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Hace unos días la estadounidense Coco Gauff explicaba dos cosas curiosas sobre su amistad con Carlos Alcaraz. La primera, que se conocieron en 2018 al ganar al mismo tiempo la Copa Davis junior y la Copa Federación junior, que el español le escribió por Instagram y ella no le hizo ni caso hasta años más tarde. Y la segunda, que ve a su amigo sonreír sobre la pista y piensa en imitarle, pero no le sale.
"Es una inspiración para mí, quiero pasármelo tan bien como él", confesaba la estadounidense, niña prodigio como pocas, finalista en Roland Garros en 2022 cuando sólo tenía 18 años. Gauff normalmente mantiene un porte de extrema seriedad y eso, fatal para las fotografías, fue una bendición para ella este jueves. No era un día para disfrutar.
Ante la francesa Lois Boisson, la cenicienta de esta edición, semifinalista desde el 361 del mundo, Gauff fue implacable, fue severa, fue inamovible. El público de la Philippe Chatrier ya podía hacer el ruido que quisiera que ella estaría impertérrita una hora hasta cerrar la victoria por 6-1 y 6-2 y clasificarse para la final, su segunda final aquí. En ella se medirá a la número uno del mundo, Aryna Sabalenka, que derrotó a la vigente campeona, Iga Swiatek, por 7-6(1), 4-6 y 6-0.
La reacción de Gauff
El peligro este jueves estaba en dejar que el ambiente volviera a hervir, que las gradas se le cayeran encima, que fuera se sumergiera en el infierno que quemó a Jessica Pegula y Mirra Andreeva. Desde el principio del partido, Gauff salió a contrarrestar con puntería el juego de Boisson. Hasta ahora las actuaciones de la gala habían sido excelentes. Su resistencia en los intercambios enloquecía a sus adversarias, consumidas por un fervor muy poco habitual en el tenis. Pero esta vez Boisson, ya convertida en ídolo nacional, portada de L’Equipe durante tres días seguidos, apareció con más nervios y Gauff no perdonó.
En el primer set no hubo competencia. Y en el segundo duró unos minutos. Entonces Boisson logró su primer break y los aficionados franceses empezaron a rugir, pero la estadounidense se llevó los cinco juegos siguientes con la autoridad de las mejores.
En la pista de patinaje de Boadilla del Monte un joven da vueltas y vueltas a una velocidad de vértigo bajo la atenta mirada de de Elba Alonso, su entrenadora. Guillermo Gómez Correas (Aranjuez, 2007) gira, salta, baila, hace piruetas, cae y se levanta, una y otra vez. «No duelen, estamos acostumbrados», explica después. Hace un par de meses se proclamó campeón del mundo júnior de patinaje artístico en Rimini (Italia), dominando el programa corto y el largo con una superioridad tal que su puntuación global (257,76) estuvo por encima incluso de la de los competidores senior.
«Y sólo pude llegar al 90% de lo que era capaz, porque hubo un combinado que por la lesión no pude entrenarlo del todo», rememora el patinador sobre su pesadilla, una fractura por estrés en el pie por la que tuvo que renunciar al Europeo para intentar acudir en la mejor forma posible al Mundial, un escaparate imprescindible. Porque pese a su excelencia, el sueño de Guille es de esos que van contra corriente, una disciplina no sólo minoritaria sino también fuera del universo olímpico, el gran anhelo.
Sólo el skate logró colarse en el programa de los Juegos de verano de los deportes que engloba el patinaje sobre ruedas, aunque la modalidad sobre hielo sí que este incluida en los invernales. Ahí está la leyenda de Javier Fernández, un espejo en el que Guillermo se mira, aunque en su paradoja cierre puertas, visibilidad y subvenciones. «A nosotros sólo nos faltaría ser olímpicos. El nivel es altísimo. Por rivalidad y competitividad, estamos por encima del hielo, que, sin las patinadoras rusas, ha bajado. Sin ellas no hay saltos cuádruples. Y los triples también los hacemos en ruedas», expone Gómez Correas, familia de nadadores, cuyos inicios se sitúan en el club Patinaje de Ocaña hasta que Albert Palau le descubrió en su primera competición: «Un diamante en bruto».
Guillermo Gómez Correas, en acción.JAVIER BARBANCHOMUNDO
Ese hándicap nunca frenó su deseo. Guillermo creció viendo los éxitos de Pau García, cuatro veces campeón olímpico ya retirado, y a ello aspira. Aunque por el camino no sólo tenga que realizar malabares sobre los patines. «Por suerte, el material me lo subvencionan mis patrocinadores. Pero tenemos que pagar las coreografías, el montaje de discos, los trajes, los viajes a las competiciones...», detalla ante la atenta mirada de su madre, Loli, que también es la que le prepara físicamente y que seis veces a la semana recorre 150 kilómetros para que su hijo pueda entrenar en Boadilla después de terminar en el instituto. Ante los obstáculos, Guillermo nunca dudó en recurrir al ingenio.
