Entre acusaciones de arrogancia, Pogacar regresa a su peor pesadilla, el col de la Loze: “Algunos deberían callarse”

Actualizado Miércoles, 23 julio 2025 - 19:29

Aquel 19 de julio, hace poco más de dos años, Tadej Pogacar dejó una estampa tan inolvidable como cada una de sus victorias. A los héroes se les recuerda por la gloria y tantas veces más por el sufrimiento, por los lugares donde fueron humanos. Camino del Col de la Loze y sus 2.304 metros de altitud (la cima más alta de este Tour), atravesando los trampolines olímpicos de Courchevel con el alivio y la ayuda de Marc Soler, el esloveno dejó una frase para siempre: "Estoy muerto, se acabó". Este jueves, tan diferente todo, el líder del Tour de Francia regresa a aquella pesadilla con ánimo de revancha.

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"Quiero vengar mis piernas. Estoy ansioso", desafía, gorro de lana tras cada etapa, bajo la lluvia de Valence. La etapa reina del Tour parte este jueves desde Vif, salida inédita, y atraviesa varios de los puertos más icónicos de los Alpes. Primero el Glandon (21,7 kilómetros al 5,1%), después la Madeleine (19,2 al 7,9%) y, como colofón los 26,2 del col de la Loze (6,5 de media) hasta el monumento a Henri Desgrange. Más de 5.500 metros acumulados en el antepenúltimo día del Tour. "Podemos esperar que Visma trate de filtrar gente en las escapadas y que suba todos los puertos a tope. Después, en el Col de la Loze, harán todo lo posible por descolgarme. Voy a estar preparado", admitió Tadej, reconociendo que La Loze "es una subida preciosa y una de las más duras que he hecho nunca". "Quizá este lado (se asciende por uno diferente esta vez) sea menos complicado que el que subimos en 2023...", explicó.

Pogacar, que ahora acude seguro de sí mismo, decidido y todopoderoso tras reinar en los Pirineos, enterró aquel Tour ante Jonas Vingegaard camino de Courchevel, una pájara en la que se dejó 5:45. Sus derrotas son sus acicates y ya se quitó la mala espina de Hautacam hace unos días. Incluso en el Mont Ventoux, donde no ganó, aguantó esta vez sin problemas al danés.

Más allá de lo deportivo, a Pogacar y, sobre todo a su equipo, le persigue la polémica. Les acusan de arrogantes, actitudes de kapo como la que mostró Nils Politt el martes, abroncando los intentos de escapa del Movistar al comienzo de la etapa. El esloveno, que no rechaza ninguna pregunta en la rueda de prensa de cada día por ser líder, defendió a sus compañeros del UAE Emirates. "La arrogancia es una cosa, intentar ganar el Tour es otra", pronunció contundente. Y explicó, señalando especialmente al ex ciclista francés Thomas Voeckler, quien se enfadó con Politt en plena retransmisión de la televisión gala: "Intentamos calmar los ánimos, controlar el ritmo de la carrera. No pretendemos ser arrogantes, sólo intentamos facilitarnos al máximo la carrera para ganar. Algunos deberían callarse; esto sonará muy arrogante, pero bueno".

Joxean Fernández 'Matxin': "Pogacar no sólo es un campeón, es un puto líder"

Joxean Fernández ‘Matxin’: “Pogacar no sólo es un campeón, es un puto líder”

Del hotel del UAE Emirates a las afueras de Montpellier parten a media mañana Tadej Pogacar y sus compañeros, seguidos de un enjambre de ciclistas amateur que no tardan en perder comba. Es el día de descanso, pero las piernas no pueden parar en seco. Un par de horas suaves, un café y vuelta al cuartel general, que comparten con el Lidl y el Bahrein, y en el que Joxean Fernández Matxin despacha su frenética rutina: sponsors, periodistas y agentes.

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¿Le mosquea que todo vaya tan bien?
Intentas disfrutarlo. He aprendido a hacerlo, porque yo personalmente también he pasado por malos momentos. Te das cuenta de que nada es ni efímero ni eterno.
Como el constipado de Tadej.
Hay tantos cambios de temperatura... En el podio está el aire acondicionado a tope, en las ruedas de prensa, el antidoping y luego de golpe el calor. Afecta. Pero está bien.
¿Llegó a pasar miedo en la caída de Toulouse?
No te da tiempo pensar. Actúas rápido e intentas acudir a la caída para cambiar la bici... Yo siempre tengo dos frases que repito mucho y que ellos me bromean. Una es: "Hoy tenemos que ganar sí o sí". Y la otra: "Cualquier problema tiene solución". Y yo siempre busco la solución.
La sensación es que sólo algo extraordinario, un accidente o una enfermedad, puede hacer que Pogacar no gane su cuarto Tour.
Puede haber más circunstancias. Las hemos vivido y las recordamos. El Granon (2022) fue un día fatal, el col de Loze (2023) otro. Esas cosas no podemos olvidarlas. Hay que tener memoria para los momentos malos.
Matxin y Pogacar, durante el pasado Tour.

