Luka Modric es eterno. El croata ha rechazado en varias ocasiones diversas ofertas de Arabia Saudí y ha decidido jugar una temporada más en el Real Madrid, que ha hecho oficial hoy la ampliación de su contrato hasta el 30 de junio de 2024.
A sus 37 años, Modric cierra con su renovación un centro de campo de ensueño. El balcánico, Toni Kroos, Camavinga, Fede Valverde, Tchouaméni, Ceballos y Jude Bellingham competirán por tres o cuatro puestos en cada duelo del conjunto de Carlo Ancelotti.
“A Luka el dinero le da igual“, han repetido durante estos meses todas las voces de la Ciudad Deportiva de Valdebebas. Allí y en el Santiago Bernabéu, Modric es leyenda. Cuando llegue el 30 de junio de 2024 habrá acumulado 12 años en Chamartín, donde es adorado por todos, desde sus compañeros a los técnicos, de los directivos al presidente. Ha sido a Florentino Pérez al que le ha dicho una y otra vez que él no se iba a ir a Arabia Saudí, que el dinero no era importante, que se sentía todavía en plena elite competitiva y que iba a continuar un año más defendiendo las camisetas del Real Madrid y de la selección croata, con la que disputará la próxima Eurocopa de Alemania después de haber perdido la final de la última Liga de Naciones ante España.
El club le ha dado toda la libertad de decisión que merece su leyenda. Igual que a Karim Benzema. El galo aceptó los millones de Arabia Saudí, pero Modric, al que le ofrecían casi 100 millones netos por año más los derechos de imagen, la elección de club y ciudad, dijo “no, no y no” todas las veces que los saudíes llamaron a su entorno, según ha podido saber este periódico.
Modric llegó al Madrid en 2012 y en las once temporadas ha disputado 488 partidos y ha ganado 23 títulos: 5 Champions League, 5 Mundiales de Clubes, 4 Supercopas de Europa, 3 Ligas, 2 Copas del Rey y 4 Supercopas de España. Está a dos trofeos de Marcelo y Benzema, líderes de esa clasificación.
Modric ha conquistado en su trayectoria como madridista los máximos galardones individuales, como el Balón de Oro de 2018, el Premio The Best al Jugador de la FIFA 2018, el Premio al Jugador del Año de la UEFA 2017/18, el Balón de Oro del Mundial de Clubes 2017, y esta temporada ha formado parte del XI Mundial FIFA/FIFPro por sexta vez en su carrera.
Además, fue Balón de Oro del Mundial de Rusia y Balón de Bronce en el Mundial de Catar.
El Real Madrid, campeón de Liga, de Champions, de la Supercopa de España, de la Supercopa de Europa y de la Intercontinental en 2024, ha perdido desde el mes de septiembre 1-0 contra el Lille, 0-4 ante el Barça, 1-3 frente al Milan, 2-0 contra el Liverpool, 2-1 ante el Athletic y 2-5 en el último clásico contra el Barça. Algunas han sido una leve piedra en el camino, un toque de atención, como la de Francia o la de San Mamés, pero las sonrojantes goleadas contra el Barça y la desgracia continental en Anfield y contra los italianos en el Bernabéu han levantado todas las alarmas, con sombras que se repiten en cada encuentro y que preocupan al cuerpo técnico, al vestuario y a la directiva de Chamartín.
La salida de Kroos y la llegada de Mbappé han desestabilizado a un equipo cuya mayor virtud, mencionada por Ancelotti en cada uno de sus éxitos, era el equilibrio. No lo ha hecho por los nombres, sino por los perfiles. El Madrid ha perdido cerebro y ha ganado gol cuando sin cerebro no existe gol. El mercado veraniego era exclusivamente para completar su galaxia con Mbappé y el centro del campo se entregó a Valverde, Tchouaméni y Camavinga. Los cromos eran ideales, pero el puzle de videojuego comenzó a desintegrarse.
Las lesiones de Carvajal y Militao han transformado por completo la plantilla, poniendo a Lucas Vázquez en un foco inesperado y a Tchouaméni en una posición que no domina. Al gallego se le vieron las costuras en aquella semana dramática ante Barça y Milan y el francés cuajó el domingo una de sus peores actuaciones, totalmente superado en la marca, en velocidad y en los duelos individuales.
El 4-2-4 y la parálisis
Al caer Tchouaméni a la posición de central y elegir Ancelotti a Rodrygo por delante de otro centrocampista, el Madrid se rompe, como se pudo ver ante el Barça. El equilibrio que le hizo campeón de Europa en ese 4-4-2 con Bellingham en la punta de un rombo liderado por Kroos ya no existe. Ahora es un 4-2-4 en el que pocas cosas fluyen, especialmente contra los grandes del continente.
