He sufrido en carne propia como entrenador de Dusan Lajovic las bondades del tenis de Carlos Alcaraz, que se ha enfrentado a él en cuatro ocasiones. Tres de los partidos tuvieron lugar esta temporada. De inicio, el español tiene clara la hoja de ruta
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
"No meto un resto dentro", se quejaba Carlos Alcaraz en uno de los descansos de su primer partido en la Laver Cup, perdido, visiblemente disgustado. La competición que enfrenta a tenistas de Europa contra tenistas del resto del mundo debía ser un entretenimiento para él, pero empezó este viernes con un mal rato. Haciendo pareja con Alexander Zverev, el actual número dos del mundo, el español cayó ante el dúo estadounidense formado por Ben Shelton y Taylor Fritz por 7-6(5) y 6-4.
Los titubeos con el saque de Alcaraz y, sobre todo, los problemas de Zverev en la red condenaron al equipo europeo que pese a ello salvó la jornada. Gracias a las victorias de Stefanos Tsitsipas ante Thanasi Kokkinakis y de Grigor Dimitrov ante Alejandro Tabilo se terminó con empate a dos después de que en el primer partido Francisco Cerúndolo superara a Casper Ruud. Este sábado, Alcaraz ya disputará un encuentro de individuales, con el doble valor de los puntos, y lo más probable es que repita el domingo, cuando los puntos valen triple.
RONNY HARTMANNAFP
Ganar o perder la Laver Cup no es importante, pero en este momento de la temporada Alcaraz necesita acumular alegrías en el torneo que organiza Roger Federer. Y de momento no lleva ninguna. Pese a que el español disfrutó del show previo y de sentirse la estrella de la competición, sobre la lenta pista negra del Uber Arena de Berlín estuvo desacertado. Por varias razones, lo tenía difícil. Esta temporada ha jugado dobles en los Juegos Olímpicos con Rafa Nadal y en la Copa Davis con Marcel Granollers, pero igualmente su experiencia en la especialidad es escasa. Y además no tenía ninguna sintonía con su compañero, Zverev.
Pareja para el espectáculo, sin partidos ni entrenamientos previos, ambos se notaban incómodos e incluso en sus mejores juegos -como cuando consiguieron forzar el tie-break del primer set- no llegaban a conectar. Al otro lado, en cambio, la pareja estadounidense se lo pasaba pipa. Con otro compatriota, Francis Tiafoe, lanzando continuas bromas desde su banquillo, ambos sacaron su mejor versión, especialmente un Shelton imparable. A sus 21 años, confirmado como uno de los mejores sacadores del circuito, ayer en la Laver Cup anunció que también domina la red y que si logra estabilizar su juego en el futuro habrá que contar con él para los títulos más importantes.
Fue en mayo de 2015 cuando Carlos Alcaraz visitó París por primera vez y se estrenó en Roland Garros. Tenía 12 años recién cumplidos. Como campeón de un torneo alevín en España, fue invitado al Longines Future Tennis Aces, un Roland Garros sub-13 oficioso, y junto a uno de sus primeros entrenadores, Carlos Santos, vivió la experiencia completa: jugó en unas pistas situadas a los pies de la Torre Eiffel, conoció la Philippe Chatrier y pudo ver la victoria de Novak Djokovic ante Rafa Nadal en unas pantallas gigantes instaladas en el Campo de Marte. Entonces cayó en semifinales ante un rival chino, Xiaofei Wang, que venía de derrotar a Holger Rune y que le desesperó: Alcaraz, raro en él, llegó a discutir con el juez de silla. Entonces ya soñaba con ganar algún día Roland Garros, el Roland Garros de verdad. Este domingo (14,30 horas, Eurosport) en la final ante Alexander Zverev tendrá la primera oportunidad de cumplir ese anhelo.
