Athenea del Castillo, jugadora del Real Madrid y de la selección española de fútbol, tiene en juego este miércoles el título de la Liga de Nacionales Femenina en la final que España disputa en La Cartuja contra Francia. Pero la cántabra ha estado en boca de muchos el último año por una fotografía en la que aparece su pareja en el Valle de los Caídos.
“En todo. Estoy en todo. En lo bueno o en lo malo. Athenea esto o Athenea lo otro. Pero, ¿por qué? Si yo soy normal. Me refiero… si no hago nada”, se ha defendido Athenea en ‘Relevo’. .
“El de la política. Ese es el que más. O sea, por unas fotos. ¡Unas fotos! Dios mío de mi alma y de mi corazón. Pobrecito mi chico y pobrecita yo. Los dos. Es que la gente que me conoce flipa. Y la gente que le conoce a él, flipa más. Si lo conocieseis de verdad… Es lo que más, porque digo ‘pero por favor, ¿por una foto ya eres capaz de opinar algo?'”, ha añadido.
La Imagen por la que ha recibido tantas críticas esta realizada en un puente del rebautizado Valle de Cuelgamuros, y justo detrás de ellos se observa con claridad un grafiti en el que pone “viva Vox”. La jugadora de la selección ha recibido miles de comentarios negativos por esa fotografía en las redes sociales.
Para saber más
“Me quedo muerta. He aprendido a reírme. Llega el momento que me hace gracia. Digo ‘pero por favor, ¿no tenéis otra cosa en la que divertiros?’ Que ver en que Athenea haya subido una foto, o que el novio de Athenea, o que el amigo del amigo de Athenea. Por favor, que soy una persona normal. Cualquiera que me conozca y que hable conmigo sabe cómo van las cosas. Ahora me río, pero si había algo que al principio me molestaba”, ha zanjado
Recordaba Roger Federer que la primera vez que se enfrentó a Rafa Nadal, en el Masters 1000 de Miami de 2004 le sorprendió que apareciera con «aquella camiseta roja sin mangas» y que le impresionaron «esos bíceps». Perdió el suizo, quizá víctima del susto. Y durante años, tanto al principio de su carrera -aquella camiseta verde de Roland Garros 2005h, como al final, Nadal siguió utilizando camisetas de tirantes, mostrando los músculos de sus brazos y, por supuesto, asombrando a sus rivales.
«Esos bíceps» son muy parecidos a los que ahora exhibe Carlos Alcaraz, cada vez más fuerte, más corpulento, más definido. En plena evolución física a sus 21 años. En el actual Open de Australia, donde juega con camiseta sin mangas como Nadal, se puede observar el desarrollo de los músculos que protagonizan el golpeo y, al mismo tiempo, el efecto en sus adversarios. Este miércoles, en segunda ronda, Yoshihito Nishioka cayó en sólo 81 minutos, por 6-0, 6-1 y 6-4, obnubilado ante quien tenía delante.
La pregunta sobre sus bíceps
«¿Han crecido tus bíceps este invierno?», le preguntaron después a Alcaraz sobre la misma pista Margaret Court. «Mi preparador físico, [Alberto Lledó] puede estar feliz con mis bíceps. Probablemente haya crecido, no lo sé. Mucha gente me lo dice y me alegra escucharlo», respondía tímido el actual número tres del mundo en un proceso de nadalización. Su físico, cada vez más importante en su tenis; su físico, en juego. Desde que llegó al circuito ATP, Alcaraz siempre fue uno de los más veloces sobre la pista, pero ahora quiere que esa superioridad se note más en su golpeo. Con Jannik Sinner en el horizonte, necesita sacar más fuerte, restar más fuerte, golpear más fuerte y de ahí su crecimiento corporal, el aumento de peso en su raqueta Babolat -relacionado con lo anterior- o el cambio de técnica en el servicio.
ADRIAN DENNISAFP
De momento, con sólo dos partidos jugados este año, el plan ya arranca. Después de las dudas de primera ronda ante Alexander Shevchenko, frente a Nishioka fue un ciclón desde el servicio, llegando a los 14 'aces' y elevando la velocidad media de sus golpes. Si en el Open de Australia de 2024 su promedio en los primeros fue de 190 km/h, en los primeros sets ante el japonés llegó a los 197 km/h con varios impactos alrededor de los 210 km/h. «¿Ahora soy un robot en el saque?», bromeó él, cuyo creciente parecido con Nadal no se queda en los brazos.
