Con la resaca de la Eurocopa y de los Juegos Olímpicos todavía en la cabeza, el fútbol vuelve este miércoles en Varsovia, donde el Real Madrid y el Atalanta disputan la Supercopa de Europa. El viaje empezó con alarma para el conjunto blanco. Camavinga se hizo daño durante el entrenamiento previo en un choque con Tchouameni y abandonó la sesión.
El francés parecía haber sufrido un golpe, pero fue algo más. Ha sufrido un esguince del ligamento colateral interno en la rodilla izquierda y estará entre seis y ocho semanas de baja.
Con los fichajes de Kylian Mbappé y Endrick y la mejoría de jóvenes como Güler, Carlo Ancelotti tendrá que hacer un puzle con cada alineación, algo que no le preocupa: “Tengo un problema muy gordo, me he arruinado las vacaciones pensando en quién voy a poner y quién no”, bromeó ayer. “No… Es muy sencillo, este problema aquí no existe. Tenemos muchos partidos y una plantilla de mucha calidad”.
Todo antes de la disputa del primer título de la temporada: “Estamos con mucha ilusión. No hemos tenido mucho tiempo, pero ganar el primer título siempre ilusiona”, admitieron el martes Carvajal y Valverde. “Será una temporada muy exigente, pero puede ser muy exitosa. Queremos empezar bien, no hemos tenido mucho tiempo para entrenar pero creo que el equipo está bien y motivado”, reflexionó Ancelotti.
“Kylian ha llegado bien, como todos. No hemos tenido mucho tiempo, pero estamos bien y Kylian también. Ha llegado en buena forma y se está adaptando muy bien”, explicó Ancelotti sobre su nueva gran estrella. “Me ha tocado sufrirle y es un grandísimo jugador, nos va a ayudar mucho“, manifestó Carvajal. “Me tocó compartir un par de entrenamientos con él. Sabemos la clase de jugador que es y se le ve muy motivado, va a dejar una huella en este club”, avisó Valverde.
España, esa España campeona del mundo el verano pasado, esa España que parecía tener segura una medalla antes de empezar el fútbol femenino de los Juegos Olímpicos, fue en París la España de los errores. Los de semifinales, concretados en las lágrimas de Cata Coll, y los de la lucha por el bronce, con la portera provocando un penalti 'tonto' al calcular mal en una salida y con Alexia Putellas, doble ganadora del Balón de Oro, errando una pena máxima en el minuto 96 para forzar la prórroga. El gol de Gwinn condenó a las de Tomé. No hay medallas para esta generación, que sufre su primera gran derrota tras la conquista del Mundial y de la Liga de Naciones.
En la primera parte España dominó, reaccionando con fútbol y talento a los baches del torneo olímpico. Las de Montse Tomé, aparentemente cansadas durante los cruces y lejos de la chispa mostrada en el último Mundial, se levantaron del palo de las semifinales y fueron superiores a Alemania en los primeros 45 minutos.
La seleccionadora fue simple en su decisión: las mejores, dentro. Formó su centro del campo con Abelleira, Aitana, Alexia y Hermoso y situó en punta a la veloz Salma Paralluelo. Y España tuvo sus opciones, con las germanas encerradas atrás y viviendo única y exclusivamente de la rapidez de su extremo Buhl, la más peligrosa.
En el 20, Abelleira intentó sorprender a Berger con una falta desde lejos, pero se encontró con el larguero alemán. Las campeonas del mundo tuvieron la paciencia necesaria para aspirar a derribar el muro rival. Movieron el balón de un lado a otro, buscaron paredes entre líneas y se pudieron ir al intermedio por delante si la suerte hubiera estado de su lado. Pero Francia no es territorio amigo. Allí donde se ilusionaron en el Mundial de 2019, tampoco encontraron luz en los Juegos.
Las imprecisiones de Salma en los últimos metros impidieron varias ocasiones claras, y en el 43 Aitana estrelló en el larguero un buen disparo desde la frontal. Hermoso, en el rechace, disparó contra la defensa. Se desesperaba Tomé, que tenía algunas balas en la recámara: Carmona, Guijarro... El camino del bronce parecía dibujar la bandera de España, pero el fútbol es duro. Contundente en su castigo.
El paso por vestuarios encerró todavía más a Alemania, incapaz de enlazar siquiera un contraataque, y decantó el juego hacia la portería de Berger. Salma, de nuevo, no supo aprovechar varios acercamientos de peligro.
