Una petanca, la croqueta sobre la hierba y unos pelotazos, los juegos de Alcaraz antes de las semis en Wimbledon: “Estamos mucho tiempo fuera de casa”

Actualizado Miércoles, 9 julio 2025 - 23:06

«Esto ya es como en el colegio: estoy todo el rato esperando el recreo», reconoce Carlos Alcaraz después de haber jugado. Al tenis, sí, pero también a otros juegos. Para ser campeón de Wimbledon por tercera vez necesita frescura y, con la experiencia de otros años, su equipo ha encontrado la solución: se divierten. En sus entrenamientos al mediodía en las pistas del Aorangi Park, Alcaraz hace lo que tiene que hacer, derechas, reveses, saques, y cuando ya se ha acabado el trabajo empieza lo mejor.

El número dos del mundo y sus siete ayudantes -sus dos entrenadores, su fisioterapeuta, su preparador físico, su médico, su representante y su hermano- se inventan retos y explotan las risas. A lo largo del torneo ha habido variaciones, pero lo más hilarante siempre es el final: el perdedor o los perdedores deben hacer la croqueta sobre la hierba en mitad del resto o exponerse a recibir un pelotazo del ganador o los ganadores desde la otra pista.

Este miércoles, antes de las semifinales ante Taylor Fritz de este viernes (en principio a las 14.30 horas, Movistar+), hubo dos desafíos. El primero fue individual: Alcaraz retó a su hermano Álvaro a hacerle un saque directo, un ace, y cómo éste lo consiguió le tocó marcarse una croqueta. Y el segundo fue conjunto: todos los miembros debían coger una pelota y desde lejos aproximarse a un agujero que había en un lateral de la pista. Alcaraz no lo hizo mal, pero nuevamente Álvaro y el fisioterapeuta Juanjo Moreno triunfaron: embocaron de pleno. Al tenista y al resto de su equipo les tocó ponerse de espalda al fondo y exponerse a un pelotazo de sus dos compañeros.

Sin polémica con Fritz

«Estos momentos son importantes. Las giras son largas y estamos mucho tiempo fuera de casa. Mantener un buen ambiente es fundamental», comentó después el segundo técnico de Alcaraz, Samuel López, que atendió a la prensa española junto al primero, Juan Carlos Ferrero.

Joanna ChanAP

En el grupo el éxito se ha convertido en rutina. Si el domingo hay otra celebración, la sexta de Grand Slam, no será nada excepcional. Y si no tampoco pasará nada. De hecho, ayer Ferrero incidía en ello para rebajar la presión hacia su pupilo antes de los dos partidos decisivos. «Toda la temporada que lleva es excepcional. Hay que darle muchísimo mérito, mucho valor a lo que ya ha hecho, torneo tras torneo. Parece fácil, pero sabemos lo difícil que es, hay que quitarse el sombrero», reclamó el entrenador que subrayó la mejoría de Alcaraz en su saque y su evolución partido a partido durante el torneo.

«Ha ido de menos a más desde el partido ante Fognini, mejorando poco a poco. Desde Queen's necesitó un poco de adaptación porque las condiciones son distintas y con el paso de las rondas está dando cada vez más nivel. Está con muchas ganas, disfrutando mucho», valoró Ferrero y López, más tímido, añadió: «Hasta ahora se merece un sobresaliente».

En el entorno de otro jugador las últimas declaraciones del rival, Fritz, quizá hubieran supuesto cierto malestar, pero en el equipo de Alcaraz nadie arqueó ni una ceja. Después de vencer a Karen Khachanov en cuartos de final, el estadounidense se vino arriba y se declaró invencible. «Jugando como lo hice los dos primeros sets, nadie puede hacer demasiado contra mí», aseguró y los entrenadores de Alcaraz ayer respondieron que sí, que muy bien, que perfecto.

Joanna ChanAP

«Hombre, es que está jugando un huevo», contestó Ferrero, que luego siguió: «Esos comentarios ayudan a mantener la motivación de cara al enfrentamiento. Carlos ya lo dice, que vamos a verlo en pista, que es ahí donde debe demostrar el nivel». Después todos los miembros del equipo se fueron a comer juntos en el pabellón del Aorangi Park y, también juntos, se marcharon a la casa que tienen alquilada a ver la victoria de Jannik Sinner ante Ben Shelton (7-6 [2], 6-4, 6-4) y la de Novak Djokovic frente a Flavio Cobolli (6-7 [6], 6-2, 7-5, 6-4). Hoy no habrá entrenamiento y el grupo se marchará de excursión. Pero seguro que seguirá habiendo diversión.