Matxin y Pogacar, durante el pasado Tour.UAE

Hautacam, Mont Ventoux, la Loze... Este Tour se ha empeñado en volver a los lugares donde Pogacar ha sufrido. ¿Es otra motivación?
Sí, sin duda. Cuando tú consigues algo y acumulas muchas victorias, tienes una memoria general de ellas. Pero cuando tienes un mal día, eso no se olvida. La mejor forma de motivar a alguien es solucionar esos malos recuerdos. El estímulo de alguien como Tadej es eso. Ya se vio en Hautacam. Sólo nos falta Granon en este tríptico. Algún día habrá que quitarse esa espina.
¿Cómo se hace para mantener el hambre de quien gana todo?
Eso es lo más fácil. Sinceramente. Cuando compites te das cuenta de que hay otros 200 corredores que quieren ir para adelante y ganarte. La diferencia entre el yo puedo y yo lo hago es la calidad. Él es consciente de que la tiene y siempre es competitivo. Lo que buscamos con él es variar los objetivos, cambiar de carreras. Está el objetivo prioritario y luego nos aproximamos con otros, como este año con las clásicas.
¿Tadej mira mucho a la Historia?
Se lo ponéis los periodistas en bandeja. A veces yo le digo algo. Él me escribe o me llama más por el tema de los puntos UCI, de los ránkings... Ahora últimamente ya no tanto, porque siempre va primero, así que no hay mucho que mirar.
¿Se está granjeando una mala imagen por ganar tanto?
Si algo tiene Tadej es que no es arrogante. Él se moja y dijo: "Este equipo me paga para ganar". No le pagan para regalárselo a un rival. Y no creo que fuera justo para ellos. Si yo fuese su rival no me gustaría que me lo regalase. Él compite para ganar. Otra cosa es que pueda correr ahora más tranquilo, como el otro día. Posiblemente en Superbagnères, en vez de esperar a que atacara Vingegaard, lo hubiera hecho él. Pero las circunstancias son así, ahora no tiene desasosiego, no hace falta que haga sobreesfuerzos cuando queda una semana tan dura.
Joxean Fernández Matxin, durante la entrevista, en el hotel del UAE.

Joxean Fernández Matxin, durante la entrevista, en el hotel del UAE.EL MUNDO

Cuando un ciclista domina de forma tan abrumadora no tardan en salir las sospechas de dopaje. ¿Cabrea?
Sinceramente, yo analizo quien habla del tema del dopaje y son gente de hace 20 años. Les diría: "mirad el ciclismo de hoy en día, no tiene nada que ver". Son periodistas que han vivido una época que les ha marcado. Les pediría que vivan el día a día. Hace unos días, David Lappartient (presidente de la UCI) sacó en un medio como Le Figaro una información con la perfomance completa de Pogacar. Se lo agradezco.
¿Nota a Tadej más maduro?
Sí, en todos los aspectos.
¿Por ejemplo?
Ya sabe que tiene que, en vez de 18 autógrafos, firmar sólo cuatro o cinco. Porque si hace 18 hay otros 200 aficionados que se van a enfadar. También en carrera, sabe tener la pausa para estar en el pelotón. Y en cuanto a la motivación de sus compañeros. La diferencia es ser líder o ser campeón y él es un líder. Se preocupa por los compañeros, por el staff... Predica con el ejemplo. Eso es lo que más me gusta de él. Y se lo digo personalmente: "No eres un campeón, eres un puto líder". Cada vez que viene al autobús agradece a sus compañeros y ellos se dejan la vida por él. Estaba más contento por la victoria de Wellens que por las suyas.
¿Y un líder se cabrea?
Sí. Normalmente sabe canalizar bien, pero es muy directo. Tiene valor y huevos para decirme las cosas.
¿Qué le queda por mejorar?
Ser un sprinter masivo y ganar a un pelotón de 200. Pero ni trabajamos ni pensamos en ello.
¿Victoria en Mont Ventoux, en la Loze o París con Montmartre?
Conociéndole, full equipe.

Vingegaard amenaza con “atacar” y Pogacar responde: “Estoy preparado para luchar contra todos, especialmente contra Jonas”

Actualizado Lunes, 21 julio 2025 - 17:57

La jornada de descanso del Tour de Francia también forma parte de la propia guerra. Aparcado el pelotón este lunes en sus cuarteles generales, todos en los alrededores de Montpellier, es momento de repasar el estado de la tropa y de mirar lo que viene, que no es poco: el martes, el Mont Ventoux. Jueves y viernes, los Alpes. También es tiempo de batalla psicológica, de recados al adversario. Visma Lease a Bike y UAE Team Emirates no han dejado de hacerlo.

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El primero en disparar este lunes fue Jonas Vingegaard, quien en su comparecencia ante los medios no dudó en advertir que no tira la toalla, pese a que su distancia con respecto a Tadej Pogacar en la general es ya de más de cuatro minutos. "Es una gran diferencia, pero mi punto fuerte es la tercera semana", advirtió el danés, mirando de reojo algunos precedentes. Tanto en 2022 (Granon) como en 2023 (col de la Loze), los Alpes y sus jornadas maratonianas fueron sus aliados. No así el año pasado.

El Visma tiene un plan. Siempre lo tuvo y siempre fue la última semana. Otra cosa es que pueda llevarlo a cabo, porque la fortaleza de Pogacar asusta. "Estoy preparado para la lucha contra todos, especialmente contra Jonas", respondió después el esloveno, que habló de seguir concentrado y de confiar en sí mismo, como hasta ahora. Y que tiene un par de cuentas por saldar, empezando por el Mont Ventoux (15,7 kilómetros al 8,7%). En el gigante de la Provenza, en 2021, el esloveno fue incapaz de seguir la rueda de un Vingegaard que dejó su primera gran exhibición, avisando de lo que venía. Bien es cierto que luego lo atrapó en la bajada.

