Antoni Daimiel: "Me gusta muy poco el periodismo deportivo que se hace hoy en día. El mal periodismo se ha despenalizado y ya todo vale"

Antoni Daimiel: “Me gusta muy poco el periodismo deportivo que se hace hoy en día. El mal periodismo se ha despenalizado y ya todo vale”

Antes de comenzar esta serie de entrevistas a periodistas deportivos que hoy termina, acordé con Antoni Daimiel (Ciudad Real, 1970) que, como mi amigo más cercano en la lista, iba a ser mi llamada de emergencia. Si alguna semana me dejaban colgado en el último momento, activaría la Daimiel-señal: "En dos horas, en cualquier bar". En un mundo ideal, no sería necesario y la leyenda (a su pesar) que lleva 30 años personificando la NBA en España clausuraría la sección. Contra todo pronóstico, ha sucedido. "Es un honor. ¿Qué has descubierto?", me pregunta.

He descubierto que hay periodistas estrella sinceramente humildes que no quieren aparecer, otros con la piel muy fina que montan guerras imaginarias porque alguien les critique en una entrevista o en una columna, algunos demasiado presumidos como para aceptar el primer plano de la foto y que (para esto necesité múltiples intentos) si quedas con José María García, llévate un libro porque hay serias posibilidades de que no aparezca. También, que la gran mayoría son tipos y tipas normales que sienten devoción por el oficio. Es difícil sacar conclusiones de 55 entrevistas a gente tan dispar, pero ahí van tres: la admiración por Michael Robinson es unánime, Roberto Gómez siempre estaba allí y es increíble la cantidad de periodistas deportivos que aseguran que trabajarían gratis o que han inventado algo.

¿A ti, como lector, qué te ha llamado la atención?
Que el panorama de la profesión es, más o menos, el que esperaba. Ahora el periodista deportivo ya es un personaje y sus opiniones llaman mucho la atención al aficionado, a quien consume a ese periodista deportivo, pero a mí lo que más me ha gustado es que las entrevistas han confrmado la idea que tenía de cada uno de los protagonistas. No ha sido un efecto sorpresa, sino un efecto satisfacción por ver que acertaba en mis valoraciones previas. Y, sí, en efecto, queda claro que el ego es grande en este oficio. Y en parte lo entiendo.
¿Por qué?
Incluso muchos de los que han tenido una carrera merecedora de salir en esta sección han pasado malos momentos y digamos que eso pide una reivindicación cuando se les da la oportunidad. Hay una idea común en casi todos los periodistas deportivos: todo el mundo piensa que ha entregado su vida a esto y que es algo más que una profesión. Quieren reivindicar, diría que hasta lógica y justamente, que se han ganado todo lo que han logrado.
¿Es también más que una profesión para ti?
No [risas]. Para mí ha sido sólo una profesión que, viendo cómo me ha ido, obviamente me ha gustado mucho tener y me ha dado un muy buen nivel de vida, pero he realizado un ejercicio permanente de pensar que es un trabajo como otro cualquiera. Me ha ayudado el hecho de haberla conocido, desde que empecé, poco dignificada comparada con otras profesiones. Al final, uno busca referencias de gente de tu generación y yo veía que mis amigos que habían estudiado Económicas o Químicas, a los cuatro o cinco años de empezar a trabajar, estaban mucho más estables y mejor situados que yo. Eso te hace ver la profesión con todos sus problemas y sus grietas. Es algo que me he esforzado en tener siempre presente, cosa que no he visto mucho alrededor, la verdad. Los periodistas deportivos a los que les va bien han estado en un parque de atracciones sin fijarse en cómo estaba el del llavero de los coches de choque y todo lo que tiene que cargar y arrastrar.
Siempre has sido bastante pesimista con el periodismo deportivo.
Sí y los acontecimientos me siguen dando la razón. Recuerdo que, cuando era muy niño, escuché a uno de mis tíos decir que es mejor ser optimista que pesimista porque, aunque acaben igual, el optimista mientras tanto lo ha pasado mejor. Bueno, pues yo no me lo he aplicado, no he querido dejarme llevar y soy pesimista en general, no solo con la profesión. La mayor parte de las cosas que veo en la sociedad no van como yo esperaba o como pienso que tienen que ir cuando estamos en un proceso teóricamente evolutivo de la especie.