La “confianza alta” de Alcaraz, la duda sobre Sinner y un partido de golf con Spider-Man: “Espero que tenga la agenda libre”

Actualizado Martes, 8 julio 2025 - 23:02

"Me siento con mucha confianza", "tengo la confianza muy alta", "lo importante es mantener la confianza". Confianza, confianza, confianza. Después de su rápida victoria ante Cameron Norrie (6-2, 6-3, 6-3) en cuartos de Wimbledon, Carlos Alcaraz repetía la misma clave: confianza. Su evolución en el torneo, que apunta al título de manera irremediable, sólo se explica con una confianza por las nubes. Después de ser campeón los dos últimos años y, sobre todo, de su remontada en la final del último Roland Garros, el español ya llegaba al All England Club con el pecho inflado, pero en los dos últimos encuentros la fe en sí mismo ha alcanzado su máximo.

"En octavos, ante Rublev, empecé a sentir más la bola y a mejorar con mi servicio. A partir de ahí todo ha sido fácil. Desde el fondo de la pista me siento más tranquilo, puedo pensar con más claridad", analizó Alcaraz, que en semifinales el viernes se medirá a Taylor Fritz, que también este martes derrotó a Karen Khachanov (6-3, 6-4, 1-6, 7-6 [4]). En las horas posteriores a su encuentro ante Norrie, a Alcaraz se le veía feliz, satisfecho, en un verdadero estado de gracia: "La clave ahora es no pensar en nada más, sólo disfrutar del tenis. Jugar en Wimbledon es un regalo y quiero sentirlo así".

Horas antes, de hecho, su jornada ya empezó con alegría. En el calentamiento previo le tocó la pista 14, al lado de la pista central, con acceso del público y aquello se empezó a llenar de gente. Los aficionados ingleses no paraban de animarle y él respondía sonriente con saludos hasta que unos agentes de seguridad abrieron paso y apareció el actor Tom Holland, Spider-Man.

"He oído que le das bien"

Con ese carisma tan suyo, Alcaraz no sólo le saludó, también se atrevió a bromear con su nivel de golf -"He oído que te gusta, que le das bien", le soltó- y a invitarle a jugar juntos 18 hoyos. De hecho la charla acabó con el número de Holland en las manos de Albert Molina, el representante del tenista, así que es posible que el duelo tenga lugar pronto. "He visto vídeos suyos y creo que tiene mucho nivel, me puede ganar. Me encantaría jugar con él antes de que acabe Wimbledon, espero que tenga la agenda libre", comentó Alcaraz.

WIMBLEDON

Con Holland o sin Holland, lo que está claro es que Alcaraz volverá a jugar al golf sí o sí en el campo de Wimbledon en los dos días de descanso que tiene antes de las semifinales. "¿Qué harás con tanto tiempo libre?", le preguntaron a pie de pista al acabar el partido su partido ante Norrie y a un espectador se le ocurrió contestar por él: "¡Ibiza!". "¿He oído Ibiza? No, esta vez no", rectificó Alcaraz que admitió que practicaría golf con su entrenador, Juan Carlos Ferrero. También planea hacer una visita el jueves al centro de Londres, aunque la logística será más complicada por su creciente popularidad en Reino Unido.

Los problemas de Sinner

Como ya le pasó en Roland Garros, Alcaraz nuevamente cuenta con un preciadísimo día extra de descanso cerca de la final mientras sus máximos rivales, Jannik Sinner y NovakDjokovic, deberán batallar este miércoles ante Ben Shelton y Flavio Cobolli. De hecho, sobre Sinner pende ahora una duda que sólo se resolverá cuando salte a la pista. Mientras los partidos se sucedían en las pistas, la prensa italiana corría de un lado a otro para saber qué estaba pasando con el número uno.

Kin CheungAP

En su partido ante Grigor Dimitrov sufrió un golpe en el codo por culpa de una caída y este martes su retirada era una opción. Por la mañana se hizo una resonancia, por la tarde canceló su entrenamiento y, al final, según declaró su entrenador Darren Cahill, se probó en las pistas indoor, lejos de las miradas de aficionados y periodistas. Al parecer pudo golpear con su derecha, aunque más lento de lo habitual. La preocupación se cierne sobre Sinner mientras para Alcaraz todo es confianza.

Sinner, al borde de la derrota en octavos, se salva por la desgracia de Dimitrov

Actualizado Lunes, 7 julio 2025 - 22:39

Y, de repente, un silencio. La pista central de Wimbledon, totalmente vacía. El público seguía de pie frente a sus asientos, pero sobre la hierba ya no quedaba nadie, ni un tenista. Minutos antes se estaba viendo un partido extraordinario, quizá el mejor en lo que va de Grand Slam, y se acabó sin más, con el vacío como desenlace. Grigor Dimitrov pasó de dominar al número uno del mundo, Jannik Sinner, de ganarle los dos primeros sets, de desplegar un tenis vintage precioso, a romperse nuevamente y verse obligado a abandonar. A mediados del tercer set, con 6-3, 7-5 y 2-2 a su favor, sintió un pinchazo en el pectoral derecho después de un saque y ya no hubo manera de que pudiera volver a mover el brazo.

