El día más duro en la carrera de Ana Peleteiro: “He visto la otra cara de la moneda”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 23:58

Hacía mucho tiempo que Ana Peleteiro no se presentaba así ante los medios de comunicación: cabreada, silenciosa, frágil. Después de su sexto puesto en el triple salto de los Juegos de París, en las entrañas del Stade de France ya de medianoche, la saltadora era otra. "Estoy triste, hoy he visto la otra cara de la moneda", comentaba sin ningunas ganas de hablar.

Desde que cayó a la arena en su último intento, su rostro lo decía todo. Tanto que en lugar de acercarse a su entrenador, Iván Pedroso, para valorar el salto, se fue a buscar directamente a su marido, Benjamin Compaoré, para recibir consuelo. Compaoré, ex saltador, la abrazó mientras Peleteiro digería lo ocurrido y luego hicieron lo propio uno por uno sus amigos.

Siempre dijo Peleteiro que lo único malo de su bronce en los Juegos de Tokio 2020 fue la ausencia de público, la imposibilidad de celebrar el éxito con todos a los que quiere, y por eso este sábado en las gradas del estadio parisino no faltaba nadie. Frente al foso del triple salto, ninguna saltadora tenía tanto apoyo como Peleteiro. Tanto que en su cuarto intento, aquel que marcó sus 14,59 metros finales, se desató una celebración: creían que había superado los 14,70 metros, que el bronce era suyo.

"Tenía miedo de resbalarme"

"He hablado con ellos y me han dicho que igualmente están muy orgullosos de mí. Qué me van a decir", reconocía Peleteiro. "El factor lluvia me ha tocado psicológicamente porque me veía capaz de pelear por la medalla, pero la pista estaba fatal y tenía miedo de resbalarme en la tabla porque no conseguían secarla completamente. Me he quedado muy cerquita y eso da coraje", analizaba y no le faltaba razón.

JUANJO MARTINEFE

Su primer intento fue notable (14,55 metros), pero sus rivales pronto respondieron. La cubana Leyanis Pérez, por ejemplo, lo hizo en el primer salto (14,62) y al siguiente vendrían las grandes marcas de la finalmente campeona, la dominiquesa Thea Lafond (15,04) y la jamaicana Shanieka Ricketts (14,87). Ahí, cuando tocaba un momento Peleteiro, es decir, sacar la furia, asustar al miedo, empezó a llover. Y la lluvia dificultaba su misión. El viento reducía su velocidad y el agua impedía el agarre. En esas circunstancias necesitaba superar la mejor marca de su vida para colgarse el oro o la plata. En esas circunstancias lo único posible era el bronce. Y no pudo ser.

La marca del bronce

"Este año he hecho varios saltos por encima de la marca del bronce. Quizá el esfuerzo hecho desde diciembre me ha pasado factura. He tenido algún problema en el isquio, pero he llegado bien. Estoy disgustada porque quizá no estoy para 15 metros, pero sí para 14,70. Claro que da rabia no ganar una medalla olímpica cuando sabes que estás para saltar más de lo que ha costado", comentaba Peleteiro que pese a la furia, pese al dolor, soltaba alguna frase que invitaba a la esperanza.

"No se acaba mi carrera deportiva aquí. En un abrir y cerrar de ojos llegará Los Ángeles", aseguró y con "suficiente" finalizó la comparecencia más corta de los últimos años, quizá de su vida. A sus 28 años, después de su maternidad, Peleteiro había puesto todo el corazón en colgarse otra medalla olímpica, lo había hecho todo, lo había organizado todo, y no pudo ser. Habrá otras.

Ray Zapata, una cerveza pese al diploma por una “penalización justa” y la cicatriz de la última lesión: “Siempre creí en mí”

Actualizado Sábado, 3 agosto 2024 - 23:54

«He cumplido mis sueños de niño: llegar a unos Juegos, conseguir una medalla y ahora un diploma olímpico». Ojalá todo el mundo asumiera la decepción como Ray Zapata. El gimnasta español, de 31 años, se mostraba sinceramente satisfecho con el séptimo puesto en la final de suelo celebrada ayer en París. No logró la tan ansiada medalla, la que diera continuidad a la plata conseguida en Tokio, pero sonreía. «Venía de una lesión, pero he creído en mí,

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Julien Alfred y el milagro de Santa Lucía

Julien Alfred y el milagro de Santa Lucía

Llovía ligeramente cuando ocho mujeres echaron a correr como oscuros rayos húmedos en la final de los 100 metros. No ganó, como de costumbre, una jamaicana. Ni tampoco, como era de suponer en ese caso, una sustituta estadounidense, sino una joven (23 años) de Santa Lucía, una diminuta isla caribeña de 185.000 habitantes, llamada Julien Alfred.

