Alcaraz, colosal, pone fin a un lustro de reinado de Djokovic y se corona en Wimbledon

Alcaraz, colosal, pone fin a un lustro de reinado de Djokovic y se corona en Wimbledon

Actualizado

Se impuso a Novak Djokovic por 1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4 y se convierte en el tercer campeón más joven de la era profesional. Firma uno de los logros más significados de la historia de este deporte

Alcaraz tras consumar la vicroria ante Djokovic.GLYN KIRKAFP

Seis años y cuatro días después, 34 partidos ganados y cinco títulos más tarde, Novak Djokovic inclinó la cerviz en uno de los escenarios de su vida. Carlos Alcaraz Garfia, un chaval que con 20 años y 72 días se convierte en el tercer tenista más joven que levanta la copa en Wimbledon en la era profesional, derrotó en la final al ganador de 23 majors, elevándose hacia una dimensión insondable. El español se impuso por 1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4, en cuatro horas y 42 minutos.

A diferencia de la semifinal de Roland Garros, en esta ocasión no le traicionó la ansiedad. Venció al considerado por muchos como el mejor jugador de siempre y logró vencerse a sí mismo, hacerse aún más grande frente a un desafío de proporciones exorbitantes. Con el carácter, la habilidad y la valentía que le distinguen, enmendó el desesperanzador comienzo para suscribir uno de los más significados logros de la historia de este deporte. Es el quinto español, tras Manolo Santana, Rafael Nadal, bicampeón, Conchita Martínez y Garbiñe Muguruza, que se lleva el torneo.

Había un consenso casi unánime en que Carlos Alcaraz ganaría Wimbledon y en que lo haría en más de una ocasión. Los barruntos, con suficiente fundamento, le vislumbran como vencedor en todos los grandes. Ya tenía uno, el conseguido el pasado año en Nueva York, y es evidente que llevaba camino de seguir haciéndose presente a la hora de envidar por todas las conquistas de mayor enjundia. Pero no era tan esperado que pudiera hacerlo en una ocasion así, con tan sólo 17 partidos en la superficie y ante un voraz competidor como Djokovic, que había perdido su último encuentro en este torneo en los cuartos de 2017, cuando se retiró lesionado ante Tomas Berdych, y que llevaba una década sin caer en la Central, desde la final de 2013 frente a Andy Murray.

Las dudas que pudieron suscitarse después de la lesión sufrida al final de la pasada temporada, que a la larga acabó impidiéndole disputar el último Abierto de Australia, se disolvieron pronto con el dominio establecido por Alcaraz en la primera parte del curso, traducido en otros cinco títulos, dos de ellos Masters 1000, hasta llegar a Wimbledon. Alcaraz ha irrumpido para quedarse. No es un fenómeno circunstancial, sino que su carácter mesiánico tiene ya un efecto revitalizador en este deporte amenazado de un cierto aletargamiento tras la retirada de Roger Federer, la prolongada ausencia de Rafael Nadal y el vacío ante la falta de jugadores sino con sus irrepetibles capacidades, sí, al menos, con argumentos para intentar seguir su rastro.

El público, entregado

Desde que Djokovic envió fuera su primera pelota, en el segundo punto, quedó claro por quién se inclinaba la grada, que dispensó al español su apasionado apoyo. Alcaraz ha tardado poco en conquistar el corazón de los aficionados británicos, rendidos a sus encantos. Templado, inexpresivo, Djokovic salió con la clara intención de meterle cloroformo al partido. Después de salvar una pelota de rotura en el primer juego, emprendió una marcha de apariencia triunfal, que le fortalecía como claro favorito a la victoria. El español logró al menos no irse con un 6-0 de entrada, como le sucedió a Nadal ante Federer en la final de 2006.

Si Alcaraz era capaz de golpear a la pelota con suma violencia, Nole encontraba la dirección oportuna, dando con rincones insospechados de la cancha. Manejaba el tempo del partido, rebajando la temperatura del juego con su revés cortado. Celoso siempre de los aplausos que le son ajenos, el serbio tuvo que soportar como el público se encorajinaba una vez que su rival penalizó su desacierto con el servicio. Pero el número dos del mundo sofocó la fuga de inmediato.

Más suelto, sin la rémora de los lógicos nervios iniciales, menudeó el español por las zonas interesantes del marcador hasta llegar al desempate, terreno peligroso por el que su oponente se mueve como pocos. Había ganado este año 21 de los 25 disputados y dispuso de una bola al resto para sumar uno más, pero envió un revés a la red y fue Alcaraz quien aprovechó luego la suya, también al resto, con un passing shot de revés.

Se envalentonó el murciano, ya muy metido en la pelea, de igual a igual. Rompió de entrada en el tercero y volvió a hacerlo en el quinto, un juego lleno de significado. Fueron 26 minutos y siete bolas de rotura después cuando ensanchó la distancia entre ambos gracias a una derecha a la red de su rival. Muy tocado, Nole sólo ganaría un punto en lo que quedó de set.

El serbio se fue al vestuario y demoró su regreso siete minutos. Por delante de Alcaraz pasaron dos pelotas de rotura nada más reanudarse el juego, dos bolas que parecían llevar impresas varias letras del triunfo definitivo. Se le escaparon. Recuperado, haciendo gala de su resiliencia en este tipo de citas, fue Djokovic quien se subió a su tren en el sexto juego, la llave para llevar el encuentro al quinto parcial. Alcaraz cerró el cuarto con doble falta.

Lejos de sentir vértigo ante la situación, inició el último con las mismas pautas de todo el partido, buscando la iniciativa en cada punto. Siempre propositivo, abriendo ángulos desde ambos lados de la pista y sin temor a acercarse a la red, más que dobló el número de ganadores de su oponente: 66 por 32. Volvió a presentársele una opción de entrada que no pudo rentabilizar. Tampoco lo haría su rival a continuación. Pero fue Alcaraz quien se cobraría un tercer juego que iba a tener valor definitivo. El último juego del partido fue un retrato certero del campeón: tiró dos dejadas, aunque una se quedara en la red, dibujó una maravillosa volea de revés y conectó un saque ganador, aprovechando después su primera bola de partido, adelantándose al futuro para lograr el triunfo más importante de su aún corta vida.

kpd