Badosa se hunde, pierde y desaprovecha una oportunidad histórica en el US Open

Badosa se hunde, pierde y desaprovecha una oportunidad histórica en el US Open

“¡No puc jugar! [¡No puedo jugar!]”, confesaba Paula Badosa a su entrenador, Pol Toledo, en el último punto de sus cuartos de final del US Open ante la estadounidense Emma Navarro cuando la derrota ya era un hecho y los espectadores en la Arthur Ashe se miraban extrañados los unos a los otros: ¿Qué acaba de pasar? De repente, la española era una tenista descomunal y, de repente, todo lo contario, una tenista negada. Badosa pasó en unos minutos de desplegar un tenis agresivo, violento, ganador a hundirse mentalmente hasta fallar todos los golpes.

En su primera visita a la pista central de Flushing Meadows y su segunda vez entre las ocho mejores de un Grand Slam, desapareció de manera súbita y cayó por 6-2 y 7-5 en una hora y 12 minutos. Estuvo ante la oportunidad de convertirse en la tercera española en las semifinales del US Open después de Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez y la desaprovechó sin explicación.

Su actuación en el segundo set fue incomprensible porque ni los nervios sirvieron como razón. En los primeros minutos, entonces sí, Badosa apareció atenazada por el escenario y su rival, Navarro, una de las jugadoras más en forma del circuito, lo aprovechó. Con un esquema de juego, claro, lanzando golpes muy profundos para empujar atrás a la estadounidense, le faltó puntería y cedió el primer set en un visto y no visto.

Pero después Badosa despertó de la mejor de las maneras. Desde el inicio del segundo periodo, la española estuvo mucho más afinada, se movió mejor, encontró la confianza perdida y llevó a Navarro al límite. Con 1-5 a su favor y dos breaks en su haber, Badosa parecía dispuesta a lanzarse a por el tercer set, la victoria, las semifinales del Grand Slam estadounidense y quién sabe qué más. Pero de golpe se hundió. Sin problemas físicos visibles, Navarro le devolvió uno de las rupturas y Badosa volvió a fallar, y a fallar, y a fallar. Perdió todo lo que se podía perder después -incluso 11 puntos consecutivos- y se marchó de la Arthur Ashe entre lágrimas.

kpd