Un potro salvaje hasta el final: Pogacar remata su histórico Tour arrasando en la contrarreloj

Actualizado Domingo, 21 julio 2024 - 20:39

En la Promenade des Anglais, el emblema de Niza golpeado por el brutal atentado de 2016, el paseo marítimo más antiguo del mundo, rodeado de villas exóticas y jardines, allí puso punto y final otro Tour para la historia, por primera vez lejos de un París concentrado en los Juegos Olímpicos. Allí se consagró Tadej Pogacar, voraz hasta el mismo último centímetro de su reconquista, un potro salvaje también en la durísima contrarreloj final que partía de Mónaco. [Narración y clasificaciones]

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Otra cuenta pendiente saldada. El esloveno no ganaba contra el crono en el Tour desde 2021 en Laval, el mismo año que lo conquistó por última vez. Bien sabía que ahí estaba su punto débil y se demostró a sí mismo que también se puede mejorar hasta arrasar. De principio a fin, dominó la tarde en la Costa Azul y entró en meta tras 45 minutos y 24 segundos de esfuerzo y éxtasis (44,5 kilómetros por hora) con los brazos en alto para romperse en un eufórico abrazo con sus compañeros y su staff del UAE Emirates. Levantando el pie en los últimos metros, aventajó en más de un minuto a Vingegaard y en 1:14 al especialista Remco Evenepoel, sus meritorios escuderos también en el podio.

Disfrutar para Pogacar es competir, aunque todo el trabajo está ya hecho. "Me pagan por ganar", argumenta, aunque en los primeros kilómetros de la contrarreloj, de su paseo triunfal por las carreteras que tan bien conoce, desde su lugar de residencia hasta Niza, anime al público y le pida más llevándose la mano al oído. Da igual, es tal su estado de plenitud, todo lo que ha trabajado este invierno la postura en la cabra tras la herida de Combloux el año pasado, que arrasa desde el amanecer, mejor tiempo ya en el col Col de la Turbie (8,2 kilómetros al 5,7%), más ventaja aún tras el muro de Eze, 24 segundos a Vingegaard, 51 a Evenepoel...

Pogacar, en el podio de Niza, con Vingegaard y Evenepoel.

Pogacar, en el podio de Niza, con Vingegaard y Evenepoel.MARCO BERTORELLOAFP

Otro triunfo más que celebra en las calles de Niza, donde muestra a la cámara uno, dos y tres dedos, los de su cuenta en el Tour, a uno ya sólo de Chris Froome, con 25 años. Ganó seis etapas y la general del Giro y poco más de un mes después repite en el Tour (el último que lo hizo fue Cavendish, un sprinter, en 2009). Eso no lo consiguió ni el mejor Eddy Merckx. Son ya 16 en su cuenta de la Grande Boucle. «Llevo dos años escuchando que vivimos la mejor era del ciclismo y estoy de acuerdo. Con Remco (Evenepoel), Jonas (Vingegaard), Primoz (Roglic) y otros que vienen por detrás, creo que podemos divertirnos mucho», dijo el esloveno, que se marcó el siguiente objetivo: «Quiero ser campeón del mundo»

Fue también un domingo de despedidas, la del histórico Cavendish y sus 35 victorias en 17 Tours, la de Romain Bardet, que lo recordará para siempre con ese amarillo de la primera etapa de Rimini. Una última crono para el homenaje al maillot verde de Girmay y para el de lunares rojos de Carapaz, héroes de países pequeños que han sonado bien fuerte en el Tour.

Y un cierre en el que los españoles no pudieron mejorar sus puestos en la general. Mikel Landa (séptimo en la etapa), pese a su gran inicio de crono en el puerto, acabó cediendo más tiempo con Joao Almeida y finaliza quinto. Y Carlos Rodríguez, hundido, tampoco recuperó con Adam Yates y es séptimo, peor que hace un año.

El misterioso topo ‘Mou’ y las sospechas de Pogacar: “No sé quién es ni cuál es su propósito”

Actualizado Miércoles, 17 julio 2024 - 23:33

"Un día normal en la oficina", pronuncia Pogacar con media sonrisa irónica, después de su ataque "estúpido" en el Col du Noyer, el que volvió a saltar por los aires una etapa que no estaba destinada para ello. El que hizo temblar a Vingegaard, amenazado hasta por un Evenepoel que intuye batalla por el segundo puesto. El camino hacia el tercer Tour de Tadej, hacia esa reconquista de la que ya sólo le separan dos etapas monstruosas en los Alpes (viernes y sábado) y una contrarreloj en Niza el domingo, al esloveno le perturban temas periféricos, de la propia conversación global que suscita su fenómeno.

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En la rueda de prensa posterior a la victoria de Richard Carapaz en Superdévoluy, una coqueta estación de esquí a la que el Tour no había visitando nunca, al líder le preguntaron por un run run viral que se había desatado en las últimas horas. Una misteriosa figura que aparece en foros -en concreto, en el portal ciclista CyclingNews- y redes sociales y que especula, con demasiado acierto a veces, sobre el cambio de régimen en el entrenamiento de Pogacar para 2024. El supuesto topo, para más gracia, se denomina 'Mou'.

