Garciandia y Pérez de Vargas llevan a España a los Juegos Olímpicos

Actualizado Viernes, 15 marzo 2024 - 22:34

La España de balonmano no está aún clasificada para los Juegos Olímpicos de París, pero casi. Ahora sólo un derrumbe histórico este domingo ante Brasil (17.45 horas, TDP) podría dejarla fuera. La victoria este viernes ante Eslovenia (32-22) en el segundo partido del Preolímpico fue brillante por varios motivos.

En primer lugar porque ahora la selección depende de sí misma: puede ganar, empatar e incluso perder por menos de 19 goles y suyo sería igualmente el pase. En segundo lugar porque el triunfo descubrió a un nuevo líder, Imanol Garciandia, que llegó al equipo ya veterano hace apenas un año, y este viernes se descubrió gracias a su potencia en el lanzamiento. Sus seis tantos en la primera parte fueron esenciales. Y en tercer lugar porque Gonzalo Pérez de Vargas volvió a la excelencia. Después de un Europeo para olvidar, el peor torneo de su vida, el portero se resarció a lo grande con una actuación antológica en la que llegó a superar el 50% de acierto -acabó con 18 paradas de 38 lanzamientos-.

Con todo, España apenas sufrió en los primeros minutos, fruto de la tensión, y luego llegó a gustarse, a disfrutar. En cuanto lideró el marcador con los goles de Garciandia (7-6, min. 10), empezó a desplegar su juego y a correr, a correr, a correr. Un parcial antes del descanso (del 11-10 al 17-10) decidió el partido y en la segunda parte Pérez de Vargas bajó la persiana. La desesperación del conjunto eslovaco fue creciendo mientras España organizaba la celebración.

El asalto de Arabia al tenis mundial: 2.000 millones y 90 días para contestar

El asalto de Arabia al tenis mundial: 2.000 millones y 90 días para contestar

Ya es sabido: Arabia Saudí quiere adueñarse del deporte a toda prisa. Primero fue la Fórmula 1, con un Gran Premio propio y una oferta para comprar el Mundial. Luego el fútbol, con los fichajes de Cristiano Ronaldo, Karim Benzema o Neymar. Después el golf, con la creación del LIV Golf y el acuerdo con estrellas como Jon Rahm. Recientemente el boxeo, con las últimas veladas de Tyson Fury y Anthony Joshua. ¿Y qué toca ahora? El tenis.

Antes del Masters 1000 de Madrid de mayo, la ATP, la WTA y varios de los torneos más grandes del mundo deben decidir si se venden al archimillonario fondo soberano del país árabe (PIF) o si siguen su propio camino. La primera opción es más fácil: el dinero todo lo simplifica. La segunda opción es romántica: el deporte mantendría su independencia. ¿Qué se decidirá? Nadie sabe. Pero parece que Arabia Saudí se saldrá con la suya.

La vía más idealista es demasiado compleja. Desde hace varios meses, los cuatro Grand Slam trabajan para crear un circuito nuevo llamado Premier Tour que otorgue más importancia a los Masters 1000 y blinde el calendario: habría 14 torneos para los 100 primeros y las 100 primeras del ranking y el resto, los actuales ATP 500 y ATP 250, quedarían reservados para jóvenes y aspirantes. Con ello, se aseguraría a las televisiones más duelos entre los mejores del mundo, se evitaría la actual sobresaturación de partidos, se pondría orden en el actual caos organizativo y se avanzaría en la fusión entre ATP y WTA. El problema, como siempre, es el presupuesto.

Para desarrollar el proyecto se necesitan inversores, que todos los torneos ganen más que ahora y, entre otras cosas, convencer a los jugadores. El circuito masculino genera 270 millones de euros anuales por los 105 millones que genera el circuito femenino y unirlos podría suponer un perjuicio para los tenistas.

Millones para todos

Por eso la oferta de Arabia Saudí se supone vencedora. Según informaba esta semana 'The Telegraph', el PIF ha ofrecido 2.000 millones de dólares a la ATP, la WTA y a los organizadores de torneos para crear un circuito unificado de hombres y mujeres con premios abundantes para todos. Como en el Premier Tour sólo jugarían los y las 100 mejores, se ordenaría el calendario, se multiplicarían los beneficios y se obtendría un deporte igualitario, pero habría una diferencia: los Grand Slam no estarían al mando.

