Juan Ayuso da un golpe sobre la mesa y reina en Tagliacozzo, primera cima del Giro de Italia

Cumplido el primer tercio de carrera, en la séptima etapa (168 kms.) y primera con llegada en alto, en el frío (hacía cinco grados) y densamente verde macizo de los Abruzzos, el Giro licenció con honores a Pedersen y se abrió a una nueva dimensión: la del enfrentamiento cara a cara, codo con codo entre los favoritos.
De ese cambio de escenario y de condiciones surgió, poderoso, Juan Ayuso para imponerse a todos con un ataque fulminante a 500 metros de la meta y, en su sexta victoria de la temporada, decirles al Giro y al mundo que estaban viendo y admirando a un campeón, a un aspirante a la gran aristocracia internacional del ciclismo. No fue un puñetazo sobre la mesa, sino un martillazo que, sin llegar aún a romperla, la ha hecho temblar y casi cuartearse.
En su golpe de mano y de efecto, Ayuso no se benefició de ningún factor sorpresa. Todos los tenores estaban en el selecto grupo que afrontó el muro de dos kilómetros y medio con rampas del 13% del Tagliacozzo después de nueve kilómetros de preámbulo al 5,5% en una etapa con tres puertos previos, dos de segunda y uno de tercera.
Antes del muro habían caído ya los últimos supervivientes de una escapada de siete con Paul Double (Jayco) y Nicolas Prodhomme (Decathlon), que llegaron a ser líderes virtuales, primero y segundo, como elementos más destacados. Nunca tuvieron ninguna oportunidad real.
En la brevedad de su fulminante ataque, en la ya mismísima cresta del puerto, Ayuso (UAE) no obtuvo en términos absolutos una gran ganancia de tiempo. Pero sí en términos relativos y, en su calidad de demostración de una superioridad incontestada, simbólicos. A su compañero Isaac del Toro, a Egan Bernal (Ineos) y a Primoz Roglic (Bora), a Giulio Ciccone, a Damiano Caruso, etc., sólo les distanció en cuatro segundos, más los 10 de bonificación. Del Toro, sobre todo él trabajando para su lider, y Bernal redivivo impidieron que Roglic, a su vez, bonificara en, siquiera, una mínima medida que minimizara daños. Roglic se vistió de rosa por esos mismos cuatro segundos por delante del español y nueve sobre Del Toro. La general está, lógicamente, apretada con los 10 primeros, un Top-10 que cierra Richard Carapaz, en 39 segundos.
El beneficio de Ayuso es, sobre todo, de índole moral, de cobrar sobre sus adversarios un avance inicial que puede darles que pensar más de lo que ya habían pensado, sospechado y temido. Juan ha constatado de sobra una evidencia, justificado una hipótesis y avanzado de un modo ya nada teórico que está en Italia para ganar y, lo consiga o no, se encuentra en disposición física y anímica, y con un gran equipo que la sustenta, de intentarlo con muchos argumentos en su cabeza y muchas cartas en su mano.
Es muy pronto para sacar conclusiones, pero no para aventurar pronósticos. Juan los autoriza, aunque aún deberá refrendarlos. Quedan muchos mundos por delante y todos están en el Giro. Pero ya se ha consumido el primero. Antes del descanso del lunes, el fin de semana mantiene el atractivo con un quebrado recorrido sabatino y, sobre todo, con el "sterrato" dominical de Siena. Y cuando, el martes, regrese, ilusionante, impaciente, la carrera al asfalto aguarda una contrarreloj de 29 kilómetros llamada a establecer ya jerarquías consistentes.
El Giro no ha hecho más que empezar. Pero ¡de qué modo!