Fue una sorpresa relativa. Alfred había corrido este año en 10.78. Pero las estadounidenses presentaban e

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Ana Peleteiro, a la final de triple salto por la vía rápida: "Me siento como Taylor Swift en el Bernabéu"

Ana Peleteiro, a la final de triple salto por la vía rápida: “Me siento como Taylor Swift en el Bernabéu”

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 21:05

En ausencia de la lesionada Yulimar Rojas, las principales favoritas del triple salto femenino accedieron a la final, este viernes en París, entre ellas la española Ana Peleteiro y las cubanas Leyanis Pérez y Liadagmis Povea. Peleteiro, una de las pupilas del cubano Iván Pedroso y campeona de Europa el pasado junio, apenas tuvo desgaste y solo necesitó un salto para ganarse el billete, llegando a 14,36 metros, cuando 14,35 era la distancia que daba la clasificación automática.

"Me he sentido como Taylor Swift en el Bernabéu, pero en negra. Para mí un estadio lleno es como una performance, lo vivo así. Estaba un poco nerviosa, pero el ritmo de los aplausos me ayudó a tranquilizar las pulsaciones y a hacer los deberes", explicó la saltadora gallega, bronce olímpico en la anterior cita en Tokio. Su objetivo de cara a la final del sábado, como aseguró, es mejorar el resultado de la anterior cita olímpica: "Tengo el oro en mente"

Por la misma vía rápida entró en la final la cubana Liadagmis Povea, con 14,39 metros en su caso en el primer salto. Más apuros tuvo la también cubana Leyanis Pérez, bronce mundial el año pasado en Budapest y que se presenta como teórica candidata al oro a sus 22 años. Pérez tuvo que llegar al tercer intento para superar la distancia clasificatoria, alcanzando 14,68 metros, lo que le dejó como la mejor de la ronda clasificatoria, aunque la mayoría de grandes nombres se limitó a cumplir el trámite y no forzó la máquina.

"SENSACIONES BUENAS Y MALAS"

Las malas noticias para delegación española llegaron en el medio fondo. La palentina Marta García, plusmarquista española, no pudo progresar a la final de los 5.000 metros tras concluir décima en su serie, que después de dar la cara y estar en el grupo de cabeza, fue incapaz de resistir el ritmo infernal de sus rivales en las dos últimas vueltas. "Las sensaciones son buenas y malas. Estoy contenta de poder decir que soy olímpica, pero creo que he descubierto la realidad. Venía aquí pensando que sí, que podía estar en esa final, y de hecho durante más de 4.000 metros estaba convencida de que sí podía", dijo Marta García, en la zona mixta del Estadio de Francia.

"Me han faltado quinientos metros, que son muchos. Lo he dicho en otras ocasiones, que a nivel mundial me falta cerrar un hueco y creo que está muy claro. En esta carrera se ha visto clarísimo y es lo que tenemos que pensar. Creo que esto es una motivación para darme cuenta de que todavía falta mucho que hacer y falta dar otro paso adelante para estar con esas mujeres. La sensación es un poco agridulce, pero creo que al final tengo que estar contenta", señaló la medallista de bronce en el último Europeo.

Marta García, cuya marca personal es 14:44.04, tuvo que lidiar en su serie con nueve atletas con tiempos inferiores al suyo, por lo que las posibilidades de pasar a la final eran reducidas. "Consulté por qué estaban tan descompensadas las series, pero no me convencieron. Aún así, en carrera, no he cesado en el intento en ningún momento porque pensaba que alguna más podría podía cae, pero se ha visto que no, que ellas están más fuertes. Esa es la realidad y hay que seguir luchando", finalizó.

PRIMER RÉCORD

Más allá de la representación española, Estados Unidos batió el récord del mundo del relevo 4x400 metros mixto en las series de acceso a la final, con un crono de 3 minutos 7 segundos 41 centésimas. Vernon Norwood, Shamier Little, Bryce Deadmon y Kaylyn Brown superaron así la anterior plusmarca, que estaba en poder también del equipo de Estados Unidos desde 2023, con un crono de 3:08.80. El Team USA se dio el lujo de participar en estas series sin sus principales nombres, por lo que su actuación apunta a ser todavía mejor en la final del sábado.