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Has ido dejando trabajos estos últimos años.
Sí. No quiero caer en una reivindicación que sería todo lo contrario de las que he leído en tu sección, pero en cierto modo, sin darme importancia ni pretender decir que soy mejor, sí reivindico mi diferencia porque es verdad que es poco habitual que un periodista deportivo deje motu proprio trabajos que económicamente eran muy rentables, como ser analista de la SER yo participar en ‘Colgados del aro’. La gente se asombraría porque eran lugares donde me pagaban muy bien, pero decidí dejarlos precisamente para tener más tiempo para mí. Y no es fácil ni es habitual. Es verdad que tengo el colchón de Movistar, pero tarde en hacerlo incluso un año o dos más de lo que pretendía porque cuesta mucho, la verdad.
Venga, ¿qué has inventado tú?
No he llegado a eso de manera individual, pero sí formé parte de un equipo que creó una manera de hacer deporte en televisión cuando arrancó Canal+, sobre todo con lo que hicimos en ‘El Día Después’. Alfredo Relaño nos mandó a varios imberbes con un operador de cámara a viajar por España y ver qué se nos ocurría. Ahí sí éramos conscientes en tiempo presente de que se estaba haciendo algo nuevo y nos cautivaba, nos entusiasmaba. Luego íbamos viendo cómo otras cadenas, por ejemplo Telemadrid que era muy potente entonces, nos copiaban y eso nos llenaba de satisfacción y nos retroalimentaba para seguir así. Ahí sí tengo esa idea de ser parte de una revolución pero era una cosa colectiva. De esa época, y no porque tenga muy buena relación con él, Maldini sí fue un pionero que inventó algo, el periodista como comentarista. Él rompió esa barrera y yo luego me inspiré bastante en eso cuando cogí la NBA. Soy consciente de que quise tirar por ahí tras ver a Julio.
¿Por qué dejaste de cubrir fútbol?
Se me hacía demasiado selvático el mundo del periodismo de fútbol, había demasiado codazo, y no era fácil sobrevivir. Había que estar con el machete en la mano y yo siempre he buscado un poco alejarme de los conflictos y dedicarme a realizar mi trabajo tranquilo. Siempre pensé que eso era más fácil de conseguir como especialista de otro deporte. Recuerdo que en aquella época aconsejé a Nico Abad varias veces que se volcase en el tenis, que le gusta mucho. Entonces, cuando surgió la oportunidad de dedicarme al baloncesto lo vi como una salida más que digna y, sobre todo, muy saludable.
¿Cómo era por dentro aquella redacción fundacional de Canal+ en la que tantos novatos acabaríais siendo estrellas?
Creo de verdad, y trato de ser justo y que la nostalgia no me condicione, que fue muy bonito y, desde el punto de vista profesional, muy satisfactorio. Se hicieron cosas muy buenas. A veces Alfredo Relaño, que fue el instigador y el líder de aquello, ha hablado de cómo formó aquella redacción y mi sensación es que fue un experimento. No había garantías de continuidad ni de que triunfara ni de que se estableciera. De hecho, todo el mundo pensaba que nadie iba a pagar por la televisión en España, pero, claro, yo tenía 20 años y ni pensaba en eso ni caía en esa cuenta, sólo lo pasaba muy bien y disfrutaba. Esos sí fueron años de disfrutar trabajando, porque eres una esponja, estás en plenitud física y mental, te da igual no dormir, viajar, vas aprendiendo a una velocidad tremenda y además me encantaba la dinámica que estableció Relaño en la que el éxito tenía premio y el error no tenía castigo.
Hombre, algo os exigiría.
Sí, pero desde el sentido común y la comprensión. El verano estuve de becario, en el 91,y me encargaron una serie de cosas, Como todo el mundo se iba de vacaciones y eran muchas, no me dio tiempo de hacerlas todas. Además me quise escapar un fin de semana, que era legítimo cuando iba a trabajar todo el verano. El caso es que un periodista que llevaba varias cosas de las que yo me tenía que encargar, le dijo a Relaño que no había cumplido y que me echara. Relaño me llamó, me dijo que el tipo ese me quería echar y me preguntó qué había pasado. se lo expliqué y creo que le enterneció que yo tampoco me intenté defender, le expliqué mi versión y le dije que si me tenía que despedir, él vería, pero que yo había hecho todo lo que había podido. Un mes después me hicieron contrato. Andrés Montes siempre decía que Canal+ era trabajar en Disneyworld y que él había estado en la colina de la hamburguesa. Era todo bueno, la verdad.
¿Has tenido algún enemigo en todos estos años?
Conflictos directos, muy pocos, prácticamente nada. Ha habido gente con la que obviamente he tenido menos química y he sentido que algunos me han querido perjudicar, no sé si para pasar ellos por encima o porque les caía mal, pero he tratado de seguir mi camino. La dinámica de grupo, el estado de ánimo y todo esto que luego se ha hecho tan académico para los expertos de empresa y los coaches siempre ha sido importante para mí porque, precisamente, creo que fue la clave del éxito de aquellos primeros tiempos. Se pasaba bien, nos íbamos todos a tomar algo después de los programas y nos reíamos. Yo he tratado de llevar eso a todos mis trabajos. No puedo rajar a nivel individual de nadie, aunque tampoco tengo problema en decir quién me gusta más y quién me gusta menos.
¿Quién te gusta más y quién te gusta menos?
[Risas] Te la he puesto botando. Me gusta muy poco lo que se hace hoy en día en el periodismo deportivo, esa es la verdad. Creo que hay mucha gente joven que hace cosas que están bien, lo cual tiene un mérito extraordinario porque es gente que ya se ha criado con un modelo triunfante que para mí es negativo y, normalmente, el que se forma viendo que algo triunfa lo toma como modelo y se piensa que eso es lo que está bien. Hace ya unos años que se ha despenalizado el mal periodismo deportivo y ya todo vale. Incluso se trata de justificar de cualquier manera y de venderlo como un modelo a seguir. Y no, era mal periodismo antes y sigue siéndolo ahora.
Entiendo que te refieres al modelo que ha establecido ‘El chiringuito’.
Sí, pero no sólo ellos, lo ves por todos lados. Hablando de fútbol, que es lo más masivo, me gusta lo que trata de hacer y en muchos casos consigue Miguel Quintana, me gusta ‘La media inglesa’ y me siguen gustando, pero ya me cuesta mucho encontrarlas, las crónicas de eventos deportivos con un mínimo toque estético. En la radio, para qué mentir, todo lo que oigo me gusta poco. Estuve cuatro años en Onda Cero y doce en la SER y pienso que seguramente no di lo mejor de mí. Todo el mundo dice que la radio es mágica, pero yo no encontré el perfil bueno ni he sentido ese enamoramiento loco. No di el máximo nivel, pero precisamente tiene que ver con que no me gusta la mayor parte de las cosas que se hacen en ella.
¿Y en la tele? Trabajaste en Canal+ con los referentes máximos de dos corrientes opuestas: Michael Robinson y Josep Pedrerol.