Tadej sonrió cuando se le cuestionó sobre si podía desvelar la identidad de la persona que, parece, posee un conocimiento tan detallado del funcionamiento interno del UAE Team Emirates y sus prácticas de entrenamiento con el nuevo entrenador Javier Sola. Entre febrero y abril, el usuario compartió datos confidenciales sobre esos entrenamientos. "Quizás debería preguntaros a vosotros si sabéis quién es, porque no tengo ni idea. Pero sí, he oído que en los últimos dos días está recibiendo mucha atención. Creo que hace algunas cosas bien, pero también se equivoca demasiado", expuso.

"No sé quién es este tipo ni cuál es su propósito. Creo que solo intenta ser importante en twitter y en foros o lo que sea, pero no lo sigo, solo escucho mucho. La gente pregunta. Tal vez todos juntos descubramos quién es", agregó el esloveno, que también tuvo que salir al paso de otra información sobre el uso de un respirador de monóxido de carbono. "Es una prueba durante una concentración en altura para ver cómo respondes. Tienes que hacerla, dura dos o tres minutos. Respiras en un globo durante un minuto y luego ves la masa de hemoglobina. Y después tienes que repetirla dos semanas después", aclaró, puntualizando que en su caso, no pudo completarla: "La chica que debía venir [a Sierra Nevada] después de dos semanas no vino. No es como si estuviéramos respirando en tubos de escape".

Joxean Fernández Matxin: “Pogacar siempre te pide por favor y acaba con un gracias”

Actualizado Martes, 16 julio 2024 - 23:56

"Matxo esto, matxo lo otro, así me llama. Pero nos entendemos con la mirada", cuenta el cerebro que está detrás de Tadej Pogacar, un español de Basauri que fue ciclista amateur y ahora es director del UAE Emirates, pero, sobre todo, es y será un descubridor de estrellas. Joxean Fernández Matxin responde a EL MUNDO con calma en el hall del hotel del equipo del líder del Tour y presume de una memoria prodigiosa: recuerda como si fuera ayer la primera vez que vio en persona a aquel niño rubio, tras una carrera en la ciudad croata de Motovun en la que no ganó a los profesionales porque se le salió el pie del pedal. "Era supertímido, sólo miraba al suelo".

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¿Estáis donde queréis?
Hemos ejecutado el plan de manera precisa. Nunca se analiza cuántos minutos de ventaja quieres, aunque obviamente ser líderes esta semana sí era un objetivo. En amarillo-rojo estaban marcadas las etapas en las que queríamos victoria. La crono la queríamos al máximo. Y el Macizo Central. Trabajamos para intentar ganar esa etapa, pero Vingegaard fue mejor. Analizando a posteriori, Tadej arrancó un puerto antes de lo que queríamos. Los dos días de Pirineos también estaban marcados.
Llegan los Alpes, donde Vingegaard ganó los dos últimos Tours.
Tadej no tiene una espina clavada con los Alpes, para nada. Mira, en Marie Blanque ganó su primera etapa del Tour y al año siguiente perdió un minuto, por ejemplo. Las estadísticas en ciclismo no funcionan. El estado de forma de cada momento las rompe. Es como cuando comparan con Pantani, con Armstrong... No corremos contra ellos. Son efemérides que están bien para la gente, pero nosotros pensamos en el rival, en las condiciones, en el rendimiento, en el esfuerzo y en la recuperación. Somos más científicos y realistas. Ahora las condiciones de Tadej no son las mismas que el año pasado, así que que corra en Alpes o en una etapa u otra, no altera para nada ni la táctica ni la actitud.
¿Qué ha cambiado este año?
Cuando ganas te sientes poderoso e imbatible. Y cuando te ganan sientes necesidad de mejorar. Hemos asumido y reconocido la superioridad del año pasado de Jonas y del Visma y hemos valorado táctica y técnicamente donde teníamos que mejorar. Esa necesidad ha hecho que se profesionalice absolutamente más todo el trabajo, los detalles, la preparación, entrenar cosas que sean menos visibles. Por ejemplo, antes y después de cada etapa del Giro, Tadej siempre entrenaba en la bicicleta de crono.
¿Cómo plantearon lo de Giro y Tour?
Fue una idea mía. Se lo explique en octubre, en el primer pre stage en Abu Dhabi. Le dije: 'Giro y Tour, pero déjame que acabe'. Hay tres aspectos. Primero, porque es uno de los pocos años en los que hay cinco semanas entre Giro y Tour. Una semana para la recuperación, tres de trabajo y una pre Tour. Es la perfección. Segundo: el Giro eran 11.000 metros menos de altitud que el anterior. Que son muchos, un desgaste mucho menor. Y tercero: para hacerlo, sólo tuvo 10 días de competición pre Giro, sólo cuatro carreras. Strade Bianche, Milan-San Remo, Volta a Cataluña, la única por etapas, y Lieja. Desde Lombardía 2023 tuvo casi cinco meses sin competir, un descanso más que razonable. Llegó al Giro en un 80% y al Tour al 100%. También vimos que la participación en el Giro no era brutal. Y minimizamos esfuerzos.
Un reto de otra época.
En el 2019, cuando llegó al equipo, pensamos que en el 2020 hiciera el Giro. Y posiblemente el 2021 Vuelta. Y en su cuarto año el Tour. Pero su proceso ha sido tan prematuro... Ganó en Algarve, en California, en País Vasco podía haber ganado... Allí, en Eibar, en el hotel, le dije de cambiar el programa. Estaba listo para la Vuelta. Lo vio perfecto. Fue nuestra primera conversación seria. Recuerdo que me dijo que si las cosas no iban bien en la Vuelta, la tercera semana se retiraba. Yo le dije: 'No, tú eres un campeón y los campeones no se pueden retirar'. Prefería que bajara el pistón. Las conversaciones de planificación con él son fáciles. Le conozco, sé lo que él quiere. Y él a mí. Es el mejor del mundo, cómo no voy a escucharle.
Matxin, con Pogacar y Soler, en el Tour del 2023.

