El Madrid aterrizó en la nueva Champions con sufrimiento y agonía, como si el futuro formato no fuera diferente al anterior. Así ganó antes, así gana ahora. Venció a un correoso Stuttgart tras un gol de Rüdiger en el 83, entre temblores y dudas. Sentenció Endrick y antes Mbappé y Undav habían firmado tablas. El cuadro de Chamartín suma tres puntos (3-1) y respira.
Los blancos, actuales campeones de Europa y de Liga, se han transformado en unos meses. El equipo ha pasado de ser un coloso sólido con estrellas ejecutoras a no ser más que la suma de sus individualidades. No es el mismo. Al menos de momento. Emocionalmente se entiende por el escaso tiempo par a desconectar, pero ha pasado un mes desde el debut oficial y Ancelotti no encuentra ese Madrid a imagen y semejanza de su idea. Se fue Kroos, llegó Mbappé y esa plantilla que era un reloj suizo no se encuentra a sí misma.
No hay sustituto de Kroos porque algo así es imposible, pero la alternativa no ha aparecido. Contra el Stuttgart, en el debut continental en esta eterna y nueva Champions, el Madrid volvió a ser previsible y errático en salida de balón y lento y alejado de su rival en la transición defensiva. Lo primero puede ser lógico por la ausencia de Kroos, lo que antes fluía ahora va a trompicones, pero lo segundo sí era santo y seña de Ancelotti. Courtois volvió a ser el héroe.
El belga realizó cuatro paradas clave en un primer tiempo delirante, donde el Stuttgart pudo anotar varios goles, pero se estrelló contra el portero y el larguero. Leweling, Millot y Stiller casi anotan en los primeros 15 minutos, con un Madrid roto en el centro del campo, débil en la primera línea de la presión y vago a la hora de correr hacia atrás. La posición de Carvajal como central, en lugar de un Militao con molestias, no ayudó a la solvencia de una defensa inconexa.
En ataque, los blancos vivieron de las arrancadas de Rodrygo, el mejor, pero no estuvieron finos ante Nubel, especialmente Mbappé, que desperdició algunos mano a mano. En la izquierda, Vinicius volvió a estar lejos de su mejor nivel y perdió algunos balones de peligro, como el que terminó en el palo de Undav en el 27 tras un contraataque con el que Ancelotti perdió los nervios.
En el tramo final de la primera parte los locales mejoraron, más por ímpetu que por fútbol. Bellingham asumió galones en salida, recibiendo de espaldas y dándose la vuelta para romper líneas, y el Madrid llegó más hacia la portería rival.
En el 32, el colegiado Meler señaló penalti de Mittelstadt a Rüdiger, pero el VAR le avisó para que consultara la pantalla y lo anuló. El cansancio parecía lastrar a los alemanes y el Madrid creció, pero no aprovechó su momento.
Tras el descanso, Ancelotti sentó a Lucas, dio entrada a Militao, Carvajal volvió a la banda derecha y el once tuvo más sentido. Al momento, el destino le regaló el 1-0. Tchouaméni puso un balón al espacio a Rodrygo, Mittelstadt falló en el corte y el brasileño se plantó en el área, donde cedió a Mbappé para que el galo anotara su primer gol en la Champions.
El tanto dejó en shock al Stuttgart y el Madrid pudo sentenciar, pero no estuvo fino. Mbappé, desde el costado del área, y Rodrygo, que se lio a la hora de definir, no pusieron el 2-0 y los blancos lo acusaron. El cuadro germano despertó y Courtois tuvo que volver a aparecer con varias paradas.
Vinicius se encontró con el larguero, pero el Stuttgart siguió probando al héroe Courtois hasta que el belga no pudo más. En un córner, Undav batió al portero, vendido en mitad de una defensa que hace aguas.
Entre temblores y dudas, Rüdiger se elevó en un córner de Modric y anotó el segundo tanto, salvador de una noche difícil. Una más en una competición que el Madrid, gris ahora mismo, sólo entiende desde el sufrimiento y la agonía. Endrick, con un misil, sentenció al final. Tres puntos y trabajo por delante.