Jonas dejó otra frase interesante que habla de sus ambiciones: "Estoy dispuesto a sacrificar mi segundo puesto para intentar ganar". Porque, no muy lejos de él y luciendo una plenitud que asombra, acude el joven alemán Florian Lipowitz. "Tenemos que atacar, intentar algo. Perdí tiempo en dos días malos, pero sé que mi nivel real es mucho mejor, lo que me ayuda a mantener la fe en mí mismo", pronunció el danés.

La amenaza de uno y la seguridad del otro. La lucha eterna, esta vez con Pogacar como claro dominador. "Tengo confianza en mí mismo.Seguro que Jonas también, porque está en buena forma. Lo vimos en la contrarreloj y en la etapa a Superbagnères. Tendré que mantener la concentración cada día. Dormir bien, comer bien. Y mantener el ánimo que tenemos con el equipo. Va a ser difícil, pase lo que pase", razonó el líder.

El miedo de Pogacar en el Tourmalet y otro récord imposible a su alcance: “El Tour me trae a los lugares donde peor lo he pasado. Estoy impaciente”

Actualizado Sábado, 19 julio 2025 - 23:02

"Gracias por no lanzar el ataque desde abajo. Cuando escuché lo de los tres minutos, pensé que no sería suficiente". Thymen Arensman acaba de lograr la victoria de su vida en Superbagnères, un corredor cinco estrellas que nunca cumplió todas las expectativas pero que ahora, sentado a la vera de Tadej Pogacar en el podio, le pide un selfie y le agradece su clemencia.

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La suficiencia del esloveno es tal que el Tour de Francia escapa de los Pirineos no cuestionándose quién lo ganará, más bien intentando colocar a Pogacar en la historia, especulando hasta dónde puede llegar, qué no podrá conseguir de lo que se proponga. Tras la enésima exhibición en la cronoescalada de Peyregudes del viernes, cuarto triunfo parcial en 13 etapas disputadas, L'Equipe directamente se preguntaba si el esloveno alcanzaría el récord de ocho en una misma edición logrado por Charles Pélissier en 1930, Freddy Maertens en 1976 y Eddy Merckx en el 70 y el 74.

El tríptico pirenaico, tres de tres (¿quién fue el último que ganó tres etapas seguidas de montaña?), era demasiado goloso, otro alarde más. A por él pudo acudir Pogacar, tan poderoso después cuando Jonas Vingegaard le probó -«esperaba que Tadej atacara en la última subida. Luego me di cuenta de que no era el caso. Así que decidí ir a por todas», admitió el danés-, cuando Arensman, bravísimo ganador después, afrontaba Superbagnères con tres minutos de diferencia y una paliza en sus piernas. Podría haber pedido un punto más a Marc Soler o gas a Jonathan Narváez, como en Hautacam, y haberse lanzado a otra gesta. Pero Pogacar esta vez optó por contradecir su instinto, por «defender el amarillo, por no atacar».

«Jonas ha estado realmente bien. En realidad, esperaba que atacara un poco antes», aseguró el esloveno, que amagó con el contraataque, pero se dio cuenta de que sus piernas no estaban esta vez para demasiadas fiestas. «Por eso he optado por controlar la etapa, mantenerme a su rueda y esperar al sprint final. Éste es probablemente el día de Pirineos en que le he visto más fuerte. Estoy seguro de que seguirá atacándome en los Alpes», anticipó.

Quizá también en su mente daban vueltas las reflexiones del día anterior, cuando fue cuestionado por eso de dejar algo a los demás, por la imagen que puede labrarse en un pelotón quien arrasa sin compasión. Y él razonó, como en otras ocasiones, que cómo iba a hacer eso a sus compañeros del UAE Emirates que se dejan la piel por él, que cómo no iba a pelear por un triunfo «si se presenta la oportunidad», y que eso de los amigos y los enemigos, cuando acabe su carrera, «probablemente ya no hable con el 99% del pelotón».

Pero el deporte profesional pocas veces entiende de magnanimidad y tipos como Miguel Indurain quedan pocos. Lo de ayer desde Pau fue cuestión más de precaución. «De mantenerse seguros. Estábamos asustados cuando bajábamos el Tourmalet con la niebla cerrada. Apenas se veía la carretera, 20 metros delante...», confesaba Tadej, que se acercó con honor y cariño a tender la mano al vencedor Arensman cuando el neerlandés estaba tendido en el asfalto completamente exhausto. «No he venido a hacer enemigos...». Y realmente no se percibe en el pelotón ningún síntoma de odio contra quien lo domina.

Pogacar, por delante de Vingegaard en Superbagnères.

Pogacar, por delante de Vingegaard en Superbagnères.Thibault CamusAP

Pogacar, pese a la tregua del sábado y la que el domingo camino de Carcassone también se dará, seguirá teniendo oportunidades de ampliar su palmarés de victorias parciales mientras asegura su cuarto Tour (ya aventaja a Vingegaard en 4:13). La próxima, que sería la quinta (el año pasado estableció su récord, con seis, las tres últimas seguidas), será el martes en Mont Ventoux, cima mítica, etapa monopuerto ideal para un ataque definitivo. Allí pusieron su nombre Bobet, Charly Gaul, Poulidor, Julio Jiménez, Merckx, Thevenet, Pantani, Froome... Apetecible. Y todavía con dos de alta montaña por delante en los Alpes (la venganza de La Loze...) y la última en París, que este año introduce la novedad de Montmartre que seguramente eliminará a los sprinters. "Parece que este año el Tour ha querido traerme a los lugares donde peor lo he pasado. Hautacam, el Ventoux, el Col de la Loze, donde exploté en 2022. Son tres puertos que me gustan y estoy impaciente por volver a subirlos", amenaza.