El 1.500 español nació hace 40 años: del bronce de Abascal en Los Ángeles’84 al vacío en el podio

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 08:37

La tradición del gran 1.500 español cumple 40 años. La medalla de bronce de José Manuel Abascal, en los Juegos de Los Ángeles'84, fue el hecho diferencial que el mediofondo español necesitaba, y que encuentra su clímax con el oro de Fermín Cacho en Barcelona'92. Las series de la especialidad se disputan en la jornada de apertura del estadio de Saint Denis para el atletismo, con Adel Mechaal, Mario García Romo e Ignacio Fontes, pero lo cierto es que lejos del esplendor que para España tuvo la prueba en los años 80 y 90.

Hasta la medalla de Abascal, el atletismo español únicamente había podido subir al podio olímpico a uno de sus miembros, el marchador Jordi Llopart, plata en 50 km en Moscú'80. El cántabro era un prototipo claro del deporte previo a las grandes ayudas y al Programa ADO que se pusieron en marcha a partir de la concesión de los Juegos a Barcelona, en 1986. Miembro de una generación que competía continuamente, en mítines en España, Europa y hasta en la gira americana de pista cubierta para aumentar sus ingresos, esa hiperactividad pudo influir en una retirada relativamente temprana de Abascal, muy castigado su físico por las largas cargas de entrenamiento de entonces. Los que llegaron después dosificaron más su preparación, más acomodados y amparados por las becas que les garantizaba un buen resultado o una marca.

La gran generación de los 80

Fue la generación de los 80, dirigida por Carlos Gil, y a la que también pertenecieron atletas tremendamente competitivos, como Javier Moracho, Carles Sala, Antonio Corgos, José Alonso Valero, Arturo Ortiz o José Luis González, entre otros, habituales en grandes finales olímpicas, mundiales y europeas. Años en los que el propio 1.500 gozaba de un nivel altísimo en el entorno internacional.

La final de Los Ángeles es un ejemplo. Abascal llegó tras Sebastian Coe, el Jakob Ingebrigtsen de la época y actual presidente de la World Athletics, y Steve Cram. Cuarto fue Joseph Chesire, el atleta keniano al que ocho años más tarde Cacho adelantó de forma suicida por el interior en la final de Montjuïc. Steve Ovett se retiró y la final contó con otro español, Andrés Vera, séptimo. Mechaal, quinto, y Fontes, decimotercero, alcanzaron la de Tokio, la mejor colectivamente de la historia, con cuatro hombres por debajo de 3.30. París les espera de nuevo.

La rivalidad con González

La medalla de Abascal pudo tener continuidad en Seúl'88, pero José Luis González, en el momento de mejor forma, se lesionó. Había conseguido la plata en el Mundial de Roma'87, por detrás de Abdi Bile pero por delante de Cram. La rivalidad entre Abascal y González, antagónicos en la pista, popularizó el atletismo en España y le ofreció una gran visibilidad. La llegada de Cacho, en paralelo a los medios, le llevó no sólo al oro de Barcelona, sino también a la plata en Atlanta. Ni Reyes Estévez, Juan Carlos Higuero o Mohamed Katir, sancionado antes de París, pudieron repetirlo. Mechaal tiene, a partir de hoy, su oportunidad.

Marta García: “Mi prioridad era la Medicina”

Actualizado Viernes, 2 agosto 2024 - 01:44

Marta García es una sonrisa permanente. Palentina nacida en León, es también la atleta de moda. Su 2024 es oro puro. Ha batido cuatro récords de España de carrerilla (2.000, 3.000 pista cubierta y aire libre y 5.000 metros...) y, en junio, en Budapest, logró el bronce europeo. Un estallido que no es casualidad. El año pasado tuvo que decidir, o atletismo o Medicina. Acababa de terminar la carrera y había que apostar. Acertó. Este viernes, «con sensaciones espectaculares», debuta en unos Juegos con la mirada puesta en la final del 5.000 metros.

