La clasificación de los países más ricos del mundo, según su producto interior bruto (PIB), no difiere demasiado en las primeras posiciones del medallero de París 2024. Estados Unidos, China y Japón, primeros en los Juegos, son primero, segundo y cuarto, según su PIB. Francia gana dos puestos, favorecida por el impulso de la colosal inversión del país anfitrión en su deporte, e Italia y Gran Bretaña varían un solo puesto entre una y otra clasific
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Tom Cruise descendió en rappel por el Estado de Francia durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de París.
El actor de 'Misión: Imposible' realizó una de sus acrobacias habituales en la ceremonia del domingo al colgarse del tejado de la sede hasta una altura de 35 metros con una cuerda, como parte del traspaso a Los Ángeles de los Juegos de 2028.
A Tom Cruise se le vio saludar a los atletas presentes en la ceremonia antes de aterrizar y llevarse la bandera olímpica en una motocicleta.
A continuación, un segmento pregrabado mostró a la estrella de 'Top Gun' transportando la bandera de regreso a Estados Unidos en un avión antes de colocarla sobre el cartel de Hollywood.
Un informe de TMZ de principios de este mes reveló que la parte de la maniobra de Los Ángeles se filmó en marzo y admitió que esperaban que la estrella de Hollywood fuera vista y que la información se filtrara de antemano.
Se dice que Cruise fue el impulsor del espectáculo y que él mismo se puso en contacto con el Comité Olímpico Internacional (COI) para realizar una serie de acrobacias que unieran los Juegos de París y Los Ángeles.
El actor Tom Crusie, preparado para saltar desde lo alto del Stade de France, en París.Fabrizio BenschAP
La ceremonia también contó con las actuaciones de H.E.R., Red Hot Chilli Peppers, Billie Eilish, Snoop Dogg y Dr. Dre, el primero cantando el himno nacional estadounidense 'The Star-Spangled Banner' en el estadio y el segundo desde Venice Beach, en Los Ángeles.
"¡Gracias, París! Ahora, rumbo a Los Ángeles", escribió el actor en su cuenta de Twitter (X) con un selfie desde lo alto del estadio.
El presidente del COI, Thomas Bach, aseguró que los Juegos Olímpicos fueron "sensacionales en el Sena".
Dijo: "Los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido una celebración de los atletas y del deporte en su máxima expresión. Los primeros Juegos Olímpicos realizados íntegramente conforme a las reformas de nuestra Agenda Olímpica: más jóvenes, más urbanos, más inclusivos, más sostenibles. Los primeros Juegos Olímpicos con plena paridad de género. Han sido unos Juegos Olímpicos sensacionales de principio a fin: unos Juegos Olímpicos sensacionales. Los Juegos Olímpicos de París 2024 han sido los Juegos Olímpicos de una nueva era".
Tom Cruise monta en una motocicleta con la bandera olímpica durante la ceremonia de clausura.Ashley LandisAP
El resultado de España es malo. La tentación es hablar de fracaso, dadas las expectativas creadas, pero la palabra exacta es la de parálisis. Con 18 medallas, España continúa en la horquilla de entre 15 y 20 metales en la que se ha movido después los Juegos de Barcelona, hace ya 32 años. Las 22 medallas de entonces, 13 de oro, permanecen como un récord que no ha podido ser batido en París, pese a contar con la segunda delegación más importante de
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Las canciones se cuelan por donde nadie espera y por eso este domingo en las entrañas del estadio Pierre-Mauroy de Lille retumbaban las voces de 16 hombretones cantando sin camiseta y dando botes los siguientes versos: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad, vuelve conmigo a dibujar las olas del mar, dame tu mano una vez más". La Oreja de Van Gogh de Amaia Montero, 'Soledad', nostalgia pop para celebrar un bronce olímpico... ¿Y eso? Nadie explicaba muy bien el motivo, pero al parecer la culpa era de Jorge Maqueda.
La tradición marcaba que cada jugador escogía una canción y ese remix sonaba en el vestuario, pero el lateral de 36 años, charanguero como nadie, se cansó de tanto reguetón y decidió que en estos Juegos de París él sería el DJ. Antes del debut ante Eslovenia su selección musical provocó muchas risas, pero después de la final de consolación, nuevamente ante Eslovenia, todos ya estaban entregados: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad".