Con el paso de los minutos el partido se rompió por pura fatiga, España comenzó a fallar en salida y Alemania encontró huecos al espacio. Minge rozó el palo, Gwinn cabeceó alto, Salma disparó desde lejos al centro... Parecía que el gol se acercaba.
Y llegó el error. Y el castigo.
En el minuto 62, Gwinn arrancó hacia el área para llegar a un balón largo de una de sus compañeras. Fue casi un despeje, una pelota alta que parecía fácil para Cata Coll, que salió a detenerla. Pero la portera del Barcelona dudó en sus últimos pasos, la alemana se adelantó y cabeceó antes que ella y la guardameta, con las manos encogidas, la arrolló en el camino. Error y penalti. Otro fallo para una Coll que ya no estuvo fina en las semifinales.
Desde los once metros, Gwinn adelantó a una Alemania inferior pero sólida en defensa. No cometió errores. Sí los hizo España.
El tanto noqueó a las de Tomé, que se pudieron ver 0-2 abajo si Cata Coll no hubiera salvado el mano a mano con Schuller. Ahí estuvo gigante la portera.
La reacción
España reaccionó como la campeona del mundo que es y asedió la meta germana durante los últimos quince minutos. Hermoso tuvo un cabezazo a un metro de Berger que la guardameta salvó con una mano milagrosa, Salma intentó varios disparos sin éxito, Aitana no acertó a rematar con la zurda ante una rival... Y cuando la pelea por el bronce moría, Lucía García llegó antes que Minge a un balón y la alemana cometió penalti. Era el minuto 96, la salvación de España justo en la orilla para provocar la prórroga.
Y ahí, en el momento de máxima responsabilidad, asumió galones Alexia Putellas, dos veces ganadora del Balón de Oro. Respiró hondo, disparó y se encontró con un destinoamargo. Berger voló hacia su lado izquierdo y le entregó el bronce a su país, dejando a España sin una medalla que el país daba por segura.
La campeona del mundo, histórica campeona del mundo, se va de París sin nada en el bolsillo tras un torneo irregular. La medalla olímpica tendrá que esperar para ellas.
De repente, un balón cae desde una pequeña jaula suspendida en lo alto del pabellón. Suena una bocina gigante, ocho tubos lanzan humo desde ambos fondos del campo y dos futbolistas, cual gladiadores que luchan por su vida en el Coliseo romano, corren desesperados hacia la pelota, que cae sobre el círculo central. Comienza el partido, un uno contra uno al que cada pocos segundos se van sumando más jugadores hasta quedar seis contra seis. Comienza una de las finales de la Kings League, la competición de fútbol amateur que nació en la cabeza de Gerard Piqué y que ahora ha conquistado varios países de Europa, de América y de Asia, ha convencido a leyendas del fútbol, reúne detrás de los móviles y en la grada a millones de niños y adolescentes y parece dispuesta a convivir con el fútbol profesional a base de show, tarjetas de suerte en forma de penaltis sorpresa, dados gigantes que aumentan el valor de los goles o cambian el formato del partido y un sinfín de mezclas entre algo real y un videojuego.
"Desde el primer momento nosotros no queríamos competir con el fútbol tradicional", explica a EL MUNDO Gerard Piqué por los pasillos del Inalpi Arena de Turín, sede, en una misma tarde, de las finales de la Kings League de Francia, Italia y España. "El fútbol es el deporte más grande del mundo, siempre va a ser el deporte rey", asegura.
Después del éxito de la edición de España, retransmitida por internet y con la presencia de exfutbolistas y youtubers como presidentes de los equipos, entre ellos Iker Casillas o Ibai Llanos, en los últimos meses el formato se ha trasladado a Italia, Brasil, Francia o Alemania, y en el 'Mundial de Clubes de la Kings League', que se está disputando estos días en París, también hay equipos de Japón, Arabia Saudí, Congo, Marruecos y Estados Unidos, debutando como presidentes, entre otros, Lamine Yamal y el boxeador e influencer Jake Paul.
La nueva estrella del fútbol español es un ejemplo perfecto para analizar la relación entre el balón profesional y la Kings League. Yamal despunta ya en el Barça, pero una de sus primeras acciones comerciales ha sido sumarse como presidente de uno de los clubes de la competición de Piqué. Su edad, 17 años, le pone a la par de la mayoría de aficionados de la Kings League, con todo lo que implica a nivel publicitario.
