He visto vídeos suyos y creo que tiene mucho nivel, me puede ganar. Me encantaría jugar con él antes de que acabe Wimbledon, espero que tenga la agenda libre", comentó Alcaraz.

WIMBLEDON

Con Holland o sin Holland, lo que está claro es que Alcaraz volverá a jugar al golf sí o sí en el campo de Wimbledon en los dos días de descanso que tiene antes de las semifinales. "¿Qué harás con tanto tiempo libre?", le preguntaron a pie de pista al acabar el partido su partido ante Norrie y a un espectador se le ocurrió contestar por él: "¡Ibiza!". "¿He oído Ibiza? No, esta vez no", rectificó Alcaraz que admitió que practicaría golf con su entrenador, Juan Carlos Ferrero. También planea hacer una visita el jueves al centro de Londres, aunque la logística será más complicada por su creciente popularidad en Reino Unido.

Los problemas de Sinner

Como ya le pasó en Roland Garros, Alcaraz nuevamente cuenta con un preciadísimo día extra de descanso cerca de la final mientras sus máximos rivales, Jannik Sinner y NovakDjokovic, deberán batallar este miércoles ante Ben Shelton y Flavio Cobolli. De hecho, sobre Sinner pende ahora una duda que sólo se resolverá cuando salte a la pista. Mientras los partidos se sucedían en las pistas, la prensa italiana corría de un lado a otro para saber qué estaba pasando con el número uno.

Kin CheungAP

En su partido ante Grigor Dimitrov sufrió un golpe en el codo por culpa de una caída y este martes su retirada era una opción. Por la mañana se hizo una resonancia, por la tarde canceló su entrenamiento y, al final, según declaró su entrenador Darren Cahill, se probó en las pistas indoor, lejos de las miradas de aficionados y periodistas. Al parecer pudo golpear con su derecha, aunque más lento de lo habitual. La preocupación se cierne sobre Sinner mientras para Alcaraz todo es confianza.

Alcaraz desempolva su golpe más demoledor ante Norrie para llegar a las semifinales de Wimbledon

Actualizado Martes, 8 julio 2025 - 19:52

Carlos Alcaraz ha alcanzado el nirvana. Está en su ‘prime’, que dirían los chavales, pero hay algo más. Desde la final de Roland Garros siente la confianza absoluta que anhelan todos los deportistas. Ganará si lo hace bien, se ponga quien se ponga delante. Hace un par de años que es así, al menos en hierba o en tierra batida, pero ahora lo tiene interiorizado. En sus partidos anteriores en Wimbledon, no se le movía ni una ceja pese a ciertos errores y este miércoles en cuartos de final ante Cameron Norrie, con la inspiración de su lado, se confirmó el tenista seguro en sí mismo que merece ser. Fue una victoria rápida en una hora y 40 minutos, pero sobre todo fue una victoria inmaculada. [Narración y estadísticas (6-2, 6-3, 6-3)]

Cada vez que tenía una bola de break en contra, como las cuatro que defendió en su primer juego al saque, Alcaraz se vestía de Alcaraz y resolvía con el golpe preciso y los movimientos idóneos. En semifinales, el viernes, se medirá a Taylor Fritz, que derrotó a Karen Khachanov (6-3, 6-4, 1-6, 7-6 [4]), pero a este nivel... ¿Quién lo puede parar?

Desde el día anterior, de hecho, quedó claro que Alcaraz ya no se preocupa tanto de los rivales, sólo de sí mismo. En Wimbledon los tenistas tienen la intimidad que les falta en otros Grand Slam porque las pistas de entrenamiento están en una zona anexa, el Aorangi Park, y allí no puede acceder el público. Si acaso pueden intentar ver algo desde lejos. Por eso en sus sesiones Alcaraz siempre juguetea, se inventa retos para sus equipos -una variación de la petanca, un golf usando las raquetas...- y por eso puede estar más a su aire.

Detonaciones con la derecha

En años anteriores, incluso en el último Roland Garros, por sus entrenamientos pasaban sparrings para simular las condiciones de su siguiente rival y ensayar una respuesta. Pero antes de medirse a Norrie no apareció nadie. El lunes, Alcaraz se centró durante una hora en trabajar su derecha, desafinada hasta el momento, y olvidó al británico, pese a que es zurdo, normalmente un incordio.

GLYN KIRKAFP

El efecto se lee en las estadísticas: 37 winners, la mayoría con sus drive. El efecto se escuchaba en la pista central. Más allá de su excelencia en el saque -esta vez 13 aces-, con la llegada de los partidos decisivos apareció el golpe más demoledor de Alcaraz. ¡Boom! De la nada su raqueta explotaba contra la bola y la enviaba al otro lado a una velocidad incontestable. El sonido de esa derecha era distinto a los demás, sonaba a detonación, realmente algo violento. Ante Fabio Fognini, Oliver Tarvet, Jan-Lennard Struff y Andrey Rublev, el español apenas utilizó esa arma secreta, pero ante Norrie la desempolvó. Vendrán días de uso intensivo.