Para saber más

Le llegó una oferta de esas que no se puede rechazar.
Me cambió la vida. No me había planteado la posibilidad de llamar al atletismo un trabajo hasta sexto de carrera. La prioridad siempre habían sido los estudios. Mi idea era acabar la carrera, hacer el MIR, entrar en el hospital y hacer la residencia. Tenía el camino claro. Entonces pensé: '¿Y si me diera unos años para correr?' La balanza tiraba hacia la Medicina. Cuando ON me ofreció esto, ser parte del equipo OAC Athletic. Apostaban por mí más incluso que yo misma. Cómo no voy a intentarlo. Muchos deportistas en España no tienen suficiente financiación como para poder ser profesionales, tienen que trabajar a media jornada, no tienen un fisio, no pueden hacer concentraciones en altitud, o su entrenador tiene dos trabajos...
De Buitrago del Lozoya se fue a vivir a St. Moritz, una concentración permanente en altitud.
Si me dices hace tres años que hago estas marcas... Aunque al principio fue un poco duro. Cambió el entrenamiento y también mi vida. Tenía mucha vida social y muchos entretenimientos... Me adapté y mi rendimiento fue bueno. Sinceramente, pensaba que podía estar en el Mundial de Budapest 2023 (fue campeona de España, pero por decisión de la Federación no fue). Fue una situación crítica, pero salí mucho más reforzada. A lo mejor empujé mucho más fuerte. Y no me fui de vacaciones porque no había mundial. Quise seguir compitiendo. La vida me lo devolvió más tarde ese esfuerzo. En 2024 está siendo el gran año.
Se puso en manos del alemán Thomas Dreissigacker, como Moha Attaoui.
Es un gurú, un científico de esto. Le gustan mucho los datos y es muy pasional. También ha dejado su vida por este proyecto. Aquí, básicamente, 'solo' tienes que entrenar, porque lo hacemos todos los días mañana y tarde. Es como un trabajo a jornada partida. Siento que trabajo 24/7, es duro, lejos de casa... Es difícil que tu pareja lo entienda. Pero es mi pasión y lo disfruto. Aunque me limita hacer otras cosas.
Marta García, durante uno de sus entrenamientos en St. Moritz.

Marta García, durante uno de sus entrenamientos en St. Moritz.Logan SwneyMUNDO

Entonces, ¿te suena mejor doctoria García o atleta García?
He decidido intentar ser las dos en la vida, pero primero una y luego la otra. No disfruté al máximo mi vida universitaria. Y en lo deportivo, quedaba campeona de España y me ponía a estudiar en el viaje de vuelta. Mi sensación es que mi vida ahora es mucho más fácil que cuando estudiaba. Mi cuerpo está más relajado. Le hice trabajar mucho y por encima de sus posibilidades en algún momento. Está bien ahora un tiempo de relax mental y de recomponerme. Fueron unos años de locos.
¿Cómo es Marta fuera de la pista?
Superactiva. Me gustaba salir de fiesta cuando era adolescente. También he estado ligada a la música. He hecho nueve años de conservatorio, tocaba la guitarra. Ahí está en casa, cogiendo polvo. Ahora leo, que antes no lo hacía. Novelas.
¿Cómo empezó en el atletismo?
Con tres o cuatro años, detrás de mi hermana. Y desde ahí no he parado. Me conquistó la competición, me gustaba ir a las carreras. Entrenar no tanto.
Las medallas de Pérez y Martín, una reivindicación al pueblo, un recuerdo a los que ya no están y una disculpa a la reina Letizia: "El deporte es así"

Las medallas de Pérez y Martín, una reivindicación al pueblo, un recuerdo a los que ya no están y una disculpa a la reina Letizia: “El deporte es así”

María Pérez esperaba a primerísima hora de la mañana alrededor de la Torre Eiffel que se diera la salida de la prueba femenina los 20 kilómetros marcha cuando alguien encendió la tele que había en la minicarpa de España en la zona de calentamiento para ver cómo iban las cosas en la prueba masculina y tuvo que reaccionar. "¡Apaga!¡Apaga!" gritó antes de poder observar cómo su compañero, su amigo, Álvaro Martín, se colgaba la medalla de bronce. "Me pongo muy nerviosa, me pongo muy nerviosa, porque siempre compiten antes y Álvaro cuando gana me nombra, dice que ahora es mi turno. Yo no sé por qué lo hace, lo voy a matar", lanzaba Pérez.

Como en el último Mundial, Martín y Pérez, pareja fantástica. Si entonces fueron cuatro oros entre los dos, en los Juegos Olímpicos de París fue una plata para ella y un bronce para él, más que suficientes para desatar la euforia. En cuanto María Pérez llegó a la meta, allí le esperaba Álvaro Martín y el abrazo entre ambos fue tan intenso que no vieron que a su lado, esperando desde hacía un rato, estaba la reina Letizia.