En ataque está falto de ideas, paralizado ante equipos que, como el Barça, le dejan sin espacios. No puede dominar el juego como lo hacía con Kroos porque Camavinga y Valverde son todoterrenos imparables, no metrónomos. Y en defensa hace aguas, insistiendo Ancelotti en ese famoso bloque bajo con el que ganó dos Champions. No es otra cosa que cerrarse y buscar la velocidad al contraataque, simple y efectivo, pero imposible con el nivel actual de sus defensa, lastrada por ese Lucas-Tchouaméni del carril derecho y por la poca ayuda de Rodrygo y Vinicius a los laterales.
Y ante los problemas, la búsqueda de soluciones. El cuerpo técnico entendió después de los duelos ante Barça y Milan que Lucas no podía ser titular en partidos grandes y planeó situar ahí a Valverde. Pero perder al uruguayo en el centro del campo era demasiado riesgo. El mercado parece una opción casi obligada para cualquiera, aunque en la dirección de Chamartín se trabaja más por proyecto que por impulso. Los planes por encima de las necesidades puntuales.
Ancelotti y sus futbolistas, tras el 2-5 del domingo en Yeda.EFE
El fichaje de Alexander-Arnold va por buen camino, pero más para verano, cuando sea libre, que ahora en invierno pagando un traspaso al Liverpool. Como el curso pasado, tras las lesiones de Militao y Alaba, la urgencia deportiva no parece que vaya a cambiar el mapa de los despachos. Ni fue así antes ni parece que vaya a ser así ahora salvo que en Anfield rebajen sus pretensiones.
En el conjunto blanco señalan ese plan como la base principal de sus éxitos recientes. Si uno analiza los fichajes del Madrid en el último lustro, no hay urgencias y sí realidades. La respuesta al adiós de Benzema fue la cesión de Joselu (y adelantar a Bellingham) las llegadas hace tiempo que son 'jugadores inversión', como los llaman en Valdebebas, o gangas a coste cero. De Camavinga y Tchouaméni a Alaba o Rüdiger. El próximo sería Arnold.
Plan deportivo
Hay un plan económico y deportivo sobre la mesa que, de momento y condicionado por las lesiones, deja al vestuario con varias sombras complicadas de corregir. Se buscará un centrocampista organizador y con calidad, pero no en invierno ni con prisa, esperando un paso adelante de Valverde y Camavinga. Se buscará un central joven asumiendo la edad de Alaba o Rüdiger y los problemas físicos de Militao, pero tampoco será con urgencia. Tchouaméni y Asencio son, para el club, soluciones de emergencia y se espera a Alaba.
Se considera que hay piezas suficientes y que es deber de Ancelotti y de los futbolistas a nivel individual hacerlas funcionar. El lateral, conscientes de que Lucas está sólo y que Valverde es mediocentro, podría ser el foco de interés para un parche, pero siempre, como lo que fue Joselu, a coste mínimo.
En la última Asamblea, el Madrid anunció una cifra de negocio de 1.073 millones, 150 más que en 2023, un saldo en tesorería de 83 (40 millones menos), un presupuesto de gasto de plantilla de 482 millones (20 menos que la anterior), una subida en los ingresos de marketing de 90 millones (hasta los 426) y un presupuesto para este curso de 1.127 millones, sin contar los conciertos, pendientes de la pelea legal con los vecinos. Dijo Florentino que no hay que darle "mucha importancia al tema de los ingresos, porque el grueso viene de patrocinadores y estos son espectaculares". Hay dinero, parece, pero también un plan, un carril. Balones a Ancelotti.
Debutó un 22 de febrero después de nueve meses sin competir y con apenas unos días de puesta a punto en México, pero Rayados le entregó el brazalete y casi la ciudad entera a Sergio Ramos, número 93 en la espalda y en varios tatuajes a lo largo y ancho de su cuerpo, y el defensa se convirtió en referente del club desde el minuto uno. Martín Demichelis, por entonces entrenador del equipo, le había llamado hacía unos meses para River Plate, pero Ramos desestimó la oferta buscando el destino correcto. Lo encontró en Monterrey, la segunda ciudad más grande de México, y en el equipo que hoy debuta en el Mundial de clubes ante el Inter de Milán. Rival de Champions y competición fetiche para Ramos, que ganó cuatro de los antiguos Mundialitos vestido de blanco, metido ahora en su laboratorio personal el último año para aguantar el día a día del fútbol a sus 39 años.