El médico y el fisioterapeuta del torneo le atendieron durante unos segundos, pero viendo la gravedad de la lesión no quedó más remedio que invitarle a abandonar. Después de tener que retirarse de las últimas ediciones del US Open, el Open de Australia y Roland Garros, Dimitrov completó de forma consecutiva el Grand Slam más triste de la historia.

«No sé qué decir. Grigor es un tenista increíble, todos lo hemos visto hoy, y es un buen amigo. La verdad es que merecía ganar y estar en la siguiente ronda. No considero esto una victoria, ha tenido muy mala suerte. En los últimos Grand Slam ha sufrido mucho por las lesiones. Lo que ha pasado es muy triste, demos un aplauso a él y a su equipo», comentó el italiano que primero acompañó a Dimitrov a los vestuarios -le tuvo que llevar el raquetero- y después reapareció con el papelón de tener que hablar ante los espectadores. Su cara era un poema: transitaba entre la pena por la desgracia de su adversario y la confusión por todo lo que había pasado en las dos horas previas.

continuas variaciones

Porque hacía mucho tiempo que no se veía a Sinner tan superado, ni tan siquiera experimentó esa sensación en la final del último Roland Garros. Antes de romperse, el búlgaro de 34 años le había sometido con su saque liftado, con su resto de revés a una mano y con su variedad de golpes. En vez del pum, pum, pum al que Sinner está habituado, Dimitrov le propuso un intercambio con continuas variaciones, de alturas, de lados, de efectos, que acabó confundiéndole.

Punto a punto, la derrota del actual número uno parecía irremediable, más con lo ocurrido en el segundo set. Después de una caída y un consecuente golpe en el codo por el que también tuvieron que atenderle, Sinner fue capaz de de conseguir su primer break, de celebrar por primera vez -con más vehemencia de la normal-, de venirse arriba, pero acto seguido Dimitrov volvió a romperle el servicio. Todo parecía a favor del bulgaro, inspirado, tranquilo, imparable. Todo menos su propio físico.

Sinner acompaña a Dimitrov tras la retirada del búlgaro.

Sinner acompaña a Dimitrov tras la retirada del búlgaro.AP

Su lesión fue más cruel que las anteriores por el lugar, por el rival que tenía sometido y por la sonrisa que lucía. En la previa de su encuentro ante Sinner, Dimitrov explicó que llevaba unas semanas sin dolores y que estaba volviendo a disfrutar del tenis. Como tantos otros tenistas había alquilado una casa en los alrededores de Wimbledon y se había instalado allí con su familia, haciendo barbacoas con sus hijos, dando paseos por el parque. «Ni tan siquiera almuerzo en el club, simplemente bajo un rato a jugar a tenis y vuelvo con los míos. Estoy disfrutando mucho de este torneo», comentaba en la previa quien destacaba la «ausencia de miedo» en los ojos de Sinner o Alcaraz.

Tercero del ranking mundial en 2017, semifinalista aquí en 2014, el anteriormente llamado Baby Federer reflexionaba sobre la final de Roland Garros entre ambos y sobre cómo enfocaban su juego. «Estuve viendo el partido y, desde mi perspectiva, era interesante notar que ninguno de los dos había perdido nunca. Se podía ver, se podía palpar. Carlos y Jannik todavía no conocen la parte mala del tenis y por eso jugaron así la final, sin miedo. No lo digo como algo negativo. Sólo digo que con la edad se descubren otras cosas y hay que aprender a manejarlas», aseguraba Dimitrov horas antes de volver a brillar como antaño, de dominar a Sinner y de estrellarse de nuevo contra «la parte mala del tenis».

Sinner afila el servicio en su vuelta a un Grand Slam después de la traumática final de Roland Garros

Sinner afila el servicio en su vuelta a un Grand Slam después de la traumática final de Roland Garros

Los seguidores que colmaron la pista 1 de Wimbledon, en otra jornada de ardor climatológico, con 34 grados de temperatura, dispensaron a Jannik Sinner un significado aprecio. El número 1 del mundo volvía a un torneo del Grand Slam después del drama padecido en la final de Roland Garros, cuando tuvo tres puntos de partido para hacerse con su cuarto major y acabó sometido por la extraordinaria reacción de Carlos Alcaraz. «Es un nuevo torneo, con nuevas oportunidades, un nuevo desafío», comentó a pie de cancha una vez certificada la victoria ante su compatriota Luca Nardi por un plácido 6-4. 6-3 y 6-0.

Entre manifiestas muestras de apoyo, Sinner, eliminado por Alexander Bublik en la segunda ronda del torneo ATP 250 de Halle en su único torneo de transición hacia la hierba del All England Club, sólo necesitó una hora y 48 minutos para dejar atrás al número 95 del mundo, cuya mejor carta de presentación fue la victoria lograda el pasado año ante Novak Djokovic en Indian Wells. Ganador de las dos últimas ediciones del Abierto de Australia y del pasado US Open, el tenista de San Cándido también tiene tareas pendientes en Wimbledon, donde su techo se encuentra en las semifinales de 2023, cuando cayó en tres sets contra Djokovic. Fue un año antes, en cuartos, también contra el serbio, cuando, aún lejos del competidor que es hoy, dejó escapar dos sets de ventaja.