La trayectoria de Michael Robinson, bien estudiada y estando muy cerca de él en muchos momentos, es realmente apasionante. Es cinematográfica porque él, aunque había jugado en el fútbol español y había hecho el Mundial de Italia en TVE, estaba vendiendo derechos deportivos cuando se le ocurre a Relaño ficharlo y llega bastante virgen. Relaño algo detectó y él, que era un tío muy listo, enseguida va construyendo su imagen. Michael era muy bueno argumentando por qué ese tipo de periodismo que a él le gustaba era el que valía, el que podía perdurar y el correspondiente a una tele de pago. Yo siempre he estado 100% de acuerdo con él en eso, pero creo que sólo se hubiera podido crear algo como lo que supuso ‘Informe Robinson’ por el estatus que él tenía. A ningún otro le hubieran dado ese presupuesto para hacer reportajes sin una recompensa inmediata. Y eso es un logro tremendo porque en el periodismo, como en todo, hay un camino muy sencillo hacia al éxito y otro más intrincado que supone mayores retos y es más difícil. El bueno es el segundo. El otro lo puede seguir cualquiera.
También hay que valer.
Hay que querer. Si quieres, valer es sencillo. En cuanto a Pedrerol, llega desde Barcelona dos o tres meses después de que entre yo e identifiqué enseguida que era un periodista de radio con todas las virtudes y defectos de ese periodismo. Su obsesión era buscar la noticia, lo cual no encajaba mucho con el Canal+ de la época. De hecho siempre hubo diferencias con el resto porque buscábamos cosas distintas. Estuvieron varios años juntos Robinson y él haciendo ‘El Día Después’ y funcionó, aunque muchas veces discrepaban. De todos modos, las mayores audiencias del programa fueron en la etapa anterior, cuando presentaban Robin y el Lobo Carrasco. Dentro de la casa había mucha gente que criticaba al Lobo porque no era un presentador, pero fue otra cosa que se inventó Relaño y funcionó muy bien. poner a dos futbolistas repartiéndose las tareas. Estuve mucho tiempo compartiendo mesa con él, nuestras pantallas de ordenador chocaban, pero nunca encajó del todo allí. Luego ha encontrado y ha construido un modelo más acorde con su personalidad y su manera de entender el fútbol, la profesión y la vida. Y le ha ido muy bien, se ha hecho de oro.
Pero a ti no te gusta.
No. He ido dos veces a sus programas y la primera vez me llamó mucho la atención que, estando en maquillaje, vi el reparto de papeles que hacían antes de empezar. Es más cercano al mundo de la interpretación que al periodismo y el análisis. Esa manera de hacer televisión deportiva ha tenido mucho éxito, es indudable, pero para mí eso no es periodismo. Ellos defienden que sí y, como se ha despenalizado ya todo en esta profesión, tal vez tengan razón y es periodismo lo que diga el que triunfa, pero yo creo que no debería ser así. Está todo preparado y a mí siempre me ha fascinado lo imprevisible. Por eso me cautivaban Andrés Montes y el Relaño que yo tuve de jefe. Con ellos, cada día te podías encontrar algo que ni imaginabas y eso me alimenta mucho. Lo que hace Pedrerol es todo lo contrario, un programa en el que antes de empezar ya sabes lo que va a decir cada uno. Eso sí, a la gente le engancha. La defensa que hacen es que, después de un día muy duro, la gente quiere evadirse y se sienta delante de la televisión a no pensar. Que la gente no piense al verte es una mala defensa. Como consumidor de deporte, mi principal objetivo es que me ayuden a disfrutar y a profundizar, pero entiendo que a lo mejor la mayor parte de la audiencia no busca eso. Es una pena y las consecuencias son graves.
¿Cuáles?
Lo que se ha conseguido es el frentismo absoluto, hasta tal punto de que la política nos culpa y dicen que la política se ha futbolizado. En parte, es cierto.
¿Te hubiera gustado hacer más fútbol o las veces que has metido el pie has salido espantado?
Todo lo que es tremendamente popular y masivo hoy en día te mete en un pozo de conflicto y de frentismo que no me interesa nada. En la época en la que hice de reportero para ‘El Día Después’ no era así y en la radio, tanto con Javier Ares en Onda Cero como luego en la SER, estuve a gusto y he pasado buenos ratos hablando, pero no me gusta que me que me aten, quiero tener la libertad de decir lo que pienso sin que me miren mal y con el fútbol eso es muy difícil. No hay una tolerancia para que puedas pensar lo contrario que la mayoría. Por ejemplo, con el Atlético de Madrid lo he sufrido. Es mi equipo, pero cuando he planteado críticas o dudas hacia Simeone la respuesta ha sido feroz. No me da nada hablar del Atlético en redes y ha habido mucha gente encargada de silenciarme, de que sea tan desagradable poner algo por todo lo que tengo que leer luego que al final decidas no decir nada. Ese ambiente y ese tono no me interesan, no los quiero en mi vida.
De todo eso te salvó la NBA, que ha acabado siendo tu vida.
Totalmente y qué bien, ¿no? Estoy muy contento de que la NBA haya acabado siendo la base de mi carrera pese a que ha sido muy exigente en cuanto a vida, salud y horarios, pero el balance es fantástico. Es una competición a la que admiro de verdad. Mucha gente me sigue diciendo que la defiendo porque vivo de ella, pero eso es relativo. No he vivido de la NBA, he estado en el borde del precipicio en varias ocasiones para dejar de cubrirla, por decisión propia o ajena, y hubiera seguido viviendo, a lo mejor peor, de otras cosas. He tratado siempre de ser libre en mis opiniones. Sobre todo, cuando ha habido una presencia importante de jugadores españoles en la NBA me he negado a ser la voz que trataba de dulcificar todo lo que hacían esos españoles y ponerlo todo por las nubes. He intentado ser bastante justo y poner siempre en valor la competición por encima de los jugadores o de lo que podía importar a determinados sectores. Me ha gustado mucho que desde el primer año vi que la audiencia de la NBA es muy diversa pese al tópico que dice que es para jóvenes. Desde los años 90 me están viendo abuelos.
¿Cómo se convierte uno en estrella saliendo en la tele a las dos de la madrugada?
El secreto es la permanencia. Al estar tanto tiempo, el que más y el que menos me ha visto aunque sea un minuto durante estos 30 años. Además he tratado de no tener demasiadas pretensiones de fama y ha sido muy reconfortante. La NBA es una competición muy rica en noticias, te da recompensas continuamente y tienes muchos temas de los que hablar. Es una gran competición siempre maltratada en los medios españoles porque la gente de orden, que es la que suele mandar, no son seguidores de la NBA porque están en reuniones a las 9:00.
¿Qué sería la NBA en España sin Antoni Daimiel?
Sería más o menos lo mismo. Hubiera estado otro en mi lugar, lo hubiera hecho diferente, cosas mejor, cosas peor, y lo habrían visto los mismos. Soy bastante escéptico con esto, no es una pose. Yo sólo voy a trabajar y lo intento hacer bien, sin más. No soy Montes, que desde el primer partido sabía lo que hacía y que su objetivo era popularizar la NBA con su estilo, su look, sus altos y sus bajos en las retransmisiones. Todo esto eran herramientas que utilizaba porque él quería trascender. Decía que lo había pasado mal en la profesión y quería aprovechar esa oportunidad de la televisión. Lo logró y lo hizo fantástico, pero yo nunca he tenido esos grandes planes.
¿Aún le echas de menos?
Todo el rato. Me encantaría comentar con él cada cosa que ocurre en el deporte, en la profesión y en la vida porque era muy original en sus opiniones y muy gracioso sin pretenderlo. Pienso en Andrés constantemente.
Antoni Daimiel posa para la entrevista en la sede de El Mundo.

