Este fin de semana en el campo José Luis Jara ‘Pechu’ de Arenas de San Pedro, en Avilá, se disputará la segunda edición del torneo sub3 Ciudad de Arenas. El campeonato comienza el viernes 9 y se prolongará hasta el domingo 11, día en el que se celebrarán las fases finales.
La competición está compuesta por 16 equipos: siete de clubes de la primera división española (Real Sociedad, Atlético de Madrid, Real Madrid, Athletic Club, FC Barcelona, Villarreal, Real Betis); cuatro de academias de Francia (FCO Saint, VLTF, JA Drancy, Paris Atlético); uno de Portugal (FC Porto); uno del actual líder de la primera división de Suecia (Bromma); uno de una academia de Estados Unidos (Avanti); uno del Élite Talavera (CF Élite) y uno del club local (DVO Arenas).
La organización del evento está a cargo de la empresa iTorneos, cuyo representante es Iván Díaz Infantes. El arenense es preparador físico y estuvo a las órdenes del Cholo Simeone en el Atlético de Madrid. Además, ha pasado por el Ludogorets búlgaro y el Al-Ittihad Club de Arabia Saudí.
Enzo Alves, mejor jugador
El año pasado se celebró este torneo por primera vez. El Barcelona consiguió hacerse con la victoria, tras ganar la final en los penaltis al Real Madrid, que se quedó en el segundo lugar. El podio lo completó el Atlético de Madrid que superó al Villarreal en el partido por el tercer puesto.
Además, dos jugadores destacaron en la competición. El mejor portero fue Juan Carlos Melgar Arteaga, futbolista del Barcelona y el mejor jugador fue Enzo Alves, hijo de Marcelo que fue pichichi con el Real Madrid.
Después de una de las duras sesiones de la Corte Suprema de Estados Unidos, que debía decidir si ordenaba la entrega de las grabaciones de Richard Nixon a los investigadores gubernamentales, los periodistas asediaron a preguntas al presidente del órgano, el juez Warren E. Burger. «Digan a sus lectores que miren las páginas de Deportes de los periódicos, porque ahí está lo mejor del ser humano», respondió. En el resto estaba lo peor: la política.
El regate del juez no le impidió hacer su trabajo con deportividad. Había sido nombrado para el cargo por el propio Nixon, pero ante las evidencias, lideró el fallo en su contra, accionó la espoleta del 'caso Watergate' y provocó su dimisión. Alejandro Blanco podría haberse pasado a las páginas de Política, pero dijo "no" dos veces, lo mismo a Mariano Rajoy que a Pedro Sánchez. El "sí" lo habría quemado. El "no" lo ha hecho eterno, a punto de afrontar su sexto mandato al frente del olimpismo español, el último, que concluirá con el ciclo de Los Ángeles. Un cuarto de siglo sin equivocarse de página ni de bando, en el que el Comité Olímpico Español (COE) dejó de ser una sucursal de Viajes Halcón con los cinco aritos, para ser un agente activo del deporte español, aunque pase de puntillas por las competencias de otros. El presidente del COE es un dirigente aupado por dirigentes, los presidentes de federaciones, a los que siempre defiende y defenderá, pero donde realmente se siente a gusto es junto a los deportistas. Lo demás es política del deporte, y cualquier política mancha, aunque te apellides Blanco.
el embrión del 'caso noos'
Rajoy no fue quien escuchó el primer «no». Lo hicieron más arriba, en la Casa Real. De hecho, la candidatura de Blanco fragua en la rebelión contra el derecho de pernada olímpico que pretendía Iñaki Urdangarin. Las denuncias de los presidentes de federaciones frente a la llegada al COE bajo palio que pretendía el entonces marido de la Infanta Cristina fueron el embrión del estallido del 'Caso Noos'. La familia real puso la cruz a Blanco, que, una vez desactivado el 'yernísimo', se enfrentó en las primeras elecciones a Mercedes Coghen, en septiembre de 2005. Coghen contaba con la corriente del olimpismo más aristócrata y oficialista, incluso con la simpatía de Juan Antonio Samaranch Salisachs, hijo del patriarca, al que su padre había dejado una silla en el Comité Olímpico Internacional (COI) en el momento de su adiós. A Blanco, presidente del judo y de la Confederación Española de Federaciones, lo auparon, en cambio, los barones del deporte, entre ellos pesos pesados como Ángel Villar o José María Odriozola. La victoria, por un estrecho margen (101-84 votos), dolió. Lo que vino después, más.
Nada más llegar al puesto, Blanco decidió invitar al COE a David Meca, que unas semanas antes de su elección había logrado el récord en atravesar a nado el Canal de la Mancha. El dirigente recibió una misteriosa llamada desde el Consejo Superior de Deportes (CSD): «Su trabajo es reunir al equipo que va a los Juegos cada cuatro años, no recibir a deportistas». Hizo caso omiso. «Esta es la casa de los deportistas», respondió y responde, hoy, a quien le pregunta. Rafa Nadal fue el último que la pisó para tener una despedida, sólo entre deportistas, como no la pudo tener en Málaga, apenas unos suspiros de madrugada tras su partido final. Estar siempre del lado de deportistas significa riesgos, como cuando defendió a Alberto Contador, positivo por dopaje, o ha tenido que sacar, discretamente, de algún lío a algún campeón al que la noche se le hizo demasiado larga.