Una celebración distinta de aquellos ya acostumbrados a celebraciones. Una celebración distinta tres años después. Como ocurrió en los últimos Juegos de Tokio 2020 -y en Pekín 2008 y en Sidney 2000 y en Atlanta 1996-, España volvió a imponerse en una lucha por el bronce igualadísima que se resolvió en los últimos minutos con un gol de Alex Dujshebaev, un polémico golpe a Aleix Gómez y una parada "fácil" de Gonzalo Pérez de Vargas en el último segundo. "Hemos defendido muy bien esa acción, les hemos obligado a tirar desde la falta y era un lanzamiento bastante asequible. Y luego ya, la celebración, la locura", analizaba el guardameta que no disimulaba su alegría con la medalla al cuello como después de la derrota en semifinales ante Alemania no disimuló su enfado.
"A los que ya estuvimos en Tokio nos costó un poco más digerir la derrota en semifinales porque sabemos lo difícil que es llegar a unos Juegos Olímpicos, pasar la fase de grupos, ganar en cuartos y tener esa oportunidad de jugar por el oro", comentaba Pérez de Vargas, uno de los pocos, poquísimos repetidores, sólo siete: él, Rodrigo Corrales, Alex Dujshebaev, Adrià Figueras, Miguel Sánchez-Migallón, Gómez y Maqueda.
El partidillo que devolvió la risa
Ellos son los que llevaban peor cara después del tropiezo ante Alemania y a los que tuvo que levantar Jordi Ribera. En el día previo a la final de consolación, el seleccionador, un adicto al análisis táctico, a estudiar el balonmano, a editar vídeos, decidió que ese día no habría entrenamiento. Como es lógico, España tenía dos horas reservadas en la pista del Pierre-Mauroy de Lille para prepararse el encuentro ante Eslovenia, pero nadie apareció por allí. En su lugar, Ribera prefirió llevarse a sus pupilos al estadio Lille Métropole, el segundo más grande de la ciudad, al lado de la pequeña Villa Olímpica de Lille, para que jugaran un partidillo de fútbol.
"Teníamos que reírnos otra vez, si algo tiene el equipo es la risa, la alegría", descifraba el entrenador, que añadía: "Para mí también fue más difícil levantarme aquí que en Tokio. Cuando ya lo has vivido una vez, revivirlo es más duro. Además lo tuvimos en nuestras manos. Había que pasar el duelo, el luto, hablar, remontar y divertirse un rato". En la sala de prensa aparecieron los dos, Ribera y Pérez de Vargas, técnico y portero, y al sentarse no se dieron cuenta que los micrófonos ya estaban abiertos. Con alguna crítica a los árbitros, lamentaron el único punto de preocupación entre tanta celebración: "Se lo han cargado, es que se lo cargado".
SAMEER AL-DOUMYAFP
Hablaban del golpe a Aleix Gómez en la penúltima jugada del partido ante Eslovenia. Después del gol decisivo de Dujshebaev (23-21) y un siete metros transformado por Jure Dolenec (23-22), la selección contó con un minuto y 20 segundos para dejar morir el partido, para marcar y subirse al podio y ahí el balón llegó al extremo. Muy escorado, podía marcar. Muy escorado, se lanzó a por ello. Hubo un claro contacto del esloveno Blaz Janc, pero no se pitó nada y todavía hubo que sufrir 20 segundos más. Gómez ya no se levantó. Tendido sobre la pista necesitó ser rescatado por un compañero, el pivote Abel Serdio, que lo cogió en brazos y lo tumbó al lado del banquillo. Incluso cuando Pérez de Vargas hizo la última parada, Gómez siguió inmóvil, dolorido, roto.
Más de una hora después los que salían del vestuario comentaban que ya se encontraban un poco mejor, pero que todavía sentía muchísimo dolor en la pierna izquierda. Al volver a España, este lunes, se realizará pruebas médicas, aunque antes le quedaba la ceremonia de las medallas, la clausura y ya en Madrid "una comilona" que la Federación había prometido al equipo. Allí, en el restaurante que sea, seguramente volverá a sonar el hit: "Oh, soledad, dime si algún día habrá, entre tú y el amor buena amistad".