Matxin, con Pogacar y Soler, en el Tour del 2023.MARCO BERTORELLOMUNDO

Es casi una relación paterno filial.
Cuando él empezó, había mucha más relación, porque estaba aprendiendo todo, me preguntaba. Él ya ha aprendido. Pero sigue consultándome cosas más técnicas. Lo bueno que tiene Tadej es que siempre te pide por favor y siempre acaba por un gracias. Trabajar con alguien así es muy fácil. Tenemos una relación de confianza. A veces ni me pide las cosas, si me mira mal ya se por dónde va. Y se ríe cuando le hago algún gesto.
¿Cuándo fue la primera vez que escuchas de él?
La primera persona que me habló de él fue Andrej Hauptman, que ahora forma parte de los técnicos del UAE. Fue corredor mío con el Coldirola. Entonces vi una de las carreras más importantes júniors, el Giro della Lunigiana. Me asombró, tenía 16 años y ya hizo lo que hace aquí, yendo líder atacó. Ese tío tenía carácter y talento, eso no se entrena ni se compra. Eso me marcó. Eso sólo me ha pasado con Freire, el único corredor en el mundo del que yo he hecho de manager personal. Tenía un don, hacía las cosas por inercia, perfectas. Eso lo tenía Tadej.
Siga.
En 2017, fue al Istrian Spring Trophy en Croacia, que él corría con el Ljubjana Radenska, iban de negro y rosa. Él otro día le enseñé un vídeo y se reía. Competía con dos profesionales de 30 años y el chavalito arranca antes del pavé final, se le sale el pedal y no gana. Yo estaba allí y vi que era el más fuerte, el chico de 18 años con profesionales expertos. Les había vacilado. Ahí fue la primera vez que hablé con él. Supertímido. Miraba para abajo. Entonces le invito a hacer un test de esfuerzo a Bélgica con el Quick Step, pero hubo una confusión, saltaron las alarmas y el viejo Lampre le firma, el UAE de ahora. Esa casualidad aceleró el proceso. Una historia bastante curiosa. Yo entré un año después al UAE y bromeamos sobre la situación. Tuve algo que ver en su fichaje, pero no directamente.
¿Qué le sorprendería a la gente de la personalidad de Tadej?
Que es normal. Va al bus y si se tiene que sentar en el tercer asiento, pues se sienta. No quiere ser el primero en el masaje, si le toca el último, pues el último. Tiene gestos de compañero. En el Giro vino un buen amigo que le quería regalar una cosa especial. Me dijo, que no me lo regale a mí, que se lo regale a todo el equipo. No pretende que le des privilegios. Y luego hay momentos difíciles. Llegas al autobús y hay 500 personas. Y él siempre se quiere parar a hacer fotos y firmar. Pero ante eso... Y tampoco lo puede hacer sólo con unos pocos. No podemos perder una hora en cada salida. Necesita recuperación y tranquilidad mental. Le agradecemos a la afición y les pedimos perdón.
¿Le costó recuperarse psicológicamente de los dos Tours perdidos?
No, todo lo contrario, fue la motivación suficiente para ser mejor. Van der Poel y Van Aert, su rivalidad, les ha hecho mejores a ambos. En el caso de Vingegaard y Pogacar es igual.
¿Te cuesta contenerle en carrera?
Todo lo contrario, porque a mí me gusta su carácter ofensivo. En Gredos, en la Vuelta de 2019, venía de ganar dos etapas y era quinto en la general. Le dije, tienes 20 años y no pierdes nada. El último puerto era muy Valverde, pero había uno que se llamaba Peñas Blancas a 41 de meta. Le ordené que atacará ahí, un plan muy agresivo. Me dijo, 'perfecto'. Eso un chico de 20 años. O todo o nada. Lo hizo, ganó la etapa, hizo podio, consiguió el maillot blanco...

800 toneladas, 10 km. de vallas, 47 ‘trenes carretera’ y un casting de conductores… Así es la “aventura diaria” de montar (y desmontar) una etapa en el Tour

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 23:41

Baja el Tour de los Pirineos en estado de shock por las exhibiciones con aroma de revancha de Tadej Pogacar y se encamina hacia los Alpes, con Niza al fondo como final inédito el próximo domingo. Y descansa el pueblo en movimiento que es la Grande Boucle, con sus casi 5.000 personas, en los alrededores de la medieval Carcassone, donde el UAE Emirates y el Movistar vieron juntos el domingo la final de la Eurocopa y sólo Adam Yates no acabó festejando. Tras el lunes de tregua, la salida de Gruissan y la meta en Nimes, última oportunidad para sprinters. Pero, ¿cómo se monta (y desmonta) todo esto?

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Es el Tour una caravana andante, etapa a etapa por toda la orografía francesa. Más de tres semanas de salidas y llegadas, con sus podios, sus aparcamientos, sus zonas vips, sus arcos... Son cunetas engalanadas, montañas abarrotadas de aficionados, de equipos, seguridad, periodistas... Un rompecabezas logístico diario que lleva solucionando 44 años en la sombra XPO. "Nuestra labor es que nadie nos perciba", cuenta a EL MUNDO su presidente en Europa, el español Luis Gómez.