Habrá que esperar a las últimas rondas, donde se le espera, para evaluar el calado anímico del golpe sufrido en París. «Tienes un rival en cada momento, así que estoy muy feliz con respecto a hoy [por ayer]. Obviamente, intento seguir adelante y disfrutar de jugar aquí. Si no lo haces en este tipo de superficies, no sé dónde lo vas a hacer. Estoy feliz de estar aquí y ya veremos que pasa», comentó a la espera de su rival de mañana, el australiano Aleksandar Vukic, 93º, a quien ha derrotado en sus dos cruces previos, ambos en psita dura, el más reciente en Sofía, hace tres años.

Trabajo específico

Sensato y aplicado, aprovechó las semanas previas a Wimbledon para trabajar con especial dedicación el servicio, golpe que adquiere una relevancia capital en este torneo. Ayer, en su debut, sólo perdió 12 puntos con el saque, no concedió una sola pelota de rotura y rentabilizó cinco de las 13 pelotas de break que creó.

«He servido muy bien, especialmente en los momentos importantes. Al principio creo que a los dos nos costó un poco y no hubo muchos peloteos, pero después di un paso adelante. Estoy satisfecho de cómo he terminado el partido», comentó. Magnífico restador, Sinner aún consiente en su servicio un severo margen de progresión, así como en las aproximaciones y movimientos en la red.

En una reciente entrevista con Andy Roddick, Darren Cahill explicó su aterrizaje en el rincón de Sinner, a quien dirige desde hace tres años. El entrenador australiano habló con Djokovic sobre aquel partido de cuartos de final de Wimbledon en 2022, donde el serbio acabó imponiéndose en cinco sets.

Franco, elocuente, el siete veces campeón del torneo le vino a decir que resultaba relativamente cómodo adaptarse al ritmo de pelota de Sinner, que proponía poco más allá de la dureza y profundidad de sus golpes desde ambos lados de la pista. Cahill compartió con su jugador las impresiones de Djokovic, recibidas por el italiano con la máxima atención.

Alcaraz buscará este miércoles (16.00 h., Movistar) la tercera ronda del torneo ante el británico Oliver Tarbet, que superó la fase previa tras recibir una invitación y disputa su primer torneo profesional. El español Jaume Munar protagonizó una de las noticias de la jornada al superar en cinco sets a Bublik, 31º, reciente campeón en Halle y cuartofinalista de Roland Garros. Alexander Zverev, tercer cabeza de serie, se fue precipitadamente tras caer en cinco sets ante el francés Arthur Rinderknech.

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Si los números son arrolladores, la impresión que transmite en pista, es, si cabe, aún más intimidatoria. Da la impresión de que Carlos Alcaraz en ocasiones gana incluso sin proponérselo. «No venía aquí con demasiadas expectativas», dijo a pie de pista, en el Andy Murray Arena, tras imponerse al checo Jiri Lehecka por 7-5, 6-7 (5) y 6-2, para vencer nuevamente en Queen's, como ya hizo en 2023, y hacerse con su tercer título consecutivo, quinto del año, vigésimoprimero en su carrera.

Lejos de quedarse en una plataforma de lanzamiento de cara a Wimbledon, donde a partir del 30 de junio buscará su tercera corona consecutiva, el coqueto ATP 500 de la capital británica sirvió para constatar la suficiencia con la que el número dos del mundo (las jerarquías, de momento, mienten, o al menos engañan) se maneja sea cual sea el escenario y el oponente.

Desde que perdiera ante Holger Rune el 20 de abril en la final del Conde de Godó, limitado por los problemas físicos sufridos en el último set, por los que decidió después no jugar el Masters de Madrid, Alcaraz ha encadenado 18 victorias consecutivas. Fue campeón en Roma y en Roland Garros, en ambos casos con Jannik Sinner como víctima, y ha vuelto a demostrar en Queen's una asombrosa naturalidad en la adaptación al cambio de superficie. No se trata sólo de la destreza con la que se mueve y de la eficacia con uno de los golpes con los que presenta mayor margen de mejora, como es el servicio, sino también de una mentalidad prestamente ajustada a las nuevas demandas.

Sin lagunas mentales

Si en París, antes de hacer cumbre en una final que agotó los mejores calificativos, pasó por algún trance incómodo por no refrendar las roturas de servicio, como le sucedió ante Lorenzo Musetti en semifinales y frente al propio Sinner, en Londres ha sido muy consciente a la hora de poner en valor el peso de hurtar el saque a sus adversarios y la delgada línea en la que pueden decidirse los partidos en un terreno tan resbaladizo.

