El técnico ha firmado hasta el 30 de junio de 2025 y su compromiso con la entidad se prorrogará por un año más si cumple con una serie de objetivos deportivos
Xavi Hernández, antes del partido contra el Celta.Enric FontcubertaEFE
Ya es oficial: XavI Hernández seguirá siendo el entrenador del Barça, por lo menos, hasta el 30 de junio de 2025. En su nuevo contrato con la entidad azulgrana, que fue rubricado en la misma tarde de este viernes, no obstante, existe también una cláusula que le permitirá ampliar su compromiso con el club en el que caso de que se alcancen una serie de objetivos deportivos a lo largo tanto de la presente temporada como de la siguiente. Ganar un gran título, como la Liga o la Champions, en este plazo, se consideraría sin duda como objetivo cumplido, pero también sería así si el equipo exhibe un buen nivel y está en condiciones de alzar un nuevo trofeo prácticamente hasta el último momento.
En caso de que Xavi ampliara efectivamente su contrato con el Barça hasta el 30 de junio de 2026, el final de su compromiso con el club coincidiría también tanto con el del mandato de Joan Laporta como del contrato del actual director del área de fútbol, Deco. El compromiso con la entidad barcelonista era firme ya desde hace unos días, pero se ha esperado hasta la tarde de este mismo viernes para escenificar tanto la firma del mismo, que tuvo lugar en las instalaciones del Camp Nou con la presencia del propio Laporta, el vicepresidente primero y responsable del área deportiva, Rafael Yuste, el vicepresidente económico, Eduard Romeu y el actual máximo responsable del fútbol azulgrana.
“La renovación está hecha, llegamos a un acuerdo hace días, hemos llegado a un acuerdo, me siento muy feliz y se anunciará pronto”, adelantó el propio entrenador barcelonista en su rueda de prensa previa al partido ante el Celta de este sábado antes de que el club anunciara oficialmente la ampliación de su contrato. “Ha habido momentos en los que no lo he pasado bien, porque esto es una montaña rusa de emociones, pero me siento muy apoyado por el presidente. Llegamos en un momento muy difícil, tanto en el aspecto económico como en el deportivo, y aún estamos dándole la vuelta a la tortilla”, recalcó el egarense.
Desde su retorno al club como relevo de Ronald Koeman en el banquillo, Xavi suma un total de 96 partidos al frente del Barça, con un balance de 60 victorias, 17 empates y 19 derrotas, y en los que el equipo ha logrado marcar un total de 184 goles y ha encajado 91. Sus dos primeros títulos, mientras, llegaron el curso pasado, con la Supercopa de Europa conquistada ante el Real Madrid a principios de este mismo año y un título de Liga que supuso el reencuentro del club con este trofeo cuatro años después del conquistado en la temporada 2018-19, con Ernesto Valverde al frente del conjunto barcelonista. El de Terrassa, además, ha hecho honor a su paso por las categorías inferiores del club dándoles la alternativa en el primer equipo hasta a 12 jugadores formados en La Masia, entre los que destacan las dos últimas grandes irrupciones: Lamine Yamal y Fermín López.
Luis Enrique no es de los que se queda con medias tintas. Por eso, no fue ninguna sorpresa que su respuesta ante la pregunta de quién representa mejor el estilo del Barça, si él o Xavi, fuera tremendamente contundente. "Sin ninguna duda, yo. Mirad los datos y los títulos, la posesión, la presión alta... Sin ninguna duda yo, aunque habrá gente que piense lo contrario. No es opinable, son los datos", aseguró el actual técnico del PSG quien, a lo largo de sus tres temporadas como técnico barcelonista, ganó una Champions, dos Ligas, tres Copas del Rey, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubs.
El ex entrenador azulgrana y ex técnico español, por otro lado, quiso dejar claro que su paso por la entidad barcelonista no significa ventaja o desventaja alguna. "No conozco al Xavi entrenador, conozco al compañero y al jugador, pero como entrenador, tan sólo a nivel de aficionado. Si es cierto que conozco muy bien al club y a sus jugadores, pero esto no tiene que ser una ventaja o un inconveniente", esgrimió un Luis Enrique que, además, trató de esquivar el cartel de favorito, por mucho que el PSG se haya construido en los últimos años poco menos que a golpe de talonario.