"Es un reto cada día, pero un desafío muy bonito", que incluye una flota de 47 camiones que trasladan 800 toneladas de material (vallas, pinturas, podios, arcos...). Un equipo compuesto por 65 trabajadores divididos en tres equipos con tres misiones concretas. Aunque... "Cada día, cada tarde, puede cambiar la cosa. La planificación se puede venir abajo porque haya cambios meteorológicos, porque se estropea un camión, acude más público de lo normal o se cambia el recorrido por algún motivo de última hora", explica Gómez.

El equipo de las salidas acude el día antes a la ciudad de la que partirá la etapa y trabaja en el montaje durante cuatro o cinco horas. El de las metas, el mismo día de la etapa por la mañana para que a mediodía esté todo preparado. Y el de los puntos intermedios también el día antes en la medida de lo posible. Todos en consonancia con la organización, las autoridades locales y la gendarmería. Y luego, claro, el desmontaje. "Es una aventura diaria", dice el directivo español, que destaca "la pasión" que mueve a XPO y a sus empleados, clave junto a la experiencia de que todo salga bien.

Uno de los camiones del Tour de XPO Logistics.

Uno de los camiones del Tour de XPO Logistics.XPO

"La planificación no es sólo los 21 días que sucede el Tour. Empezamos a trabajar a partir de octubre, cuando se definen los recorridos. Analizamos físicamente, vemos los puntos con dificultades para prevenir de antemano o adaptarnos", explica. Los principales retos ocurren en las etapas especiales, las de montaña, las contrarrelojs con salida y llegada en puntos cercanos o, por ejemplo, la que transcurrió por los caminos blancos de Troyes. "Fue espectacular, pero para nuestros camiones de gran tonelaje...", cuenta Gómez que detalla los vehículos especiales que manejan, "trenes carretera", con un segundo remolque añadido. "Dependiendo de la etapa, este segundo remolque no se utiliza. Las de montaña son más difíciles, pero más bonitas. Maniobrar en carreteras estrechas. Nuestros conductores lo asumen como un reto personal".

"Como los pilotos de rallies"

Esos más de 60 conductores trabajan en XPO, una logística con más de 200 centros y 14.000 empleados sólo en Europa (39.000 en todo el mundo). Y pasan una especie de casting, pues se presentan voluntarios muchos más. "La mayoría son franceses y se sienten orgullosos. Pasan tres semanas fuera de casa, trabajando casi las 24 horas, lejos de sus familias... Y son como los pilotos de rallies, ellos suben los puertos antes del Tour, toman anotaciones de las curvas... La preparación es exhaustiva, porque los tiempos son limitados".

Aunque ninguna dificultad como el año del covid, cuando el Tour se retraso a septiembre de 2020 para celebrarse con medidas sanitarias que obligaron a testar continuamente a los conductores, a desinfectar el vallado a diario y a instalar una doble protección para que la gente no se agolpase y guardase las distancias de seguridad. Hay que destacar que, en una etapa normal del Tour, si se pusieran en fila, las barreras ocuparían 10 kilómetros.

Gómez y su equipo no se olvidan de la sostenibilidad, de la responsabilidad de contribuir al cuidado del medio ambiente por esos parajes tan bellos que atraviesa el Tour. "Las bicicletas no van con motor, pero nuestros camiones es inevitable. Así que intentamos que el C02 que emiten sea el menos posible (usan biocombustible HVO). Este año como novedad hemos introducido un camión totalmente eléctrico. Estamos muy sensibilizados con la descarbonización", concluye el presidente en Europa de XPO.

Pogacar y Vingegaard, un fin de semana en los Pirineos para salir de dudas: “Son subidas que me gustan”

Actualizado Viernes, 12 julio 2024 - 23:06

Camino de Le Lioran, en pleno Macizo Central, cuando Tadej Pogacar atacó en los últimos metros del Pas de Peyrol, el Tour temió. Más aún cuando en el descenso su distancia con Jonas Vingegaard, que no había podido agarrar la rueda del salvaje arreón anterior, se empezó a disparar rozando los 40 segundos. Restaban dos cotas y 30 kilómetros y no hay en el pelotón mundial nadie como el esloveno en los 'solos', esas cabalgadas sin compañía hasta la meta. Lo que hubiera podido parecer una sentencia a falta de la mitad de la carrera, unos minutos después devino en todo lo contrario: la Grande Boucle, que este sábado inaugura los Pirineos, late más viva que nunca dispuesta a otro combate épico entre los dos tipos que la han copado en el último lustro.

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La resurrección de Vingegaard -corroborada el viernes, al frente él mismo del agresivo Visma Lease a Bike en los abanicos de la etapa con final en Pau, la octava más rápida en la historia del Tour (48,8 kilómetros por hora)- y los cinco centímetros que le dieron el triunfo en el mano a mano final, fueron un golpe psicológico, «un antes y un después» en palabras del emocionado danés, que se reconoció a sí mismo tres meses después de la espeluznante caída en la Itzulia en la que «podría haber muerto». Una confirmación, incluso antes de lo previsto. «Está en la mejor forma de su vida», en palabras de un Pogacar (luego Jonas renegó: «Es imposible que lo esté con un mes y medio de entrenamiento») asombrado cuando el danés le atrapó en la subida al Col de Petrus -miró insistentemente hacia atrás-, ya sin Roglic.