Antoni Daimiel posa para la entrevista en la sede de El Mundo.Elena Iribas

¿Sigues dando vueltas a su muerte?
Sí. Han pasado más de 15 años, pero tengo muy presente aquel día. Era una época en la que nos veíamos bastante y hablábamos prácticamente a diario. Es curioso porque era su etapa en La Sexta y a nivel personal nos veíamos más que cuando éramos compañeros. El martes de esa semana estuvimos cenando en el asador Frontón. Le vi bien y, como hacíamos muchas veces, una vez fuera del restaurante estuvimos en la calle hablando hora y media, riéndonos y tal. El miércoles me llamó cuando yo volvía del trabajo a casa, pero el jueves no y me extrañó porque me llamaba casi todos los días. Como no soy muy proactivo, no le llamé yo, que es algo a lo que luego le he dado muchas vueltas. Pensé que estaría liado...
Y el viernes falleció.
Fue tremendo aquello. A las seis de la tarde, iba a salir, me estaba duchando y sonó el teléfono. Salí mojado y era un amigo para contarme que alguien que conocía a alguien de la agencia EFE, porque Andrés vivía enfrente de su redacción, le había dicho que había pasado algo con Montes. No sabía si era grave, pero andaba por allí la policía. Al principio lo dulcificas y, sabiendo que era un personaje, pensé: "A ver qué ha liado este. Habrá discutido con alguien en el portal o algo así". Seguí con el proceso para salir y a los diez minutos la misma persona me llama y me dice que ha muerto Andrés. Me quedé congelado, sin saber qué pensar ni qué hacer. Me vestí rápido y no se me ocurrió otra que ir a su casa. Acababa de pasar, no era público y me llamó mucho la atención que, no sé si antes que yo o a la vez, el primero en llegar allí fue Roberto Gómez.
Habían sido buenos amigos.
Sí, desde muy jóvenes. Me parece terrible que todavía están por YouTube las imágenes en las que se ve el cadáver de Andrés saliendo en camilla del portal de su casa. Todo fue una conmoción y esa noche, como homenaje, nos reunimos sus amigos a cenar en un VIPs del que había sido cliente habitual porque estaba al lado de la antigua redacción de Antena 3 Radio. El tanatorio se prolongó todo el fin de semana y fue súper confuso. Nadie explicaba nada de lo que había pasado. Yo sabía desde el primer día que trabajé con él que estaba muy delicado de salud porque lo iba proclamando a los cuatro vientos. Año y medio antes le había visto bastante mal, recuerdo siempre que quedé un día a comer con él y le costaba caminar por una patología cardíaca, pero le operaron y mejoró bastante. Sin embargo, en la época de su muerte estaba aparentemente bien. Se creó un clima de confusión, estaban empezando las redes sociales y todo el mundo especulaba.
Hubo muchas teorías de la conspiración.
Ha sido un tema que yo no he querido revolver ni preguntar casi. Prefiero quedarme con su mejor imagen y pensar que su vida finalizó mucho antes de lo que le correspondía, aunque él llevaba años preparándonos. Trece o catorce años antes de su muerte, en un avión a San Antonio, me dijo que tenía las tres enfermedades con mayor causa de fallecimiento en España [cáncer, infarto y diabetes] y yo me pasaba los viajes a Estados Unidos preocupado porque comía demasiado. Se medía el azúcar en sangre, le salía disparado y yo pensando en cómo hacer el trámite de que se me muriera allí [risas]. Era un personaje tremendo. Dos o tres meses después de fallecer, comí con sus hijos y Nelson, que ahora es médico, me contó que estaba bastante molesto por todas las teorías de la conspiración que había y me ratificó que había sido muerte natural.
Te has posicionado a menudo social y políticamente, que es algo que muy pocos periodistas deportivos hacen.
Y me forran y me castigan por ello. Nunca he pretendido mojarme públicamente con estos temas porque no soy un experto y vivimos tiempos en los que hace muchísima falta que de cada cosa hablen los que saben porque si no vamos a ir muy mal. Siempre defendí las redes sociales y ya estoy entrando por el embudo por el que han pasado muchos de pensar que nos quitan más de lo que nos dan de largo. He mantenido muchos años que la cuenta final salía en positivo, que me gustaba lo que aportaban, pero ya no lo creo. Las grandes tecnológicas al final son las dueñas de estas plataformas, de los estados de opinión y de la ideologización de la gente y ni siquiera los países soberanos son capaces de ponerles freno. Entonces, como no experto, nunca he querido hablar de política públicamente, pero hay cuestiones sociales que nos afectan a todos y en las que como ciudadano voy a defender mis ideas.
¿Por qué has dicho que te castigan por ello?
Lo que más me perjudica a nivel de opinión pública es una cosa que ocurrió en ‘La resistencia’ hace seis o siete años. En realidad yo no lo quería contar y mucha gente muy cercana a mí no lo sabía, pero David Broncano me lió con lo de cuánto dinero tienes y, para dar una explicación de por qué tenía poco, se me escapó contar que tenía un piso alquilado que el inquilino no me pagaba hace años y que como la presidenta de la junta de vecinos me decía que eran unas bellísimas personas pues les dejaba seguir allí como una obra solidaria, igual que soy de Ayuda en acción. Lo conté en ese tono afable que tenía el programa, pero me ha traído muchos problemas.
¿De qué tipo?
Se sigue haciendo viral en TikTok un corte bastante sesgado de aquella anécdota y me han amenazado de muerte por ese vídeo. Lo mezclan todo, que si defiendo la okupación, que si la inmigración… Me insultan mucho. Hablar es meterse en un problema, pero obviamente tengo mis ideas y mis convicciones y si alguien me pide la opinión sobre un asunto importante, se la voy a dar porque tampoco voy a estar escondido en una cueva por temor a que haya, como decían las abuelas, otra guerra. Últimamente he pensado bastante sobre esto de las ideologías y el periodismo deportivo.
¿El qué?
¿Por qué en deportes no hay diferencia entre si un medio es conservador, progresista, alternativo, mainstream…? Todos hacen lo mismo. ¿Cuál es el proyecto de los medios deportivos en función de su ideología o de su talante? Ninguno. Son todos iguales, no hay ideas, no hay propuestas, no hay principios. No dice eso mucho bueno del periodismo deportivo.
¿Cómo has llevado una carrera tan exitosa con tan poco ego?
Creo que como he tenido desde el primer día en este trabajo la sensación de estar en el alambre, nunca me he creído nada. Siempre he pensado que me podía caer en cualquier momento porque veía que era una profesión inestable, poco agradecida y poco digna en general. Pensaba: "Aquí cambian de jefe y me quitan" o "cualquier día me agobio y me voy". Además me han dicho tantas veces en los despachos eso de que hace mucho frío fuera que al final cala. Es curioso porque está inseguridad no la he visto mucho a mi alrededor, los periodistas tienden a tener mucha confianza en sí mismos, pero yo no me he permitido nunca pensar que esto me lo he ganado yo o qué bien lo hago cuando a lo mejor al día siguiente estaba en la calle. Y además, como te decía al principio, esta es una profesión como otra cualquiera, no hay ningún motivo para sentirse especial.
Algo te enorgullecerá. Por ejemplo, todos los grandes del baloncesto español, de Pau Gasol a Ricky Rubio, han reconocido públicamente que te admiran.
Mira, hay una cosa que sí amenaza seriamente con alimentar mi ego desde hace unos años. Me encanta y es una sensación muy placentera que vengan a saludarme o a pedir una foto chicos y chicas adolescentes. Vivimos una época de una separación generacional tremenda y ver que aún les llego es una gran satisfacción, la verdad. Cuando sucede, siento que algo habré hecho bien. En cuanto a los jugadores, la lectura que le doy es que llevo haciendo esto demasiado tiempo. Pau, cuando jugaba en los Lakers, contó que de chaval tenía un póster de Jordan porque creció viendo las finales de Chicago comentadas por Montes y por mí. La verdad es que, si lo piensas, que una gran estrella del deporte diga que sus primeros inputs de la liga en la que acabaría jugando los tuvo gracias a lo que tú le contabas, te estremece un poco. Lo que más me gusta es que todos me han mostrado respeto profesional, de eso se trata.
¿Eres un periodista mucho más valorado por el público que por la profesión?
Creo que sí y estoy contento de que sea así. Salvo el 1% que me amenaza de muerte en redes por lo del inquilino o por Simeone, siento el cariño, la valoración y el respeto de la gente, pero no tanto de la profesión. He sentido muchas veces la displicencia de colegas, en plan: "Este es el que comenta la NBA, no me interesa lo que dice ni lo que hace, pero no me molesta. No juega en mi liga". Luego, en las empresas, uno se va dando cuenta según pasan los años de que los que toman las decisiones no tienen el conocimiento ni las capacidades para hacerlo correctamente porque el periodismo no coloca en esos cargos a los perfiles ideales. Los que creamos contenidos para los medios rara vez dirigimos. Hemos estado liderados por gente de financiero o de marketing que no tienen capacidad para decidir sobre algo que sigue siendo fundamental en el periodismo y el entretenimiento: los contenidos.
Desde que te conozco, y aún éramos jóvenes, te has querido jubilar. ¿Cómo llevas las cuentas?
Van muy bien, con suerte no me queda mucho. Mira, durante mis primeros años, esta conversación la tenía con Maldini y con Nico Abad cuando vivíamos juntos…
¿Con 25 años ya pensabas en jubilarte?
[Risas] No en jubilarme, pero llevaba ya cuatro años o cinco trabajando en la tele y ya pensaba que mi destino ideal era ser cronista deportivo de un periódico de provincias. Claro, era el año 94 o el 95 y no anticipaba las dificultades que esperaban a la prensa de papel, pero soñaba con esa vida agradable y cómoda. Siempre he sido bastante misántropo de no querer estar rodeado de mucha gente ni del bullicio de la gran ciudad. En esos años lo estaba disfrutando, pero pensaba que mi gusto por todo aquello se iba a acabar enseguida, como así ocurrió, y como me he criado en Valladolid, una ciudad con fútbol, baloncesto, balonmano y rugby, me imaginaba siguiendo a los equipos y viviendo tranquilo en una ciudad de provincias. Esa era mi ambición inicial. A los pocos años empecé a ver las prejubilaciones de las reconversiones industriales y cambié de plan. Además, he tenido casos cercanos de gente que se jubila muy tarde y se muere al mes y yo quiero que me quede todavía una parte importante de vida en la que desenvolverme sin el compromiso del trabajo.
¿Cuánto calculas que te queda en activo?
Tengo dudas con las cuentas porque tengo un niño muy pequeño y eso te hace ser más conservador, pero creo que es cuestión de muy poco tiempo. Una o dos veces al mes durante el último año, me envalentono y cuando me ofrecen algo digo que no. Yo lo que quiero es no trabajar y asomarme al escenario de no tener compromisos, ser dueño de mi agenda y levantarme cada día pensando que voy a hacer lo que yo quiera. Sólo eso.
Ben McLemore, ex jugador de la NBA y del Río Breogán, condenado por violar a una mujer de 21 años durante una fiesta

Ben McLemore, ex jugador de la NBA y del Río Breogán, condenado por violar a una mujer de 21 años durante una fiesta

Actualizado Viernes, 4 julio 2025 - 07:36

Un jurado del condado de Clackamas (Oregón) condenó este jueves a Ben McLemore, ex jugador de la NBA y del Río Breogán en España, por violar a una mujer de 21 años en 2021.

McLemore, de 32 años, fue condenado por violación en primer grado, "penetración sexual ilegal" en primer grado y abuso sexual en segundo grado.

McLemore era jugador de los Portland Trail Blazers en el momento de la violación, ocurrida en una fiesta a la que acudió junto a otros jugadores de la NBA, y recibirá la sentencia el próximo 9 de julio, informó el condado de Clakamas en un comunicado

Elegido en el draft de 2013 en el puesto 7 por los Sacramento Kings, McLemore disputó nueve temporadas en la NBA y pasó por otros equipos como los Memphis Grizzlies, los Houston Rockets, Los Angeles Lakers y los Portland Trail Blazers.

Posteriormente probó suerte fuera de Estados Unidos en el baloncesto chino y griego antes de fichar por el Río Breogán. En la actualidad, McLemore competía en la liga turca.

En marzo, McLemore fue denunciado por la Policía Local de Lugo por conducir ebrio, negarse a realizar la prueba de alcoholemia y enfrentarse a los agentes.

Malik Beasley, investigado por apostar en partidos de la NBA

Malik Beasley, investigado por apostar en partidos de la NBA

Actualizado Domingo, 29 junio 2025 - 19:25

Malik Beasley, que la pasada temporada jugó en los Detroit Pistons, está siendo investigado por la fiscalía federal de Estados Unidos por presuntamente apostar en partidos de la NBA, informó este domingo la cadena ESPN.