«Aquella fue la única vez que vine a París antes de debutar ya en el torneo grande [en 2020, cayó en el clasificatorio]. Fue muy bonito: jugar abajo de la Torre Eiffel, vivir la experiencia de un partido internacional... Recuerdo coincidir con Holger, por ejemplo. Guardo muy buenos recuerdos», explica Alcaraz que nunca ha escondido la importancia de Rafa Nadal en su formación y, por lo tanto, la influencia del Grand Slam parisino.
Dan IstiteneMUNDO
«Con este torneo siempre he tenido un feeling especial, está claro. Cuando era pequeño salía corriendo de clase para encender la tele y ver Roland Garros. Coincidía muy bien en horas, ya estaba acabando el curso... Vi muchos partidos. Por supuesto veía siempre los de Rafa y muchos otros», rememora el actual número tres del ranking mundial que, aunque triunfó antes en el US Open y en Wimbledon, ambiciona escribir por fin su nombre en la lista de campeones que decora la Philippe Chatrier. «1925. René Lacoste», se puede leer en las paredes exteriores y la enumeración va avanzando hasta que hay un momento que parece que se ha atascado. «2005. Rafa Nadal», empieza y luego, ya saben, medio estadio pintado con el mismo nombre.
Aquellos partidos en Tarbes
«Su sueño siempre ha sido ganar Roland Garros. Se ha criado viendo a Rafa, en su entorno siempre estábamos con Roland Garros en la boca y, es más, en su club sólo teníamos pistas de tierra batida», recuerda Kiko Navarro, entrenador de adolescencia de Alcaraz junto al propio Campos, quienes guiaron sus pasos antes que lo hiciera su actual técnico, Juan Carlos Ferrero. El ex entrenador del español incide en un detalle curioso. Aunque su juego se adapta a todas las superficies, hasta que tenía 14 o 15 años apenas había entrenado sobre cemento, mucho menos sobre hierba. Entonces en el Club de Campo de El Palmar sólo había tierra batida.
«Teníamos 13 pistas y todas eran de tierra. Luego con su tío abuelo Paco conseguimos convertir una de esas en una pista rápida. Creo que por eso nunca le fue muy bien en Le Petits As», analiza Navarro y nombra el otro torneo francés que encaró Alcaraz durante su formación. Cada enero, en Tarbes, cerca de Pau y de los Pirineos, se disputa una especie de Mundial sub-14 oficioso y el español estuvo dos veces, en 2016 y en 2017. La primera vez sólo ganó un partido y la segunda, tres. «Su formación en tierra le perjudicaba entonces», finaliza el ex técnico de Alcaraz que rememora sus aspiraciones infantiles.
Los dibujos con el trofeo
En un Campeonato de España sub-10 le entrevistaron por primera vez en su vida y reconoció que Roland Garros era su mayor deseo. Luego, dos años más tarde, con más partidos vistos, en otra entrevista añadió Wimbledon a la ecuación. «Sí, sí, en las primeras entrevistas hablaba de Roland Garros», asegura Josefina Cutillas, la psicóloga que ayudó a Alcaraz en sus inicios, de los 8 a los 16 años, con una anécdota: el hoy tenista solía dibujar y se retrataba a sí mismo levantando la Copa de los Mosqueteros. Cutillas guarda algunas de esas pinturas para la historia, aunque aseguran que no verán la luz si el tenista no lo pide expresamente. Quizá nunca haga falta: este domingo mismo puede convertir aquellos dibujos en realidad.
Christophe EnaAP
Enfrente, Zverev, un tenista ante el que ha perdido más partidos (cinco) de los que ha ganado (cuatro), pero que ha sucumbido ante él en los últimos meses. En cuartos de final del último Masters 1000 de Indian Wells, Alcaraz venció por 6-3 y 6-1. Entre las armas del alemán para ganar Roland Garros, su saque agresivo, la potencia con el revés y las ganas de levantar por fin, a los 27 años, un Grand Slam. Entre los argumentos del español, todos los recursos tenísticos que existen, un físico capaz de aguantar cinco sets al máximo y, sobre todo, el sueño de cuando era un niño.