Si algo se le puede aún discutir a este tenista de 22 años que ya cuenta con cinco títulos del Grand Slam es, ocasionalmente, la falta de constancia en su juego, ocasionada en gran medida por un legítimo sentimiento de superioridad sobre sus adversarios. Aunque pudiera sorprender, todavía se encuentra en un proceso de aprendizaje, y la hierba le ayuda a ser mejor tenista, a limar esas pequeñas lagunas mentales.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.AFP

Ante Lehecka, en una final que tal vez hubiera resuelto en dos sets de no mediar la doble falta que acabó por costarle el desempate del segundo, exhibió más aces que nunca en su carrera, 18, y ganó 21 de los 29 puntos jugados con su segundo saque, el 72%. Nunca perdió el hilo de un partido en el que eligió con mimo y acierto entre su inmenso repertorio, sacrificando la brillantez mostrada en semifinales ante Roberto Bautista.

Frente a la relativa insignificancia de los triunfos de Taylor Fritz en Stuttgart, Gabriel Diallo en Hertogenbosch y Alexander Bublik en Halle, y a la espera de lo que suceda esta semana en Mallorca y Eastbourne, la autoridad mostrada por Alcaraz en Queen's le pone algunos cuerpos por encima del resto para Wimbledon. Doble cuartofinalista, Fritz es entre los citados quien más lejos llegó con anterioridad en el All England Club. A la espera de un improbable renacer de Djokovic, que descansa desde las semifinales de París, y con Sinner, superado por Bublik en octavos de Halle y aún convaleciente de los tres match points que se le escaparon en la final de Roland Garros, resulta difícil vislumbrar quién pueda detenerle.

Un 'herbívoro' Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen's su quinta final consecutiva

Un ‘herbívoro’ Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen’s su quinta final consecutiva

Carlos Alcaraz perdió su último partido ante Holger Rune el pasado 20 de abril, en la final del Conde de Godó. Desde entonces, suma 17 victorias consecutivas, las que corresponden a su primer título en el Masters 1000 de Roma, donde venció en la final a Jannik Sinner, a la revalidación de su corona en Roland Garros, donde volvió a derrotar al italiano en la final de las finales, y a sus cuatro triunfos hasta plantarse también en la final del ATP 500 de Queen's, donde este domingo (15.00 h., Movistar) buscará ante Jiri Lehecka su segundo título, tras imponerse en semifinales a Roberto Bautista por 6-4 y 6-4, en una hora y 29 minutos.

En 2023, en su debut en el torneo londinense, estuvo a punto de irse a la calle de entrada ante Arthur Rinderknech, el mismo a quien derrotó cómodamente en cuartos en esta edición. Entonces, algún consumado especialista televisivo comentó que le costaría años aprender a desenvolverse con éxito sobre hierba. Pocos días después de llevarse el trofeo en Queen's, derribó el imperio de Novak Djokovic y ganó el primero de sus dos títulos de Wimbledon. El 30 de junio abrirá el torneo en la Central del All England Club en busca del tercero. Nadie es más favorito que él para alzar la copa.

Una rotura en el tercer juego fue suficiente renta para que el murciano se llevara el primer set ante Bautista en un partido que gobernó desde el inicio, apoyado en la eficacia de su servicio (15 saques directos), en el resto y en su destreza en la red (12 de 15 en sus aproximaciones). El lenguaje de Alcaraz es universal. Una de sus recetas clásicas, ya exhibida de nuevo en Roland Garros, va aún más cargada de pimienta en la hierba. Se trata del servicio angulado que le permite abrir pista después con su derecha o, si fuera preciso, como lo fue en la última pelota del parcial, sellar con una volea baja cruzada de revés sin nada que envidiar al mejor de los especialistas.

Un adversario ejemplar

A sus 37 años, Bautista ha perdido jerarquía, pero no pasión. Pocos jugadores en los últimos tiempos han demostrado semejante cariño y dedicación por lo que hacen. En primera ronda salvó un punto de partido ante Nuno Borges y ha transitado por el torneo superando complicaciones. Siempre fue un tenista contracultural en el modelo español, alguien más capaz en superficies veloces que sobre arcilla. Semifinalista de Wimbledon en 2019, ganó en la hierba de Hertogenbosch en 2014 y disputó la final en Mallorca en 2022, también sobre pasto. Cuenta con 12 títulos ATP, el más reciente en Amberes, bajo techo, dos años atrás.

Los tres lustros de diferencia entre ambos y el mayor castigo con el que llegó Bautista, tras un duro partido frente a Rune, influyeron en el desarrollo de su tercer duelo, que tuvo el mismo vencedor que los dos precedentes. Alcaraz caminó con más holgura que la que dictaba el marcador. El break en el quinto juego del segundo set, tras encadenar una secuencia diabólica de derechas, le proyectó definitivamente hacia el partido definitivo, aunque hubo de salvar una bola de rotura en el octavo juego.