"La política del club ha cambiado este año, vamos en una línea diferente. Yo pongo sobre el papel que no es positivo cargar de presión a un equipo que no ha ganado ninguna Champions. ¿Podemos ganarla? Sí, pero primero hay que ganarle al Barça. Como club desconocemos, este trofeo" aseveró el asturiano, quien evitó también personalizar el duelo de este miércoles en Kylian Mbappé. "Aunque me preguntáis por un caso individual, yo prefiero hablar a nivel colectivo: creo que estamos en el mejor momento de la temporada. Estamos en un gran momento físico y mental y la eliminatoria llega en la ocasión más oportuna para nosotros", señaló Luis Enrique.
En su opinión, el hecho de jugar la ida en casa, lejos de perjudicarlo, es un aliciente más para su equipo. "Yo prefiero jugar primero en casa, porque tendremos un ambiente único y una afición que nos apoyará cuando estemos fastidiados. Además, los goles a domicilio ya no valen más que los marcados en casa. Aunque, a decir verdad, si me hubiera tocado el primero fuera te hubiese dicho lo contrario. No hay que quejarse. No sirve de nada", sentenció el técnico del PSG, para quien el choque, sin duda, tendrá será toda una amalgama de emociones. "Es un partido diferente para mí, pero ya me enfrenté al Sporting y le marqué goles. Soy un profesional. Con el Barça tengo una relación de amor total y estoy orgulloso, pero soy un profesional y me debo al club que confió en mí", zanjó.
El entrenador del FC Barcelona, Xavi Hernández, aprovechó la comparecencia previa al duelo ante el PSG para responder al asturiano. "Es Luis Enrique, ya lo conocéis. Yo también lo conozco bien, tengo muy buena relación personal con él y para mí se merece todo el respeto. Es uno de los mejores entrenadores del mundo y tiene un equipo hecho para ganar la Champions, que ya sé cómo son los qataríes. Los dos buscamos lo mismo. Podemos presumir de que Luis Enrique, Pep y Arteta también son ADN Barça. Somos cuatro entrenadores con ADN Barça que están en cuartos de Champions. Los dos buscamos lo mismo, este ADN Barça que nos identifica y que nos enorgullece", aseguró por su parte Xavi en su rueda de prensa previa al partido.
"No me lo tomo como un duelo entre Luis Enrique y yo, es un partido entre el Barça y el PSG y siempre he pensado que los futbolistas son los protagonistas de la película. Sin duda", recalcó el técnico azulgrana, quien insistió en quitar hierro a las palabras del asturiano. "Los dos buscamos lo mismo. Eso de las estadísticas... Igual lo superó yo en robos y él a mí en goles... No busquéis polémica, porque no la hay", abundó. Cómo no, sabe muy bien cómo se las gasta el asturiano como entrenador, y de primera mano.
"Fue un año difícil al principio, y acabó de película. Sabía que sería mi último año, y, al final, ganamos un triplete y levanté la Champions como capitán. Tuvimos una muy buena relación de capitán a entrenador y creo que le ayudé muchísimo. Lo recuerdo con orgullo", aseguró un Xavi que descartó aplicarle un marcaje especial a Mbappé.
"Nunca me ha gustado, ni como futbolista ni como entrenador. No lo he usado nunca. Otra cosa es estar más atento, crear superioridades y cosas así", aseguró el técnico, quien, eso sí, no dudó en elogiar una y otra vez la figura de Ousmane Dembélé. "Nos quitaron un gran jugador y se reforzaron. Ellos son los favoritos", sentenció.
De pie, apoyado sobre la barandilla metálica, Oriol Tort saludaba con un leve movimiento de cabeza desde la distancia a los periodistas que salían de presenciar los entrenamientos del primer equipo del Barcelona. No existía ciudad deportiva alguna y en los campos de tierra que se ubicaban dentro del recinto del Camp Nou solían entrenarse los juveniles del Barcelona. Con su cigarro en la mano, podía confundirse con el guarda del recinto, pero en realidad era el guarda del talento. Discreto pero irónico, le gustaba alejarse del protagonismo y el ruido, aunque dejaba frases con retranca en algún corrillo: «Si hacemos bien nuestro trabajo, uno de estos juveniles podría jugar ahí, en el primer equipo, sin que notarais la diferencia». «Pero tenemos que hacerlo bien...», insistía, con su media sonrisa. El tiempo ha mejorado la sentencia del bueno de Tort, con Lamine Yamal, de 17 años, y Pau Cubarsí, que acaba de cumplir 18, dos juveniles, asentados en el Barça de Hansi Flick y en la selección de Luis de la Fuente. En algo se equivocaba: la diferencia se nota.
