El andaluz firma 63 golpes y establece un nuevo récord del torneo, con ocho birdies sin error
Ángel Hidalgo estudia el lanzamiento de su bola en el green del hoyo 18.A.Carrasco RagelEFE
En el año 2018, el joven golfista andaluz Ángel Hidalgo hacía su debut profesional con motivo del Estrella Damm Andalucía Masters que se jugaba en Valderrama. Hidalgo comenzaba así su sueño con la esperanza de pasar el primer corte de su carera en el Circuito Europeo. El martes de la semana del evento, jugó por primera vez Valderrama: “Fue amor a primera vista, hoy ha sido mi novena vuelta jugada en este campo”, comenta Ángel tras firmar 63 golpes durante la segunda jornada del torneo, y establecer un nuevo récord del torneo. Solo Bernhard Langer firmó 62 golpes en 1984 cuando el campo era par 72, hoy Valderrama se presenta más fiero y su par se redujo a 71 golpes.
Aquel viernes de hace cuatro años, Hidalgo terminó con dos bogeys en los dos últimos hoyos para fallar el corte por un golpe, un trago difícil de asimilar para el jugador de Guadalmina que afronta este año el fin de semana del torneo como líder con nueve bajo el par, empatado con el español Adrián Otaegui y el australiano Min Woo Lee. La tarjeta de Hidalgo, que supone el récord del torneo, con ocho birdies sin error, esconde sin embargo un día de golf complicado para el malagueño. “Hacia mucho que no tenía unas sensaciones tan malas pegándole a la bola al principio de la vuelta, pero el putt ha ayudado muchísimo”, desvelaba tras su vuelta para la que solo ha necesitado 21 putts. “Hiciera lo que hiciera la bola iba hacia el hoyo”, sentencia.
Las alarmas ya sonaban en el campo de prácticas, donde antes de comenzar su ronda, las sensaciones y los números que ofrecían el radar, con el que los jugadores suelen entrenar y medir los diferentes parámetros, no mostraban un día halagüeño: “Tocaba echarla para adelante…., por suerte Valderrama no es un campo largo”, y así fue sobreviviendo y fue llegando la magia con el juego corto que transformó las nefastas sensaciones del swing del malagueño en una ronda histórica. Cosas del golf.
“Ya estaba contento con la vuelta de -1 de ayer, así que imagínate hoy”, dice. Tras el día de golf, Hidalgo volvía al campo de prácticas para mejorar las sensaciones. “Esta noche le daré un besito al putt y que tenga un buen descanso para mañana”, bromeaba el malagueño que buscará para el golf español la victoria número 200 en la historia del Circuito europeo. Otra gran baza será la de Adrián Otaegui, ganador de tres torneos en el Circuito Europeo, que ha completado la segunda jornada del Estrella Damm Andalucía Valderrama Masters con -5, demostrado una consistencia que le hace ser uno de los favoritos para levantar el trofeo el domingo.
"Recuerdo muchos nervios pero me sentía muy arropada, fuerte". Laura Bimba Delgado rememora la primera vez que ganó el Campeonato de Europa con la selección femenina de rugby. Primavera de 2016. "Era la más novata". Este sábado, a los 34 años, y como una de las capitanas, ha conquistado el mismo título por séptima vez consecutiva. Respaldando a las recién llegadas. "Esa sigue siendo la filosofía".
Sin repetir las llamativas palizas de ediciones anteriores pero siempre mandando, las Leonas han derrotado este sábado a Suecia (0-53) después de haber vencido a Portugal (24-0) y a Países Bajos (5-22) las semanas previas. "Es una buena noticia que suba el nivel", asegura el seleccionador, Juan González Marruecos, dos años en el cargo. Porque la ausencia de una competición exigente las ha lastrado en la última década. La selección española femenina, como la masculina de Georgia, domina con claridad el segundo nivel europeo. Pero no puede acceder al Seis Naciones, un torneo privado y cerrado.
"Hace años estábamos frustradas porque pertenecíamos al Seis Naciones y nos sacaron", admite Bimba en conversación telefónica. Alude a la etapa entre 2000 y 2006, cuando España sí disputó, y sin desentonar, la prestigiosa competición. Sólo en dos de esas ediciones no ganó ningún partido. La sustitución por Italia se produjo para unificar las selecciones que disputaban el torneo masculino y el femenino. Las Leonas se vieron resignadas a reinar en terreno de nadie.
Sin Seis Naciones, la vía de desarrollo se ha reactivado gracias a giras y torneos alternativos. Japón, Estados Unidos, Sudáfrica, selecciones muy consolidadas, han sido rivales de la española en el último año y medio. Los marcadores, cada vez más ajustados. "En el pasado se encontraban a una gran distancia y actualmente estamos compitiendo". Juan González Marruecos siente "un crecimiento en el aspecto mental, nos faltaba ser una selección madura". Y apunta al siguiente paso. "En delantera somos un equipo pequeño pero lo gestionamos bien, tenemos un margen de mejora en fases estáticas, problemas que no son insalvables". Un diagnóstico similar al de selección masculina.