Campeón también en Rotterdam y Montecarlo, buscará su quinto título de 2025, vigésimoprimero de su carrera, ante Lehecka, 30º, que sorprendió a Jack Draper, segundo favorito, por 6-4, 4-6 y 7-5, para desconsuelo de la afición británica. Están 1-1 en el cara a cara, con triunfo del checo en el cruce más reciente, este año, en cuartos de Doha.

¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: "Que se divierta, pero que recuerde que es tenista"

¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: “Que se divierta, pero que recuerde que es tenista”

Una gesta como la remontada ante Jannik Sinner en la reciente final de Roland Garros debería suponer para Carlos Alcaraz unas semanas de vacaciones, quizá un mes, incluso dos meses, pero nada más lejos de la realidad. Ahora goza de cierto tiempo libre, sí, está disfrutando de la noche de Ibiza, sí, pero el viernes, sólo cinco días después de levantar su quinto Grand Slam, ya volverá a trabajar. Fiesta escasa; el calendario no da para más.

Antes del fin de semana se instalará en Londres y a principios de la semana próxima, el martes o el miércoles, debutará en el ATP 500 de Queen's, donde será difícil exigirle. Dos años atrás se proclamó campeón y continuó su racha exitosa hasta su primer Wimbledon. El año pasado cayó en segunda ronda ante Jack Draper e igualmente triunfó con su segundo Wimbledon. ¿Qué pasará esta vez? Seguramente es el torneo más incierto de Alcaraz, siempre lo es, pues será el tercer año de esa transición: del reservado del club Ushuaia a las pistas de hierba del oeste de Londres.

La fiesta en Ibiza

«Ahora ya está desconectando. Le dije que se divirtiera, porque se lo merecía, pero que recordara que es tenista. Lo conocemos, estos días estará bien y volverá fresco y dispuesto. Lo importante no es tanto hacer fiesta como desconectar, dejar de pensar en tenis y pasar tiempo con sus amigos como cualquier joven de 22 años. Volverá a trabajar con entusiasmo», proclamaba Juan Carlos Ferrero, que otras veces discutió la ya típica escapada ibicenca de su pupilo.

Como se puede ver en el documental de Netflix A mi manera, el primer año, en 2023, cuando Alcaraz se marchó a la isla justo al perder en semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic hubo diversidad de opiniones en su equipo. Ahora, después de su histórica victoria ante Sinner y con los recientes precedentes en Wimbledon, es imposible negar a Alcaraz la conveniencia de esas minivacaciones. «Para mí Ibiza, no te voy a engañar, es fiesta y salir. Voy allí básicamente a reventarme, no sé si está bien decirlo de esa manera, pero sí, a salir. Cuando tengo algo así lo aprovecho al máximo», reconocía Alcaraz en ese documental de tres capítulos. Que lo aproveche.

La vida en Londres

Después en Londres ya volverá a su rutina de entrenamientos y entretenimiento en el Royal Wimbledon Golf Club. En Londres, en realidad, sus días suelen ser más relajados que en París. En la capital francesa duerme en un hotel del centro, el Villa Marquis que está pegado al puente del Alma, y cena en restaurantes selectos como el Siena, donde celebró su título con comida italiana, champán Laurent-Perrier y bengalas. En la capital británica, en cambio, reserva durante un mes una casa en los alrededores del All England Club y, sin ocio alrededor -el centro queda a una hora en coche-, se dedica a mejorar su hándicap.

En esos días su residencia suele servir tanto para su equipo como para su familia y por eso esta edición hará un pequeño cambio. En 2023 y 2024 alquiló una casa no muy grande de dos plantas con un pequeño jardín y una canasta de baloncesto y este 2025 cambiará por una casa de mayor tamaño. Los precios en la zona las semanas de Wimbledon son altos -entre 1.800 euros y 17.500 euros por semana, según 'Tennis London-, pero el dos veces campeón merece más espacio.

El final de temporada

Su objetivo será levantar su tercer Wimbledon consecutivo, un hito que multiplicaría su leyenda. Sólo dos jugadores ganaron más de una vez el llamado Channel Slam, la combinación de Roland Garros y Wimbledon, y sólo uno lo hizo dos años seguidos. Rafa Nadal lo logró en 2008 y 2010, pero Bjorn Borg lo consiguió en 1978, 1979 y 1980. Eso sí, poco después se retiró con sólo 26 años, un desenlace del que Alcaraz debe huir. Por eso la importancia de sus salidas y posiblemente de una mejor programación de su agenda.

Después del verano siempre llegan sus peores meses y su equipo ya trabaja para que esta vez eso no ocurre. Su angustia en la última gira estadounidense de cemento, con una raqueta rota en el Masters 1000 de Cincinnati y un tropiezo temprano en el US Open, fue una señal. Pase lo que pase en Wimbledon, a Alcaraz le esperan esta vez más días de descanso y desconexión -ayuda que no haya Juegos Olímpicos-. Con esa estrategia quizá pueda plantearse uno de los retos más difíciles que le quedan: recuperar el número uno del ranking antes de que termine la temporada.