Para saber más
Tort había llegado al Barcelona en 1959, como entrenador de infantiles, antes de que existiera la Masía, y desde 1980 hasta su fallecimiento, en 1999, fue el director de la cantera azulgrana. Cuarenta años en el club, más de la mitad de su vida. Recorría los campos de Cataluña, porque decía que había que ver jugar a los niños en su ambiente, para descubrir potenciales talentos. Guardiola, Sergi, Amor,Iván de la Peña, Pujol o Xavi fueron algunos de los que captó para el club azulgrana, aunque le gustara relativizar su trabajo: «No somos descubridores, sólo ayudamos a los jugadores a descubrirse a sí mismos».
La captación era, pues, el momento clave, mágico, según Tort, en el que había que observar los pequeños detalles que podían hacer a un jugador especial. En Jordi Roura observó un desborde eléctrico, cuando jugaba en su pueblo, Llagostera, en Girona. La Masía fue su destino, donde coincidió y trabó amistad con Guardiola, Tito Vilanova y Aureli Altimira, que acabaron por formar la peña 'Els golafres', los glotones. El desborde le llevó hasta el primer equipo, el incipiente 'Dream Team' de Johan Cruyff, pero una grave lesión durante la Supercopa de Europa contra el Milan, en 1989, acabó con su carrera. Con 25 años estaba retirado y empezaba su andadura como técnico. De segundo de Carles Rexach en Japón, a asistente de Guardiola en el primer equipo azulgrana, segundo de Tito Vilanova y, finalmente, entrenador interino tras la terrible muerte de su amigo. Con la llegada del Tata Martino al banquillo, el club presidido entonces por Josep Maria Bartomeu lo nombró director del fútbol formativo, en 2014. Estaba en el sitio de su descubridor, donde se convertiría en el padre de la nueva generación, la 'Quinta de Lamine'.
FC BARCELONA
"Qué raro corre este niño"
«Cuando lo fiché tenía siete años. Fuimos a verlo y primero que pensé fue: 'Qué raro corre este niño'. A esa edad, todos corren detrás de la pelota, es difícil ver cosas, hay que captar los detalles. Todos menos Lamine, que se apartaba, no iba al bollo. Era como si quisiera desmarcarse, como un profesional. Hacóa cosas extrañas. Me llamó la atención. Después hizo un control distinto a los demás, y le dije a Aureli: 'Lo fichamos'», explica Roura, en conversación con este periódico. Altimira, uno de sus inseparables desde los tiempos de la Masía y persona de confianza, compartía con Roura y otros técnicos las sesiones de captación.
«Son la piedra angular de este trabajo. Nosotros no buscábamos las condiciones físicas ni nada de eso, sólo el talento, las cosas que pueden hacer a un jugador diferente y que a esa edad ya puedes observar, porque son innatas. Todo los demás, el físico y el trabajo táctico, ya lo pondremos nosotros después», continúa, como si todavía lo viviera, porque «esto es una profesión, un trabajo, pero también es pasión»
Cambios con Laporta
Roura ya no hace ese trabajo, porque el regreso de Joan Laporta provocó un cambio en la estructura técnica. «Estábamos renovados, pero de pronto estábamos fuera. Puedo entender que un nuevo presidente ponga a gente suya, de confianza, pero creo que fallaron las formas, se podría haber hecho de otra manera», recuerda, aunque sin darle más importancia. Con Roura también salieron Altimira y García Pimienta, entrenador del filial, además de Carles Folguera, director de la Masía durante más de 20 años. Un año después, dejó el club el director deportivo Ramon Planes, hombre clave en las llegadas de Pedri y Araujo.
Además de Deco y Bojan Krkic, Laporta nombró director de la cantera a Alexanko, siempre en la sintonía de Cruyff y después de Laporta. Sin embargo, promocionó y protegió a dos figuras esenciales en la estructura de las categorías inferiores, Sergi Milà y Marc Serra. Una forma de hacer política y amiguismo, pero sin perder el método. Entre ambos, suman más de 30 años en el club. Milà es responsable de la metodología del fútbol base y el coordinador de fútbol 11. La responsabilidad le ha apartado de los banquillos, después de dirigir al juvenil A, y en la Ciutat Esportiva hay quien se pregunta si no se ha cortado la carrera de un gran entrenador. Serra, por su parte, es el coordinador de fútbol 7, el fútbol-probeta que todos, Roura el primero, consideran esencial en el éxito de la cantera azulgrana. «Lamine, Cubarsí, Bernal o Gavi proceden del fútbol 7», recuerda. Los tres primeros ganaron la Liga Promises de 2019, en Nueva York, con un 6-1 al Madrid.
