Tour de Francia
Vulcania – Issoire
El español, que rompió la sequía del ciclismo nacional en el Tour, continúa la labor medioambiental de su compañero fallecido hace un mes. “Tenía una motivación especial, no iba a parar”
Cuando Gino Mäder se dejó la vida en un barranco en el descenso del Albulapass, durante la Vuelta a Suiza, no hace ni un mes, Pello Bilbao hizo las maletas y volvió a casa, roto de dolor como todos sus compañeros del Bahrain Victorius. Allí, en Gernika, con su niña Martina, de un año, encontró el consuelo psicológico a la pérdida del amigo, al sopapo de realidad de unos tipos que se juegan el pellejo en la carretera. En Issoire, bajo un calor como no se recordaba, se escondía el más especial de los homenajes. En esos últimos 25 kilómetros en los que Pello voló a 59,8 por hora, encelado a por el fugado Neilands, atento a cada intento de sus rivales de aventura, iba el recuerdo a Gino. «Él me ha dado las razones para querer hacerlo. Ha sido mi inspiración», confesaba el protagonista.
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Fue el triunfo de las emociones. También el que pone en valor la carrera de un tipo siempre a la sombra de los grandes nombres, fuera de todas las apuestas y titulares, aunque ahí luzca su palmarés, dos quintos puestos y un sexto en el Giro, dos etapas allí. De un corredor de maduración lenta, al que la bicicleta le llegó por la gente de su cuadrilla que competían en el club del pueblo, la Gernikesa. Que compaginaba estudios universitarios y el sueño del profesionalismo y mantenía la dieta «como podía». Y, por último, fue la victoria del fin de la maldición, 1816 días y 100 etapas después, la 66 del ciclismo español en el Tour, cinco «largos» años después. «Sentía un poco de presión, porque todos me señalaban».
«Tenía una motivación especial, no iba a parar», confesaba el héroe del día, felicitado por todos en meta, compañeros y rivales, incluso el guiño de Van Aert. Tan convencido de sí mismo camino de Issoire, cuando al fin cuajó la fuga y ahí estaba él, que no iba a ahorrarse ningún esfuerzo. «Neilands era el más fuerte, pero gastó mucha energía en su ataque. Colaboramos y a falta de tres kilómetros sabía que era el más fuerte. Con sangre fría para seguir los ataques y poder moverme. Crucé la línea y saqué todo. Para Gino», proclamaba Bilbao, quien, de pasó, encuentra nuevas motivaciones para lo que queda hasta París.
La general
Porque, con el zarpazo, brinca el vizcaíno a la quinta plaza de la general, por detrás de Carlos Rodríguez, a menos de dos minutos del podio de Jay Hindley. «No pensaba mucho en ello, pero es un gran salto. Por qué no pelear ahora», admitía, consciente de que el alarde de ayer necesitará tiempo para recuperar, aunque el miércoles se augura tregua, al fin.
Se honra al compañero en la victoria, en ese «control de las emociones» que para Pello fue la clave, especialmente en el arranque en casa que le descentró un poco. «Esos días perdí un poco el control. Soy una persona fría, trato de tenerlo todo controlado, y empezar en mi tierra me distrajo un poco, estaba abrumado por el contexto», se sinceraba con su perfecto inglés. Pero también más allá del ciclismo está el homenaje póstumo, continuando con el proyecto de Gino, «para mostrar lo grande que era, no sólo en el deporte». Para que Gino tenga «pronto un pedazo de bosque en el País Vasco». Bilbao no dudó en alargar a la trágica muerte de Mäder su iniciativa medioambiental, replantar terrenos deforestados con especies locales. Como hacía el suizo, Pello dona a la asociación Basoaksos un euro por cada corredor que termine después de él en cada una de las etapas del Tour. Con el histórico triunfo de ayer, ya suma 1.307, además de las aportaciones de los donantes.