Ferrero y el gesto de Alcaraz cuando la victoria era imposible: "Me hizo así con la raqueta, sé que confiaba de verdad"

Ferrero y el gesto de Alcaraz cuando la victoria era imposible: “Me hizo así con la raqueta, sé que confiaba de verdad”

Carlos Alcaraz todavía era menor de edad cuando empezó a inventar remontadas imposibles por las pistas de tenis del mundo. «Ha nacido para jugar en estas situaciones. Es una de las cosas en las que me asombra desde niño. Cuando era júnior o cuando jugaba en los torneos Challengers ya lo hacía. Siempre iba a por ello, siempre creía que podía ganar», recuerda su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y en la memoria, por ejemplo, aquella tarde de 2020 en el Challenger de la Academia Sánchez-Casal de Barcelona, en la que le levantó una final perdida al bosnio Damir Dzumhur, curiosamente su rival este año en tercera ronda de Roland Garros.

Anteayer, ante Jannik Sinner, en una de las mejores finales de la historia, su remontada fue antológica -«la mejor que le he visto», aceptaba Ferrero-, pero ambos protagonistas ya habían vivido algo parecido. El trauma del italiano nació hace ya un tiempo. Fue en cuartos del US Open 2022, cuando también tuvo una bola de partido y también la desaprovechó para acabar derrotado.

En la rueda de prensa posterior al partido, Sinner apareció -que ya es mucho- con un hilito de voz para empezar a curarse de lo ocurrido. Su mantra era «it is what it is», es decir, «es lo que hay»; la vida continúa. «Mi padre no ha podido venir a verme porque trabajaba [es el guardia del Rifugio Fondovalle en los Alpes italianos]. De hecho no sé si habrá podido ver el partido por la tele. Soy una persona normal, que acierta y que falla, e intentaré sacar lo positivo que se pueda de lo que ha pasado», comentaba el número uno del ranking mundial que, pese a ello, seguirá siéndolo.

«Jannik tiene que estar orgulloso»

Su ventaja en la lista se alarga más allá de los 2.000 puntos y hasta el US Open es imposible que Alcaraz lo amenace. Antes el español tendría que volver a ganar Wimbledon, al desafío que unirá a ambos de nuevo en apenas tres semanas, a partir del 30 de junio.

«Estoy decepcionado por las tres pelotas de partido del cuarto set, pero no he regalado ninguna. Es duro hablar sobre ello, no me apetece, pero hay que darle a Carlos el mérito que merece», finalizó el italiano, que pese a lo ocurrido estuvo unos minutos en el vestuario hablando con el equipo de Alcaraz.

«Jannik es un gran chico. Nos hemos saludado, le he animado. La situación es dolorosa, pero tiene que estar orgulloso y no pensar en los números. Carlos le ha ganado en los cinco últimos partidos y eso puede ser una motivación o una carga depende de cómo te lo tomes», analizaba Ferrero, que descubría un detalle que nadie vio durante la final. En los momentos más peliagudos, su pupilo, Alcaraz, seguía haciéndole gestos que indicaban que todavía creía, que aún era posible.

Alcaraz, con todo su equipo, tras el segundo título en París.

Alcaraz, con todo su equipo, tras el segundo título en París.AFP

«Me hacía así con la raqueta [levanta el puño], como diciendo sigo intentándolo, no está perdido. Lo conozco mucho y sé que confiaba de verdad, aunque evidentemente era muy difícil. Después de salvar esas tres bolas de partido, ahí sí, se ha convencido al 100% de ir a por el partido y se ha conectado muy bien con el público», repasaba el técnico.

En relación a esta conexión con los espectadores, Ferrero nunca vivió una comunión así en su época como jugador entre el público francés y un español. Antes de Rafa Nadal, desde Santana y Orantes a su propia generación, tuvieron que sufrir cierta inquina o, como mínimo, indiferencia. Los parisinos tenían otros ídolos, más cuando alguno de los suyos, si acaso Yannick Noah, aspiraba al título. Pero ahora todo es distinto. En la dicotomía entre Sinner y Alcaraz, la Philippe Chatrier no tuvo dudas al escoger a su favorito: «¡Carlos, Carlos, Carlos!».

«Lo iba a hacer de todas formas»

«¿Y ahora qué? ¿Le dejarás por fin irse de fiesta?», le preguntaban a Ferrero después de la discusión generada por el documental de Netflix sobre Alcaraz. «Sí, claro, lo iba a hacer de todas formas», asumía. «Conozco bien a Carlos desde hace muchos años e intento hacer que su experiencia alrededor del tenis sea agradable, que esté fresco mentalmente», comentaba Ferrero, que también necesita cierto aire después de la intensidad del torneo.

