Álvaro Martín se cuelga el bronce más brillante en los 20 kilómetros marcha, la segunda medalla española en los Juegos

Actualizado

El sol saliendo por el río Sena después de la tormenta, la luz iluminando la Torre Eiffel como un foco y los marchadores brillando, fugaces y esforzados, sobre el puente d’Iéna. Tenía que ser así, con este resplandor, como España celebrara su segunda medalla en esos Juegos de París, la que debe alborear. Álvaro Martín fue fuego en los 20 kilómetros marcha y alcanzó así lo que le faltaba: un podio olímpico.

Hasta este jueves había sido dos veces campeón del mundo y dos veces campeón de Europa, había dominado la marcha durante varias temporadas, pero le faltaba la gloria más absoluta, la que soñó toda la vida. Si hace tres años en los Juegos de Tokio acabó cuarto, la carrera más dolorosa, en estos Juegos de París demostró que había aprendido la lección para finalizar tercero sólo por detrás del ecuatoriano Brian Daniel Pintado y el brasileño Caio Bonfim

“Si atacas que sea para no mirar atrás”, le repetía su entrenador, José Antonio Carrillo, en los días previos y no hacía falta: lo sabía, Martín lo sabía. En Tokio las ganas, las ansias, los nervios le llevaron a lanzarse cuando no tocaba y, de ahí, su decepción. Este jueves en el escenario más bonito que ha tenido nunca la marcha, el marchador español aguantó y aguantó hasta el toque de campana. “Es ahora, es ahora”, le gritaban los suyos y Martín, siempre impertérrito, cambiaba la cara.

Con él, en ese último kilómetro, Pintado,Bonfim y el italiano Massimo Stano, todos rivales más que conocidos. Con él, en ese último kilómetro, la posibilidad de tocar el cielo. Atacó Pintado primero, violento hacia el oro, se fue con él Bonfim y Martín supo que era el momento: si seguía detrás, era medallista olímpico. En los últimos metros, en el empedrado del Trocadero, Martín miraba para atrás para controlar el ataque de Stano y ya estaba, ya lo tenía. En la meta, derrumbe: no podía más.

“Mi oro era este bronce”

“Hoy mi oro era este bronce, lo he dado todo. Pintado era superior al resto y mi esperanza era que Bonfim, que tenía dos tarjetas, se quedara atrás. Al final ha podido atacar y me he quedado con esa medalla, que para mí lo es todo”, explicaba Martín, emocionado, en zona mixta, antes de anunciar que “seguramente serán mis últimos Juegos”. “Tengo 30 años y creo que la máquina y la cabeza no me darán para más”, aseguraba antes de abrazar a Carrillo e irse a buscar a su pareja, MarEsquiliche, presente en el circuito, y a sus amigos.

Ellos fueron los que, en la parte gratuita de las gradas, en la contrarrecta, justo a los pies de la Torre Eiffel, dieron color a la prueba y mucho, muchísimo aliento a Martín. “¡Tú puedes, Álvaro, tú puedes!”, le gritaban mientras peleaba por el éxito de su vida. El niño de Llerena que a los 15 años se marchó a entrenar al Centro de Alto Rendimiento de Madrid y una década más tarde se volvió a mudar a Cieza, en Murcia, para entrenar con Carrillo ya tiene su medalla olímpica. La segunda de España en estos Juegos, la más brillante, bajo la luz de la mañana en París.

kpd