Desde ese 22 de febrero han pasado muchas cosas en Rayados, donde Ramos comparte vestuario con viejos conocidos como Sergio Canales, Oliver Torres y Lucas Ocampos. Demichelis ya no es el entrenador, ahora manda Domènec Torrent, técnico catalán que fue durante años asistente de Pep Guardiola en el Barcelona y en el Manchester City. «No me sirve lo que he hecho anteriormente yo ni lo que ha hecho Sergio Ramos. Empezamos desde cero. Pero es un jugador top a nivel mundial. Me he enfrentado muchas veces a él y todo el mundo sabe que es un líder, un jugador profesional, que aprieta, en el buen sentido, a sus compañeros», explicó en su presentación el entrenador. «Vamos a ver», respondió el propio Ramos, cauto, cuando le preguntaron.
El equipo no ha cuajado una buena temporada, eliminado en octavos de la Copa de Campeones de la CONCACAF y lejos de los mejores en el Apertura y Clausura nacional, pero Ramos ha rendido. Ha marcado cuatro goles y no ha soltado el brazalete, que llevará también esta noche en el Rose Bowl de Pasadena, y hasta recibió una tarjeta roja. Cuestión de tradiciones.
«Ese ejemplo contagia»
Su secreto lleva de vuelta a su gran pasión: los caballos. «Es un purasangre», le definen en Monterrey, donde hace unos días se presentó de imprevisto y de forma voluntaria para entrenar antes del Mundial de clubes. La decisión sorprendió en las instalaciones de El Barrial, pero el de Camas quería tener sesiones personalizadas de entrenamiento antes del día marcado por el club para que la plantilla volviera de vacaciones. «Ese ejemplo contagia», dicen en el equipo.
Desde que dejó el Sevilla al final del curso 2023-24, ha entrenado como si estuviera en un equipo, con sesiones de mañana y tarde en gimnasio y con balón. Sin descanso, esperando la mejor oportunidad e invirtiendo miles de euros en personas y herramientas que le ayuden a mantener su puesta a punto: tratamiento con fisioterapeutas, baños de contraste entre frío y calor, baño turco, sauna, cámara hiperbárica... Cosas que ha repetido día tras día en sus épocas en Madrid, París y Sevilla. Incluso ha añadido la famosa luz roja que ha puesto de moda Marcos Llorente, una técnica terapéutica que se utiliza para estimular las células y promover una mayor regeneración de los tejidos.
Ramos, que ya lo ha ganado todo, todavía no observa el final de su carrera y quiere estirar lo máximo posible su etapa futbolística, pero Monterrey ha sido el primer riesgo para él, después de decisiones lógicas como firmar por el Real Madrid, irse luego a París y volver después a Sevilla para reconciliarse con el Sánchez Pizjuán. El caso de México, animado por el Mundial de clubes, por la cultura y el estilo de vida, ha sido su primera decisión incómoda.
Extremar la seguridad
«Tengo la suerte de haber estado muchos años en Madrid, después en París y en Sevilla, y era un paso importante, un cambio muy gigante en mi vida. Y me gustan los retos y conquistar nuevas cosas», dijo nada más llegar a Rayados.
Pero de momento es feliz. Su familia no se ha establecido en el país por las dificultades del año escolar, aunque ha ido a visitarle en varias ocasiones. Vive en una zona residencial con mucha seguridad, lógico en una ciudad de ese calibre que obliga a casi todo el mundo con cierto nivel económico a circular en coche blindado. Está cerca de la ciudad deportiva, evita pasear, algo que tampoco podía hacer en Madrid o París, y cuando va al campo como espectador le rodean varios miembros de seguridad, porque no hay un pasillo privado para acceder al palco y la gente le rodea para hablarle, pedirle fotos o simplemente tocarle.
«Sergio es un caso único, de laboratorio. Mantiene una fisiología pocas veces vista. Su masa muscular, su fuerza, su intensidad y rapidez son de primer nivel, pero destaco su ambición y su carácter competitivo», dijo sobre él Demichelis. Al llegar a Los Ángeles, Ramos concedió una entrevista a la FIFA en la que aseguró que quiere acabar sus últimos años de fútbol «ganando». «El equipo tiene facilidad para jugar este tipo de competiciones y a mi gen competitivo le gusta», explicó, siempre como capitán. «Los líderes los deciden los grupos, pero por mi carácter siempre tuve esa facilidad para tirar del carro cuando el equipo lo necesita, para aconsejar también por mi experiencia. Me siento bien con ello», finalizó. Inter de Milán, River Plate y Urawa Red Diamonds le esperan en el Mundial de clubes.