Podrían unirse al proyecto, sí, pero no serían los impulsores y está por ver su importancia en el calendario. El sábado pasado, en los primeros días del Masters 1000 de Indian Wells, el actual presidente de la ATP, el ex jugador Andrea Gaudenzi, se reunió con los responsables de los Masters 1000 para explicarles la propuesta e invitarles a responder lo más rápido posible. La propuesta de Arabia tiene 90 días de caducidad y el tiempo corre.

Ahora es el momento de las negociaciones,. La ATP ya había firmado un extenso patrocinio con el PIF, varios eventos ya tenían empresas saudíes como sponsors y muchas estrellas ya han sucumbido ante los encantos saudíes. Rafa Nadal, embajador del país, es el gran ejemplo, pero Novak Djokovic, Carlos Alcaraz, Daniil Medvedev, Jannik Sinner y Holger Rune también habían aceptado jugar un torneo de exhibición allí el próximo otoño.

En realidad, en el tenis, de momento, sólo ha aparecido una voz realmente contraria a Arabia Saudí. Craig Tiley, el responsable del Open de Australia, era el ideólogo del Premier Tour y ahora su proyecto, su figura e incluso su Grand Slam están en riesgo. Arabia Saudí siempre ha querido un Masters 1000 y si acaba montando su propio circuito organizará un torneo en invierno, cuando el clima allí es más aceptable. Si eso ocurre, el evento de Melbourne podría volver a perder su relevancia, su prestigio, su cartel. En definitiva, como le pasó antes a otros deportes, el tenis está ahora en la encrucijada: o venderse a Arabia Saudí o seguir su propio camino.

La España de la defensa 'vintage' vence a Bahrein y se acerca a los Juegos

La España de la defensa ‘vintage’ vence a Bahrein y se acerca a los Juegos

Hace 20 años que Viran Morros tiene 20 años. Cuando debutó con España en 2004 el capitán era Talant Dujshebaev y ahora comparte vestuarios con sus hijos Álex y Dani; qué cosas. Su longevidad, referente de la defensa a los 40 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...

Hace 20 años que Gedeón Guardiola tiene 20 años. Como internacional emigró a Alemania y le ha dado tiempo a pasar una vida en la Bundesliga y volver; ahora alarga su carrera en el humilde Balonmano Nava. Su longevidad, referente de la defensa a los 39 años, parece una anécdota, pero si mira a su lado...

Morros y Guardiola, Guardiola y Morros. Dos cuarentones todavía forman la defensa de la España de balonmano y, pese a las muchísimas temporadas a las espaldas, pese a encontrarse ambos en el ocaso de sus carreras, nadie los sustituye. En los últimos torneos tuvieron reemplazo, Miguel Sánchez-Migallón, de 29 años, pero su lesión ha obligado al seleccionador, Jordi Ribera, a recuperar la defensa vintage, la defensa de toda la vida.

«En la defensa nos está costando el relevo generacional. Nuestra selección sigue en construcción, no estamos al 100% completos porque cuesta encontrar jóvenes para esos puestos. En ataque hemos ido sustituyendo a los referentes, pero en la defensa no lo hemos conseguido», aceptaba Jordi Ribera en conversación con EL MUNDO antes del debut de España este jueves contra Bahréin en el Preolímpico de Granollers. Venció la selección (39-27), venció en un partido plácido y todo gracias, claro, a los dos abuelos de siempre.

Un parcial inicial definitivo

En los 12 primeros minutos, el equipo del emirato chocó contra un muro frente a la portería de Rodrigo Corrales y el parcial inicial (10-2) fue definitivo. En el resto del encuentro, España disfrutó de la calma e incluso concedió descanso a los veteranos. Para estar en los Juegos Olímpicos de París, el conjunto de Ribera ya sólo debe vencer uno de los dos próximos partidos, este viernes ante Eslovenia (21.00 horas, Teledeporte) o el domingo ante Brasil (17.45 horas) y para ello Guardiola y Morros volverán a ser esenciales.

Luego ya se verá. Aunque ambos dijeron lo mismo antes de los Juegos de Tokio 2020, esta vez sí se retirarán después de los Juegos de París y habrá que asumir el vacío. La recuperación de Sánchez-Migallón será esencial para la defensa de España y necesitará ayuda. Dani Dujshebaev debe ser pieza básica atrás, pero también se le necesitará en ataque: demasiada exigencia. La esperanza ahora es Javi Rodríguez.

