El Valencia no sobrevive a sus propias penurias

El Valencia no sobrevive a sus propias penurias

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Valencia 1 Osasuna 2

Actualizado

Osasuna se lleva la victoria de Mestalla en el tiempo añadido. Se había adelantado de penalti que igualó Hugo Duro. La falta de gol y de refuerzos sigue siendo la cruz del equipo de Baraja

Hugo Duro se lamenta de una de las ocasiones falladas ante Osasuna.ANA ESCOBAREFE

El trampantojo que Rubén Baraja había logrado construir en este inicio de temporada duró dos partidos. Al tercero, se le vieron las entrañas. El Valencia no puede sobreponerse siempre a sus penurias. Con un equipo púber, sin gol y sin intención de ayudarlo, añadir a las victorias ante Sevilla y Las Palmas la de Osasuna, por más que tuviera la cabeza en Brujas, era una proeza que no se dio. Fue en el tiempo añadido, sí, con una acrobacia de Nacho Vidal tras un córner, pero dejó patente que, por mucho que los valencianistas cercaran a Sergio Herrera, hacen falta pocos errores y remates certeros. [Narración y estadísticas]

Baraja lleva días avisando de que estos huesos no aguantan el peso del equipo toda la temporada. No se esconde el técnico, que ahora alza la voz para convertirse en uno de más de los que saca los colores a Peter Lim. Con Pepelu, Cenk y Sergi Canós en el banquillo, su once se sigue sosteniendo en la reconversión de Diakhaby, la vitalidad y el genio de Javi Guerra y las escaramuzas por las alas que dan Diego López y Fran Pérez, siempre acompañados por Gayà. Sin embargo, el gol es un quebradero de cabeza que sólo puede solucionar el máximo accionista. Lo busca Hugo Duro, pero no lo encuentra, y la solución pasa por ir al mercado. No hay más.

Los ocho cambios de Jagoba Arrasate atontaron a un Osasuna que echó mano de su segunda unidad y al que le costó asentarse en Mestalla. Si algo caracteriza a este baby Valencia son sus salidas valientes y hasta intimidatorias y el técnico navarro quiso protegerse, sin querer confiarse en que pocas veces esa euforia valencianista da ventaja en el marcador. Hasta el punto en que fueron los navarros los que lo abrieron con polémica.

La carrera de Pablo Ibáñez burlando a los centrales valencianistas la quiso rectificar Thierry, pero el VAR avisó a Pulido Santana de que no tocó pelota en la atajada y el penalti lo convirtió Aimar Oroz para engordar la mala estadística de Mamardashvili. Con poco, habían inclinado el partido en 25 minutos. Lo demás fue ansía del Valencia y orden navarro. No había forma de hilvanar jugadas que buscaran las cosquillas a los rojillos, al que le bastó probar con otro remate de Catena. Aun así, el Valencia tuvo un disparo de Diakhaby desde fuera del área y un centro de Javi Guerra desde la línea de fondo que no enganchó Hugo Duro.

El paso por vestuarios le sirvió a Osasuna para acomodarse al duelo. Con la ventaja amarrada, no sufría por más que Baraja buscara más juego con André Almeida y liberar a Thierry en ataque colocando a su espalda a Foulquier. Necesitaba vuelo por bandas, pero no tiene. Necesitaba más pólvora en ataque, pero no se la compran. Está condenado a jugar con las apreturas de un once justito y un banquillo casi fantasma. Mientras, Arrasate ponía en el campo a Moncayola, Mojica y Budimir.

Volvió el Valencia a encomendarse a la carrera desesperada Gayà, sin tener rematador para sus centros laterales, o al golpeo de Almeida, que sorprendió a Herrera pero no rebañó Duro. Lo único que quedaba para motivar a los 42.474 valencianistas que llenaban Mestalla era mandar al césped a Sergi Canós, con el 7 de Piojo López a la espalda, un fichaje de 250.000 euros que se pasó el verano esperando al club de su vida. Sin tocar la pelota, su declaración de amor al escudo ya le hizo pisar el césped bajo una sonora ovación.

La energía se activó en la grada y comenzó a fluir campo. Se electrizó a Javi Guerra, se acostó en en lateral del área y sirvió un centro al testarazo de Hugo Duro para empatar el duelo. En el joven centrocampista está la capacidad de infundir miedo a los rivales en los instantes finales, como un zapatazo desde la frontal que no atajó Herrera, ni acertó a empujar Thierry, y un disparo a bocajarro al cuerpo del guardameta con el tiempo cumplido. Del perdón al castigo.

kpd