Pogacar amontona ya 21 victorias de etapa en el Tour, algo que a su edad, 26 años, sólo habían logrado Merckxs y el velocista Mark Cavendish, y 30 en grandes vueltas (el Caníbal sumó 64 en toda su carrera). Y se le intuye tanta cuerda que, cuando ayer le preguntaron en la televisión francesa por la candidatura de su país, Eslovenia, de acoger la salida del Tour de 2029, cuando él ya tenga 30, se mostró realmente ilusionado. . "Siempre he tenido un poco de envidia de los ciclistas franceses que pasan por sus pueblos o ciudades de origen. Espero que en 2029 todavía esté en la bicicleta, al inicio de ese Tour. Sería un sueño", expresó.

Pogacar da tregua, aguanta los ataques de Vingegaard y Arensman pone su sello en Superbagnères

Actualizado Sábado, 19 julio 2025 - 17:30

La noticia en Superbagnères, donde el Tour regresaba 39 años después, -memorias de aquellas batallas ya a color, con Hinault, Lemond y Fignon como protagonistas; del último triunfo, el de Robert Millar en 1989 por delante de Perico Delgado...-, es que Tadej Pogacar no ganó. Concedió tregua el tirano del Tour, permitió el UAE una fuga, de la que el más fuerte y el más bravo, Thymen Arensman, se llevó un triunfo bajo la niebla de los que queda para siempre. [Narración y clasificaciones]

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El líder se limitó a observar esta vez, a ignorar su hambre voraz, a poner pausa a la historia, a apenas marcar con una suficiencia demoledora los intentos de Jonas Vingegaard. El danés, inquieto en la calma de los favoritos, olvidó humillaciones previas y lo probó justo en el momento que cruzaba por debajo de la pancarta de cuatro kilómetros para la cima, con no demasiado que perder. Consiguió marcharse en pareja con Pogacar y se respetaron, apenas un par de acelerones cada uno, el último, con el que el esloveno le rebasó en meta para otro bocadito a su ventaja en la general, que ya se dispara a 4:13.

Por detrás de ellos, no demasiado lejos, Felix Gall y un Florian Lipowitz que asalta el podio por méritos propios y también por el abandono de Remco Evenepoel en las primeras rampas del Tourmalet, la otra noticia del día. Carlos Rodríguez, que ayudó a su compañero en la escapada y que se mostró combativo toda la jornada, asciende al Top 10, objetivo de mínimos, y recupera sensaciones, más importante.

En el tercer día en los Pirineos se marchó el sol y llegó el otoño, niebla y llovizna para refrescar el ambiente y hacer los descensos cautelosos. El sábado venía marcado por los dos recitales previos de Pogacar, dos mazazos que dejaron al Tour boquiabierto. Y por sus palabras tras la crono en Peyragudes, cuando fue cuestionado por su carácter insaciable, tres etapas ya en su zurrón en la presente edición. Algo así como no estoy aquí para hacer amigos en el pelotón: "Esto es el Tour. No puedes aflojar si se te presenta una oportunidad de pelear por un triunfo de etapa. Nunca sabes cuándo va a ser tu último", aseguró, poniendo en valor el trabajo de su equipo.

Pogacar, al llegar a la cima.

Pogacar, al llegar a la cima.MARCO BERTORELLOAFP

Desde la salida de Pau se intuía oportunidad para la fuga, para escaladores, y a ello se afanaban en el bus del Movistar por la mañana, conscientes de que la actuación de su líder Enric Mas necesitaba mostrar algo más. Atentos estuvieron de inicio, con hasta cinco hombres en los primeros vaivenes, los que ya no resistió Evenepoel, los que acabaron también con Skeljmose tras una caída.

Y tres Movistar, Einer Rubio, Muhlberger y el propio Mas estaban en la escapada que hizo camino, donde también buscaba puntos para la Montaña el bravo Lenny Martinez (puso su nombre en solitario en la cumbre del Tourmalet), pero también Sepp Kuss y Simon Yates por el Visma y Arensman y Carlos Rodríguez por el Ineos. Sin embargo, pronto el balear confirmó que no está para demasiado.

Fue en el Peyresourde donde Arensman, en cuyo palmarés lucía la etapa en la Vuelta de 2022 en Sierra Nevada, inició su ofensiva. La que le iba a llevar a la gloria, un fuori classe que nunca mostró en las generales lo que prometía. Su esfuerzo desde ahí hasta la estación de esquí de Superbagnères fue extraordinario, manteniendo las distancias con un grupo de favoritos en calma, con el ritmo de Marc Soler primero y Narvaez y Adam Yates después, hasta que Vingegaard intentó lo que parece imposible. Le honra, al menos.