Serán los Pirineos primero y los Alpes después, sin mucha solución de continuidad (apenas el día de descanso del lunes y la aproximación del martes con final en Nîmes), los que resuelvan la batalla eterna, los que desnivelen también la balanza entre dos ciclistas para la historia, que presumen de dos Tour cada uno. Esta vez con un asterisco en medio aún, un fouri classe como Remco Evenepoel al que se le presupone flaqueza en las grandes cumbres... «La carrera está en manos de Visma y UAE. Por mi parte, si las piernas funcionan trataré de recuperar tiempo. Pero el plan es seguir a los demás y mantenerme concentrado y paciente», avisaba ayer. Y ya sin el desafortunado Roglic, otro que prometía giros de guion, gafado un año más: abandonó (como en 2021 y 2022) tras sufrir dos caídas consecutivas en los días previos.

UAE

Tras la victoria de Philipsen en Pau, el Tour visita el siempre mítico Tourmalet, primer puerto de una jornada eléctrica con final en Saint Lary Soulan, con el desenlace por primera vez en medio siglo en Pla D'Adet, donde ganó Poulidor. Dos puertos Hors Categorie -más Hourquette d'Ancizan, de segunda- antes del plato fuerte de los Pirineos. Una jornada que recuerda a la del año pasado con final en Cauterets, ganada por Pogacar en la primera semana todavía. El domingo, casi 200 kilómetros con 4.800 de desnivel acumulado. Cinco puertos, cuatro de Primera y el final en Plateau de Beille. Si no es la etapa reina...

«Me gustan las etapas de los Pirineos. Antes del Tour no había revisado qué puertos concretos íbamos a hacer, pero ahora sí lo he mirado y la verdad es que son subidas que conozco y me gustan. La manera en que hemos competido los últimos tres días va a afectar al desarrollo de las próximas dos etapas, porque han sido jornadas durísimas. En todo caso, lo que importa es que nos encontramos en un gran estado de forma», admitía un Pogacar que sufrió la contrariedad de la pérdida de Juan Ayuso (se bajó de la bicicleta al poco de comenzar, afectado por el Covid y es duda para la contrarreloj de los Juegos en la que iba a ser el único representante español) y ante el que se abren todo tipo de incógnitas ahora.

Porque, con 1:14 de ventaja sobre Vingegaard en la general, gran parte obtenida en las bonificaciones, la duda es si seguirá al ataque, seleccionando la carrera como ha hecho hasta ahora con sus pretorianos del UAE y atacando de lejos, o pasará a la expectativa, a intentar morder segundos en esos finales explosivos en alto en los que es único. Sobre eso mismo se pronunció en Pau, aunque de las palabras a los hechos... "Creo que ahora podemos calmarnos un poco, tenemos una buena renta en la general y yo me siento bien físicamente. Llegamos al final de la segunda semana y mi condición es buena, el objetivo es mantener esta ventaja. No soy yo el que tiene que ir a la ofensiva", despejó el líder.

Y otro tanto de incógnitas su rival, cada vez más pleno con el paso de los días. ¿Está ya listo Jonas para doblegar en las montañas a Tadej, como en años anteriores? ¿Aguardará a los Alpes, donde ganó sus dos Tours? Porque, además de las consecuencias de sus lesiones tras el accidente en el País Vasco, la gran diferencia se encuentra en la compañía. Esta vez Vingegaard no cuenta a priori con compañeros tan potentes en las subidas como Sepp Kuss o el propio Roglic, ángeles de la guarda de los últimos tiempos.

Vingegaard resurge en el Macizo Central y avisa a Pogacar que el Tour es cosa de dos

Vingegaard resurge en el Macizo Central y avisa a Pogacar que el Tour es cosa de dos

Nunca se sabe, y menos con tanta carrera por delante y sujeta a tantos azares y peligros. Pero el Tour ya parece cosa de dos. Y esos dos son Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard. Y viceversa. Dos colosos en la cima conjunta e inseparable de la clase común. Dos enemigos en la fraternidad de las alturas compartidas. Dos rivales irreconciliables en la jerarquía gemela.

El Macizo Central, 211 kms. con 4.350 metros de desnivel, concentrados prácticamente en los últimos 50 kms. contempló la pugna de dos gigantes enfrentados el uno al otro y a sí mismos en la comparación propia con la ajena. Cada cual es quien es y vale lo que vale. Pero la identidad y la valía del uno no son independientes de las del otro.

La segunda etapa más larga de este Tour, una de las cuatro de más de 200 kms., y la más exigente echó a volar desde la salida bajo el impulso de un Richard Carapaz que agitó el pelotón. Que lo zarandeó, contagiándole sus nervios o siendo contagiado por él, y no paró hasta arrastrar consigo a unos cuantos elementos, entre ellos Lazkano y Healy, y formar una escapada de 10 que nunca llegó a adquirir una ventaja más allá de los dos minutos.

En su largo y aplaudible protagonismo, sus componentes no eran nada desde un principio. No significaban nada, a la espera de que los acontecimientos de verdad, los más trascendentes, estallaran con la virulencia de una batalla y la belleza de una danza. De un combate y un baile. En el pelotón se presentía, se mascaba la tensión de una espera impaciente y, al mismo tiempo, temerosa.