Este próximo viernes, después de la escapada anual de Alcaraz a Ibiza con sus amigos más cercanos, la mayoría de su equipo se instalará en una casa en Londres cerca del All England Club para encarar Queen's y Wimbledon, pero Ferrero no estará desde el inicio. Antes del Grand Slam, Samuel López será quien acompañará al número dos del mundo y luego ya llegará la hora de estar todos juntos en la lucha por el que sería su tercer Wimbledon consecutivo, su sexto Grand Slam.

Todo a su tiempo, aunque está claro que lo que queda es una gran certeza: si tiene que remontar, Alcaraz remontará. Lo hacía de niño, lo hizo anteayer ante Sinner en una final de Roland Garros completamente inolvidable y lo hará todas las veces que haga falta.

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

“Muchos amigos” y “algún relojito chulo” en la celebración de Alcaraz en París: “Mi prioridad es el disfrute, aunque haya gente que no piense como yo”

Actualizado Lunes, 9 junio 2025 - 12:19

"No sabemos qué pasará en el futuro, qué pasará de aquí a cinco años. Quiero seguir mi camino, hacer las cosas a mi manera y si me equivoco, pues me equivoco. Mi prioridad es el disfrute. Hay gente que no piensa como yo, piensan que es posible. También hay gente que cree que sí lo es. Hay opiniones distintas y lo comprendo, pero las opiniones que importan son la mía y las de mi equipo. Quiero hacerlo de esta manera y en los próximos años quién sabe, quizá cambio mi manera de ver las cosas".

Después de la épica, la reivindicación. Con su segundo título de Roland Garros descansando a su lado, Carlos Alcaraz defendió en rueda de prensa que seguirá como hasta ahora: rascando al tenis todo el tiempo posible para su familia y para sus amigos. Su tribuna de la Philippe Chatrier era un fiel ejemplo de la unión de su entorno. Allí, una docena de colegas de El Palmar junto a sus padres, sus hermanos, su abuela materna, su tío abuelo o sus primos. Era el rincón más ruidoso del recinto durante el partido y también lo fue después del partido.

Una vez certificó su remontada antológica ante Jannik Sinner, Alcaraz se estiró boca arriba en la tierra batida de París y subió rápido a abrazar a los suyos. El primer abrazo fue para su entrenador, Juan Carlos Ferrero, a quien incluso le saltó encima. Luego el resto de miembros de su equipo. Y finalmente todos los amigos y familiares, los muchísimos amigos y familiares.

La comparación con Nadal

De la ceremonia de entrega de trofeos destacaron un par de imágenes inusuales. La primera, el gesto de Alcaraz metiendo la cabeza dentro de la copa, de pura incredulidad. Y la segunda, su foto con el reloj de duración del encuentro, cinco horas y 29 minutos. Fue un gesto reclamado por los fotógrafos para ilustrar un hito histórico. La final de este domingo entre Sinner y Alcaraz fue la segunda más larga de la historia después de la victoria de Novak Djokovic sobre Rafa Nadal en el Open de Australia de 2012. Aquella vez fueron cinco horas y 53 minutos y el serbio se hizo la misma instantánea señalando el tiempo transcurrido.

Lindsey WassonAP

"Que un partido mío se pueda comparar con esas finales son palabras mayores. Recuerdo aquella final o Wimbledon 2008, que fueron momentos que hicieron historia en el tenis y el deporte en general", comentó Alcaraz, que antes de que se lo dijeran ya sabía el dato más curioso de su quinto Grand Slam, que Nadal lo consiguió con la misma edad, 22 años, un mes y tres días. "Durante el partido he pensado un poquito en Rafa. He vivido grandes remontadas suyas, su espíritu de lucha, de garra, de no darse por vencido. Como en esa final de Wimbledon".

Después de la rueda de prensa, Alcaraz corrió al restaurante reservado para la fiesta y, ya a primerísima hora de la mañana, a coger un avión para volver a casa. Normalmente en los Grand Slam, el ya cinco veces campeón tiene varios compromisos al día siguiente, la sesión de fotos, las entrevistas con los medios, pero esta vez lo suspendió todo para poder ganar un día más de descanso. El próximo viernes viajará a Queen’s para acostumbrarse a la hierba antes de encarar Wimbledon, pero antes, como ya es tradición, se marchará unos días a Ibiza con unos amigos.

"No me voy a poner el partido, no me apetece estar cinco horas y media sentado en el sofá. Ahora es el momento de disfrutar, de dejarme llevar, de descansar. Tengo la suerte de que han venido muchos familiares, muchos amigos y lo pasaremos bien, nos reiremos", aseguró Alcaraz que esta vez no se hará un tatuaje nuevo -ya lleva una Torre Eiffel en un tobillo-, pero sí podría darse algún capricho: "No quiero dar un disgusto a mi padre, pero me estoy aficionado a los relojes y algún relojito chulo quizá me lo compro".