Sin cabra, sin cinta en el manillar, sin bidón, sin pinganillo y con la bici negra: los detalles “cómodos” con los que Pogacar arrasó en la cronoescalada de Peyragudes

Actualizado Viernes, 18 julio 2025 - 23:15

«Era la gran decisión, con qué bici empezar», expone Tadej Pogacar en el altiplano de Peyragudes, mientras sacude en el rodillo el ácido láctico de sus piernas, que han realizado un esfuerzo como si de un test se tratara, 23 minutos clavados desde el lago de Loudenvielle, 10,9 kilómetros a una velocidad de 28,4 por hora, lo impensable para cualquier mortal. Habla el tirano del Tour de los detalles de su enésima exhibición (el cuarto triunfo ya en lo que va de carrera), basada esta vez en el puro sacrificio sin más estrategias, alejado de alardes técnicos y hasta de consejos de pinganillo que le pudieran despistar de lo único que le preocupaba: «Ir a tope desde el principio hasta el final».

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La gran decisión era cómo afrontar una cronoescalada en la que, tras unos primeros metros de terreno menos áspero, después de girar a la derecha en el pueblo de Estarvielle, se afrontaba un infierno, coronado por un muro rectilíneo e interminable de asfalto negro y rampas del 16% donde tantos hacían zigzag en una crono que apenas 'disputaron' un puñado de corredores. Tadej optó por lo más simple, su Colnago aerodinámica de siempre, con el característico manillar en forma de Y. Y con doble plato. A diferencia de Vingegaard, Evenepoel, Roglic o Lipowitz, no uso la cabra de contrarreloj. El danés incluso llevó el llamativo casco aero. Dio igual, en el primer punto intermedio, situado en Escadaoux, el único relativamente llano, ya marcaba el mejor tiempo el líder.

«Competimos todo el año con este tipo de bicicleta. Hicimos nuestros cálculos. Quería ir más cómodo y fue la decisión correcta. Salí sin auriculares porque la táctica era sencilla. Podía ver los tiempos en los puntos intermedios de las pancartas. Desde el primero, vi la luz verde y los cinco segundos de ventaja, lo que me dio impulso. Abrí un hueco y mantuve un buen ritmo hasta el final», explicó con detalle lo que por la mañana se gestaba en el autobus del UAE Emirates. «Siempre tenemos un plan, pero no siempre sale. Bueno, con Tadej sale más veces de lo habitual», bromeaba a esas horas de calma su director Josean Fernández Matxin.

El ejercicio de Pogacar fue de una precisión exquisita, incrementando paulatinamente su distancia con Vingegaard hasta los 36 segundos finales que ya le dan un colchón de más de cuatro minutos antes de la etapa de hoy, una de las reinas de este Tour, entre Pau y Superbagneres (con el Tourmalet a la mitad). En la última cuesta, mientras Jonas se motivaba doblando a un Evenepoel que padeció muchísimo, incluso problemas mecánicos, Tadej reconoció que «casi» explota. Explorar los límites.

Pogacar, durante la cronoescalada.

Pogacar, durante la cronoescalada.Mosa'ab ElshamyAP

Sí hubo otros detalles que llamaron la atención en el esloveno. Por ejemplo, no llevaba bidón en su bicicleta (ni siquiera soportes para ello). Es decir, no le iba a hacer falta beber en el tiempo transcurrido, pese al calor reinante en los Pirineos, algo menos ayer que en la jornada previa. Tampoco había pintura amarilla en su montura, habitual cuando es la bici del líder. Reinaba el negro: cualquier gramo de más sobra para escalar. Incluso Pogacar fue sin cinta en su manillar, algo que se había visto pocas veces. «Llevaba pensando en esta contrarreloj desde diciembre; quería que todo saliera perfecto. Y en el último momento, el equipo lo gestionó todo a la perfección», concedió sobre la exhaustiva preparación.

Fueron 36 segundos al final con Vingegaard, una distancia asumible si no hubiera sido por lo sucedido el jueves en Hautacam. El danés, que guardó absoluto silencio ese día, sí que reflexionó ayer. Y se mostró más esperanzado sobre su rendimiento de lo que cabría pensar. «El jueves fue un día realmente decepcionante. Esperaba más, pero al final me quedé sin fuerzas, estaba vacío. Fue una de mis peores actuaciones. Hoy (por ayer) una de las mejores. Es bueno reaccionar así. Hice todo lo que pude», concedió. Y habló sobre que "todo ha vuelto a la normalidad», de que «el Tour está lejos de terminar» y de que seguirá intentándolo. «No he perdido la fe en mí mismo. Sigo creyendo en nivel. Todo el equipo está muy fuerte, solo tenemos que demostrarlo en los próximos días», concluyó.

De asombro en asombro, Pogacar vuelve a exhibirse en la cronoescalada de Peyragudes

Actualizado Viernes, 18 julio 2025 - 17:43

Bordeando el precioso lago de Genos-Loudenvielle, hace tres años marchaban a una velocidad que cuesta asimilar Pogacar y Vingegaard, que desde entonces no han dejado de escribir capítulos en su rivalidad. Se siguen persiguiendo y se perseguían entonces, el danés a rueda, pues tenía su primer Tour a tiro y al día siguiente en Hautacam lo iba a sentenciar. Y que no se iba a despegar del esloveno hasta la cima de Peyragudes. [Narración y clasificaciones]

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Mismos escenarios, días cambiados, rivalidad del revés. Ahí donde volvió a exhibirse este viernes Tadej, esta vez sin brazos arriba, apenas el puño derecho apretado con rabia, como los dientes en esa lucha contra el crono en la que también es el rey. De amarillo, aventajó en otros 36 segundos a Jonas, en 1:20 a Roglic, en 2:39 a un desesperado Evenepoel y en otra barbaridad al resto de los mortales. Otro paso más hacia lo que parece una evidencia, su cuarto Tour de Francia.