De 21 años, nacido en Madrid, formado en el Alcobendas y recientemente fichado por el Barça, este juves en la segunda parte ante Bahréin mostró que el relevo puede pasar por él. Sus aptitudes: dos metros de altura, buena colocación y mucha motivación. Su desafío: mantener el nivel de quienes le preceden. Como le ocurre en el Barça, donde sustituye al francés Ludovic Fàbregas, seguir la línea de Guardiola y Morros en la selección no es sencillo. Con ellos, España fue campeona del mundo y dos veces campeona de Europa. Con ellos, España vuelve a estar a un paso de ir a los Juegos Olímpicos.

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: "Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante"

El enigma del seleccionador Jordi Ribera: “Estuve cerca de dejar el balonmano y abrir un restaurante”

Jordi Ribera (Sarrià de Ter, 1963) es un enigma incluso para más le conocen. Lleva ocho años al frente de España y más estará porque ha renovado hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028, pero igualmente lo suyo es sólo de él. «Me gusta leer sobre filosofía e historia. Y ver películas, soy de ir al cine», asegura a EL MUNDO cuando se le pregunta por sus hobbies. Lo dicho: un misterio. Del Preolímpico que la selección afronta desde este jueves (18.30 horas, contra Bahréin, TDP) y hasta el domingo en Granollers, puede hablar largo, pero el resto se lo reserva. Apenas se le escapa alguna confidencia que sirve para conocerle.

Tiene 61 años y lleva desde los 26 siendo entrenador. Con su fama de metódico, de ver todos los partidos que se juegan en España, ¿Nunca se empacha de balonmano?
No, la verdad. El balonmano para mí lo es todo, le dedico muchas horas, pero sigue siendo motivante. Es mi manera de entender mi trabajo y me gusta. El jugador debe ser creativo, experimentar en la pista, pero el entrenador debe ser metódico, debe controlar los detalles.
Recuerda Ambros Martín, que estuvo a sus órdenes en el Gáldar y hoy es seleccionador femenino, que en los años 90 ya entregaba informes larguísimos a cada jugador y se gastaba medio sueldo en software.
Cuando empecé muy pocos hacíamos montajes de vídeo, por ejemplo. Lo grababa todo, utilizaba miles de DVDs e intentaba trasladar mis ideas a los jugadores de esa manera. Ahora es todo más sencillo, aunque igualmente hay retos. En el CAR de Granada hacemos concentraciones con jóvenes y tenemos cinco o seis cámaras con sensores para grabar sus movimientos y ayudarles a mejorar. Hemos avanzado mucho con los fondos europeos.
Empezó siendo adolescente y se profesionalizó muy joven. ¿Ya se veía entrenador para toda la vida?
No, no. Cuando empecé entrenando en mi pueblo, combinaba el balonmano con mi trabajo como administrador del Hospital Josep Trueta de Girona. Estuve años en el servicio de urgencias de noche y tuve mucha suerte porque los compañeros me ayudaban a cuadrarlo todo. En 1989 me llegó la oportunidad de entrenar en el Arrate [tenía 26 años, el técnico más joven de la historia de Asobal] y cuando llegué al Gáldar en 1992 ya sí entendí que podía ser mi trabajo, mi oficio. Luego hubo una época en la que quise dejar de entrenar.
¡¿Cómo?!
Sí, sí, estuve cerca de dejarlo. Después del Gáldar, fui al Bidasoa y allí, en 2003, no completé la temporada. Pasé un periodo de luto, me replanteé las cosas, estuve casi un año sin entrenar y pensé en abrir un bar o un restaurante en Girona. Ya había cumplido los 40 años, me atraía la idea de emprender y estuve a un paso de hacerlo. Pero me llamó la selección de Argentina y me marché allí a vivir la experiencia. Tenía poca mochila en la vida y la sigue teniendo ahora. Luego ya fui a Brasil, estuve en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008...