"Lo que nos falta son minutos y rodaje para conseguir un equipo sólido", completa Bimba. Experiencia para una selección cuya media de edad ronda los 23 años. En un deporte que apenas ofrece ingresos -y menos a las mujeres- a cambio del sacrificio que exige, esta primera línea nacida en Jerez disputa su cuarta temporada como profesional. Su club es Gloucester Hartpury, vigente campeón y aspirante al título en la liga inglesa.
Esa pesada sombra del Seis Naciones volverá a proyectarse en breve sobre la selección española. El Campeonato de Europa recién revalidado supone el primer paso hacia el próximo mundial. El segundo será un partido contra la última clasificada en la edición actual del legendario torneo. La selección ganadora estará virtualmente clasificada para Inglaterra 2025; la perdedora tendrá otra oportunidad contra rivales más asequibles.
Los antecedentes hablan de igualdad. Hace medio año las Leonas perdieron con Irlanda por un apretado 15-13. Y en el torneo clasificatorio para el mundial anterior, en septiembre de 2021, España derrotó a Irlanda, perdió ante Escocia un partido muy igualado y cayó con claridad frente a Italia. Quedó fuera y comenzó su renovación. "El cambio de generación fue un momento de aprendizaje", recuerda Bimba, superviviente de aquel equipo que acusó, sobre todo, la falta de partidos de calidad.
Nadina Cisa avanza hacia el ensayo contra SueciaChrister ThorellRFER
Ella, como tantas en su época, aterrizó en este deporte en edad casi universitaria. Por recomendación de un amigo y cuando aún -comenta entre risas- lo confundía con el fútbol americano. Procedente de una familia de atletas, antes practicaba el lanzamiento de martillo. Hoy describe cómo sus compañeras noveles "tienen muchísimo rugby, juegan desde pequeñitas en la cantera con chicos, tienen habilidades y visión". Las define con dos palabras muy parecidas: "descaro" y "desparpajo".
Juan González Marruecos ha conducido esa transición. Conocía bien al grupo porque fue ayudante de su predecesor, José Antonio Barrio. Subraya las virtudes de la plantilla actual. "La seriedad, son muy disciplinadas en su trabajo cuando no estamos en las concentraciones, que es la mayor parte del tiempo, y con una claridad sorprendente sobre lo que quieren".
En paralelo, cada vez son más las jugadoras que saltan a clubes extranjeros. "Algunas chicas de la liga española podrían perfectamente estar de titulares en buenos equipos ingleses y franceses", apunta el seleccionador. De partida, no aprecia una diferencia de nivel entre las que han emigrado y las que continúan en nuestro país. Pero a medio plazo, detalla, el entorno profesional mejora el rendimiento. "No es lo mismo la chica que va sola al gimnasio que la que va con el grupo y el preparador físico, y después tiene una sesión de destrezas, y se tira toda la mañana entrenando y va a casa a descansar. La jugadora española luego estudia, y alguna tiene algún trabajo, y llega a las once de la noche muerta", resume.
Pese a esos condicionantes, la selección femenina, en busca de un camino y un techo para romper, aspira a clasificarse entre los 16 equipos del próximo mundial. "Lo vemos, estamos cada vez más cerca y se tiene que construir sobre hechos, pero hay posibilidades reales", asegura Juan González Marruecos.
También lo cree probable Laura Bimba Delgado. Aquel deporte que desconocía le ha llevado hasta equipos de Francia, Estados Unidos, Nueva Zelanda, y ya profesionalmente, Inglaterra. "El currazo, las locuras que he hecho... A base de trabajo y de suerte se me han ofrecido muchas oportunidades y no he dicho 'no' a nada", recapitula. "Me siento muy afortunada de vivir de mi pasión". Es el sentimiento que la ha inspirado y que, como veterana, trata de transmitir a sus jóvenes compañeras en la selección.
Son unos metros de césped artificial rodeados de tres muros y una verja horizontal gigante. La pared está pintada de blanco, rojo y negro y apenas la separa medio metro de la hierba. Si la pelota sale fuera, rebota. Así de fácil. "Isso aquí é Flamengo (Esto de aquí es el Flamengo)" y "Raça, amor, educaçao (Raza, amor y educación)" rezan dos lemas gigantes en la fachada. Más allá de los muros, entre pobreza, delincuencia e ilusión, nace el barrio de Mutua, centro del municipio de Sao Gonçalo, en la Región Metropolitana de Río de Janeiro. A esa academia del Flamengo, una de las 125 que tiene el club por todo Brasil, llegó en 2006 Vinicius José Paixao de Oliveira, padre, se lo imaginarán, de Vini Jr, a su lado, hoy estrella mundial en el Real Madrid, camino de su segunda final de Champions.