Pasa el tiempo, cambian los escenarios y las tendencias, se acumulan afrentas y se desatan revanchas. De aquellos días de derrotas en los Pirineos, aunque en el altiplano venciera entonces Tadej, a estos de plenitud y dominio. De cuentas saldadas. Aún con el regusto a épica de la jornada anterior en Hautacam, la cronoescalada puso todavía más distancia entre ambos. Otra pequeña gran afrenta en la moral ya torturada de Jonas, quien no intuye resquicio por donde inquietar al todopoderoso Pogacar.

Por esas laderas que son territorio en invierno del esquí y en verano de los descensos vertiginosos en longboard, Pogacar desató de nuevo su tormenta. Como si nunca tuviera suficiente. Su victoria 21 en el Tour, la 30 en grandes vueltas (Merckxs sumó 64 en toda su carrera), a los 26 años. Cuatro ya en la presente edición que tiraniza, aunque aún sienta dolor en las quemaduras de su brazo izquierdo, en el golpetazo en la cadera tras la caída de Toulouse sólo 48 horas antes.

Hasta en el muro final, esa pared infernal que remata a los que antes no han calculado bien y hacen zigzag en la rampa recta de asfalto negro, como una escena de terror, al 16%, terreno agreste y desértico donde los aficionados aguardan a los héroes. Hasta ahí, donde los demás se retuercen, el amarillo de Tadej reluce, como si hiciera guiños al sol, a más de 1.800 metros de altitud. Y pedalea con alegría y rabia, consciente de que va a volver a ganar.

En 10,9 kilómetros aventaja a Vingegaard, que salió con cabra de contrarreloj y remató un gran final persiguiendo para doblar a Remco, en 36 segundos. No hay muchas batallas entre ellos en cronoescaladas puras como referencia. Hace cinco años el danés aún no compareció en el Tour cuando Tadej lo reventó en La Planche des Belles Filles. Sí en 2023 en Combloux, otra historia, una exhibición como no se recuerda, 1:38 de ventaja para Jonas en poco más de 22 kilómetros.

La contrarreloj apenas la disputaron los 30-40 mejores de la general. Luke Plapp había sido la referencia, todos lejos de él. Roglic fue la sorpresa y Lipowitz, que ya amenaza el podio de Evenepoel, volvió a rendir a gran nivel. Los españoles cumplieron algo mejor que en las jornadas previas. Con Carlos Rodríguez 13º, Enric Mas 15º y Cristián Rodríguez 18º.

Pogacar y otro capítulo en Hautacam para su leyenda, entre la venganza y el homenaje al fallecido Samuele: “Pensaba en él durante el último kilómetro”

Actualizado Jueves, 17 julio 2025 - 22:44

Cuando todavía faltaban dos kilómetros para poner su nombre para siempre estación de esquí de Hautacam, en tal nivel de esfuerzo que hasta el pinganillo le sobraba, Tadej Pogacar intuyó un elemento extraño en la moto de televisión que marchaba justo a su lado, intentando captar cualquier detalle de su rostro sufriente. Mientras encaminaba su cuarto Tour de Francia, mientras firmaba la enésima exhibición de su ya inigualable carrera, el esloveno tuvo a bien advertir al cámara de que llevaba enganchado un cartón en su rueda trasera.

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Fue la anécdota surrealista de una jornada de ciclismo para el recuerdo. Otra más. Porque en la mente de Tadej durante el sacrificio, durante el pedaleo sin tregua con el que destrozaba a su rival Jonas Vingegaard, iba un pensamiento más profundo, el dolor por el compañero caído, la dedicatoria al cielo que acogió a Samuele Privitera, el joven ciclista italiano fallecido el día anterior tras un accidente durante la disputa del Giro del Valle de Aosta sub-23. «Esta etapa es para Samuele y para toda su familia. Esta mañana fue muy duro enterarme de lo sucedido. Pensaba en él durante el último kilómetro, en lo duro que puede ser este deporte», pronunció emocionado.

También, cómo no, en su ataque sin preludios, en su acelerón brutal nada más arrancar ese puerto que inauguró Luc Leblanc para el Tour en 1994, coronando el recital de Miguel Indurain, estaba el ánimo de venganza. Son esas cerillas las que encienden a los campeones, las postales que cuelgan en sus habitaciones para no olvidar lo padecido. «Todo el mundo me decía que era la hora de la revancha y blablabla». En estas mismas rampas, tan soleadas como entonces, hace tres años fue torturado por el Visma y por el propio Vingegaard, que ayer sólo podía admitir la inferioridad en palabras de su director Grischa Niermann:«Creo que Jonas se sintió bien, pero en la última subida, Tadej fue claramente el mejor. Teníamos una estrategia y vimos a Matteo abandonar [Jorgenson, con problemas toda la etapa, acabó perdiendo más de 10 minutos]. No fue lo que esperábamos, pero Jonas sigue siendo el mejor de los demás». Aquí el danés había sentenciado aquel Tour inolvidable, labrado colectivamente en el Granon, ante un Pogacar que lo intentó una y otra vez hasta quedarse sin fuerzas. «Cuando nos acercamos a la subida final, era el mundo al revés respecto a 2022. Volvía a haber un belga en cabeza, pero esta vez no era Wout van Aert sino Tim [Wellens] y era nuestro equipo quien marcaba el ritmo. Ha sido un día muy, muy duro y yo también tenía el 2022 un poco en la cabeza... pero nos ha tocado el lado feliz de la historia. Hemos hecho un gran trabajo con el equipo y estoy muy contento de ganar aquí y de sacar tiempo a mis rivales», se congratulaba el esloveno, que por supuesto recuperó el amarillo tras el temprano desfallecimiento de Ben Healy.