Laura Herediacerraba los ojos y respiraba profundo, muy profundo, mientras su ayudante y hermano, Aleix Heredia, la animaba. "¡Hasta el final, Lau!", le gritaba, pero la final de pentatlón moderno se había acabado para ella. Y lo peor es que no había sido su culpa. En la primera prueba, Dollar us d'Ecly, un caballo de 11 años de la Guardia Republicana, de raza francés de silla, no quiso saltar bajo sus órdenes y arruinó todas sus opciones. En el primer obstáculo frente al palacio de Versalles, Heredia se precipitó, nerviosa, y en el tercer obstáculo ya se vio la descoordinación entre jinete y caballo: un listón se fue al suelo y, a partir de ahí, un desastre. Al quinto obstáculo, Dollar us d'Ecly se frenó en seco y adiós. La española no sumó ninguno de los 300 puntos posibles e incluso se despidió del diploma.
Después se rehízo mínimamente en la esgrima y encaró la natación y la laser run, su punto fuerte, con el único objetivo de no acabar última en la final. Lo logró: fue penúltimo, decimoséptima. En todo caso iba a ser la mejor posición de la historia de una española en el pentatlón moderno porque Heredia era la primera española en unos Juegos.
Quedaba como consuelo que el mal trago no volverá a pasar. La prueba de hípica en el pentatlón moderno siempre ha sido muy criticada en los Juegos por dos motivos: en primer lugar por su aleatoriedad, ya que los equinos se reparten a suertes y no conocen al jinete que los montará -sólo tienen 20 minutos para calentar- y en segundo lugar, y más importante para el Comité Olímpico Internacional (COI), por su elevado coste. Desde hace varias ediciones se intenta eliminar o modificar su presencia y eso finalmente ocurrirá en los Juegos de Los Ángeles 2028. Allí en lugar de hípica el pentatlón moderno comenzará con una especie de carrera de obstáculos a pie, una Spartan Race, todavía por definir. Heredia, de 24 años, podría estar allí y desquitarse de la adversidad que le llevó a cerrar la lista negra de España en los Juegos.
Con la cruel lesión de Carolina Marín en las semifinales del bádminton como imagen inolvidable, también hubo los declives de Mar Molné en el tiro, Jon Rahm en el golf, el 470 en la vela e incluso la selección femenina de fútbol cuando ya tenían la medalla casi asegurada o las derrotas de favoritísimos como la taekwondista Adriana Cerezo, el judoca Niko Shera o la piragüista Antía Jácome.
Quedará para el recuerdo la imagen del pivote de España, Abel Serdio, con el extremo Aleix Gómez en brazos, llevándolo de la pista al banquillo porque le dolía la pierna, el cuerpo, el alma. Hasta el último esfuerzo tuvo que poner la selección otra vez para llevarse de nuevo su quinto bronce en unos Juegos, el segundo consecutivo.
Como en todos sus partidos en París sufrió, sufrió y sufrió y, al contrario de lo que ocurrió en semifinales, en la final de consolación venció a Eslovenia por 23-22 en otro desenlace de infarto. Al final del encuentro, todos los jugadores se reunían para abrazarse alrededor del portero, Gonzalo Pérez de Vargas, y había felicidad, incluso locura, pero delante del banquillo español quedaba Gómez, inmóvil, como muestra de todo lo que había costado llegar hasta ahí.
Unos minutos después, con los reservas -Peter Cikusa y Sergey Hernández- ejerciendo de muletas, Gómez conseguía caminar e ir así a los vestuarios para celebrar con sus compañeros. Su dolor fue decisivo porque pudo costar la prórroga. En toda la segunda parte, España y Eslovenia estuvieron empatadas -del 15-15 al 21-21 nadie tuvo dos goles de ventaja- y cuando parecía que los hombres de Jordi Ribera habían sentenciado llegó la acción polémica.
