Camavinga, que apunta al once de Francia hoy, nació en Angola. Embolo, la estrella de Suiza, nació en Camerún. Laporte y Le Normand, centrales clave para España, nacieron en Francia. Diogo Costa, héroe de Portugal en los penaltis contra Eslovenia, nació en Suiza. Cinco futbolistas de la selección de Turquía nacieron en Alemania, donde viven dos millones de inmigrantes otomanos. Guéhi, central titular de Inglaterra, nació en Costa de Marfil. Son sólo algunos de los ejemplos de la lista de 82 futbolistas (el 13%)del torneo que llegaron al mundo en un país diferente al que representan. Es la Eurocopa del mestizaje, de la inmigración. Un torneo global que no entiende de fronteras.
Vayamos directamente a las selecciones cuartofinalistas, a sus estrellas y a sus libros de familia. Ya conocen la historia de los padres de Nico Williams y Lamine Yamal. Más allá de España, las vidas se repiten. Mbappé nació en Bondy, pero su padre es camerunés y su madre tiene origen argelino. Musiala, máximo goleador de Alemania, nació en Stuttgart, de padre nigeriano y madre de ascendencia polaca. Rafael Leao, la nueva estrella de Portugal, nació en Lisboa, de padre angoleño y madre de Santo Tomé y Príncipe. Sigamos.
La madre de Jude Bellingham es de ascendencia africana, como los padres de Kobbie Mainoo, la nueva esperanza del centro del campo de Inglaterra, que son de Ghana. Granit Xhaka, capitán de Suiza, nació en Basilea, pero sus padres son de etnia albanesa llegados desde Kosovo. Y su compañero en la selección Dan Ndoye nació en Nyon, pero su padre es de Senegal. Algo similar al padre de Cody Gakpo, mejor jugador de Países Bajos en el torneo, que emigró desde de Togo a Eindhoven. Y Calhanoglu, líder de Turquía, nació en Mannheim, ciudad alemana.
Según el INE, Alemania lidera junto a Suecia la lista de países de la Unión Europea con una proporción más elevada de inmigrantes, algo que se hace notar en el día a día de la Eurocopa. Las aficiones turcas, ucranianas y rumanas y polacas han sido las más numerosas en los estadios, explicando con imágenes lo que dicen los números y las plantillas de las selecciones. En Alemania, el 19,5% de la población ha nacido en el extranjero, por el 17,1% deEspaña, el 16,1% de Portugal o el 13,1% de Francia.
Unas cifras que no van a dejar de crecer, porque según un estudio de la Comisión Europea en 2022, más de cinco millones de inmigrantes de países fuera de la Unión Europea entraron en ella durante esos meses, un 117% más que en 2021. En total, a 1 de enero de 2023, 27 millones de fuera de la UE viven en ella, un 6,1% del total de 448 millones.
Llama la atención el caso de la selección de Países Bajos, un reflejo del país. Todos los futbolistas convocados a la Eurocopa nacieron dentro de sus fronteras, pero las familias de 16 de ellos proceden de territorios de ultramar o son hijos o nietos de inmigrantes africanos, como el 25% de la población del país. Algo similar a Francia. Sólo cuatro nacieron lejos del país, pero Benjamin Pavard es el único no descendiente de padres o abuelos inmigrantes.
Una situación que explica la Europa y el mundo de hoy. Una Europa global en el fútbol y en la vida. En España, el 38% de los nuevos ciudadanos nacionalizados el año pasado eran ciudadanos de países de América Centralo del Sur y el 32% procedía de países del norte de África. En cambio, en Alemania, por ejemplo, casi la mitad de los inmigrantes nacionalizados era de origen asiático. Muchos de ellos provenían de Siria (29%), Turquía (9%), Irak (4%), Irán (3%) y Afganistán (3%), muchos aterrizados por conflictos internos en sus países de origen. Es el caso de Walderman Anton, futbolista de la selección germana nacido en Uzbekistán. Así es la Eurocopa.