Col de Puy Mary Pas de Peyrol, a 36 kms. de la meta. Eminencia de 1.590 metros de altitud, de 5,4 kms. de longitud al 8,1% de media y algún tramo sostenido al 14%. Montaña verde y espesa que, al ritmo de un pelotón cada vez más enflaquecido, se fue tragando a los escapados.

... Y entonces, a 580 metros de la cima, atacó la bestia amarilla. Nadie sobre una bicicleta en este mundo puede resistir tanta potencia en un corredor que cuenta con el motor de una máquina y las alas de ángel. Nadie en ese primer momento. Roglic, desmintiendo su experiencia, lo intentó. No pudo. Vingegaard, que va testando sobre la marcha su forma real, atrapó a Primoz. Más atrás, Evenepoel, que va aprendiendo a pasos agigantados, fue más prudente y subió a su ritmo.

Coronó Pogacar. Vingegaard y Roglic, a 16". Evepeneoel, a 34". Más lejos, Carlos Rodríguez, Ciccone, Adam Yates, Almeida, Landa... Admirables secundarios en una obra y un escenario reservados, en sus primeros papeles y bajo las luces más brillantes, a otros.

Pogacar mantenía medio minuto sobre Vingegaard al acabar el descenso. Pero Vingegaard, recortando metro a metro, jadeo a jadeo, lo alcanzó en el ascenso al col de Le Pertus. Todavía el esloveno se llevó los ocho segundos de bonificación en la cima, por cinco del danés. Descendieron juntos. Y empezaron juntos la última dificultad del día, el col de la Font de Cère.

Para entonces, aunque treparan en comandita y en igualdad de resultados y posibilidades, Vingegaard se había rearmado moralmente y obtenido una ventaja psicológica sobre quien había tratado con todas sus fuerzas de reducirlo, dejando la carrera asomada a la sentencia definitiva.

Coronaron. Bajaron a toda velocidad durante kilómetro y medio. El Tour sólo eran ellos. Afrontaron un repecho final de 800 metros. Se lo disputaron con la lógica avidez de todo triunfo parcial. Pero fundamentalmente con la pretensión de obtener el uno sobre el otro una superioridad anímica.

Estaban en juego muchas más cosas que una victoria de etapa, por importante que fuera. Cualquiera pudo ganar. Lo hizo Vingegaard para rematar por centímetros una jornada en la que le ha dicho a Pogacar que ha vuelto, que está mejor cada día y que, aunque, sí, nunca se sabe, esto es una cosa de dos, no de uno. De lo dos de los últimos cuatro años.

Evenepoel llegó a menos de medio minuto. Roglic, que se cayó, a menos de uno. Están aún ahí. Pero lejos...

Jasper Philipsen supera a Girmay y termina con su maldición en el Tour

Jasper Philipsen supera a Girmay y termina con su maldición en el Tour

Final de la maldición y nuevo integrante en la fiesta de los sprinters. El belga Jasper Philipsen, por fin, pudo anotarse su primera victoria de etapa en esta ronda y terminar con su permanente frustración. El velocista del Alpecin superó al eritreo Biniam Girmay (el más eficaz en esta edición, con dos triunfos) y se olvidó de sus desagradables momentos: en la sexta etapa fue descalificado por cerrar a Van Aert y fue segundo en la quinta y octava.

El compañero de Van der Poel fue el más afortunado en un día de charleta, de intercambio de confidencias. Jornada sin apenas historia, la primera etapa plácida de este Tour.

La cita posterior a la jornada de descanso suele ser peligrosa por la dificultad de algunos para adaptarse al cambio de biorritmos. Un entrenamiento inadecuado o un exceso de inactividad han acarreado dolorosas facturas en otras ocasiones. Este martes, el pelotón alertado por esos precedentes y pensando en los próximos desafíos, con entrada en el Macizo Central y luego visita a los Pirineos, se tomó la etapa con tranquilidad hasta el tramo final.

Ayuso, Aranburu y Lazkano

Ni siquiera, los aventureros de turno se lanzaron a ganar cuota de pantalla. Un ejercicio de transición para Tadej Pogacar, que mantiene su puesto de privilegio en la clasificación general, y Jonas Vingegaard, muy satisfecho tras haber superado el primer tercio de la carrera con sólo 75 segundos de desventaja respecto al esloveno.

La llegada a la meta de St. Amand Montrond también fue la clausura de un encuentro sin sobresaltos para Juan Ayuso, Alex Aranburu y Oier Lazkano, que celebraron su elección para los Juegos de París. El compañero de Pogacar doblará, al afrontar la prueba en línea y la contrarreloj.

A por el Macizo Central

Eso sí, fue un día muy señalado por el noruego Jonas Abrahamsen (Uno-X) que igualó el récord del belga Ludo Peeters, datado de 1984, al portar el maillot de líder de la clasificación de la Montaña durante las 10 primeras etapas del Tour.

Este miércoles, una etapa complicadísima, con desgaste permanente. Única excursión en el temido Macizo Central. Serán 4.350 metros de desnivel en 187 tortuosos kilómetros. La parte más dura se concentra en los últimos 50 km, con los ascensos al Col de Néronne (3,8 kilómetros al 9,1%), el Puy Mary Pas de Peyrol (5,4 km al 8%) y el encadenado final al Col de Pertus (4,4 km. al 7,9%) y el Col de Font de Cere (3,3 al 5,8%) previos a la meta en Le Lioran. Nueva criba en el top ten de la carrera.

Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el 'sterrato'

Turgis se lleva la victoria y Pogacar pone el espectáculo en el ‘sterrato’

De Troyes a Troyes, mucho ruido y pocas nueces con victoria de Anthony Turgis (Total Energies), francés, 30 años, séptimo triunfo profesional. Etapa impresionante, pero intrascendente. Etapa imponente, pero sin repercusiones. Etapa en la que pasó de todo para que, al final, no ocurriese nada.

Etapa en la que, después de mil y un ataques, de un millón de dimes y diretes, de emociones sucesivas, siempre a punto de zarandear la general, acabaron llegando ocho de los 14 de la escapada inicial, de la que se descolgó, a causa de un pinchazo, Oier Lazkano. Etapa, en todo caso, de tremendo desgaste en víspera de la jornada de descanso.

Un disparate de etapa de 199 kms., caracterizada por 14 tramos de tierra que sumaban 32 kms., seis de ellos en la parte final, que desembocó en un espectáculo casi hipnótico, pero, a la postre, vacío. Mientras desde los primeros kilómetros echaban a volar Turgis, Stuyven, Romo, Lazkano, Aramburu, De Gee, Pidcock, Lutsenko, Healey...empezó el festival de los sectores terrosos.

En el 13, se quedaron Roglic, Ayuso y Van Aert. Enlazaron. Las bicicletas y los coches levantaban un polvo como niebla. En el 12 pinchó Vingegaard. Enlazó. En el 11 atacó Pogacar. Lo atraparon. El polvo se pegaba al sudor y volvía casi grises las piernas, los brazos y los "maillots". En el 10 demarró Evenepoel. Sólo respondieron Pogacar y Vingegaard.

El triple impulso los llevó a alcanzar a los de delante. Entonces, neutralizados entre ellos, se pararon. Los de delante, aliviados, siguieron solos y el pelotón atrapó al trío de ases. Entre los fugados y el gran grupo, se intercaló una flotilla de cuerpos rebozados, con Van der Poel de mascarón de proa.

La etapa seguía frenética, encendida. Los fuegos eran reales, visibles, llamativos. Pero de artificio. Polvo y más polvo. Bruma irrespirable. Y entonces, en el sector 4, atacó brutalmente Pogacar. Se fue. Jorgenson, en un esfuerzo colosal, acercó a Vingegaard al esloveno. Se fueron los tres. ¿Se fueron? No. Antes del sector 2, los atraparon. En el sector 1, de nuevo Pogacar, aunque con menos fuerza, interpuso metros entre él y el resto. Nada. A la postre, nada.

Allá adelante, los ocho escapados se vigilaban, se atacaban, se enredaban en amagues. Del río revuelto sacó fruto Stuyven. Llegó a disponer de 10 segundos de ventaja. Pareció entonces el ganador. Pero no. Le echaron mano en el último kilómetro. Y, en los metros finales, Turgis les ganó la partida a Pidcock, De Gee y Aranburu, con Romo en séptima posición. A 1:17, cruzaron la línea Girmay, Matthews, Van der Poel y compañía. Inmediatamente después, el pelotón con todos los ilustres. La general no cambia.

Algunos no compartimos el reciente y contagioso entusiasmo por el "sterrato", el "gravel", o como queramos llamarlo. El ciclismo es asfalto de mayor o menor calidad; de carreteras más o menos anchas y en mejor o peor estado, incluyendo el adoquinado fundacional, que suben, bajan y llanean. Pero no polvo (si hace sol), barro (si llueve), piedrecitas y trampas El ciclismo ya posee bastantes atractivos de todo tipo a la intemperie, viento lluvia, sol, como para recurrir a estímulos forzados. Fuera del asfalto ya están el ciclocross y la bici de montaña. El Tour se apunta a una moda que con la Strade Bianche y la Clásica de Jaén es suficiente. Pero doctores tiene la Santa Madre UCI y las heréticas Organizaciones.

Girmay, el rey africano del sprint, repite victoria antes del temido 'sterrato'

Girmay, el rey africano del sprint, repite victoria antes del temido ‘sterrato’

Biniam Girmay, el primer africano de raza negra que conquistó una etapa e el Tour de Francia, se consagra como el sprinter más poderoso de la Grande Boucle. El eritreo, con la misma autoridad que hizo el pasado lunes, impuso este sábado su punta de velocidad en la meta de Colombey-les-Deux-Églises, cuna del general Charles de Gaulle. Un emblemático lugar en el que Girmay volvió a poner a África en el centro de atención de la carrera más formidable.

''Este triunfo va edicado a mi familia', que siempre me ha apoyado tanto'', declaró el ciclista del Intermarché-Wanty, portador del maillot verde, que distingue al líder de la clasificación por puntos.

Girmay, 24 años, formado en la escuela de Alto Rendimiento de la UCI en Aigle, se impuso a los belgas Jasper Philipsen y Arnaud de Lie en un sprint en ligera subida y peligroso por el agua y la humedad que había en la calzada. Alex Aranburu, sin apenas ayuda de sus compañeros del Movistar, logró una meritoria novena plaza.

Girmay fue el héroe de un Tour que camina a golpe de sobresalto diario: fugas agónicas, subidas asfixiantes descensos primorosos, esprintes diabólicos, descalificaciones, abanicos afilados... La riqueza de un espectáculo primoroso que sigue liderado por Tadej Pogacar.