«El fútbol 7 es más interactivo, favorece la asociación, se toca más el balón y nos permite empezar a trabajar en el entendimiento del juego. Que los niños pasen de jugar a la pelota a jugar al fútbol. Queremos que se perfilen para recibir, que anticipen en su cabeza el pase que darán antes de que les llegue el balón, que sean mentalmente rápidos. El fútbol moderno es velocidad, pero no sólo de piernas», continúa Roura, que pone en valor el trabajo de Serra. El Barcelona rechazó, cortésmente, el ofrecimiento de este periódico para que tanto Serra como Milá ofrecieran sus impresiones acerca de su trabajo.
Esperando a Toni Fernández
A diferencia de otras épocas, en las que el Barça creaba centrocampistas que parecían clonados, una endogamia que llegó a preocupar a nivel interno, la generación de Roura tiene de todo: portero, defensas, centrocampistas o delanteros. «Pues claro... Es que cuando oigo hablar del ADN Barça me pregunto: ¿Y esto que quiere decir? ¿Qué no podemos contraatacar? ¿Qué no podemos jugar en largo cuando nos presionen arriba? El Barça tiene su identidad, asociada a la técnica y a la posesión, pero para ganar hay que ser vertical. Flick lo ha entendido bien», insiste el técnico. Algunos de los frutos de su trabajo están todavía por llegar, como Toni Fernández, de 16 años, un delantero de poderoso desborde, que comparte las categorías inferiores con su primo Guille. El portero del filial, el estadounidense Diego Kochen.
«Un buen ejemplo es Cubarsí, un central que es vertical y supera líneas con sus pases -continúa Roura-. El puesto es muy difícil en el Barcelona, porque si tienes espacio a tu espalda y has de iniciar el juego, casi nada. Lo fiché con 10 años, del Girona. Era agresivo, con carácter. Su progreso táctico al llegar con nosotros fue impresionante. Tiene cara de niño, pero es duro, con mala leche. A veces le decía: 'Pau, ríete un poco, esto sólo es fútbol'».
"Balde, hay que apretar"
Recorrer los campos era el día a día de Roura, como antes lo fue de Tort. «En la captación has de ser rápido. Ver, decidir y fichar, todo en el momento. Si no, llega otro club y lo hace». Le ocurrió con Marc Casadó. «Estaba en el equipo de la Damm, uno de los que mejor trabaja la formación. Tenía 13 años y me llamó la atención por su colocación, siempre iba a la cobertura. En cambio, no pensaba que llegaría a un nivel físico como el que tiene ahora, brutal». A Alejandro Balde, en cambio, le tuvo que insistir para dar ese salto. «Jugaba en el San Gabriel y lo trajimos muy pequeño para el fútbol 7. Era técnico, hábil, pero un día le llamé y le dije: 'Con jugar bien no vale, hay que apretar'».
«El método es común, pero cada chico necesita sus tiempos y tiene sus circunstancias. Lamine vivía en Mataró, podía seguir en casa, pero como el entorno del barrio podía ser complicado, lo llevamos a la Masía», continúa Roura. Más protección necesitó Fermín, al que decidió fichar al presenciar un torneo de infantiles en Tarragona. «Jugaba en el Betis y, nada más verlo, me di cuenta de que tenía cosas, pero también un problema: era muy pequeño. No obstante, me dije: 'Es igual, lo fichamos'. Pasaba el tiempo y no crecía, no rompía. Las dudas crecían entre los técnicos y hasta su familia, que se planteó si debía volver a casa. Yo les pedí a todos un poco más tiempo, tenía esa intuición. Finalmente, dio el salto que yo esperaba», recuerda Roura, para el que cada jugador necesita sus tiempos. «Es necesario un trato personalizado, es otro de los secretos», aclara.
Mientras ahora intenta traslada todo ese conocimiento a los jóvenes entrenadores a través del proyecto 'Best Version 1', Roura dice estar «orgulloso» por el trabajo realizado. «A partir de ahí -finaliza-, todo depende de que el primer entrenador les de la alternativa. Koeman, Xavi y Flick lo han hecho. En eso el Barça también es diferencial». Diferencial y, en una de las épocas más difíciles de su historia, también una prueba de vida.