David Ramirez / Araba PressAraba

Y le llamó la selección. Da la impresión de que le encanta la táctica y no le gusta tanto gestionar el vestuario.
Puede ser. Cada vez hay un concepto más individualista de las relaciones, cada vez es más difícil la interacción con un grupo. Pero en la selección no lo llevo mal, todo lo contrario. Puedo vivir en la dinámica del vestuario sólo unos días al año.
Los jugadores de la selección aseguran que cuando llegó era indescifrable, muy, muy silencioso.
Me cuesta mucho entrar a la gente. Soy muy cauto, soy muy tímido. Es cierto lo que dicen: al principio marcaba mucho la distancia. Ahora me siento más cerca de ellos. Es mejor para todos. Hoy en día tenemos muy buena relación, mucha confianza. Antes de cada convocatoria, llamo a todos y les planteo qué quiero de ellos. Cuando vienen con el equipo ya conocen su rol y eso es muy útil.
Su estilo en el banquillo es muy comedido. Diría que nunca le he escuchado nunca gritar.
Es mi forma de ser. No hace falta gritar para ser exigente o para reclamar otra actitud. Los gritos alteran a la gente, no la motivan, ése ha sido siempre mi idea. Si tengo que decir cosas duras, prefiero que acabe el partido, sentarme con el jugador y ser directo. No me gusta el teatro que se espera de los entrenadores. Lo más importante es el juego.
Disputa esta semana su primer Preolímpico. El último que jugó España, justo antes de su llegada, en 2016, con varios jugadores actuales, fue un fracaso absoluto.
Lo normal es estar aquí, hay que asumirlo. Sólo te salvas del Preolímpico si eres campeón del mundo o campeón de Europa, como éramos antes de los Juegos de Tokio. Habrá un condicionante emocional, está claro, es un todo o nada, pero tenemos experiencia. Los jugadores llevan años compitiendo al máximo nivel y no habrá problemas en ese sentido.
¿Está Novak Djokovic en crisis? "Mi nivel es realmente malo"

¿Está Novak Djokovic en crisis? “Mi nivel es realmente malo”

Algo se quebró en Novak Djokovic el pasado enero en Melbourne. Ante Jannik Sinner, en semifinales del Open de Australia, cayó desprovisto de su tenis y su carácter, indolente y dócil y no encontró explicación a lo ocurrido. Cómo sería el golpe que el día después renunció al ATP 500 de Dubai para recuperarse. Pero no funcionó. Por lo visto estos días en el Masters 1000 de Indian Wells todavía no lo ha conseguido. El número uno del ranking mundial volvió a sufrir una decepción y en la rueda de prensa posterior aceptó el debate: ¿Está en crisis? La derrota en tercera ronda por 4-6, 6-3 y 3-6 fue lo de menos pese a que su rival, el italiano Luca Nardi, es el número 123 del mundo. Lo peor fueron las sensaciones.

"Estoy sorprendido por mi nivel de juego actual, es realmente malo. Debo analizar bien qué ha ocurrido en el partido. He cometido algunos errores no forzados terribles y he jugado muy defensivo. No tengo excusas, debería haberlo hecho mucho mejor y ya está. Ha sido un partido muy pobre por mi parte", reconoció el serbio, que no se había inscrito al siguiente torneo, el Masters 1000 de Miami, pero que posiblemente se apuntará a última hora para cambiar la dinámica.

Pese a que la temporada acaba de empezar, un dato demuestra el mal momento de Djokovic: a estas alturas siempre había levantado un título excepto en los años 2006, 2018 y 2022. En 2006 era un adolescente, en 2018 venía de una lesión de codo y en 2022 apenas podía jugar por no haberse vacunado contra el covid. El resto de cursos o ya había vencido en el Open de Australia -10 veces- o había celebrado en el ATP 250 de Doha, el ATP 500 de Dubai o el propio torneo de Indian Wells.

"No estoy acostumbrado a esta situación porque en la mayoría de temporadas de mi carrera he ganado un título pronto, pero es parte del deporte. Sólo queda aceptarlo y seguir adelante. Supongo que el próximo trofeo que obtenga será grandioso porque querrá decir que he recuperado mi nivel", comentaba Djokovic que, eso sí, mantendrá el número uno pase lo que pase. El año pasado no jugó en Estados Unidos así que no defendía puntos en esta gira y llegará a la tierra batida en lo más alto de la lista. Si no mejora, eso sí, antes de Roland Garros podría perder la corona ante el empuje de Carlos Alcaraz y, sobre todo, de Jannik Sinner.