Shams Charania, el 'insider' más importante de la NBA en la actualidad, señaló que se le está investigando por apuestas en partidos de NBA y por 'prop bets', que son apuestas sobre aspectos de un partido más allá del resultado (por ejemplo, cuántos puntos mete un jugador concreto), añade EFE.

El abogado de Beasley apuntó que "una investigación no es una acusación" y subrayó que su representado tiene el mismo derecho de presunción de inocencia que cualquier otra persona.

"Hasta ahora, no ha sido acusado de nada", dijo.

Beasley, de 28 años, es agente libre tras una sólida temporada en los Detroit Pistons, donde promedió 16,3 puntos, 2,6 rebotes y 1,7 asistencias por encuentro con un 43% en tiros de campo y un 41,6% en triples.

Charania sostuvo que Beasley estaba negociando un acuerdo con Detroit por tres años y 42 millones de dólares pero aseguró que estas negociaciones se han paralizado.

Las apuestas se han convertido en un tema muy espinoso para la NBA en los últimos tiempos. Como muestra, Jontay Porter (Toronto Raptors) se declaró culpable en 2024 por un escándalo de apuestas deportivas y fue expulsado de por vida de la liga.

El negocio de las apuestas es un pilar estratégico de crecimiento económico para la NBA, pero muchos jugadores y entrenadores han criticado duramente esta relación.

Por ejemplo, Tyrese Haliburton (Indiana Pacers) dijo el año pasado que a veces se ve solo como "atrezo" para el negocio de las apuestas, Jayson Tatum (Boston Celtics) admitió que se siente "mal" cuando la gente pierde dinero por culpa de su rendimiento y P.J. Tucker (New York Knicks fue su último equipo) dijo que es "una locura" y "un problema" escuchar a los fans en el estadio "gritar a los jugadores por sus apuestas".

Palcos VIP a pie de campo por medio millón de dólares: el nuevo estadio ‘estilo NBA’ de Inter Miami para renovar a Leo Messi

Actualizado Sábado, 28 junio 2025 - 22:34

Leo Messi termina su contrato con el Inter Miami a finales de 2025 y ambas partes negocian una renovación que parece bien encaminada. El futbolista es feliz en la ciudad y en el país, donde es una de las principales imágenes publicitarias, acumula patrocinadores y el futuro futbolístico a medio plazo también le conecta con América, porque el próximo Mundial será aquí. Para entonces, el equipo presidido por David Beckham planea tener inaugurado Freedom Park (el Parque de la Libertad), su nuevo estadio. No será sede FIFA, reservado eso para el Hard Rock, pero con sus 25.000 espectadores, sus palcos VIP y las celebraciones de conciertos y eventos esperan convencer a Messi.

«Es uno de los proyectos más grandes de todo Miami», explica a EL MUNDO Víctor Oliver, vicepresidente de Ingresos y Operaciones del club. Este periódico pudo visitar las obras y conocer las interioridades de un proyecto que quiere convertir al Inter Miami en la mejor organización de la MLS y una de las principales del fútbol al otro lado del charco. Todo conectado entre el balón y el entretenimiento, algo clave en una ciudad multicultural y de negocios como Miami.

Freedom Park será un estadio de fútbol, pero también una sede de conciertos, un centro comercial gigante con tiendas y restaurantes y tendrá al lado un parque al aire libre que será uno de los más grandes de la ciudad.

Grada retráctil

Situado al lado del aeropuerto, han construido sólo un nivel por temas de seguridad y tendrá una cubierta que tape prácticamente todas las plazas del estadio. Además, una de las gradas será retráctil para favorecer la preparación y celebración de conciertos sin dañar demasiado el césped.

Y pegado a la hierba, una de las claves del nuevo proyecto. Freedom Park será uno de los primeros estadios de fútbol en tener palcos VIP situados en la banda del campo, una decisión que dentro del Inter Miami se valora como «estilo NBA» y que acercará a los famosos de la ciudad al juego, como en la liga de baloncesto. El conjunto de Florida tiene claro que quiere mezclar fútbol y entretenimiento.

«En el Chase Stadium, que ha sido nuestro estadio temporal hasta inaugurar el nuevo, han estado a pie de césped LeBron James, Karol G, Kim Kardashian, Serena Williams, Bizarrap... El concepto aquí es diferente. La gente quiere estar cerca, no sólo quiere ver bien el partido como en Europa», asegura Oliver.

La cultura deportiva en Estados Unidos es diferente. Los encuentros de béisbol, NBA o NFL duran más que los de fútbol y los espectadores no están sentados en su sitio durante todos los minutos del encuentro. Hacen vida social en el interior del estadio, beben, comen y se relacionan.

5.000 localidades premium

En el nuevo Freedom Park, Inter Miami tendrá diferentes palcos VIP en distintas partes del estadio, sumando 5.000 localidades premium, las más demandadas hasta ahora. Y las del césped han volado. Disponen de 18 y 17 de ellas ya están vendidas, dejando una para los compromisos del club y de sus propietarios, creando un clima similar al que lograron los Lakers en su pabellón, convirtiendo el asistir a sus partidos en una experiencia VIP rodeada de famosos.

El retorno económico, además, se estima gigante. Cada palco situado en el césped, una suite VIP para varias personas, se ha vendido entre 380.000 y 500.000 dólares sólo para la primera temporada, en la que esperan contar con Messi. 8,5 millones sólo por esos palcos que harán aumentar los beneficios de la organización en un 40%. Los Lakers, por ejemplo, tienen suites que alcanzan los 5 millones al año.

Real Madrid y Barça, en su caso, cuentan con asientos y zonas VIP en sus estadios, pero no a pie de campo. Un asiento 'super VIP' en el Bernabéu cuesta 250.000 euros... Pero por 30 años, más un adicional de 21.000 euros anuales. Hace unos meses, los blancos vendieron 300 asientos VIP para 30 años y ganaron 70 millones, mientras que los culés vendieron 475 para 30 años por 100 millones. El futuro quizás esté más cerca del césped.

Hugo González, el hijo del policía y la ex jugadora de Estudiantes, elegido por Boston: "Tiene todos los intangibles del ganador"

Hugo González, el hijo del policía y la ex jugadora de Estudiantes, elegido por Boston: “Tiene todos los intangibles del ganador”

Debe de ser complicado nacer en la familia de Hugo González (Madrid, 2006) y escapar del destino. Si tus padres han sido ambos jugadores profesionales de baloncesto y consiguen que ese amor por el deporte no se convierta en obsesión, lo normal es que tu camino te lleve hacia una canasta. Su padre, Paco González, hoy policía de Fuencarral como profesión mundana, fue antes jugador de LEB en el Illescas. Su madre, Montserrat Peña, ex jugadora profesional de Estudiantes. Así que es lógico que el niño residente en San Agustín de Guadalix saliera jugador de baloncesto.

Su progresión desde que aterrizara en el Real Madrid con 11 años ha sido tan meteórica que hoy, ocho años después, el presidente de operaciones de los Boston Celtics, Brad Stevens dice de él: "Soy un gran fan de cómo juega: va fuerte y duro al balón, compite bien... Tiene todos los intangibles de un ganador". Sobre la bocina, en el puesto número 28, fue elegido en primera ronda del draft (de los 30 que hay) por el equipo del trébol. Además, la franquicia quiere que el escolta no se quede 'prestado' en Europa sino que pretende que juegue desde el primer momento.

Pese a que baloncesto español llegó a tener muchos representantes en la mejor liga del mundo: los Gasol, Sergio Rodríguez, Calderón, Ricky Rubio... En estos momentos sólo Santi Aldama puede presumir de ser un jugador con presente y futuro al otro lado del charco. Hugo González, canterano del Real Madrid como Luka Doncic, le acompañaría como segundo representante de nuestro país.

