Unos Sanfermines en versión sofisticada y un agradecimiento a Alcaraz: "Tenemos una relación increíble fuera de la pista"

Unos Sanfermines en versión sofisticada y un agradecimiento a Alcaraz: “Tenemos una relación increíble fuera de la pista”

Tras la durísima derrota de Roland Garros, Jannik Sinner concretó en Wimbledon su revancha ante Carlos Alcaraz. el italiano admitió que la clave de su éxito se había dilucidado a nivel emocional, dado que había sufrido una derrota "muy dura en París". "Sobre todo gracias por ser el jugador que eres. Es muy difícil jugar contra ti, pero tenemos, como dijiste, una relación increíble también fuera de la pista. Así que sigue adelante, sigue esforzándote", agradeció Sinner al español.

Ante la orgullosa mirada de sus padres y su equipo técnico, capitaneado por Darren Cahill, el tenista de San Cándido, se permitió alguna broma ante los micrófonos. "Un agradecimiento especial a mi hermano, que está aquí porque no hay Fórmula 1", lanzó en relación a su célebre ausencia en la final de París, por motivo de un viaje a las carreras.

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"Me siento muy feliz de haber controlado los nervios y sí, es una sensación increíble", admitió el campeón, en referencia al último juego, donde sí pudo dominar la tensión, a diferencia de lo sucedido en Roland Garros, donde desperdició varios match balls. "Intentamos aceptar la derrota y luego seguimos trabajando, y esta es sin duda una de las razones por las que tengo este trofeo aquí. Me siento muy agradecido de estar sano y de tener gente estupenda a mi alrededor, que es lo más importante", aseguró el campeón.

Alcaraz, por su parte, se mostró muy cortés con el vencedor. "Es difícil perder, felicitar a Jannik por esta merecida victoria. Muy contento por ti. Eres tan buen rival dentro como fuera de la pista", apuntó el campeón de cinco majors. De este modo se cerró en la Central una jornada de tenis que había comenzado casi cuatro horas antes.

Champán con pajitas metálicas

A las doce del mediodía - que en Reino Unido es casi la hora de comer - el All England Lawn Tennis and Croquet Club parece una versión sofisticada de los Sanfermines. Hace calor, hay un tomo de fiesta (pero, obviamente, sin desmadre) y, en vez de kalimotxo en vasos de plástico que contaminan los océanos, hay champán servido con pajitas metálicas que no corren el peligro de acabar metiéndose en la nariz de ninguna tortuga marina.

El público es también una versión elegante de una fiesta popular. Están los fanáticos del tenis, que han dormido en tiendas de campaña a la entrada del Club, con la esperanza de pillar entrada. Están los aficionados, que en muchos casos han obtenido sus entradas en sorteos y rifas y que, aun así, han pagado precios que oscilan entre más de 70 y cerca de 500 libras (de 80 y pico a casi 600 euros), y que combinan sus afición por el deporte con la certeza de que van a ver en carne y hueso a alguna celebridad.

Y, por supuesto, está la élite, formada por diversas especies de ricos, poderosos y famosos. Hacerse miembro del Club de Tenis cuesta, dicen, entre 10.000 y 20.000 libras (de 11.500 a 23.000 euros), pero el principal obstáculo es que solo se puede acceder a él por invitación. Los socios del Club tienen pases para todos los partidos, lo que, también según la rumorología, da pie a la picaresca de la reventa. Este año, dicen, se han llegado a pagar precios de 20.000 libras por un asiento.

Kate Middleton y su hija Charlotte, durante la final.

Kate Middleton y su hija Charlotte, durante la final.AFP

Por haber, hay hasta sitio para la politización. En una de las entradas del Club, cuatro activistas - tres ancianos y una chica con atuendo musulmán - protestan contra el papel del patrocinador de Wimbledon, el gigante de la banca británica Barclays, en la financiación de la guerra de Gaza. Son miembros de la Campaña de Solidaridad con Palestina. La chica, que lleva la voz cantante, tiene experiencia en ponerse frente al Club a protestar. "Este año la gente está respondiendo de manera más positiva que en el pasado, tal vez por lo que estamos viendo en Gaza", explica.

Es una protesta que encaja en el estereotipo británico tanto como la misma idea de Wimbledon. Los tres jubilados están sentados en sillas plegables. Absolutamente nadie parece hacerles caso, al menos durante el tiempo en que este periodista está con ellos. La chica, que es originaria de Cachemira -otro conflicto irresoluble, éste por un territorio que se disputan india y Pakistán y en el que también una parte de la población quiere la independencia- se niega primero a dar su nombre. Finalmente accede. Se llama Aisha, y se niega a dar la mano al periodista. Cuando éste le pregunta por qué, responde, "no doy la mano a los hombres. Eso no tiene nada que ver con Palestina".