El niño Vinicius tenía entonces seis años y su primera ficha deportiva decía que era lateral izquierdo. Compaginó el fútbol en la academia del 'Fla' con el fútbol sala en el Canto do Río, otro club humilde de la zona, hasta los nueve años, donde tuvo que decidir. Hizo las pruebas para el Flamengo de fútbol indoor, pero le invitaron a volver al año siguiente, cuando fuera un poco más mayor. Jamás volvió, claro, convencido, él y su padre, de su futuro sobre el verde.
El niño Vinicius era "muy tímido", pero "se transformaba dentro del campo", recuerda en una conversación con EL MUNDO Carlos Eduardo Abrantes, más conocido como Cacau, el director de la Escolinha de Flamengo. El hombre que recibió al padre de Vinicius en aquel edificio de Sao Gonçalo sale en muchas de las fotos de la infancia del futbolista. Fue, si hay que buscar una palabra, su descubridor. El primero en ver los regates que le enamoraron y que Vini había aprendido de su primer gran ídolo: Robinho. "Le conocí ese día... Tenía seis años cuando su padre le llevó a nuestra academia".
La situación económica de la familia de Vinicius era bastante precaria, como la de casi todos en Sao Gonçalo. Casi no tenían dinero para pagar la cuota de la academia y el propio Cacau les ayudaba a conseguir las botas de fútbol, pero el niño Vini lo compensaba todo en el campo. Comenzó a acumular trofeos en los torneos de la zona y a llamar la atención de los entrenadores del Flamengo, el club matriz. Los compañeros, mientras, le llamaba "¡Robinho! ¡Robinho!"
En agosto de 2010, pasó las pruebas y entró en el Flamengo. Una alegría para el niño y un cambio de vida para la familia. Vivían en la casa de la abuela, en la calle Heitor Rodríguez 40, en Porto da Rosa, un barrio de Sao Gonçalo pegado a Mutua, donde estaba la Escolinha. A mano. Pero Ninho do Urubu, el centro de entrenamiento del Flamengo, estaba en la otra punta de Río de Janeiro, a 70 kilómetros de distancia cruzando el infernal tráfico de la gran ciudad. Más de dos horas en coche, más de tres horas en autobús. Una odisea para un niño de 10 años y un esfuerzo económico y personal para sus padres. Su padre, que se dedicaba a la informática, se fue a trabajar a Sao Paulo para ganar algo más de dinero y la madre le acompañaba todos los días hasta Gávea, un barrio de clase media alta de Río, situado a medio camino desde Sao Gonçalo, donde Vini cogía el autobús hasta la ciudad deportiva.
Fueron unos meses duros, pero "el padre y la madre hicieron todos los esfuerzos posibles para que Vini pudiera jugar en el Flamengo", recuerda Cacau. "Fueron fundamentales para lo que pasó después, confiaban muchísimo en él". Con el tiempo, la familia consiguió que un autobús le llevara directamente desde Sao Gonçalo y más tarde se mudó con un primo que vivía algo más cerca. Así estuvo entre viajes y mudanzas durante seis años, hasta que a los 16 firmó su primer contrato profesional y se mudó con sus padres y hermanos a la zona oeste de Río, más cerca del campo de entrenamiento. "Cuando comenzó a avanzar en las categorías inferiores del Flamengo empecé a pensar: lo va a conseguir", admite Cacau, que elogia su determinación y cómo ha encajado la presión desde muy niño.
Vinicius, con Cacau, director de la academia.
"Vini siempre superó muchos obstáculos con su dedicación y esfuerzo, es un futbolista muy decidido y mentalmente está preparado y acostumbrado a toda esa presión desde muy joven", reflexiona. Y es que los focos tras su llegada a Madrid no eran nada para Vini, con los ojos de Sao Gonçalo y de su familia sobre sus hombros desde que se recorriera todo Río de Janeiro con 10 años para entrenar.
"Lo que más me ha sorprendido de él es su capacidad para pasar por todos esos momentos difíciles, ha sido extraordinario", dice Cacau, que hace un par de años estuvo 15 días en Madrid, en casa de Vinicius, porque la estrella mundial no pierde contacto con las personas que acogieron a aquel niño. "Es un orgullo máximo porque su sueño también es nuestro sueño, verle triunfar por el mundo es un regalo. Es el mismo hoy que en Sao Gonçalo, va hacia el rival buscando el gol con mucha personalidad. No ha cambiado".