Nadal y Blanco, en el COE.EFE
La hiperactividad de Blanco ha generado más que suspicacias con los secretarios de Estado para el Deporte, desde Jaime Lissavetzky o Miguel Cardenal a José Manuel Rodríguez Uribes, ahora limadas, y es que en el desfiladero de la política del deporte, aparte de las discrepancias, es fácil pisar competencias ajenas. Tampoco ha gustado nunca en el CSD el pensamiento de Blanco, convencido de que el verdadero liderazgo del deporte español debería recaer en el COE, a semblanza del CONI italiano. Una transformación compleja, dado que el modelo español mantiene el brazo del Estado dentro del deporte, a través de las funciones públicas delegadas, el sistema de subvenciones o el control de los procesos electorales, una herencia del Franquismo, de los tiempos de la Delegación Nacional de Educación Física y Deportes, que la democracia no cambió lo suficiente.
La tóxica Federación de fútbol
Las 'guerras púnicas' con el CSD hay que enmarcarlas también en la gran guerra del fútbol. Blanco sabe que es el candidato de las federaciones y eso le ha llevado, puertas afuera, a defender siempre a los presidentes, a la siciliana, incluidos Villar, al que le une la amistad, o Luis Rubiales, al que llamaba «hermano», pero con el que no ha vuelto a hablar desde que, el día antes de la grotesca Asamblea, le dijo por teléfono que debía dimitir. Blanco sabía que, por primera vez, no debía acudir a la Asamblea de los aplausos. Rubiales le borró de su agenda. En numerosas ocasiones, había sido advertido de que debía apartarse de una Federación tóxica. En este último mandato, está en su voluntad mayor equidistancia con la era de Rafael Louzán.
Si el primero lo ganó por un margen estrecho, en los siguientes no hubo rivales, con apoyos del 94% (2017), 93% (2013) y 97% (2017 y 2021). Eso trajo muy pronto las paces, incluso la complicidad, con la Casa Real, una vez repudiado Urdangarín, que llegó a tener 'periodistas-espías' en los medios para calibrar sus opciones de liderar el olimpismo. El dirigente que quiso poner letra al himno español, tuvo buenas relaciones incluso con líderes el 'procés', como Carles Puigdemont, porque España no se entiende deportivamente sin Cataluña.
Nadal, el sucesor perfecto
Blanco coge aviones como otros el metro, duerme cuatro horas, no se pierde una gala de las federaciones y mantiene apartados de su mundo a su mujer, médico, y a sus hijos, altos funcionarios de la Administración. A sus 74 años, sabe que es su último 'round', con la pena del sueño no cumplido de Madrid, porque cree que ha tenido los mejores proyectos para los Juegos. Llegó al cargo tras el intento por 2012, se implicó en el de 2016 y lideró el de 2020. El viejo modelo de votaciones, el del 'lobbysmo', los favores y la corrupción, fue inabordable en un olimpismo donde la influencia de España se acabó con Samaranch padre. El ciclo de Tokio debía marcar su final, pero reconsideró su decisión por la candidatura de Barcelona-Pirineos. De nuevo, una colisión con la política, personificada en Javier Lambán. Madrid deberá esperar a otro tiempo, piensa, pero en el que le queda hay mucho trabajo: presionar por el modelo deportivo nacional que tiene en la cabeza, poner en marcha la Universidad del deporte y pensar en su sucesor. Nadal sonríe.
El Barça sigue adelante en la lucha por el título de la Liga ACB y este jueves se citó con el Real Madrid en semifinales tras repetir triunfo frente al Lenovo Tenerife (92-97) en un partido que se decidió en los últimos instantes y con dos equipos entregados hasta el final.
El equipo tinerfeño le plantó cara de nuevo al conjunto catalán en un choque con mucha intensidad que no de decidió hasta el final y donde destacaron el uruguayo Bruno Fitipaldo y el finlandés Sasu Salin, quienes suplieron la falta de acierto de Kyle Guy, hoy muy bien defendido tras su exhibición en el Palau.
El equipo de Roger Grimau, con Satoranski como jugador más destacado, se tuvo que emplear a fondo en el tramo final del choque para conseguir la victoria y se aprovechó del desgaste de los tinerfeños en los instantes finales para sellar su segundo triunfo de la serie su pase a semifinales.
Ante el buen juego inicial del Barça, con mucho acierto desde fuera de la zona y llegando a diferencias de hasta nueve puntos en el primer cuarto, el Lenovo Tenerife reaccionó bien en el segundo, buscando los puntos débiles de su rival y aprovechando las dudas de los catalanes en el rebote.
Salin fue una amenaza desde el tiro exterior, lo mismo que Fitipaldo ante un Barcelona que no encontraba su lugar en la cancha. Esto supuso que el Tenerife alcanzara su máxima diferencia en el minuto 14 tras un triple de Fitipaldo (34-28) y dos minutos más tarde a un 39-32, también con un acierto del uruguayo.
El Barça, antes de llegar al descanso logró frenar la aportación ofensiva local para llegar a la segunda mitad con un ajustado 46-44.
El descanso le sirvió al Barça y a su técnico para reorganizar sus ideas y su juego en el Santiago Martín, muy irregular a lo largo de los primeros veinte minutos. Empezó con su defensa, aunque también en ataque encontró el hombre adecuado, Satoranski que no desaprovechó sus ocasiones.
Pese a todo, el partido estaba muy igualado con un Tenerife que no se rendía e insistía, con un buen trabajo defensivo y anotando en ataque.
Y se llegó al último cuarto con todo por decidir, pero aquí le faltaron las fuerzas al Lenovo Tenerife en los últimos minutos. Se mantuvo en el partido casi hasta el final, incluso llegando a tener diferencias de cinco puntos (89-84, min.37), pero un 2+1 de Laprovittola y otro de Parker (89-90) hicieron que el Barça creyera en la victoria y aunque Sastre puso con un triple el 92-90 en el marcador, la respuesta de Satoranski y los fallos en los últimos instantes decantaron el triunfo del lado catalán.