Las botellas alineadas, nueva obsesión
Al contrario que su ídolo, Alcaraz siempre ha declarado que no es supersticioso, aunque guarda manías que niegan esa máxima. Desde hace años, frente a su banquillo, se puede ver cómo coloca el agua a la derecha y la bebida isotónica a la izquierda, pero recientemente ha ido a más. En el partido de exhibición previo al torneo frente al local Álex deMiñaur, Alcaraz se pasó un rato alineando los recipientes y de inmediato las imágenes se hicieron virales. «Esto me suena», subrayaba el vídeo que empezó a correr por TikTok, Instagram y X.
JAMES ROSSEFE
«Si antes me llamaban mini-Rafa, ahora ya ni te cuento...», aceptaba Alcaraz que luego se explicaba: «No es un tic como tal, pero simplemente me gusta tenerlas bien alineadas. No tanto como a Rafa, obviamente, porque él tiene que dejarlas perfectas... Pero intento siempre que estén alineadas». En realidad, detrás del gesto de Alcaraz hay un cierto motivo comercial, normalmente amaga el logo del patrocinador -del torneo, no suyo-, pero también hay un punto de obsesión nadaliana.
Ahora, Borges en tercera ronda
En todo caso es un mimetismo comprensible después de los muchos años de idolatría y de sus recientes experiencias conjuntas en los Juegos Olímpicos de París y la Copa Davis. En todo caso es un mimetismo beneficioso. En su nueva versión, Alcaraz sigue en el camino para hacerse con el Grand Slam que le falta y cada vez está más cerca de los duelos decisivos, especialmente de esos hipotéticos cuartos de final con Novak Djokovic.
Antes, este viernes, se enfrentará en tercera ronda al portugués Nuno Borges, un tenista al que sólo se ha medido una vez, en el Torneo Conde de Godó, con victoria por 6-3 y 6-1. En Melbourne, Alcaraz se está mostrando más nadaliano que nunca y parece un buen camino para convertirse en el próximo campeón.
«Madridistas hijos de puta» cantó parte de la hinchada del Atlético de Madrid durante el minuto de silencio por la muerte de Javier Dorado, víctima de un cáncer. A esa afrenta asquerosa, que por desgracia no sorprende en estos insufribles derbis del odio, respondió Valverde como si fuera el primer soldado europeo enviado al frente de Ucrania. Medio cojo y medio vendado, lanzó un pase como un dron cargado con la bomba de Rodrygo, que buscaba en la celebración el parche de las 15 Champions pero encontró uno que decía HP, siglas réplica del cántico previo, adecuadas para definir a los despojos que lo entonaron. Parecía que el Madrid quería guerra, pero pronto demostró que no. Equipo y estadio, bostezando a la par, se entregaron a una paz absurda que reventó el misil de Julián Álvarez. Hizo buena la enésima empanada de Camavinga en lo que va de temporada.
Llegado el descanso, la responsabilidad de mantener viva la eliminatoria por parte del Real Madrid recaía ya sobre los hombros del contragafe colectivo de su afición. Escribí «Brahim fuera ya» en un grupo de WhatsApp, y supongo que se escribió lo mismo en otros tantos, unos diez segundos antes de que Brahim se inventase un golazo de la nada. Pura gambeta. Hasta el momento, él era uno de los responsables del muro de frustración que se había ido autoconstruyendo el Madrid a base de regates absurdos en el centro del campo. Pequeña gran heroica digital. En ese grupetto familiar que es el banquillo del Bernabéu, Carletto y Davide se debían haber escrito algo parecido, porque el hijo celebró el gol con el padre con la mano en la boca del arrepentido. Bienvenida sea la flor.
De ahí al final, poco más. Real Madrid y Atlético de Madrid hace tiempo que han decidido anestesiar en el campo la locura esquizofrénica que rodea a estos partidos en las redes. Simeone firmó obscenamente el 2-1 y el Madrid correspondió con señorío: sacó a Valverde de la trinchera, quitó a todos los centrocampistas que pudo y entre Mbappé y Vinicius decidieron que no había necesidad de marcar un tercer gol. Una victoria, entonces, con sabor a empate guionizado. Consecuencia: ocho días más de Tercera Guerra Mundial. Con una Normandía en el horizonte: la vuelta sí la juega Jude Bellingham.