Pogacar celebra su victoria en Hautacam.

Pogacar celebra su victoria en Hautacam.POOL LUCA BETTINIMUNDO

Y por último está el acicate de las heridas, de la mala noche por los rasguños de la caída llegando a Toulouse. Pogacar lucía hematomas por dentro y por fuera, un aparatoso vendaje en su brazo izquierdo. Que no le impidió volar por los Pirineos. «Nunca se sabe cómo reacciona el cuerpo después de una caída, pero ésta no ha sido tan grave. Sólo siento el dolor cadera si hago estiramientos acrobáticos, pero con el dorsal puesto me limito a pedalear. El Tour no ha terminado», resumió, avisando de la cronoescalada de hoy en Peyragudes y del etapón del sábado con final en Superbagnéres, Tourmalet incluido.

Pogacar saludó a Emmanuel Macron y habló algo cansado en sala de prensa después, donde reconoció que se encuentra en el "mejor momento de su carrera", un pico que intentará alargar lo máximo posible. Durante la etapa había tidado de intuición, agazapado entre los miles de movimientos que hubo entre Soulor y Borderes, desatando su furia lanzado por Narváez en Hautacam. Lo ascendió a 20'6 kilómetros por hora, para completarlo en 35:08, lejos eso sí del mejor registro -el del dopado Bjarne Riis en 1996 (34:40)-, pero más de dos minutos y medio mejor que su ascensión de hace tres años (Vingegaard lo hizo esta vez 56 segundos peor). Su victoria es además única por otro motivo: nunca había completado una etapa de una gran vuelta con una ventaja tan amplia sobre el segundo.

Pogacar dinamita el Tour en Hautacam

Actualizado Jueves, 17 julio 2025 - 18:04

Tantas veces las afrentas pasadas son acicates. Hautacam estaba marcado a fuego en la lista de cuentas por saldar de Tadej Pogacar, aquel querer y no poder en el Tour de 2022 para acabar rindiéndose ante Jonas Vingegaard. Como si esas nubes negras y el dolor de las abrasiones de la caída de Toulouse del día anterior fueran gasolina, el esloveno despejó todas las dudas en las primeras rampas del coloso pirenaico. Nada quiso saber de nadie. Su compañero Jonathan Narváez le lanzó como si de un sprinter se tratara y para la cima se fue en solitario, para su enésima exhibición, un despliegue bestial, un golpe a la moral de todos, su cuarto Tour encaminado, pues distanció en más de dos minutos a su rival danés, que ya está a 3:31 en la general. [Narración y clasificaciones]

Alzó los brazos con rabia, con rostros de esfuerzo máximo, la grandeza de un ciclista único que no sabe de estrategias. Tadej sólo entiende de ciclismo ofensivo, de tumbar a su rival como si de un combate de boxeo se tratara. El ring eran los Pirineos y el calor el artista invitado. Todo lo antes, el Soulor que pareció una escabechina temprana, fue un preludio de la obra maestra. Esta vez no le falló el equipo a Pogacar, pero tampoco lo hubiera necesitado.

Lipowitz fue el tercero de los mortales, muy cerca de Vingegaard. Por detrás, diferencias de otra época, de ciclismo en blanco y negro, de escaladores de leyenda. Pogacar honra su deporte.

En la salida de Auch, ya mañana soleada y una pequeña y dura cuesta desde los autobuses de los equipos hasta la zona de firmas, como para abrir boca, Pogi era el centro de todas las atenciones. Lucía un vendaje en su brazo izquierdo y cara de póquer. Dormir con semejantes quemaduras por todo el cuerpo siempre es un incordio. Él y Vingegaard, también como anticipando lo que vendría después, acudieron juntos hacia la presentación.

Escapada

La alta montaña, el primer contacto mezclado con el intenso sopor, fue como un bofetón para los ciclistas. En las primeras rampas del Soulor, que se ascendía por la vertiente de Ferrieres, ya todo era un rosario de sufrientes, incapaces de seguir la rueda del rival. En el grupo de 50 que marchó de inicio por delante, entre ellos Carlos Rodríguez, el Ineos apostó fortísimo. El ritmo de Axel Laurence pronto adelgazó la escapada, pero en un momento ya tampoco había ningún compañero: coronó Woods el primero, seguido de un grupito con Skejlmose, Einer Rubio, Storer y Armirail.

Más llamativo era lo que sucedía por detrás, entre los favoritos. El primero en tirar la toalla fue Remco Evenepoel, de nuevo incapaz de rendir en la exigencia de las rampas duras, aunque iba a saber dosificarse con mucha inteligencia ('sólo' acabaría perdiendo 3:31). También Enric Mas pronto firmó su tragedia, la de cada año. Incluso el líder Ben Healy (crisis total) se fundía al intentar seguir el ritmo de los Visma, primero Campenaerts, luego Benoot y después Kuss.