Aaron FavilaAP
Después de un gol de Alex Dujshebaev (23-21) y un siete metros transformado por Jure Dolenec (23-22), la selección contó con un minuto y 20 segundos para dejar morir el partido, para marcar y subirse al podio y ahí el balón llegó a Gómez. Muy escorado, podía marcar. Muy escorado, se lanzó a por ello. Hubo un claro contacto con el esloveno Blaz Janc, pero no se pitó nada y todavía hubo que sufrir 20 segundos más, 20 más. No marcó Eslovenia, final, gloria. La decimoctava medalla de España en estos Juegos; el balonmano no ha dado oros ni platas, pero pocas veces falla.
Una Eslovenia distinta
Pasan los años y las generaciones y siempre es así, aunque el juego cambie. No hubo mayor muestra de ello, de hecho, que el balonmano del rival este domingo, Eslovenia. País de centrales creativos, como su actual seleccionador, Uros Zorman, y de extremos a toda pastilla, en estos Juegos vivieron del lanzamiento exterior de Dolenec, Jean Bombac, Aleks Vlah, Borut Mackovsek e incluso del polivalente Janc. Era extraño, pero en realidad, para España, mejor. Siempre sufrió ante la selección balcánica porque encontraba en ella un espejo, las mismas virtudes, las mismas debilidades, y este domingo no fue así.
El guión del partido volvía a ser el que era ante Alemania, defensa y contraataque, y así cualquier cosa podía pasar. Durante la primera parte, el conjunto de Ribera dominó como no había dominado prácticamente ningún periodo en esta cita olímpica, pero el marcador no lo mostraba. Una mala racha de siete minutos sin marcar y algunos despistes antes del descanso hicieron que de camino a los vestuarios hubiera igualdad, 12-12, y se avisara de la taquicardia final.
Ya de medianoche en París aparecían tres gigantes de nuevo en la Philippe Chatrier para recibir sus medallas. Sonaba el 'Y.M.C.A.' de los Village People y los aficionados bailaban y bailaban y el español Ayoub Ghadfa no bailaba, pero disfrutaba igual. Acompañado del uzbeko Bakhodir Jalolov, quien le ganó en la final, y el francés Djamili-Dini Aboudou, a quien derrotó en semifinales, por fin Ghadfa pudo celebrar la plata conseguida en una semana de ensueño.
Encima del podio saludaba a sus padres, presentes por sorpresas, y lanzaba besos a sus amigos, como Enmanuel Reyes Pla, que le aplaudían desde la parte baja de las gradas junto a su entrenador, Rafa Lozano. Era su gran momento después de la tensión previa ante un Jalolov, que lo intimidó, lo dominó y lo venció.
"Son muchos años de sacrificio, esfuerzo... al final uno siempre quiere el oro, y lo di todo. El esfuerzo fue bueno y en la final no pudo ser, pero estoy muy contento con mi trabajo y por la forma en la que rendí. En el primer asalto, estuve un poco descuidado, fuera de distancia. A medida que avanzaba el tiempo, cogí bien esas manos. Algunas me llegaron, y en otras llegué yo", analizaba Ghadfa, que en efecto en el segundo asalto completó una actuación que no fue premiada por los jueces. Al final sólo uno de ellos le concedió un round y fue en el tercero, al final, cuando todo estaba ya decidido.
John LocherAP
En todo caso, Jalolov, que tenía un club de fans en una de las esquinas de las tribunas, cerca de donde suele estar los entrenadores de los tenistas, le felicitó por su actuación. "El esfuerzo diario, el proceso, todo importa y disfruto de lo que hago, del boxeo, y se disfruta mucho más si consigues una medalla. Esta plata sabe a mucho", comentó el español que ahora espera "hacerse fotos en la Torre Eiffel con El Profeta [Reyes Pla] y celebrar".
Su salto al profesionalismo
Le espera la ceremonia de clausura de los Juegos de París, este domingo por la noche, y el regreso a Madrid, a los entrenamientos en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Después de haber sido subcampeón olímpico en los superpesados es posible que tenga ofertas para pelear como profesional y ahora ambas cosas pueden combinarse -de hecho Jalolov ya sumaba 14 combates- y Ghadfa aseguraba que aún no ha recibido nada.