González ha ido quemando etapas como quien quema cerillas. El 2 de octubre de 2022 debutaba en el primer equipo del Real Madrid ante el Monbus Obradoiro con tan sólo 16 años, 7 meses y 27 días (6.083 días). Fue el cuarto jugador más joven de la historia del Real Madrid en hacerlo, precisamente, después de Luka Doncic (5.905 días), Roberto Núñez (6.057 días) y Usman Garuba (6.077 días).

Antes fue dominando con puño de hierro todas las categorías en las que jugó con sus 198 centímetros de músculo, fuerza, agilidad y buena muñeca para la media y larga distancia. Así, en las temporadas que alternaba entre el primer equipo y el filial, en los partidos que volvía a EBA, se marcaba exhibiciones de 63 puntos y 77 de valoración en apenas dos encuentros como firmó ante Zentro Basket y Rivas Vaciamadrid en noviembre de 2023.

Un poco antes, en enero de 2023, su nombre ya empezó a sonar en toda Europa tras ser nombrado MVP del prestigioso torneo Adidas Next Generation de Múnich que consquistó el equipo blanco. El escolta madrileño firmó 19,2 puntos (58,8% tiros de dos y 62,2% triples), tres rebotes, una asistencias, dos robbos de balón, 1,5 tapones y 19,8 de valoración.

En febrero de este año le llegó la llamada de Sergio Scariolo para debutar con la selección absoluta ante Letonia. Un primer partido agridulce ya que, aunque consiguió anotar, los españoles, sin nada en juego eso sí al estar ya clasificados para el Europeo de esta verano al igual que los letones, perdieron por 17 puntos en un partido en el que el mejor fue Santi Yusta con 15 tantos.

Un día de locura

Las últimas 24 horas de Hugo González han sido las que sueña todo jugador cuando empieza a dar los primeros botes con la bola naranja. Si a las once de la noche se proclamaba campeón de la Liga ACB con el Real Madrid tras endosarle un 3-0 al Valencia Basket, apenas seis horas después escuchaba su nombre de los labios del comisionado de la NBA, Adam Silver, que le mandaba destino Boston, la franquicia más ganadora de la liga estadounidense y equipo que antes sólo había tenido un español en sus filas: Juancho Hernangómez.

Poco después de que fuera elegido enel Barclays Center de Brooklyn (Nueva York), Brad Stevens reveló que había hablado con él por teléfono: "Le dije: 'Disfruta tu noche' y él me contestó que 'era un poco tarde', así que le comenté que sería yo quien lo disfrutara", comentó el presidente de operaciones de los Celtics entre risas mientras Hugo hacía lo propio junto a su familia y amigos a más de 5.000 kilómetros de distancia.

Shai Gilgeous-Alexander, el triunfo de la calma y el equilibrio

Shai Gilgeous-Alexander, el triunfo de la calma y el equilibrio

Actualizado Lunes, 23 junio 2025 - 19:42

El suyo ha sido un salto silencioso a la estratosfera, el triunfo de un tipo de baloncesto distinto, casi en desuso, el de los movimientos calculados, el del equilibrio y la calma en sus aproximaciones a canasta. La suya es la historia de una leyenda cocinándose a fuego lento y un sueño cumplido antes de lo previsto. Siete temporadas ha necesitado Shai Gilgeous-Alexander para hacerse con un anillo de campeón de la NBA, elevándose, de paso, a la categoría de inmortal en una franquicia y una ciudad que ahora lo idolatra.

El triunfo de Oklahoma City Thunder sobre Indiana en el séptimo partido es un anhelo que el base canadiense de 26 años tenía desde pequeño. "Es el sueño de todo niño. Pero nunca se sabe realmente si se hará realidad", decía, amparado en el hecho de que sus números no hacían presagiar semejante desenlace. Terminó el instituto situado en el puesto 35 del Top 100 de promesas de ESPN en 2017 y en sus tres primeras temporadas su nombre no sonó con demasiada fuerza en la NBA. En su única temporada de baloncesto universitario, con los Kentucky Wildcats, arrancó desde el banquillo.

Sin embargo, como su baloncesto, la evolución de su carrera ha sido equilibrada y paulatina. Entró en la NBA en el undécimo puesto del draft, seleccionado por los Charlotte Hornets en 2018 antes de ser transferido de inmediato a Los Angeles Clippers, con los que empezó a despuntar. En enero de 2019 anotó 24 puntos contra los Golden State Warriors, dejando claro que había buena materia prima.

Imposible para Durant, Westbrook y Harden

En verano de ese mismo año se produjo el salto que le cambiaría la vida. Fue traspasado a Oklahoma en un potente intercambio de cromos en el que también estaba incluido Danilo Gallinari y que acabó llevando a Paul George a Los Angeles. En su debut anotó otros 24 puntos contra Dallas Mavericks, dando señales de que era el jugador franquicia que estaban buscando los Thunder.

En Oklahoma Gilgeous-Alexander encontró el escenario perfecto para desarrollar su potencial. Su crecimiento estadístico fue notorio. En su primera temporada completa con los Thunder (2020-21) promedió 23,7 puntos, 4,7 rebotes y 5,9 asistencias. Para la temporada 2022-23, estas cifras ya había escalado hasta los 31,4 puntos, 4,8 rebotes y 5,5 asistencias, convirtiéndolo en uno de los anotadores más letales de la liga y finalista para el premio MVP.

Ahora, sus logros hablan por sí solos. Ha sido seleccionado para el All-Star Game en tres ocasiones e incluido en el equipo ideal de la NBA en otras tres. Durante la temporada 2022-23, se convirtió en el primer jugador de los Thunder desde Kevin Durant en anotar más de 30 puntos por partido. Gracias a su figura, la pequeña ciudad del centro sur del país ha logrado culminar lo que el trío formado por Durant, Russell Westbrook y James Harden nunca consiguió.

Gilgeous-Alexander, el domingo, durante el séptimo partido.

Gilgeous-Alexander, el domingo, durante el séptimo partido.EFE

Estaba escrito que la vida de Shaivonte Aician Gilgeous-Alexander estaría vinculada al baloncesto. Nacido el 12 de julio de 1998 en Hamilton, Ontario, Canadá, su padre, Vaughn Alexander, de origen caribeño, fue jugador profesional, mientras que su madre, Charmaine Gilgeous, fue una atleta que llegó participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona en la prueba de 400 metros lisos, representando a Antigua y Barbuda.

Su travesía hacia el estrellato comenzó en serio cuando se trasladó a Estados Unidos para jugar en el equipo de Hamilton Heights Christian Academy, en Tennessee. Durante su último año de secundaria, promedió 23.8 puntos, 8.7 rebotes y 4.8 asistencias, estableciéndose como uno de los prospectos más codiciados de su clase.

MVP de las Finales

El domingo completó una de las temporadas más condecoradas en la historia de la NBA. Sumó 12 asistencias a sus 29 puntos de 27 lanzamientos y fue nombrado el MVP unánime de las Finales en apenas su segunda carrera de postemporada como piedra angular de la franquicia.

"Esto no es sólo una victoria para mí", declaró a un estadio repleto y eufórico, el Paycom Center de Oklahoma. "Esta es una victoria para mi familia. Es una victoria para mis amigos. Es una victoria para todos los que me apoyaron durante mi infancia. Es una victoria para la afición, la mejor afición del mundo".

La NBA y todo lo que está bien en el deporte: ¿podría aprender algo el fútbol europeo?

La NBA y todo lo que está bien en el deporte: ¿podría aprender algo el fútbol europeo?

Oklahoma City Thunder es el séptimo campeón diferente de la NBA en siete años, diez equipos distintos han ganado el título en los últimos siete años. De las 28 ciudades con equipo en la liga (Nueva York y Los Ángeles tienen dos), los finalistas de este curso, Indiana Pacers y los Thunder, juegan, respectivamente, en el séptimo y el tercer mercado más pequeños.