"Ya le hemos perdido perdón, pero el deporte es así. Nos ha dicho que no pasaba nada", explicaba Pérez después de todo un proceso: "He sufrido mucho dolor, sólo los míos saben por lo que he pasado". Además de varios procesos víricos que le afectaron durante la primavera, la marchadora venía de una lesión grave, una fractura de sacro, que en invierno le obligó a pasar por el quirófano. Operación. Rehabilitación. Y una renuncia a los analgésicos en la que empezaron los propios Juegos: para volver a marchar a toda velocidad tenía que acostumbrarse al dolor, recuperar la sensibilidad en esa zona, aunque fuese una tortura. Lo hizo, aunque por el camino hubo otros golpes.

"En lo deportivo vengo de un año durísimo y también en lo personal. Aquí me han faltado dos amigos que han fallecido, Ángel, de cáncer, con niños pequeños en casa. Y Nicolás, también de cáncer, que era policía local en Orce y cada día desayunaba con él. Se fueron y ya no puedo hacer nada", lamentaba la marchadora en uno de los muchos momentos de la celebración en la que soltó las lágrimas. Otro fue, por ejemplo, cuando se abrazó con su entrenador, Jacinto Garzón, que besaba sus estampitas y felicitaba a su pupila: "Esta ha sido la mejor carrera que ha hecho nunca".

La reina, con Álvaro Martín.

La reina, con Álvaro Martín.CASA REALEFE

No le faltaba razón. Pérez, que años atrás cometió errores de estrategia, que en algunas carreras que se lanzó para hundirse después, esta vez fue consciente de sus opciones a la perfección. La china Jiayu Yang demarró con violencia en el kilómetro 5 y Pérez, en lugar de irse con ella, esperó. Al frente del grupo, aguardó porque su momento no era ése. Era mucho más tarde, en el kilómetro 14, cuando rompió con todo para irse a por la plata. Pudo ser oro, incluso, pero una tarjeta le frenó en plena remontada y Yang supo mantenerse. A la prueba llegaba Pérez con ciertas dudas sobre su estilo técnico -los jueces llegaron a ponerle cómo ejemplo de lo que no se debía hacer en un congreso-, pero sobre el asfalto no tuvo problemas. "Yo también creo que ha sido mi mejor carrera. He visto a Yang que se iba y he pensado: ¡Buf, por ahí no vayas, María! Después he visto que podía pillarla en algún momento, pero estaba demasiado difícil", comentaba la española que ya fue campeón del mundo y de Europa y ayer completó su palmarés.

"Soy un tío normal de pueblo"

Desde Orce, el pueblo de Granada donde vive, al cielo. Una reivindicación del trabajo fuera de las ciudades que ayer nombró Pérez e hizo suya totalmente Álvaro Martín. "Soy un tío normal de un pueblo de 6.000 habitantes al sur de Extremadura [Llerena] y pensar que he ganado una medalla olímpica es increíble", aseguraba el marchador que llegaba con la vitola de favorito y acabó con el bronce, igualmente un éxito. Porque era su primera medalla olímpica después del cuarto puesto de los Juegos de Tokio y porque era la primera también de su entrenador, José Antonio Carrillo, que con muy pocos recursos - "Hacíamos jabalina con un palo de fregona y un cuchillo", recuerda- creo el mejor centro de tecnificación de la marcha del mundo, en Cieza, un pueblito de Murcia. "Hoy mi oro era este bronce, lo he dado todo", analizaba Martín, que como Pérez la próxima semana podría conseguir otra medalla en el relevo mixto de la marcha.

Ayer en el escenario más bonito que ha tenido nunca la marcha, bajo la Torre Eiffel, el marchador español aguantó y aguantó en el grupo hasta el toque de campana. "Es ahora, es ahora", le gritaba sus amigos, presentes en el Trocadero, y Martín, siempre impertérrito, cambiaba la cara. Con él, en ese último kilómetro, Pintado, Bonfim y el italiano Massimo Stano, todos rivales más que conocidos. Con él, en ese último kilómetro, la posibilidad de tocar el cielo. Atacó Pintado primero, violento hacia el oro, se fue con él Bonfim y Martín supo que era el momento: si seguía detrás, era medallista olímpico. En los últimos metros, en el empedrado del Trocadero, Martín miraba para atrás para controlar el ataque de Stano y ya estaba, ya lo tenía. En la meta, derrumbe: no podía más. Sólo tenía fuerzas para esperar a Pérez y celebrar juntos, y más tardes con la reina Letizia, un doblete histórico para España.