El oído de Iris Tió, la líder de la nueva sincronizada española: "Mi abuela hace música electrónica"

El oído de Iris Tió, la líder de la nueva sincronizada española: “Mi abuela hace música electrónica”

Su padre Enric es clarinetista, su madre Laia es violinista y ambos se conocieron en la Guildhall School of Music and Drama, un conservatorio en Londres. De ahí saca Iris Tió su sensibilidad musical, la capacidad para nadar sobre las notas, su oído. Su abuelo era pintor y su abuela todavía es compositora de música electrónica, experta en sintetizadores. De ahí saca Iris Tió su... Espera, ¿Cómo? «Sí, mi abuela está todo el día con los sintetizadores. Era pianista, pero ya está jubilada y ahora sólo compone lo que le apetece, como sonidos que luego se utilizan en música electrónica», explica Tió y así se entiende todo. De ahí saca su flow en el agua, su ritmo inatrapable, su pum, pum, pum, pam.

Iris Tió, la actual líder de la natación sincronizada española, lleva la música en la sangre, pero sobre todo lleva el meneo. De pequeña le apuntaron a clarinete, a violín y a piano y no funcionó; ella quería danzar. «Mis padres me ponían música clásica en casa, discos de Mozart, y yo me ponía a bailar. En las clases del conservatorio me aburría porque tenía que estar quieta», reconoce Tió.

David Ramirez / Araba PressAraba

Dos semanas atrás tanto el dúo que forma con Alisa Ozhogina como el equipo que comanda se clasificaron para los Juegos de París con una actuación brillante en el Mundial. Tan brillante que el resultado se quedó corto: en ambas categorías fueron cuartas. Querían más, pero los jueces no. Ya llegará la cita olímpica. «Nos queda media temporada y estamos haciendo cambios en las coreografías. Ahora sabemos que estamos cerca y que subir al podio en París es una posibilidad», explica la nadadora de 21 años en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat donde a su alrededor se ha reconstruido la sincro española.

La nueva sincronizada

Después de la exitosa y polémica etapa dirigida por Anna Tarrés, llegó la nada y ahora, un proyecto joven de la mano de la actual seleccionadora, Mayuko Fujiki. «En la sincronizada no es fácil llegar a las medallas. Debes trabajar año a año e ir subiendo poco a poco. Ahora hemos conseguido tener un dúo y un equipo consolidado. Mayu nos ha ayudado mucho», comenta la nadadora.

Hay cosas que han cambiado en la sincronizada. Por ejemplo, ahora Fujiki insiste en que descansen, en que no todo es entrenar.
Yo no estaba en épocas anteriores, pero ahora se intenta respetar el descanso, hacer entrenamientos fuera del agua para no saturar, controlar que todas estemos bien. Pero, bueno, entrenamos mucho, eh, echamos muchas horas.
También ahora se ven otro tipo de cuerpos, más musculados.
Sí, sí. Con el nuevo reglamento se da valor a las acrobacias y los equipos hacemos más trabajo de gimnasio. Incluso se premia la definición muscular. A los jueces les gusta más ver piernas musculadas.

Tió recuerda el momento en el que se enamoró de la sincronizada. Tenía seis años y, en la televisión, una española trenzaba movimientos con el agua. Era Gemma Mengual en el Mundial de Roma 2009 y aquello se le quedó grabado. Pronto ambas compartirían piscina en el Club Natació Kallipolis, epicentro del deporte en España.

David RamirezAraba

«Ya hacía música como extraescolar, pero insistí con la sincronizada y me apuntaron», recuerda Tió que en 2013, con sólo 10 años, se estrenó en un Mundial. En la inauguración del evento en el Palau Sant Jordi se representó el Mediterráneo y ella hizo de plancton. Ahora su papel es otro, pero sigue bailando en el agua.

Rafa Nadal renuncia al torneo de Indian Wells: "No me siento preparado para jugar al máximo nivel"

Rafa Nadal renuncia al torneo de Indian Wells: “No me siento preparado para jugar al máximo nivel”

En la retransmisión del Netflix Slam, David Ferrer lanzó un primer aviso: Rafa Nadal llevaba unos días con una contractura en la espalda que no le permitía entrenar su servicio. En las redes sociales los aficionados de Indian Wells mostraron un segundo aviso: en sus primeras sesiones en California, el español apenas podía sacar, lo hacía muy levemente. Y al final llegó la mala noticia: en la madrugada de este jueves, sólo 24 horas antes de su debut, Nadal se retiró del Masters 1000 de Indian Wells.