"Todavía no he recibido ninguna oferta, no he recibido nada, así que, de momento, sigo en amateur. Seguiremos ahí con el equipo dándolo todo. Estamos creciendo y estamos muy orgullosos de todo el equipo, los que estamos aquí y los que no estamos", decía y se marchaba ya de madrugada a celebrar todo lo conseguido con su familia y sus amigos.
Cuando entra a la Philippe Chatrier, una pista monumental, quizá la más monumental de todas las pistas de tenis, Ayoub Ghadfa va murmurando. ¿Qué dirá? Parece sobrecogido Alrededor 15.000 personas mirándole a él, sólo a él, delante un ring azul eléctrico y detrás su entrenador, Rafa Lozano, que le azuza, más que tranquilizarle. Está en la final de unos Juegos Olímpicos y debe disfrutarlo con todo. En los entrenamientos todos los deportistas se imaginan en una situación así, pero nadie imagina lo que viene luego.
Ghadfa, prácticamente un novato, un boxeador por instinto, desde hace apenas cuatro años, se encuentra en el cuadrilátero al uzbeko Bakhodir Jalolov, que no sólo fue campeón en los Juegos de Tokio 2020, que también lo será ante él en París. Todo el mundo se lo ha dicho así de claro al español. Durante casi dos décadas, los rivales de Rafa Nadal debieron de sentir algo parecido aquí, pero Nadal no te podía noquear con un derechazo. "Este Jalolov es una bestia", han advertido a Ghadfa. "Es invencible", ha leído en redes sociales. "El oro es imposible", ha escuchado por ahí. Y todas esas voces tenían motivos.
Jalolov, un tipo de más de dos metros, serio de principio a fin, se presenta en Roland Garros sin perder un combate amateur a tres asaltos desde 2017 y ya como profesional acumula un balance de 14 victorias en 14 combates, todas, absolutamente todas por KO. Mirar a las apuestas asustaba antes -la victoria de Jalolov se paga a 1.08-, pero ya en el cuadrilátero mirarle a la cara asusta todavía más. Hay que ser muy duro para hacerlo y eso hace Ghadfa. Con toda la ilusión y esa cara de buen tío tan suya, el español intenta conectar con su derecha en el primer round, pero quien lo hace es su rival con dos rectos con su zurda: se nota la experiencia. La desigualdad queda clara de inicio, los jueces plantan un 5-0, aunque no todavía no se acaba.
Más igualdad, más intercambio
Decían las estadísticas que Jalolov no había perdido un round en todos los Juegos, pero también decían que el rival de Ghadfa en semifinales, el francés Djamili-Dini Aboudou-Moindze, era favorito y muchas otras cosas. Como que un chaval marbellí, hijo de inmigrantes marroquíes, no iba a ser aplaudido en el barrio más pijo de París, el distrito XVI, hogar de ministros, cantantes y arquitectos. Pero casi de medianoche lo es. Y en el segundo round el español lo intenta, lo intenta más que nunca, se expone y golpea a Jalolov.
Hay más igualdad, más intercambio, pero los jueces no lo ven así. Otro 5-0. En el tercer round, un 4-1 como consuelo, ya no habrá nadie en juego. Al final, plata de Ghadfa en los superpesados, un resultado excelente. La decimoséptima medalla de España en estos Juegos Olímpicos y la segunda alegría para la nueva cuadrilla del boxeo español, una cuadrilla de muchos kilos en todos los sentidos.
Jalolov festeja su triunfo en la final.AFP
Hasta estos Juegos, España era un país de pequeños pegadores, como lo fueron Enrique Rodríguez Cal, Faustino Reyes o el propio Rafael Lozano, hoy entrenador. Ahora ya no. En los pesos más grandes, de donde salieron leyendas como Muhammad Ali, Joe Frazier, George Foreman, Wladimir Klitschko o Anthony Joshua, el país tiene a unos amigos capaces de todo. Con Ghadfa, Enmanuel Reyes Pla, bronce hace unos días en los pesados, y Gazi Khalidov, diploma en los Juegos de Tokio.
Los tres comparten vida en Madrid, aficiones, religión -incluso Reyes Pla se ha convertido al islam- y un futuro esplendoroso en el boxeo. Ghadfa, el niño que recibía bullying en el colegio en Marbella, que se apuntó a kickboxing para defenderse, que fue descubierto para el boxeo cuando se mudó a Madrid a estudiar INEF, ya es subcampeón olímpico. Vendrán más cosas.