La marcha relanza a España con la plata de María Pérez y el bronce de Álvaro Martín

La marcha relanza a España con la plata de María Pérez y el bronce de Álvaro Martín

El sol saliendo por el río Sena después de la tormenta, la luz iluminando la Torre Eiffel como un foco y los marchadores brillando, fugaces y esforzados, sobre el puente d'Iéna. Tenía que ser así, con este resplandor, como España celebrara sus siguientes medallas en estos Juegos de París. María Pérez se colgó la plata en los 20 kilómetros marcha tras una carrera de menos a más y Álvaro Martín fue fuego en la categoría masculina y se llevó el bronce. Ambos, campeonísimos del mundo, campeones de Europa, alcanzaron así lo que le faltaba: un podio olímpico.

La dolorosa gesta de Pérez

Antes de este jueves, Pérez venía de unos meses de dolor, mucho dolor, un dolor que sólo ella conoce, pero que se puede imaginar sólo con el diagnóstico: se fracturó el sacro. Con una pequeña lesión en la zona fue dos veces campeona del mundo el pasado verano, pero la dolencia se fue agravando, se fue agravando y finalmente tuvo que pasar por el quirófano. Operación. Rehabilitación. Y una renuncia a los analgésicos en la que empezó la competición: para volver a marchar a toda velocidad tenía que acostumbrarse al dolor, recuperar la sensibilidad en esa zona, aunque fuese una tortura.

Durante un par de semanas, en invierno, casi no podía ni moverse. Pero recibió su recompensa. "¡La madre que te parió, la madre que te parió!", le felicitaba Martín en la meta, después de aplazar su propia celebración para animarla. Pérez lloraba y lloraba, completamente exhausta después del esfuerzo y de tantos y tantos minutos de control. Porque la española, que a lo largo de su carrera cometió errores de estrategia, que en tantas carreras que se lanzó para hundirse después, esta vez fue consciente de sus opciones a la perfección. La china Jiayu Yang demarró con violencia en el kilómetro 5 y Pérez, en lugar de irse con ella, esperó. Al frente del grupo, aguardó porque su momento no era ese. Era mucho más tarde, en el kilómetro 14, cuando rompió con todo para irse a por la plata.

La Reina Letizia felicita a María Pérez y Álvaro Martín tras su plata y bronce en Paris@casareal.es

Pudo ser oro, incluso, pero una tarjeta le frenó en plena remontada y Yang supo mantenerse. A la prueba llegaba Pérez con ciertas dudas sobre su estilo técnico -los jueces llegaron a ponerle cómo ejemplo de lo que no se debía hacer en un congreso-, pero sobre el asfalto no tuvo problemas. Al final, a los 28 años, la plata que redondea su palmarés, que le da sentido a tanto dolor y que relanza a España en el medallero.

El bronce y los "últimos Juegos" de Martín

Porque antes de su éxito, hubo el éxito de Martín. Si hace tres años en los Juegos de Tokio acabó cuarto, la carrera más dolorosa, en estos Juegos de París el marchador también demostró que había aprendido la lección para finalizar tercero sólo por detrás del ecuatoriano Brian Daniel Pintado y el brasileño Caio Bonfim

"Si atacas que sea para no mirar atrás", le repetía su entrenador, José Antonio Carrillo, en los días previos y no hacía falta: lo sabía, Martín lo sabía. En Tokio las ganas, las ansias, los nervios le llevaron a lanzarse cuando no tocaba y, de ahí, su decepción. Este jueves en el escenario más bonito que ha tenido nunca la marcha, el marchador español aguantó y aguantó hasta el toque de campana. "Es ahora, es ahora", le gritaban los suyos y Martín, siempre impertérrito, cambiaba la cara.

Con él, en ese último kilómetro, Pintado,Bonfim y el italiano Massimo Stano, todos rivales más que conocidos. Con él, en ese último kilómetro, la posibilidad de tocar el cielo. Atacó Pintado primero, violento hacia el oro, se fue con él Bonfim y Martín supo que era el momento: si seguía detrás, era medallista olímpico. En los últimos metros, en el empedrado del Trocadero, Martín miraba para atrás para controlar el ataque de Stano y ya estaba, ya lo tenía. En la meta, derrumbe: no podía más.

"Hoy mi oro era este bronce, lo he dado todo. Pintado era superior al resto y mi esperanza era que Bonfim, que tenía dos tarjetas, se quedara atrás. Al final ha podido atacar y me he quedado con esa medalla, que para mí lo es todo", explicaba Martín, emocionado, en zona mixta, antes de anunciar que "seguramente serán mis últimos Juegos". "Tengo 30 años y creo que la máquina y la cabeza no me darán para más", aseguraba antes de abrazar a Carrillo. Una medalla para España, en una de las dos que hubo en la mañana más brillante, bajo la luz que salía por el río Sena y que iluminaba la Torre Eiffel.