El mensaje sigue siendo claro: "Nosotros siempre nos hemos presentado como un producto complementario al fútbol y creo que nos podemos ayudar mutuamente porque tenemos una audiencia muy joven", admite Piqué. Y tan joven. Según datos ofrecidos por la propia competición, el 80% de los seguidores de la Kings League tiene menos de 34 años, y en directo, tanto en Italia como en el Cupra Arena de Barcelona donde se han hecho las distintas ediciones de España y en los campos de fútbol a los que se ha llevado la liga para sus finales (Camp Nou o La Rosaleda) la imagen es la misma: la mayoría son niños y niñas entre 10 y 18 años, muchos de ellos con una camiseta de algún equipo de la Kings League y el nombre y la camiseta de futbolistas que hasta hace no mucho jugaban en divisiones inferiores de sus países.
En el Inalpi Arena de Turín aquello parecía un concierto de alguna estrella del pop adolescente: hormonas, muchas fotos y varias marcas que pretenden conectar con el público juvenil. El césped, negro por votación del aficionado, recibió a Claudio Marchisio, CEO de la competición en Italia por presión, así lo admitió medio en broma y medio en serio, de sus hijos adolescentes. "Para ellos es más divertido que el fútbol, menos aburrido, menos largo... Pasa algo en cada minuto. El fútbol no debe convertirse en la Kings League, pero necesita algunos cambios y podría copiar algunas cosas de este formato", asegura a este periódico a pie de campo.
Las finales comienzan con el pabellón lleno y con los presidentes, youtubers la mayoría y auténticas estrellas de esto, emitiendo en directo para sus canales oficiales. Pinchan la señal del encuentro y en un recuadro muestran su reacción en vivo al partido. Ahí aparece DJMariio, presidente de Ultimate Móstoles y uno de los rostros más conocidos del sector en España. En la grada, las miradas dejan de ir al campo y van hacia ellos: le piden selfies, hacen corrillos a su alrededor y pasan de largo de otras leyendas del fútbol como Zanetti o Bonucci, ex de la Juventus, presidente de la Kings League en Italia y uno más en un pabellón turinés.
La noche fue triunfal para el youtuber español, cuyo equipo terminó levantando el trofeo de campeón. En su plantilla, caras conocidas del fútbol español como Ferran Corominas (Espanyol) o Alberto de la Bella (Real Sociedad). Enfrente, el Troncos FC, propiedad del youtuber 'Perxita' que tiene en su equipo a Carles Planas (ex canterano del Barça) o Joan Verdú (Espanyol). "Es diferente al fútbol, pero igual de emocionante. Para mí ha sido un descubrimiento porque no esperaba disfrutar tanto. Había perdido la ilusión, por eso había dejado el fútbol, y esto me ha hecho divertirme y conectar de nuevo con el Alberto de la infancia", reconoce De la Bella a EL MUNDO.
"A los jóvenes también les gusta ver fútbol gracias a la Kings League, estoy seguro. Y ahí están los acuerdos que hemos hecho con clubes y ligas, porque al final entienden que formar parte de alguna forma del ecosistema de la Kings League les puede ayudar a acoger gente muy joven que se una también a sus proyectos", añade Piqué.
La Serie A italiana se acercó a la Kings League nada más crearse y en la edición de España siguen esperando pasos concretos de LaLiga. Hace un par de años, Javier Tebas tildó la competición de "circo", pero hace poco salió en uno de sus vídeos promocionales. El encaje parece necesario para un fútbol que no se puede permitir alejarse del aficionado más joven.
El ecosistema de la Kings League, incluyendo a los presidentes de los equipos, acumula 2.900 millones de seguidores en total, una cifra que el fútbol tradicional no puede infravalorar, suma 33 millones de visualizaciones por jornada entre las seis ligas en activo y en el Mundial de selecciones disputado en enero registró cifras récord: seis millones de espectadores simultáneos en la final entre Brasil y Colombia y 40.000 asistentes en el Juventus Stadium de Turín.
"Simo, yo no me muevo más de aquí", suplica un padre italiano a su hijo, eufórico porque por la primera fila está pasando uno de los youtubers más importantes de Italia. A unos metros, sentados tranquilamente, Marchisio charla con Bonucci sin público alrededor. Las estrellas son otros.