Pese a ser pista dura, por las características del lugar y por el cemento, era el torneo ideal -allí ganó tres veces- para regresar antes de la gira de tierra batida, pero no pudo ser.

"Es con mucha tristeza que tengo que retirarme de este fantástico torneo. Todos saben cuánto me gusta este sitio y cuánto me gusta competir aquí en Indian Wells", informó Nadal en una nota publicada por el torneo. "He estado trabajando duro y entrenando y todos sabéis que he hecho una prueba este fin de semana, pero no me encuentro listo para jugar al máximo nivel en un evento tan importante", agregó.

Nadal había aterrizado en Estados Unidos con toda su familia casi dos semanas antes de su estreno en Indian Wells y sólo había dejado de entrenar para trasladarse a Las Vegas y disputar el Netflix Slam contra Carlos Alcaraz. Allí no mencionó ningún problema físico y, de hecho, gracias a la escasa intensidad del duelo, éste no quedó en evidencia, aunque ya le dolía. Este miércoles, antes del anuncio, sólo permitió un indicio por su parte: no se presentó a la rueda de prensa previa pese a estar confirmado.

En primera ronda del Masters 1000 yankee le esperaba Milos Raonic, otro veterano castigado por su propio cuerpo, un rival propicio, aunque en segunda ronda aguardaba un duro adversario, Holger Rune, compañero generacional de Sinner y Alcaraz, número siete del mundo.

"No es una decisión fácil, es dura, pero no puedo mentirme a mí mismo ni mentir a los miles de aficionados", escribió Nadal. "Todo el mundo sabe cuánto me gusta este lugar y cuánto me gusta jugar aquí. Esa es también una de las razones por las que vine muy temprano al desierto para entrenar e intentar prepararme".

Con su baja de Indian Wells, Nadal, que ya no estaba inscrito en el Masters 1000 de Miami, deja un calendario entre interrogantes. Ya había confirmado su presencia en el Masters 1000 de Montecarlo y en el Trofeo Conde de Godó de Barcelona -donde también estarán Alcaraz, Zverev y Tsitsipas- y quedaba por ver si se inscribiría al Mutua Madrid Open y al Masters 1000 de Roma. Si lo hiciera, disputaría cuatro torneos en menos de un mes, una exigencia física exagerada hoy por hoy. Irá semana a semana. El objetivo sigue siendo llegar a Roland Garros en el mejor estado posible.

El fantasma que amenaza el regreso de Nadal: "Una cosa es mi tenis y otra..."

El fantasma que amenaza el regreso de Nadal: “Una cosa es mi tenis y otra…”

En el casino Mandalay Bay de Las Vegas era el actor de un espectáculo, representaba un papel, un intérprete más de Netflix, pero el fuego le quemaba por dentro: en el primer set del partido de exhibición entre ambos, Carlos Alcaraz conectó una derecha y él, Rafa Nadal, no pudo más que correr a por ella, devolverla como tantísimas otras veces y completar un passing digno de otro escenario, la Philippe Chatrier, de la final de Roland Garros. «Una cosa es mi nivel de tenis y otra, el fantasma de las lesiones. Estoy con altos y bajos», aceptó Nadal durante el mismo Netflix Slam y antes del reto que afronta ahora: ¿Cómo ser Nadal con cuidado?

La intensidad del tenista más intenso de la historia no encaja con la precaución que necesita en el Masters 1000 de Indian Wells que empieza este jueves, pero no le queda otra. «Lo prioritario es intentar salir ileso. Lo que me tenga que dejar, me lo dejaré en la tierra batida», comentaba Nadal, y sobre ese equilibrio deberá mantenerse. Por un lado, ser Nadal, por el otro, vigilar no hacerse daño.

Deberá adaptar su juego y, lo que es más difícil, su mentalidad. Sobre su tenis, tal y como analiza su equipo, lo primordial es acortar los intercambios, ser más agresivo que nunca. En el ATP 250 de Brisbane de enero, el único torneo que ha jugado en los últimos 12 meses, cumplió con el plan ante Dominic Thiem y Jason Kubler, pero regresaron los dolores en cuanto un rival, Jordan Thompson, alargó los peloteos. La estrategia se ha complicado en los últimos días porque no ha podido entrenar su servicio por culpa de una contractura, pero tenis le sobra. Lo más complicado seguirá siendo conformarse.

