Un, dos, tres, un, dos, tres... baila Carlos Alcaraz en la pista central de Wimbledon como si fuera su escenario porque realmente es su escenario. Aunque fuera hace frío y llueve a cántaros, dentro la gente guapa de Londres imagina que es verano mientras el vigente campeón ofrece su danza, tan veloz, tan dominada, tan suya. Allá donde va la bola está él, siempre está él. En las tres rondas anteriores del torneo, Alcaraz buscaba su sitio: en su segundo encuentro ante Aleksandar Vukic a ratos pareció encontrarlo, pero después ante Frances Tiafoe hubo cierta desorientación. Este domingo, en octavos de final ante Ugo Humbert, el español finalmente volvió a su lugar para vencer por 6-3, 6-4, 1-6 y 7-5 en tres horas de juego.
Como hizo hace un año, cuando acabó siendo campeón en una final antológica contra Novak Djokovic, ya ha encontrado los movimientos propios de la hierba, esas carreras de vértigo, ese deslizamiento lateral, y con eso cualquier cosa es posible. A partir de este martes, cuando se medirá en cuartos de final al bombardero Tommy Paul -que superó a Roberto Bautista por 6-2, 7-6 y 6-2, ya sabe los pasos que debe seguir en el camino al título.
«Aquí lo más importante es sentirte cómodo, moverte bien. Colocarte me parece más determinante que golpear. Y en ese sentido cada vez me estoy encontrando mejor. Me acuerdo de mis sensaciones del año pasado y este año he empezado a deslizar antes, me siento con más confianza, por eso me puedo defender mejor», analizaba Alcaraz después de un encuentro en el que dejó varios highlights de su temporada, quizá de su vida.
Especialmente memorable y significativo fue el punto con el que ganó el segundo set: pese a que Humbert le tuvo sometido, Alcaraz corrió de lado a lado, se movió hacia delante y hacia atrás, se levantó del suelo, y al final se impuso. Con todo el público en pie, el francés resoplaba y miraba al infinito, desesperado, incrédulo. Después del partido, el equipo del español recordaba que, dos años atrás, en las semifinales del US Open ante Jannik Sinner ya protagonizó un ejercicio de resistencia muy parecido. «Me gusta luchar cada bola, cada punto y que mi rival sepa que pase lo que pase yo estaré ahí intentando responder», proclamaba Alcaraz.
La reacción ante Humbert
Con su buen posicionamiento como principal argumento, el hoy número tres del ranking mundial dominó el primer set y resistió en el segundo, pero en el tercero desconectó. Humbert, un excelente restador, como Tiafoe, le negó los espacios y Alcaraz se entregó a la complacencia de quien ya se sabe ganador. Entonces estuvo realmente en peligro. En el cuarto set con 3-4 en el marcador y un 0-40 en contra se asomó al quinto set, otro quinto set, con el riesgo que conlleva. «¡No sé qué hacer!», le gritaba a su palco, en su constante comunicación con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, y éste le respondía tranquilo: «Sigue jugando». Eso hizo. En un día con muchos problemas con su servicio, encadenó varias detonaciones con su saque y salvó la situación en un visto y no visto.
«Una cosa son las desconexiones y la otra es la lucha. Yo sigo luchando siempre, aunque me haya ido un poco del partido. Para esos momentos tensos, además, tengo planificado jugar más agresivo, ir a por ello, aprovechar cualquier oportunidad para atacar. 'Ve a por ello, ve a por ello', me repito porque sé que, si va mal, al menos sabré que lo he intentado», aseguraba Alcaraz en un torneo que avanza sin sorpresas.
Como en el último Roland Garros, los cinco mejores del mundo han llegado a la segunda semana y planean encontrarse. Este domingo, junto a Alcaraz, pasaron a cuartos Jannik Sinner, que venció a Ben Shelton en tres sets, y Daniil Medvedev, que se benefició de la lesión en el primer set de Grigor Dimitrov. Este lunes será el turno de Alexander Zverev (sobre las 16.30 horas, contra Taylor Fritz) y Novak Djokovic (sobre las 19.00 horas, ante Holger Rune).