¿Cómo es esto posible? ¿No hay un Real Madrid, un Barça, un Bayern, un PSG, clubes de grandes ciudades, mucho más ricos que sus rivales, con más medios, mejores jugadores y un dominio constante? No, no los hay. En el país del capitalismo salvaje, el deporte es un reducto socialista. Y bendito sea.

Todas las grandes ligas norteamericanas se mueven alrededor de un principio sagrado: la igualdad. Simplificando mucho sistemas complejos y con excepciones, hay un límite salarial igual para todos, ricos y pobres. No puedes fichar estrellas de otro equipo con contrato en vigor salvo mediante intercambios de jugadores en los que los sueldos que salen y los que entran tienen que ser similares. No hay un Bayern esquilmando al Dortmund ni un Barça pagando la cláusula de Nico Williams. Y, por supuesto, los peores equipos son los primeros en elegir en el draft a los mejores jóvenes que llegan a la liga, así estás a pillar a un LeBron James o un Wembanyama de pasar de insignificante a candidato al título.

En resumen, tu equipo, juegue dónde juegue y tenga la historia que tenga, puede ganar el anillo igual que los Lakers. Todos tienen esperanza, ninguno está condenado a una vida eterna animando a un club sin más aspiración que la supervivencia como complemento del negocio de unos pocos gigantes o, en una de las cosas más tristes que hay, hacerse de un equipo que no es el de tu ciudad para poder ganar. ¿Han visto las escenas de Oviedo? ¿No sería precioso que toda hinchada pudiera vivir días así cada pocos años y por cualquier objetivo?

Sería precioso, sí. También sería imposible. Los grandes clubes jamás lo aceptarían y muchos aficionados, esos que llevan una semana riéndose del Auckland City, el Al Ain y el Mamelodi Sundowns, no lo entenderían. Nos han vendido que lo que importa es el desenlace y no el camino, que ser humilde es ser insignificante y que el objetivo no es competir sino humillar. Nos lo han vendido y lo hemos comprado. Tenemos una cultura deportiva lamentable. Esa es la verdad.

Los Thunder ganan el anillo tras un dramático séptimo partido marcado por la grave lesión de Haliburton

Los Thunder ganan el anillo tras un dramático séptimo partido marcado por la grave lesión de Haliburton

Actualizado Lunes, 23 junio 2025 - 07:54

Los Oklahoma City Thunder, liderados por Shai Gilgeous-Alexander, han conquistado el anillo de la NBA este domingo. al vencer el séptimo y decisivo partido de las Finales por 103-91 a unos Indiana Pacers visiblemente afectados por la temprana lesión de su estrella, Tyrese Haliburton. Este título marca el primero para la franquicia en Oklahoma, reviviendo la victoria de 1979 cuando aún eran los Supersonics en Seattle.

La victoria culmina una "temporada majestuosa" para los Thunder, quienes terminaron primeros del Oeste con un impresionante balance de 68-14, el mejor de toda la liga. Con una "asfixiante defensa" catalogada entre las mejores de la historia de la NBA, y un "excelente Shai" que, tras ser MVP de la temporada regular, se alzó también con el MVP de las Finales, el equipo de Mark Daigneault demostró su superioridad.

El triunfo también es reflejo de una plantilla "repleta de recursos y escandalosamente joven", con figuras clave como Jalen Williams y Chet Holmgren, que forman el ‘big three’ junto a Shai, y el aporte de jugadores Lu Dort, Isaiah Hartenstein, Alex Caruso, Aaron Wiggins y Cason Wallace. Este campeonato culmina un ambicioso proceso de reconstrucción orquestado por el mánager general Sam Presti, augurando un futuro brillante para la franquicia de Oklahoma.

Resistencia de Indiana

La otra cara de la moneda fue la de los Indiana Pacers, un equipo que sorprendió con "remontadas épicas y milagros imposibles" y un estilo ultraofensivo. Su sueño de lograr el primer título de la NBA (poseen tres de la ABA) se vio truncado por el "final más cruel posible". Haliburton sufrió una lesión. Con molestias en el gemelo derecho durante todas las Finales, el genial base se "rompió en el primer cuarto" con lo que parece una lesión "muy grave".

Haliburton comenzó el partido con gran intensidad al encestar tres triples en cinco minutos, que inquietaron a Oklahoma. Poco después, en una jugada individual, "le falló la pierna derecha por completo y acabó cayendo con un grito de dolor". La imagen fue "escalofriante", dejando el Paycom Center en silencio mientras sus compañeros lo rodeaban. El jugador, visiblemente "destrozado", se retiró al vestuario "sin poder apoyar la pierna y ocultando su rostro cubierto en lágrimas". Aunque se espera todavía el diagnóstico oficial, la lesión recuerda a las rupturas de tendón de Aquiles recientes de la NBA.

Pese a la devastadora pérdida de su estrella, los Pacers de Rick Carlisle, "fieles a su dogma de jamás darse por vencidos", resistieron a Haliburton hasta el tercer cuarto. La primera mitad vio a unos Thunder "oxidados y toscos", con una ofensiva que "naufragó" y un acierto pésimo desde el perímetro, lo que permitió a Indiana llegar al descanso con una ligera ventaja (47-48). Gilgeous-Alexander lideró a Oklahoma con 16 puntos y 7 asistencias en la primera mitad, mientras Caruso emergió como un suplente clave.

Haliburton, sobre el parquet, tras su grave lesión.

Haliburton, sobre el parquet, tras su grave lesión.AP

La "lógica" se impuso en la reanudación del partido. El tercer cuarto fue "todo lo que se espera de un equipo campeón": una "defensa abrumadora", valentía en el rebote ofensivo, y un aumento en el acierto desde el triple, con el respaldo de los compañeros de Shai. Con un parcial de 18-8, Carlisle se vio obligado a pedir dos tiempos muertos consecutivos para intentar frenar el ímpetu de los Thunder. Finalmente, Oklahoma superó por primera vez los 10 puntos de ventaja, sellando el periodo con un demoledor 34-20 que dejó el marcador en 81-68 y el anillo "prácticamente sentenciado". La defensa de Oklahoma fue clave, logrando 14 robos y provocando 23 pérdidas a Indiana, que se tradujeron en 32 puntos.

Shai fue el máximo anotador de Oklahoma con 29 puntos, además de 5 rebotes y 12 asistencias. Williams sumó 20 puntos y Holmgren aportó 18 puntos, 8 rebotes y 5 tapones. Por parte de Indiana, Bennedict Mathurin lideró con 24 puntos y 13 rebotes, seguido por Pascal Siakam y T.J. McConnell, ambos con 16 puntos. Pese a la resistencia final de los Pacers y algunos momentos de nerviosismo en los últimos minutos, los Thunder alzaron el título en un ambiente extraordinario en el Paycom Center de Oklahoma City, cerrando unas Finales memorables que han sido "todo un regalo para los amantes del baloncesto".

Kevin Durant buscará un último anillo en los Houston Rockets

Kevin Durant buscará un último anillo en los Houston Rockets

Actualizado Domingo, 22 junio 2025 - 20:58

Con toda la NBA pendiente del séptimo partido de las Finales, Kevin Durant acaparó el domingo el protagonismo en las horas previas con su traspaso a los Houston Rockets, quizá su último tren para aspirar a un nuevo anillo. De 36 años y considerado entre los tres mejores jugadores de su generación junto a LeBron James y Stephen Curry, el alero dejará los Phoenix Suns y aterrizará en los Rockets a cambio de Jalen Green, Dillon Brooks, el número 10 del draft de este año y cinco elecciones de segunda ronda, adelantó Shams Charania, el insider de ESPN.

Durant, al que le queda una temporada de contrato por 54,7 millones de dólares, era a priori la pieza más codiciada del mercado de fichajes de este verano junto a la posible salida de Giannis Antetokounmpo de los Milwaukee Bucks.

La noticia del traspaso del alero se dio a conocer siete horas y media antes de que el Paycom Center de Oklahoma City acoja el séptimo y definitivo encuentro de las Finales entre los Thunder y los Indiana Pacers. Pero hasta que el balón esté en el aire, gran parte de la conversación en las próximas horas en la NBA girará en torno a Durant y sus aspiraciones al título en los Rockets.