Álvaro Martín se cuelga el bronce más brillante en los 20 kilómetros marcha, la segunda medalla española en los Juegos

Actualizado Jueves, 1 agosto 2024 - 10:42

El sol saliendo por el río Sena después de la tormenta, la luz iluminando la Torre Eiffel como un foco y los marchadores brillando, fugaces y esforzados, sobre el puente d'Iéna. Tenía que ser así, con este resplandor, como España celebrara su segunda medalla en esos Juegos de París, la que debe alborear. Álvaro Martín fue fuego en los 20 kilómetros marcha y alcanzó así lo que le faltaba: un podio olímpico.

Hasta este jueves había sido dos veces campeón del mundo y dos veces campeón de Europa, había dominado la marcha durante varias temporadas, pero le faltaba la gloria más absoluta, la que soñó toda la vida. Si hace tres años en los Juegos de Tokio acabó cuarto, la carrera más dolorosa, en estos Juegos de París demostró que había aprendido la lección para finalizar tercero sólo por detrás del ecuatoriano Brian Daniel Pintado y el brasileño Caio Bonfim

"Si atacas que sea para no mirar atrás", le repetía su entrenador, José Antonio Carrillo, en los días previos y no hacía falta: lo sabía, Martín lo sabía. En Tokio las ganas, las ansias, los nervios le llevaron a lanzarse cuando no tocaba y, de ahí, su decepción. Este jueves en el escenario más bonito que ha tenido nunca la marcha, el marchador español aguantó y aguantó hasta el toque de campana. "Es ahora, es ahora", le gritaban los suyos y Martín, siempre impertérrito, cambiaba la cara.

Con él, en ese último kilómetro, Pintado,Bonfim y el italiano Massimo Stano, todos rivales más que conocidos. Con él, en ese último kilómetro, la posibilidad de tocar el cielo. Atacó Pintado primero, violento hacia el oro, se fue con él Bonfim y Martín supo que era el momento: si seguía detrás, era medallista olímpico. En los últimos metros, en el empedrado del Trocadero, Martín miraba para atrás para controlar el ataque de Stano y ya estaba, ya lo tenía. En la meta, derrumbe: no podía más.

"Mi oro era este bronce"

"Hoy mi oro era este bronce, lo he dado todo. Pintado era superior al resto y mi esperanza era que Bonfim, que tenía dos tarjetas, se quedara atrás. Al final ha podido atacar y me he quedado con esa medalla, que para mí lo es todo", explicaba Martín, emocionado, en zona mixta, antes de anunciar que "seguramente serán mis últimos Juegos". "Tengo 30 años y creo que la máquina y la cabeza no me darán para más", aseguraba antes de abrazar a Carrillo e irse a buscar a su pareja, MarEsquiliche, presente en el circuito, y a sus amigos.

Ellos fueron los que, en la parte gratuita de las gradas, en la contrarrecta, justo a los pies de la Torre Eiffel, dieron color a la prueba y mucho, muchísimo aliento a Martín. "¡Tú puedes, Álvaro, tú puedes!", le gritaban mientras peleaba por el éxito de su vida. El niño de Llerena que a los 15 años se marchó a entrenar al Centro de Alto Rendimiento de Madrid y una década más tarde se volvió a mudar a Cieza, en Murcia, para entrenar con Carrillo ya tiene su medalla olímpica. La segunda de España en estos Juegos, la más brillante, bajo la luz de la mañana en París.

Paul McGrath, el ‘escocés’, la última perla de la marcha: “Desde el principio quise competir para España”

Actualizado Martes, 30 julio 2024 - 23:53

El jueves (9.20 h.), cuando el espectador localice a los españoles marchando alrededor de la Torre Eiffel y se sorprenda con las prestaciones de Paul McGrath... ¿McGrath? «Sí, es una larga historia. Bueno, es una historia de amor», desvela el chico, todo desparpajo, poderosa mirada verde, sonrisa enorme, plata europea hace unos meses en Roma, que acude con los ojos como platos a su encuentro con EL MUNDO en la Villa Olímpica. «¿Ese era Tony Parker? Estoy alucinando».