Muy rápido para Mohamed Attaoui. Por ahora. A los 22 años y después de una fulgurante aparición en el atletismo, tiene tiempo para mejorar. El problema es que en el 800 va a tener una competencia brutal, con una de las mejores generaciones de los últimos tiempos.
Emmanuel Wanyonyi, de Kenia, es su líder y el nuevo campeón olímpico, a los pocos días de cumplir 20 años. Con 1:41.19 hizo la tercera mejor marca de todos los tiempos y se quedó a 28 centésimas del récord del mundo, en una prueba en la que hubo plusmarca de América, la del canadiense Marco Arop (1:41.20), y de Estados Unidos, a cargo de Bryce Hoppel (1:41.67). Jamás cuatro hombres habían bajado de 1.42. Moha fue el quinto (1:42.08). Es su siguiente barrera.
El español iguala el quinto puesto de Adrián Ben en Tokio, pero en pruebas muy diferentes. Ben acabó entonces en 1:45.96 en una final en la que el oro se ganó por encima de 1:45. "Me voy súper contento". Sabía Attaoui por qué lo decía. En esa coyuntura ofreció el máximo de lo que ha conseguido, metido en una criba histórica que le va a llevar a las mejores carreras en el circuito de la Diamond League y a las finales, si no se malogra. Está en buenas manos, afincado en Suiza y dirigido por Thomas Dreissigacker. Eso significa gloria y dinero.
Más piernas
"No he cometido errores, al contrario de lo que me pasó en la semifinal. Lo he dado todo y he tomado las decisiones correctas. Pero al final me han fallado un poco las piernas, a pesar de que casi he estado en mi marca personal. Corría contra grandísimos rivales. Esto me da muchos ánimos para seguir trabajando y entrenando", añadió este atleta nacido en Marruecos, pero afincado en Torrelavega desde los seis años, edad a la que llegó a España con su familia. Empezó atrás, pero en la cuerda para ahorrar metros, aunque la velocidad no le permitió realizar el 'cambio', porque el 'cambio' estaba activado desde el principio por Wanyonyi y Arop.
El 800 en el que tomaba parte Attaoui confirmó la expectativa que proclamaban los ránkings. No sólo el de la temporada, sino el de siempre. De los 10 atletas más rápidos de la historia en el 800, cuatro estaban en la pista, y no por lo que hubieran hecho en el pasado, sino este mismo 2024. Eran el argelino Djamel Sedjati, el francés Gabriel Tual, Wanyonyi y el español. Ahora lo está también Arop. Los tres primeros habían conseguido correr por debajo de 1:42. El español está a a cuatro centésimas, después de su récord de España (1:42.04). Ayer era una carrera para hacerlo, pero le faltaron piernas.
La marca la batió en la reunión de la Diamond League en Mónaco, en unos meses mágicos antes de París. La primera sorpresa la dio al colgarse la plata en el Europeo de Roma, celebrados el mismo año que los Juegos por los ajustes de fechas y campeonatos que provocó la pandemia. Las referencias de los podios, por tanto, hay que tomarlas con cautela. Las marcas, en cambio, valen lo que dicen.
Yulenmis Aguilar, durante la final de jabalina.AFP
Moha pulverizaba los 1:43.65 de Saúl Ordóñez, anterior récord de España. Eso es darle un bocado a una marca, que es como ha aparecido este atleta en el atletismo español y como lo hizo en las series de París. En la semifinal en la que no supo ubicarse y fue, en su opinión uno de sus peores 800, hizo 1:43.69. La impresión, pues, es que tiene margen de mejora si consigue dominar algunos aspectos de la estrategia de carrera, con menos tráfico en el 800 que en el 1.500, pero sin tiempo y metros para corregir los errores.