"Veremos, veremos..."

De hecho, la noticia le pilló a Durant en medio de un evento del Fanatics Fest de Nueva York junto a la periodista Taylor Rooks. Vídeos en las redes sociales mostraron a los fans asistentes a ese acto avisando a gritos al jugador de su traspaso a Houston. "Veremos, veremos...", dijo Durant con una sonrisa como primera reacción sobre el escenario.

Con Ime Udoka como entrenador, Houston acabó segundo esta temporada en el Oeste (52-30) solo por detrás de los Thunder (68-14). En la plantilla que recibirá a Durant destacan nombres como Alperen Sengun, Amen Thompson, Fred VanVleet, Jabari Smith Jr., Tari Eason o Steven Adams. Pero la pujanza y juventud de este proyecto se topó en la primera ronda del playoff con los veteranos Golden State Warriors, que les mandaron a casa por 3-4.

Una de las necesidades urgentes de Houston era contar con un anotador contrastado y pocos nombres hay más destacados en la liga en ese aspecto que un Durant que el curso pasado promedió 26,6 puntos por partido, con un 52,7% en tiros de campo y un 43% en triples. El alero sumó además 6 rebotes y 4,2 asistencias de media por partido.

Un debe en su trayectoria

Además de capital de draft, los Rockets se han desprendido de un Green demasiado inconsistente y que nunca alcanzó la regularidad ni el nivel de estrella que se le presuponía. También han prescindido de un especialista defensivo como Brooks.

MVP de la liga en 2014 y 15 veces All-Star, Durant fue campeón de la NBA en dos ocasiones con los Warriors (2017 y 2018) pero en su espléndido legado ha quedado la pequeña mancha de que nunca alzó el título sin tener a Curry y compañía a su lado. No lo logró con los Thunder en el inicio de su carrera ni tampoco con los fastuosos proyectos de los Nets y los Suns.

Precisamente en Phoenix suenan trompetas de reconstrucción total de la franquicia, especialmente tras una temporada desastrosa en la que se quedaron fuera incluso del play-in (undécimos del Oeste con 36-46). Queda ahora por saber qué sucederá en los Suns con Bradley Beal, que tiene una cláusula de veto de traspaso, y sobre todo con Devin Boo.

Paliza de los Pacers a unos desconocidos Thunder para forzar el séptimo partido

Paliza de los Pacers a unos desconocidos Thunder para forzar el séptimo partido

Actualizado Viernes, 20 junio 2025 - 07:13

Los Indiana Pacers aplastaron este jueves por 108-91 a los Oklahoma City Thunder y empataron 3-3 las Finales de la NBA, que se resolverán este domingo en el séptimo y definitivo encuentro.

Será la primera ocasión desde 2016 en que las Finales de la NBA llegan a un séptimo duelo. Aquella vez los Cleveland Cavaliers de LeBron James sorprendieron a domicilio a los Golden State Warriors de Stephen Curry, que desperdiciaron un 3-1 por el título.

Los Thunder ofrecieron este jueves una imagen terrible pero partirán con ventaja para el séptimo encuentro puesto que se jugará en el Paycom Center de Oklahoma City.

Por su parte, los Pacers de los milagros imposibles firmaron un partido prácticamente perfecto cuando se encontraban entre la espada y la pared y parecían tener todo perdido, especialmente por los problemas en el gemelo derecho de Tyrese Haliburton.

Duda hasta última hora, el líder de Indiana jugó finalmente y fue clave con 14 puntos (5 de 12 en tiros), un rebote, 5 asistencias y 2 robos.

Conocidos por no darse por vencidos jamás, los de Rick Carlisle ya iban ganando de 22 puntos en el intermedio (su máxima ventaja fue +31 en el último cuarto) y dieron un recital en defensa provocando 21 pérdidas de los Thunder (por solo 11 propias) y limitando a Oklahoma a un pésimo 26,7 % en triples (8 de 30).

En ataque todo el mundo puso de su parte con seis jugadores en dobles dígitos de anotación: el mencionado Haliburton, Pascal Siakam (16 puntos y 13 rebotes), Obi Toppin (20 puntos y 6 rebotes con 4 de 7 en triples), T.J. McConnell (12 puntos, 9 rebotes, 6 asistencias y 4 robos), Andrew Nembhard (17 puntos) y Aaron Nesmith (10 puntos).

En cambio, nada le salió bien a unos Thunder irreconocibles e incapaces de asentar su famosa defensa.

Shai-Gilgeous Alexander sumó 21 puntos (7 de 15), 4 rebotes y 2 asistencias pero se estrelló con 8 pérdidas. Jalen Williams aportó 16 puntos (6 de 13), 3 rebotes y una asistencia con 3 pérdidas.

Pero quitando los 10 puntos de Isaiah Hartenstein nadie más dio un paso al frente en Oklahoma, con mención especial para un desaparecido Chet Holmgren (4 puntos con 2 de 9).

Haliburton juega y los Pacers vuelan

Todas las miradas en el Gainbridge Fieldhouse de Indianápolis estaban puestas sobre Haliburton y su gemelo.

Al final Indiana dio su aprobación tras hacerle pruebas de esfuerzo en el calentamiento, pero parecía lejos de su mejor condición y falló sus cuatro primeros tiros en un flojo inicio de los locales (2-10).

Sin embargo, estos Pacers son capaces de prender fuego a la cancha en un momento y su despertar fue formidable con un parcial de 22-7 gracias a Siakam, Toppin, Nembhard y un triple de Haliburton que coronó un tramo avasallador (24-17 con 4.15 por jugarse).

Shai arrancó destemplado (7 puntos con 3 de 7) y los Thunder perdieron 5 balones (3 de Shai) pero no cedieron demasiado terreno camino del segundo periodo (28-25).

Un seguro de vida para Carlisle como base suplente, McConnell volvió a revolucionar el partido con 8 puntos en cuatro minutos y los Pacers alcanzaron un +12 que hasta entonces era su mayor ventaja en todas las Finales.

Fue solo el principio del tornado. Indiana arrolló a Oklahoma en ese cuarto con un monumental 36-17 culminado por una canastón sobre la bocina de Siakam para el 64-42.

Previamente, el camerunés se alió con Haliburton en una jugada maravillosa: el base robó el balón, corrió a toda la velocidad y asistió girando sobre sí mismo a Siakam, quien machacó el aro llevándose por delante a Williams.

La superioridad de los Pacers fue incontestable mientras los Thunder, totalmente sometidos por una enorme defensa de Indiana, naufragaban en todas las parcelas.

Oklahoma cometió en la primera parte 12 pérdidas de balón que dieron pie a 16 puntos mientras Indiana solo perdió 2 balones. Además, los visitantes sufrieron con un ridículo 1 de 11 en triples (9,1%) frente al 9 de 24 de los locales (37,5%).

Para rematar una primera mitad impresionante de Indiana, Haliburton mejoró mucho en el segundo cuarto y se le vio más ágil, suelto y peligroso. Llegó al descanso con 12 puntos (4 de 9), 4 asistencias y 2 robos.

Siakam (13 puntos), Nembhard (10), Nesmith (9), McConnell (8) y Toppin (8) redondearon el recital de los Pacers mientras que Shai (15 puntos con 5 pérdidas) y Williams (16 puntos y 3 pérdidas) se quedaron solos en los Thunder.

La remontada de Oklahoma pasaba por una reacción volcánica pero sucedió todo lo contrario: hasta el 6.57 del tercer cuarto no anotaron su primera canasta de la reanudación.

Salvo un espejismo de Oklahoma colocándose a 18, el partido quedó resuelto con un +30 de Indiana para empezar el cuarto periodo, por lo que ambos equipos reservaron a sus figuras -incluido un Haliburton que felizmente para los Pacers solo jugó 23 minutos- para la batalla definitiva del séptimo partido.