Ruud, último escollo para Djokovic en la final

Ruud, último escollo para Djokovic en la final

Roland Garros

Actualizado

El noruego apabulla a Zverev en 131 minutos (6-3, 6-4, 6-0) y jugará por el título por segundo año consecutivo.

Ruud, durante la semifinal del viernes ante Zverev.EFE

Casper Ruud representa el último obstáculo para que Novak Djokovic gobierne en solitario en la historia del tenis. El noruego disputará el domingo su segunda final consecutiva de Roland Garros tras dejar ayer sin respuestas, en tan sólo 131 minutos, a un alicaído Alexander Zverev (6-3, 6-4, 6-0). Con su resolutivo tenis de siempre sobre arcilla, mucho más práctico que espectacular, el noruego se siente hoy capacitado para presentar ante Nole, que ya no precisa de ninguna motivación. En la Philippe Chatrier le aguarda el vigesimotercer major de su gloriosa carrera.

A Ruud, cuarto clasificado del ránking ATP, le bastó ayer con la firmeza de su saque para ir ganando terreno. Suyos fueron 39 de los 55 puntos en juego con su primer servicio (71%) y suya fue la iniciativa con el drive. Siempre que conectaba el saque se perfilaba para su mejor golpe, con el que fue arrinconando a Zverev. Tras un desordenado arranque, con dos breaks de ida y vuelta en el segundo y tercer juego, Ruud colocó uno de los pilares de su victoria al levantar un 0-40.

Igual que en el cruce de cuartos ante Holger Rune, Ruud decidía esperar muy atrás en sus restos, para ir acercándose con presteza a la línea de fondo hasta imponer su juego. Aunque esta temporada únicamente ha alzado el título Pese a que su desempeño sobre arcilla no haya ofrecido resultados espectaculares este año, con derrotas en octavos de Roma, Montecarlo y Bastad, lo cierto es que el noruego ofrece lo mejor de su repertorio en París.

Por contra, Zverev, abandonó ayer la Central de muy distinta manera que hace un año, cuando supo llevar al límite a Rafa Nadal, también en la penúltima ronda. De aquella ovación de la Central, mientras renqueaba camino de los vestuarios con el tobillo derecho destrozado, al lógico desafecto para quien acababa de encajar un 6-0. De nuevo envuelto en ese aura un tanto autodestructiva, el alemán se despidió de París con 37 errores no forzados. Por tercer año consecutivo se queda a un paso de la lucha por el título.

kpd