El futbolista que paró el corazón de todos los españoles (o casi todos) el 11 de julio de 2010 en Johannesburgo deja el fútbol. Andrés Iniesta, con 40 años, lo explicará el próximo martes en un acto en Barcelona, pero el anuncio de ese evento en sus redes sociales es el preámbulo de un adiós que cierra una etapa en el fútbol español.
Ese gol a Holanda en el minuto 116 de la prórroga dio a España su primer Mundial y puso el nombre de Andrés en el lugar más alto de la historia futbolística de este país. Campeón del mundo y doble campeón de Europa con la selección, ese Mundial es la coronación de una carrera que se inició en un torneo para niños y que culmina ahora tras una temporada en los Emiratos Árabes. Una carrera de 22 años en el fútbol profesional, repartida entre el Barcelona (16 temporadas), el Visel Kobe japonés (cinco) y esta última en Emiratos.
Una carrea donde se pueden encontrar cuatro Champions, nueve Ligas y un montón de copas del Rey, Supercopas, etc… Ningún listado, sin embargo, será capaz de recoger el legado de un futbolista diferente, capaz de ser admirado en los campos más hostiles para el barcelonismo por su exquisito respeto siempre con el rival. Un jugador que pasó por episodios de depresión tras la muerte de su amigo Dani Jarque y que, sin embargo, fue capaz de encontrar la salida precisamente en ese Mundial de Sudáfrica.
Iniesta formó parte de ese centro del campo probablemente irrepetible en el Barça y en la selección junto a Xavi y a Busquets. El manchego, tímido pero con un temperamento que sólo enseñaba en privado, casado y con cuatro hijos, es el penúltimo de toda la gran generación del fútbol español que dice adiós (sólo queda en activo Busquets y, si acaso, Sergio Ramos).
El próximo martes, en Barcelona, será el momento de aplaudir en persona a uno de los mayores iconos del fútbol patrio, acosado ya por las lesiones en este último tramo de su carrera deportiva.