"Se lo intentamos meter en la cabeza"

«Espero tener la capacidad de no exigirme lo que me he exigido durante toda mi carrera», escribía en su Instagram semanas atrás y su entrenador, Carlos Moyà, subrayaba el desafío. «Por mucho que se lo intentamos meter en la cabeza, él cuando entra a pista es un animal competitivo. Gran parte de mi trabajo y del equipo es pararle», confesaba el técnico con una cifra en mente: 10 partidos. Antes de ganar e incluso disfrutar, 10 partidos. Después de sus lesiones anteriores Nadal siempre triunfó de inmediato, pero esta vez require rodaje, ritmo, preliminares.

De hecho, el objetivo ahora no es ganar Indian Wells ni mucho menos. Sólo es jugar los máximos partidos posibles. Su rival en primera ronda la madrugada del jueves al viernes (3.00 horas, Eurosport), el canadiense Milos Raonic, otro tenista veterano lastrado por su cuerpo, se espera propicio y después habrá que ver. Si vence Nadal se encontrará en segunda ronda a Holger Rune, compañero de generación de Alcaraz y Jannik Sinner a sus 20 años, actual siete del mundo.

Imaginarle después ante Daniil Medvedev en cuartos de final, Novak Djokovic en semifinales o Alcaraz o Sinner en la final es demasiado. El único objetivo es seguir probándose y mantenerse de una pieza para afrontar la gira de arcilla. Todavía quedan dos meses y medio para el inicio de Roland Garros -el 20 de mayo-, pero otro parón ahora sería desastroso.

La gira de tierra batida

Después de Indian Wells, Nadal no estará en el Masters 1000 de Miami, pero su calendario será apretado. Ya ha confirmado su presencia en el Masters 1000 de Montecarlo y en el Trofeo Conde de Godó de Barcelona -donde también estarán Alcaraz, Zverev y Tsitsipas- y queda por ver si se inscribirá al Mutua Madrid Open y al Masters 1000 de Roma. Si lo hace, disputaría cuatro torneos en menos de un mes y muy posiblemente alcanzaría esos 10 partidos previos necesarios antes de empezar Roland Garros. Allí sí, en París será el momento de darlo todo.

«Está claro que Roland Garros siempre ha sido su torneo fetiche, un torneo que le hace muchísima ilusión», afirmaba su entrenador, Moyà, sobre el objetivo clave. A los 37 años, un decimoquinto título en París le podría llevar a apuntarse a los Juegos Olímpicos -que se disputarán en las mismas pistas- y a replantearse la retirada. Pero para llegar a ello antes tiene que afrontar el reto: ¿Cómo ser Nadal con cuidado?

La intrahistoria del bronce de Ana Peleteiro: "No soy la misma, soy otra persona"

La intrahistoria del bronce de Ana Peleteiro: “No soy la misma, soy otra persona”

"No soy la misma, soy otra persona", proclamaba Ana Peleteiro con otra medalla al cuello, un bronce en el Mundial indoor de Glasgow; en sus 28 años ya hay toda una vida. Una madurez que corrió peligro dos veces, aunque ella nunca lo consideró así. La primera, hace mucho, cuando fue adolescente prodigio y pudo perderse en la fiesta de Madrid. La segunda, hace nada, cuando ya era medallista olímpica y se quedó embarazada. Hace un año y tres meses nació su hija, Lúa, y muchos, incluso sus propias adversarias, consideraron que ya no volvería entre las mejores.

En otras disciplinas del atletismo -por no hablar de otros deportes- hubo madres campeonas, pero su especialidad, el triple salto, exige tanta elasticidad, tanta levedad, tanto rebote que el desafío era complicado. Peleteiro lo sabía. Y, como en la adolescencia cuando supo alejarse de las distracciones, volvió a salir victoriosa.

"Me retiraron hace 14 meses, pero la Peleteiro está de vuelta. Nada se regala en la vida y este es el resultado de mucho esfuerzo. Hay atletas madres que han sido ejemplos para mí porque recién parida, con la cesárea, yo también lo veía negro. Cogí fuerzas y me dije que yo también podía hacerlo", comentaba la española que vivió su éxito a flor de piel con Lúa y su marido, el también saltador Benjamin Campaoré, animándola desde las gradas del Emirates Arena.