Sin embargo, al equipo de Vingegaard la táctica le saltó por los aires cuando su comodín Matteo Jorgenson se vio en problemas. Ahí tuvo que amainar la tormenta y calmar el ritmo. Fue como un golpe de calma repentino para todos. Que incluso se mantuvo en el siguiente puerto, el preludio de Hautacam, cuando hasta Remco se acercó para enlazar después en la larga bajada.

Al comienzo de Hautacam, la estación de esquí que Luc Leblanc inauguró para el Tour, seguido de Miguel Indurain, en 1994, ya todo lo anterior daba igual. Wellens había puesto el ritmo y Narvaez dio el acelerón. Vingegaard esta vez no hizo ni amago de seguir el pedaleo de poder de Pogacar, que fue aumentando poco a poco su distancia hasta la meta. Un cabalgar celestial, otra de sus tardes para el recuerdo.

El gesto de deportividad del Visma tras la caída de Pogacar: “Respeto para el pelotón, muchas gracias”

Actualizado Miércoles, 16 julio 2025 - 19:01

"Todo va bien, respeto para el pelotón, respeto para todos. Muchas gracias". Recibido como siempre por el masajista Joseba Elguezabal, repartiendo saludos de alivio a compañeros y rivales, con el culotte magullado a la altura de la cadera y rozaduras en su brazo izquierdo, Tadej Pogacar era, cómo no, el centro de atención en la meta de Toulouse. Apenas seis kilómetros atrás, en el atribulado descenso de la última cota del día, donde tanto Jonas Vingegaard como Matteo Jorgenson volvieron a enseñar las garras con sus ataques, el esloveno se había ido alarmantemente al suelo por la imprudencia de Tobias Johannesen.

Para saber más

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Se levantó rápido, recompuso el manillar y la cadena de su bicicleta y emprendió la marcha. Había caído a gran velocidad y no muy lejos tanto de la acera como de unos bolardos. El sofoco iba en el cuerpo: "Me asusté cuando vi la acera. Iba directo con la cabeza hacia ella".

Al ritmo que viajaba ese pelotón ya escuálido, hubiera perdido un tiempo precioso con sus rivales, justo antes de la llegada de los Pirineos. Sólo hubieran tenido que mantener la inercia los cuatro Visma, pero se hizo el parón. Las reglas no escritas del ciclismo. La deportividad, cuando sólo unos metros atrás se lanzaban demoledores ataques, cuando cada día se cruzan dardos mediáticos en la guerra psicológica que mantienen los dos mejores equipos del mundo. "Fue mala suerte, no es que tomara mal una curva o algo así, simplemente tocó una rueda. Creo que hicimos lo que había que hacer", se sinceró Vingegaard.

"Estoy bien, un poco raspado. Le doy las gracias al pelotón. Podría haber perdido tiempo, no mucho. Gran respeto a todos. Gracias por vuestro apoyo", manifiesta después Pogacar, que explicó la caída, a gran velocidad y todavía fuera de la zona de protección. "Bajando de la cima, los ataques de Matteo y Jonas pusieron a todos al limite. Un corredor decidió seguir uno de los ataque desde la parte derecha, no me vio y chocó con mi rueda", valoraba, sin querer todavía sacar conclusiones de sus dolores: "Normalmente el día después de una caída no es el mejor. Pero daré lo mejor de mí. Creo que estamos listos como equipo para lo que venga".

El respeto cobra aún más valor cuando la batalla está desatada. En la aparentemente etapa sin historia de Toulouse, Vingegaard había atacado hasta en los alocados kilómetros iniciales, cuando se formaban las escapadas. Al danés le secundó el líder y gozaron de unos metros. "En un momento dado, Tadej se quedó cortado y se me presentó la oportunidad de atacar junto a Jonas. Lo hice porque me apetecía apretar y ver qué pasaba", explicaba después Ben Healy, que también aclaró esos instantes de tensión y dudas que se vivieron en cabeza tras el percance de Pogacar. "Es simplemente respeto entre corredores. Es una parte de la etapa en la que no esperábamos crear diferencias de tiempo. Habría agradecido lo mismo a cambio, y creo que habría ocurrido si me hubiera caído. Cuando nos enteramos, fui a hablar con Jonas, quien me dijo: 'Lo estamos esperando'. Hubo consenso", detalló el irlandés.

"No vi nada sobre el accidente. Honestamente, no sabía que Tadej se había caído, pero Remco [Evenepoel] gritó: '¡Alto, alto, alto!'", desveló también Ilan Van Wilder, compañero del belga en el Soudal. "Ha sido una cuestión de respeto, nadie quiere coger ventaja por una caída o avería. En el ciclismo estas cosas pasan, pero no me gusta aprovecharlas", contó el español Carlos Rodríguez, que también viajaba en ese pelotón, a más de tres minutos de Abrahamsen y el resto de escapados.

A Pogacar le toca asumir el susto y valorar las heridas con rapidez. Porque el día después es una de las etapas más dura de todo el Tour, sin duda la más exigente de lo que llevamos. Entre Auch y Hautacam, cuatro puertos, especialmente selectivos Soulor (casi 12 kilómetros al 7,6%) y el propio Hautacam (13,5 al 7,9), donde Vingegaard le derrotó en 2022. Sin tiempo para el descanso, el viernes, la cronoescalada de 11 kilómetros de Peyragudes. Y el sábado, más madera, un encadenado con el Tourmalet, Aspin, Peyresourde y la meta en Superbagneres.