14 libras a la hora

Pero las guerras, la pobreza o la realidad no se quedan a las puertas del All England Lawn Tennis and Croquet Club. Es cierto que dentro va a estar la realeza británica. El palco de honor va a contar con la presencia de Guilllermo y Kate Middleton. Tres filas por detrás se sentará Anna Wintour (casi una presencia permanente en el torneo), Keira Knightley o Hugh Grant, que en esta ocasión no va a quedarse dormido. El Rey Felipe VI estará en la misma fila que los herederos de la Monarquía británica acompañado por el embajador de España en Londres, José Pascual Marco. Y una cascada de celebridades menores, que los comunes de los mortales tratarán de divisar, lo que en ocasiones dará pie a situaciones casi irónicas, como cuando un grupo de asistentes y varias empleadas se concentraron bajo uno de los palcos exteriores de la parte exterior de la Pista Central para ver cómo comía la hija del cantante y batería de rock Phil Collins, Lily Collins, que ha alcanzado fama mundial por su papel protagonista Emily in Paris. Detrás de ella, algunos vieron al cantante Seal, ex marido de la top model Heidi Klum.

Algunos acaso hubieran visto algo irónico en los empleados del torneo, que cobran 14 libras (16 euros) a la hora por trabajar entre 9 y 12 horas diarias con derecho, respectivamente, a 45 minutos y una hora y media de descanso, para ver a la nepo baby por excelencia, Lily Collins. Pero al fin y al cabo esto es Wimbledon. Es un acontecimiento deportivo, desde luego. Pero, también, un evento social capaz de reventarle el algoritmo a la red social más sofisticada con su colección de celebrities. Unos Sanfermines para todos: pobres, clase media, y ricos.

El Manchester United y su ruina deportiva y económica: 450 despidos y lejos de los puestos europeos

Actualizado Miércoles, 5 marzo 2025 - 22:31

El Manchester United no es solo uno de los equipos con mayor fama mundial, hasta el punto de que, hace apenas dos años, tenía el mayor número de seguidores del mundo en Facebook, solo por detrás del Madrid y del Barcelona. También es uno de los equipos más quebrados. El club que vista hoy (18.45 horas) el estadio de Anoeta para enfrentarse a la Real Sociedad en la Europa League tiene un pasado glorioso, pero un futuro marcado por el peligro de la suspensión de pagos.

Hace 15 años, el United era el segundo club de fútbol del mundo que generaba más ingresos, sólo por detrás del Madrid, según la consultora Deloitte. Hoy es un barco al borde del hundimiento que ha perdido 300 millones de libras (casi 375 millones de euros) en los últimos tres años.

La situación es lo suficientemente desesperada como para que el club esté en peligro de incumplir esta misma temporada la regulación financiera de la Liga de Fútbol inglesa, lo que podría implicar la pérdida de puntos, la intervención de sus finanzas, o incluso, en el peor de los casos posibles, la bajada de categoría. Los problemas del Manchester United no son sólo con las autoridades deportivas británicas. Si el equipo no mejora sus estados financieros, también violará las normas de la UEFA.

La llegada en 2024 al club del multimillonario Jim Ratcliffe no ha arreglado las cosas, a pesar de que su entrada en el capital del United como socio minoritario con cerca del 30% de las acciones fue vista por una parte de la afición como la luz al final del túnel.

Ratcliffe lo tenía todo. Había nacido en el área urbana del Gran Manchester, y era un socio de probada fidelidad al equipo. Para una hinchada ferozmente leal a las raíces locales del club, Ratcliffe era la antítesis de la familia de multimillonarios estadounidenses Glazer, que llevan controlando la entidad desde que la compró por 800 millones de libras (casi mil millones de euros) en 2005.

Los hinchas jamás han tragado ni en pintura a los Glazer, así que el aterrizaje de Ratcliffe, máxime cuando se acordó que se encargaría de supervisar los aspectos deportivos, fue saludado con una oleada de optimismo. Pero el héroe local también, llegó con las tijeras de podar gastos, en especial de personal, lo que volvió a hundir en la depresión a los pobres fans. Además, el Machester United no tiene un problema de gastos de personas, dado que invierte en esa partida menos que la media de los equipos de la Premier League.

El problema del United es muy básico: no gana, y no se clasifica para la Champions. Sin esas dos premisas, no consigue llenar el estadio de Old Tratford, y no logra derechos de retransmisión sustanciales. Y, si no genera caja, el equipo es incapaz de hacer frente a una deuda monstruosa. El United tiene beneficios operativos. Pero eso no sirve de mucho cuando se deben 731,5 millones de libras, o sea, 875 millones de euros. La pasada semana fueron despedidos 200 trabajadores, el año anterior se prescindió de 250.

El problema de la deuda del equipo es consecuencia, precisamente, de la adquisición por los Glazer, que la financiaron por medio de deuda que después cargaron al club, poniéndole una losa de 500 millones de libras. En estos 20 años, el United ha pagado 750 millones de libras en intereses, para encontrarse con que debe prácticamente el 50% que cuando fue adquirido.