El británico tampoco tenía manera de contestar. Más inseguro en el servicio que otros días, fue espectador de un espectáculo que le era ajeno. En el tercer set, con el apoyo del público, de su público, lo intentó todo, pero sus recursos eran los que eran. Apenas consiguió salvar una bola de partido y alargar el encuentro unos minutos. Alcaraz ha alcanzado el nirvana y eso es mucho.

Sinner, al borde de la derrota en octavos, se salva por la desgracia de Dimitrov

Actualizado Lunes, 7 julio 2025 - 22:39

Y, de repente, un silencio. La pista central de Wimbledon, totalmente vacía. El público seguía de pie frente a sus asientos, pero sobre la hierba ya no quedaba nadie, ni un tenista. Minutos antes se estaba viendo un partido extraordinario, quizá el mejor en lo que va de Grand Slam, y se acabó sin más, con el vacío como desenlace. Grigor Dimitrov pasó de dominar al número uno del mundo, Jannik Sinner, de ganarle los dos primeros sets, de desplegar un tenis vintage precioso, a romperse nuevamente y verse obligado a abandonar. A mediados del tercer set, con 6-3, 7-5 y 2-2 a su favor, sintió un pinchazo en el pectoral derecho después de un saque y ya no hubo manera de que pudiera volver a mover el brazo.

El médico y el fisioterapeuta del torneo le atendieron durante unos segundos, pero viendo la gravedad de la lesión no quedó más remedio que invitarle a abandonar. Después de tener que retirarse de las últimas ediciones del US Open, el Open de Australia y Roland Garros, Dimitrov completó de forma consecutiva el Grand Slam más triste de la historia.

«No sé qué decir. Grigor es un tenista increíble, todos lo hemos visto hoy, y es un buen amigo. La verdad es que merecía ganar y estar en la siguiente ronda. No considero esto una victoria, ha tenido muy mala suerte. En los últimos Grand Slam ha sufrido mucho por las lesiones. Lo que ha pasado es muy triste, demos un aplauso a él y a su equipo», comentó el italiano que primero acompañó a Dimitrov a los vestuarios -le tuvo que llevar el raquetero- y después reapareció con el papelón de tener que hablar ante los espectadores. Su cara era un poema: transitaba entre la pena por la desgracia de su adversario y la confusión por todo lo que había pasado en las dos horas previas.

continuas variaciones

Porque hacía mucho tiempo que no se veía a Sinner tan superado, ni tan siquiera experimentó esa sensación en la final del último Roland Garros. Antes de romperse, el búlgaro de 34 años le había sometido con su saque liftado, con su resto de revés a una mano y con su variedad de golpes. En vez del pum, pum, pum al que Sinner está habituado, Dimitrov le propuso un intercambio con continuas variaciones, de alturas, de lados, de efectos, que acabó confundiéndole.

Punto a punto, la derrota del actual número uno parecía irremediable, más con lo ocurrido en el segundo set. Después de una caída y un consecuente golpe en el codo por el que también tuvieron que atenderle, Sinner fue capaz de de conseguir su primer break, de celebrar por primera vez -con más vehemencia de la normal-, de venirse arriba, pero acto seguido Dimitrov volvió a romperle el servicio. Todo parecía a favor del bulgaro, inspirado, tranquilo, imparable. Todo menos su propio físico.

Sinner acompaña a Dimitrov tras la retirada del búlgaro.

Sinner acompaña a Dimitrov tras la retirada del búlgaro.AP

Su lesión fue más cruel que las anteriores por el lugar, por el rival que tenía sometido y por la sonrisa que lucía. En la previa de su encuentro ante Sinner, Dimitrov explicó que llevaba unas semanas sin dolores y que estaba volviendo a disfrutar del tenis. Como tantos otros tenistas había alquilado una casa en los alrededores de Wimbledon y se había instalado allí con su familia, haciendo barbacoas con sus hijos, dando paseos por el parque. «Ni tan siquiera almuerzo en el club, simplemente bajo un rato a jugar a tenis y vuelvo con los míos. Estoy disfrutando mucho de este torneo», comentaba en la previa quien destacaba la «ausencia de miedo» en los ojos de Sinner o Alcaraz.

Tercero del ranking mundial en 2017, semifinalista aquí en 2014, el anteriormente llamado Baby Federer reflexionaba sobre la final de Roland Garros entre ambos y sobre cómo enfocaban su juego. «Estuve viendo el partido y, desde mi perspectiva, era interesante notar que ninguno de los dos había perdido nunca. Se podía ver, se podía palpar. Carlos y Jannik todavía no conocen la parte mala del tenis y por eso jugaron así la final, sin miedo. No lo digo como algo negativo. Sólo digo que con la edad se descubren otras cosas y hay que aprender a manejarlas», aseguraba Dimitrov horas antes de volver a brillar como antaño, de dominar a Sinner y de estrellarse de nuevo contra «la parte mala del tenis».