Attaoui había subido al podio continental ya como sub'23, aunque inicialmente en los 1.500. La transición, incluso la compatibilidad con el 800, era más habitual en el pasado. El ejemplo es el presidente de la World Athletics, Sebastian Coe, que ha seguido las pruebas en Saint Denis. Sus 1.41.73 son todavía la sexta marca de todos los tiempos del único atleta con dos títulos olímpicos en 1.500. Coe y Steve Ovett alternaban las distancias, mientras que las generaciones posteriores se inclinaron por hacerlo en el 1.500 y el 5.000, desde Hicham El Guerrouj a Jakob Ingebrigtsen.
A Coe correspondió el honor, como anfitrión, de ver a David Rudisha bajar de 1:41 (1:40.91) en Londres, en los Juegos de los que era anfitrión. Entonces, en 2012, un récord del mundo del futuro, como lo había sido el de Coe en 1981. Hoy, un desafío para esta nueva generación del 800 de la que Attaoui forma parte.
Águeda Marqués, tras la final de los 1.500.AFP
Más lejos de esa élite está Yulenmis Aguilar, pese a concluyó sexta en la final de jabalina (62.78) y obtuvo, asimismo, diploma olímpico. Esa marca difícilmente puede llevarla a un gran podio. Había lanzado este año 63.90, pero no pudo repetirlos en París. Thierry Ndikumwenayo, por su parte, sabía que el podio de los 5.000 estaba mucho más lejos que para Attaoui o Yulemnis, pero al menos tuvo el foco de liderar la prueba hasta que sucumbió al poder de los etíopes y a un poder superior, el del noruego Jakob Ingebrigtsen, que pasó al vuelo a los atletas de la altiplanicie africana para redimirse de su derrota en el 1.500. Águeda Marqués, undécima en la de 1.500, no alcanzó el diploma, pero sí marca personal (4.00.31). Eso es competir.
El equipo de Portugal, compuesto por Iuri Leitao y Rui Oliveira, logró el primer oro olímpico en pista para su país, hazaña que se concretó en la modalidad de madison, donde la plata se la llevó Italia, el bronce Dinamarca y España sólo pudo acabar novena tras una caída de Albert Torres.
Sobre el Velódromo Nacional de Saint Quentin-En-Yvelines, Portugal se impuso en el vigésimo y último sprint, que puntuaba doble. Un agónico triunfo con 55 puntos, ocho más que la pareja italiana formada por Elia Viviani y Simone Consonni, que había dominado las tres cuartas partes de la prueba. Leitao, corredor del Caja Rural, logró la plata en omnium el pasado jueves, y junto a Oliveira, corredor del UAE, frustraron los anhelos del dúo transalpino.
España aspiraba a la sorpresa, pero la suerte resultó esquiva para Sebastián Mora y Torres, con una caída que arruinó cualquier opción de luchar por las medallas. Tras el séptimo sprint, a 130 vueltas del final, Torres y Mora figuraban en cabeza con 11 puntos. Restaba un mundo, pero las sensaciones iniciales permitían soñar con la lucha por el podio. Una madison supone muchas alternativas, momentos de mayor y menor inspiración, y normalmente la última fase de la competición resulta decisiva.
Lucha frenética
A mitad de carrera, Mora y Torres seguían fajándose en puestos del podio. La lucha sin cuartel, frenética sobre el anillo del velódromo, variaba por momentos. Japón encadenó varias puntuaciones para ascender a la zona noble, en perjuicio de España, que bajó a la quinta plaza, con su marcador estancado en 15 puntos.
En el último cuarto, Chequia empezó ganando vuelta y sumó 20 puntos que le auparon a la cuarta plaza. Italia reaccionó atacando para defender el liderato. La dupla británica perdió opciones con la caída de Oliver Wood. Se volvió loca la carrera a medida que se acercaba el final. Consonni y Viviani hacía valer una diferencia mínima sobre Dinamarca y Chequia a falta de 25 vueltas. España quedaba a 25 puntos del bronce, pero la desgracia de Torres acabó con cualquier opción.
Indignado el menorquín, con el casco roto, reclamaba ante los jueces, pero no le permitieron salir de nuevo a la pista. A 20 vueltas se esfumaron las opciones de la dupla española. Tras el incidente, Portugal ganó vuelta, sumó 20 puntos y desplazó a Italia de la primera plaza. Oliveira y Leitao dieron el golpe de mano en momento clave.