De hecho por él Peleteiro apareció en la pista escocesa con un dorsal distinto al habitual, su apellido ya no estaba sólo: esta vez se podía leer Peleteiro-Campaoré. "Somos una familia. Mi madre está desbancada, pero esto es un gesto de amor a mi familia política porque mis suegros son un pilar fundamental en mi vida, ellos nos ayudan a conciliar", explicaba Peleteiro.


Mucho nivel

Con el bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 como metal más brillante, este domingo la española consiguió su sexta medalla internacional -ya fue bronce en el Mundial indoor de 2018, por ejemplo- y para ello necesitó la segunda mejor actuación de su vida. En Glasgow, de entrada brincó hasta los 14,67 metros y luego incluso se fue más allá, los 14,75 metros, pero el oro y la plata estuvieron lejos. Pese a la ausencia de su amiga, la venezolana Yulimar Rojas, dominadora de la disciplina en la última década, la dominiquesa Thea Lafond superó los 15 metros -15,01 metros- y la cubana Leyanis Pérez Hernández se quedó cerca (14,90).

Por esa competencia para mantenerse en el podio en los Juegos Olímpicos de París de este verano, Peleteiro necesitará un poco más, estirar de sus propios récords, pero ha demostrado que ya está preparada. "Hay que hacer un pasito más, no estoy aún ahí. Iván [Pedroso, su entrenador] me dice que sí pero me falta un poco de trabajo", confesaba la saltadora elevada a líder absoluta del atletismo español.

El bronce de Diame

Su éxito fue un resorte para una selección en depresión después de lo vivido en el Mundial e incluso en los días previos. En diferentes grados y formas, la sanción a Mo Katir, la lesión de María Vicente y la descalificación de Asier Martínez hundieron los ánimos y desde Peleteiro todo fue distinto. Horas después de su logro, su compañera de entrenamientos, Fátima Diame se colgó otro bronce, éste en la final de longitud. Íntima amiga suya, tanto que comparten habitación en los campeonatos, la progresión de Diamé era hasta ahora muy distinta a la de Peleteiro. De 27 años, la saltadora se había mantenido en una segunda línea internacional hasta que la temporada pasada decidió ponerse a las órdenes de Iván Pedroso. Ahí cambió su trayectoria.

De quedarse siempre en las rondas previas a ser finalista -sexta- en el último Mundial de Budapest y de ahí al podio este domingo en el Mundial indoor. Talentosa siempre, le faltaba confianza y control y ya los tiene. Fallaron luego Mariano García en los 800 metros y Mario García Romo y Adel Mechaal en los 1.500 metros, pero Peleteiro ya había asegurado una celebración.

Ana Peleteiro celebra su regreso con un bronce en el Mundial indoor

Ana Peleteiro celebra su regreso con un bronce en el Mundial indoor

La primera medalla para Lúa, la primera de muchas. Un año después de ser madre, Ana Peleteiro certificó su regreso a la élite con un bronce en el triple salto del Mundial indoor de Glasgow. Fue como siempre, todo carácter, aunque esta vez de otra manera. La emoción le nacía de las entrañas, le enfriaba los nervios y al mismo tiempo le inflamaba las piernas. Desde los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 no saltaba tanto.

En su segundo intento, brincó hasta los 14,67 metros y ya no hubo manera de bajarla del podio. Su reacción fue resumen: en lugar de entusiasmarse, se quedó más seria que nunca mirando a su entrenador, Iván Pedroso. Era una reafirmación de ella misma: si alguien dudó de su vuelta, estaba errado. Era una reivindicación del muchísimo trabajo realizado para volver a estar ahí. En los próximos Juegos Olímpicos de París 2024 volverá a aspirar a todo.

La cita era una oportunidad para Peleteiro y ella lo sabía. Por primera vez en la última década, su amiga Yulimar Rojas, dominadora absoluta de la especialidad, no estaba presente y para más inri la cubana Liadagmis Povea se retiró antes de empezar. El oro no estaba sentenciado, todo era posible, había tres medallas al alcance. Para su desgracia duraron poco.

En el primer salto la dominiquesa Thea Lafond superó los 15 metros (15,01 metros) y en el cuarto intento la también cubana Leyanis PérezHernández se quedó cerca (14,90). Si quería superar el tercer puesto, Peleteiro tenía que completar la actuación de su vida, batir su propio récord de España y, aunque lo intentó -en su quinto salto llegó hasta los 14,75 metros-, su metal era el bronce.