El pasado noviembre, durante su última entrevista en la CNBC, John Carl Malone reiteró lo que lleva pensando mucho tiempo. «Lo repito una vez más. El deporte es lo que hay que ver. Algunas grandes empresas tecnológicas van a intentar crear sus propios derechos deportivos (...). En un mundo normal, estas big tech ya habrían comprado a los medios tradicionales, se los habrían tragado y habrían completado una transición suave. Pero debido a las preocupaciones antimonopolio...». «Eso no va a suceder», redondeó el entrevistador, David Faber. Esas leyes antimonopolio, precisamente, son las que ahora debe enfrentar el dueño de Liberty Media, la empresa propietaria de la Fórmula 1, que ayer anunció oficialmente la compra de MotoGP. Una operación que consolida a Liberty como la referencia en el deporte del motor y como el mayor conglomerado del deporte a nivel global.
El holding estadounidense pagará 4.200 millones de euros para hacerse con Dorna Sports, la empresa española que ha organizado el Mundial de motociclismo desde 1992. «MotoGP es una competición global con una base de seguidores leales y entusiastas, carreras cautivadoras y un perfil financiero que genera gran flujo de caja. (...) El negocio tiene importantes ventajas y pretendemos hacerlo crecer a todos los niveles, tanto para aficionados, equipos, patrocinadores y accionistas», aseguró Greg Maffei, CEO de Liberty, a través de un comunicado. Por el camino, Dorna Sports habría rechazado otras ofertas, como la del grupo TKO, liderado por Ari Emanuel, célebre agente de Hollywood, y Qatar Sports Investments, empresa matriz del Paris Saint-Germain. A partir de ahora, Liberty controlará también los campeonatos de Superbikes, Moto E y el Mundial femenino.
Sin embargo, la satisfacción por el acuerdo aún queda pendiente de una premisa. La que, precisamente, inquietaba a Malone en la citada charla con la CNBC. «Se espera que la adquisición se complete a finales de 2024 y queda sujeta a las autorizaciones y aprobaciones por parte de las autoridades legales de competencia», rezaba el citado escrito. Y es que existe un precedente que debería inquietar a los implicados. En 2006, la Comisión Europea obligó a CVC Capital Partners a deshacerse de Dorna Sports cuando el fondo luxemburgués pretendía comprar los derechos comerciales de la Fórmula 1 al controvertido Bernie Ecclestone.
2,2 millones de acres
De modo que los designios de Bruselas suponen la última cortapisa para Malone, un magnate de 83 años conocido como el Cowboy del Cable. El segundo terrateniente de Estados Unidos, con ranchos en Colorado, Nuevo México o Wyoming. Nada menos que 2,2 millones de acres. Algo así como la superficie de la provincia de Almería y 22 veces más, por ejemplo, que Juan Abelló, el mayor propietario español. Su patrimonio neto, tras un exponencial incremento desde 2020, ronda hoy los 9.000 millones de euros.
El golpe de efecto de Liberty Media cristalizó en 2017 al adquirir la Fórmula 1 a cambio de 4.200 millones de euros. Desde entonces, su valor se ha disparado hasta los 18.600 millones, según el ránking de Forbes. Además del Gran Circo, su otro activo estrella son los Atlanta Braves, campeones de las Ligas Mayores de Béisbol en 2021. Por no mencionar los tradicionales intereses en la TV por cable, la aventura en las telecomunicaciones británicas a través de Virgin Media o Tripadvisor, uno de los gigantes en la industria del turismo.
La hegemonía en el deporte mundial de Liberty se entiende mejor a la luz de sus competidores. Según el listado de Forbes, el holding de Malone aún aventaja con cierto margen a Kroenke Sports & Entertainment, dueña de los Denver Nuggets, vigentes campeones de la NBA, el Arsenal de la Premier League o Los Angeles Rams, campeones de la Superbowl en 2021. Y ha aumentado su predominio frente a Fenway Sports Group, propietaria del Liverpool o los Boston Red Sox, una de las franquicias de mayor solera en la MLB.
El canon y los patrocinios
Durante estos seis años, los éxitos de Liberty en la Fórmula 1 se han fundamentado sobre tres pilares. El más importante reside en las elevadas cuotas percibidas por los países interesados en un Gran Premio. Una cantidad que ronda los 50 millones de euros en los casos de Arabia Saudí, Azerbaiyán, Bahrein o Abu Dhabi. Asimismo, el apogeo del negocio ha provocado el alza en los contratos televisivos: Sky Sports abonó más de 1.200 millones de euros por su última exclusiva de cinco años para Reino Unido y ESPN paga ya 80 millones anuales por sus derechos en EEUU. Por último, los patrocinios han recuperado el vigor de antaño. Además de la petrolera saudí Aramco, con un contrato anual de 50 millones, otras firmas como Rolex, Crypto.com, DHL o Heineken ya desembolsaron 600 millones en 2022.
Ahora queda por ver si Malone mantiene con MotoGP el enfoque con el que algunos le equipararon con Warren Buffett. Una visión de negocio que él mismo equiparó a la del Imperio Romano, fundamentada en la eliminación de cualquier rastro de liderazgo anterior. La jubilación más notoria, en este caso, debería afectar a Carmelo Ezpeleta, a los mandos de Dorna desde 1994 y confirmado ayer en su cargo de director general. Liberty ha sabido convertir un deporte de nicho en un espectáculo global, capaz de engatusar a millones de jóvenes a través de Drive to Survive, la serie de Netflix. Ahora queda por ver si puede aplicar este modelo, cada día más popular en su país, a un Mundial que en 2024 contará con 21 paradas, incluida, por vez primera, la India.