La jornada posterior al sueño cumplido de Remco Evenepoel y a la derrota de Pogacar en la primera crono de la ronda, arrancó con lluvia por carreteras estrechas de la zona de la Borgoña y animada por el hiperactivo Jonas Abrahamsen, el portador del maillot de lunares del Premio de la Montaña, que saltó poco después del banderazo de salida en Semur-en-Auxois y que estuvo peleando contra la dictadura del pelotón hasta poco antes del desenlace de la jornada. El noruego del Uno-X, que llegó a tener una ventaja de seis minutos, fue neutralizado a falta de 14,4 kilómetros para la meta.

El rodador de 28 años se le pudo ver en la parte trasera del pelotón en la resolución del ejercicio, cuando el grupo se lanzó al sprint sin la presencia del velocista danés Mads Pedersen, que no tomó la salida por las molestias ocasionas en la caída de Saint-Vulbas.

Un día de alta exigencia previo a la frenética cita de este domingo, con la visita a un campo sembrado de trampas. Territorio Comanche en los alrededores de Troyes. Una etapa de 199 kilómetros que incluye 14 tramos de sterrato, carreteras sin pavimentar, generadoras de estrés, que partirán al pelotón en mil pedazos. 32 kilómetros de vértigo. Seis zonas de grava están situadas en la parte final de la jornada.

Todos ellos son complicados pasos por firmes sin asfaltar, en los que Pogacar se siente superior. El esloveno ya ha ganado dos veces la Strade Bianche, se anotó la segunda edición de la Clásica de Jaén y superó una jornada similar en el último Giro de Italia (ganada por Pelayo Sánchez).

Estas pistas por la comarca de Troyes son menos irregulares que las de la Strade Bianche. Los chemins blancs (caminos blancos) transcurren por bellos parajes adornados por viñedos. Varios corredores, entre ellos Tom Pidcock (triunfador en la Strade Bianche de 2023) y su compañero Laurens de Plus reconocieron la etapa antes de tomar la salida del Tour. Carlos Rodríguez deberá pegarse a ambos rodadores del Ineos

Un día apropiado para el lucimiento de Pogacar y marcado en rojo en el calendario de Oier Lazkano, el clásicómano del Movistar que ya se anotó la última Clásica de Jaén, y de otros vencedores de la Strade Bianche: Van der Poel (2021), Van Aert (2020), Kwiatkowski (2014 y 2017). Etapa tremenda para un Tour machacante.

Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Evenepoel planta cara a Pogacar en la primera contrarreloj del Tour

Por orden de llegada, por grado de apropiación y cercanía a la amorosa victoria, en la cumbre del ciclismo mundial, Remco Evenepoel,Tadej Pogacar,Primoz Roglic y Jonas Vingegaard se enzarzaron en la disputa de una contrarreloj primorosa en su interés, su intensidad y su emoción. No tanto en su trascendencia estricta, porque las diferencias, en 25,3 kms., no podían ser grandes entre ellos.

Pero, en lo escueto de su lenguaje cronométrico, el resultado certificó que, a expensas de que la carretera y sus azares se pronuncien más adelante de modo diferente, hay cuatro hombres para tres puestos de un podio aún sin determinar. Cuatro hombres a los que, realmente, sólo les mueve el afán de ocupar su cima, aunque Pogacar, en el conjunto de posibilidades teóricas, parece el destinado para ello.

La primera gran referencia la estableció Kévin Vauquelin al bajar de los 30 minutos (29:44). Lo dejó atrás por 76 centésimas Victor Campenaerts. Quienes salieron después no rebajaron ese tiempo hasta que los Fab Four entraron en liza. Desde el primer momento, y en los tres puntos intermedios, situados en los kms. 8,6; 14,4 y 19,9, Evenepoel, Pogacar y Vingegaard realizaban los mejores tiempos. Bueno, en el tercero, Roglic se adelantó a Vingegaard y ese cambio dictaminó la clasificación final.

En su primer Tour, Evenepoel (28:52) fue el único que, a 52,6 kms. por hora, bajó de los 29 minutos. Pogacar (a 12"), Roglic (a 34") y Vingegaard (a 37") bajaron de los 29:30. Las espadas están en todo lo alto. Remco aspira a lo máximo, pero debe pasar la reválida de los grandes puertos. Pogacar permanece como máximo favorito y no admite más dudas que, tras el Giro, pueda acusar la tercera semana. Vingegaard parece, a medida que acumula kilómetros, ir adquiriendo la forma que le permita enfrentarse a Pogacar y, quizás, a Evenepoel. En cuanto a Roglic, es la solidez personificada, y descartarlo en el vértice de la baraja sería un atrevimiento.

La modalidad de contrarreloj es paradójica. Los corredores actúan por separado. Pero, en la ausencia de acompañantes o intermediarios, se enfrentan directamente. A distancia, pero unidos, defendiendo cada uno su suerte, por un cronómetro neutral, objetivo, insobornable. Justo.

Juan Ayuso (decimoquinto, a 1:18) y Carlos Rodríguez (decimoséptimo, a 1:27) no nos dejaron satisfechos. Conservan, sin embargo, en la general, sus puestos en el Top-10. Ayuso es quinto, a 2:16. Rodríguez, séptimo, a 2:31. Tal como están las cosas, no ofrecen quejas. Ayuso, por otra parte, tiene por delante una doble tarea: mantener el tipo y echar una mano a Pogacar.