Es la revelación del equipo nacional, un marchador de Gavà de 22 años que ha despegado sin mirar atrás en este 2024 - «he subido cinco peldaños de golpe»- y que junto a Diego García Carrera y, sobre todo, el campeón del mundo Álvaro Martín buscará cumplir con la tradición española en la disciplina. Bueno, y hacerse una foto con Rafa Nadal, al que mira de reojo su partido de dobles durante la entrevista.

¿Por qué le dio por la marcha?
No parece lo más atractivo, no. Es gracioso, porque no tenía ni idea de lo que era marchar. Lo había hecho un día y a los dos años, tenía 10, competí y quedé quinto. Con una técnica... Yo hacía triple, peso... y nunca había quedado quinto. Me dije: 'Esto es lo mío'. Al año gané el Campeonato de Cataluña. Esto mola. La bola empezó a rodar y aquí estamos.
¿De dónde proviene el McGrath?
Muy español no es, no. Mi padre es escocés de Glasgow y me hizo aficionado del Celtic. Y mis abuelos irlandeses. Después de la Segunda Guerra Mundial la vida era dura y emigraron. Mis padres se conocieron allí, pero me tuvieron ya en Barcelona.
Y tu carácter, ¿más escocés-irlandés o más español?
Mi sentido del humor es muy, muy escocés. Los del norte, lo catalanes, pues tienen un humor un poco raro. Yo en cambio, me considero graciosillo. Pero me he criado en España.
¿Vuelves mucho a Escocia?
Cuando vivía mi abuela íbamos dos veces al año. Pero una vez que la pobrecilla falleció ya no es lo mismo. El problema ahora con la marcha es que tienes tres semanas de vacaciones y para irme a Escocia que llueve 15 días de 14... Pues me voy a Mallorca. Pero tengo mucha relación con mi familia de allí. Muchos van a venir a verme aquí, primos que ni conozco.
McGrath, tras su plata en el Europeo.

McGrath, tras su plata en el Europeo.Eurasia Sport Images

¿Te planteaste competir con el país de tu padre?
No. Podría tener la doble nacionalidad, pero yo desde el principio siempre quise marchar para España. El nivel y la presión es mucho mayor. Podría haber estado en Tokio quizá, pero no me lo hubiera tenido que currar tanto. Era el camino más difícil, pero es lo más normal.
Los españoles caminamos rápido. ¿Por qué se nos da tan bien la marcha?
Yo siempre hablo de los entrenadores y de la tradición. Nos forman muy bien en una especialidad muy difícil, en la que tienes que saber de técnica. Y aparte de la genética. En los países del Norte son buenos en disco, en martillo...
Que el foco esté en Álvaro, ¿mejor, no?
Sí, sí, claro. Un doble campeón del mundo al lado. Te da seguridad como compañero y como todos se fijan en él, pues yo a ser el underdog. Eso me motiva. Me digo: 'No confían en mí, ya verán'. Es un ejemplo y una suerte tenerlo. Y la estrategia es simple, seguirle. Y hasta donde pueda aguantar.
El relevo mixto es otra gran oportunidad de medalla
Ahora no lo pienso mucho, es lejano. Ya veremos como me recupero, física y mentalmente. Y lo que decida el equipo técnico.
¿Los jueces os quitan el sueño?
Es algo que te tiene que preocupar. Es el mayor mal sueño que tengo. Dices, 'si en el kilómetro 18 tengo dos avisos, ¿me la juego o no?'. Lo mejor es no pensar. Considero que puedo marchar muy bien, pero vamos a unos ritmos que arriesgamos a tope. Y es una prueba subjetiva. Hasta que no pongan la tecnología...
¿Por qué estudias Periodismo?
Empecé Publicidad y Relaciones Públicas. Pero no me gustaba nada, no tenía motivación. Compaginarlo con el deporte de alto nivel estando amargado... Yo era un friki del deporte y un profe me decía que se me daría bien el periodismo. Y me lancé. Pero estos últimos meses... no he sido el mejor ejemplo de deportista-estudiante. Me gusta más el periodismo escrito. Y las redes sociales. Iría más por ahí.
Y a un chico de 22 años que estudia Periodismo, ve el telediario y ¿qué le preocupa?
Aquí podríamos estar horas. A mi abuela la tengo prohibido ver las noticias, sólo ponen cosas negativas. Y yo me ofusco ahora con los periodistas que hacen fútbol todo el año y empiezan a hacer la cobertura de los Juegos. Los chavales de mi edad miramos al futuro. Nuestro lugar está en Tik Tok, Instagram... Donde podamos dar nuestra opinión.