El año pasado, para poder revalidad su oro en la Copa del Mundo, tenía que competir en Trieste y, sobre todo, en San Juan (Argentina). Ante lo elevado de la cuantía, organizaron un crowdfunding y en pocos días superó los 4.000 euros que necesitaba. En su lucha por dar visibilidad a sus hazañas no sólo recurre a las redes sociales, donde es todo un fenómeno viral con sus hipnóticas coreografías. Cuando tenía 13 años impresionó en el programa televisivo Got Talent, donde se presentó ante el jurado con un emotivo discurso: «Quiero que el patinaje se presente en televisión, porque es un deporte muy bonito y con mucho sacrificio».
Gómez Correas, entrenando en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO
También ha aparecido en una serie americana de Disney +, 'Saturdays'. Y hasta ha batido un récord Guiness. «Me escribieron del programa, me habían visto con la spinner y creían que se podía batir el récord. Empecé a ensayar más, a plantearme el objetivo. Lo logré al primer intento», explica sobre un reto 'mareante' para «seguir visualizando el patinaje artístico a nivel mundial». El 27 de febrero en Milán, en el programa de televisión italiano 'Lo Show Dei Record', Guillermo dio 92 giros con una sola pierna sobre su spinner de entrenamiento en sólo un minuto.
Pero, más allá del show, que él asume como necesario para reivindicar su disciplina, lo de Guillermo es pura pasión por el patinaje artístico, un talento único. En lo artístico -«me encanta emocionar a la gente, no sólo quiero ganar, quiero transmitir»-, donde cuenta con la complicidad de las tribunas, y en lo deportivo. Ahí, el madrileño ha supuesto todo una revolución a la hora de romper estereotipos. Porque su patinar no sólo se apoya en poderosos saltos de dominio físico, también ha incluido un nivel altísimo en las piruetas, algo que parecía exclusivo de las patinadoras. «Se ha comprobado que un chico puede saltar, hacer triples perfectos, pero también piruetas igual que las chicas o mejor. Eso antes no pasaba», asegura quien hasta logró que la Federación Internacional homologara una pirueta única, bautizada con su nombre. La Hell-Biellmann Go-Co (Gómez Correas, sus apellidos) fue incluida por World Skate en el reglamento en 2020, una combinación inédita de dos dificultades en una con un valor base de 5,8 puntos, el mayor de los que se realizan.
Gómez Correa, durante un entrenamiento en Boadilla.JAVIER BARBANCHOMUNDO
Toda esa destreza la tuvo que poner a prueba en el Mundial de Rimini, a pesar de que los meses anteriores fueron una tortura por una lesión a la que sigue buscando solución. Tuvo que renunciar al Europeo -que ganó otro español, su compañero de selección Unai Cereijo- y asumir mentalmente que no llegaría en la plenitud deseada. Lo bordó en el programa corto, pero después le llegó «una crisis de ansiedad» que estuvo a punto de arruinarlo todo. «Las expectativas eran altas. El pabellón estaba lleno, todo el mundo estaba esperando que Guille lo hiciera perfecto, que hiciera un discazo y toda la grada se levantara. Había mucha presión, pensamientos intrusivos, no estaba seguro de querer salir a competir, estaba mal», recuerda quien logró superar el trago cuando la música comenzó a sonar. Campeón del mundo júnior, el objetivo de una vida. «Estaba contento, pero en el fondo sabía que podía haber hecho mucho más. Es raro, pero fue un poco sabor amargo», admite.
A Guille le queda un año más en la categoría , donde tratará de revalidar todos sus títulos -«he ganado todo lo que he competido», entre otras cosas cuatro veces consecutivas campeón de España- antes de dar el salto inaplazable a la absoluta. Seguirá esquivando prejuicios («muchos piensan que el patinaje es un deporte más femenino, pero a la gente que no te hace bien hay que silenciarla») y luchando por una disciplina en la que España e Italia son los dominadores mundiales y que reivindica con un discurso claro: «Es un deporte que abarca muchísimo. Tienes que correr para hacer cardio, hacer gimnasio para estar fuerte, saber interpretar todo tipo de músicas, ser buen bailarín, flexible... y, por supuesto, patinar. Y, además, ser mentalmente fuerte. Es la suma de muchas pequeñas disciplinas. Tiene tantos detalles, que te acaba enamorando esa suma».
"Todo ha cambiado y todo sigue igual. Es lamentable para el deporte femenino. Espero que quien tome la decisión no tenga hijas porque no creo que quieran que sean tratadas así. Esconden el tenis femenino y luego dicen: ‘Lo que más se ve son los hombres’. Claro que se ve más a los hombres, si juegan a mejores horas. Ni tan siquiera Iga [Swiatek] juega de noche, hay muchos partidos geniales que deberían haberse jugado de noche. El público iría a verlos". La reclamación de la tunecina Ons Jabeur a principios de semana prendió la mecha en Roland Garros: ¿Por qué las mujeres nunca juegan de noche?
El horario nocturno es el horario de máxima audiencia, el que Amazon Prime paga en Francia a precio de oro, el único que tiene espectadores en Estados Unidos, y sólo juegan hombres. En las 10 jornadas disputadas, Jannik Sinner, Novak Djokovic, Holger Rune, Jack Draper, Ben Shelton, Lorenzo Musetti y Carlos Alcaraz hasta en dos ocasiones, la última este martes. Pero ninguna mujer. Los mejores partidos del cuadro femenino se disputan por la mañana o al mediodía con las gradas de la Philippe Chatrier siempre a medio llenar.
De ahí la polémica. La demanda de Jabeur encendió los ánimos y le siguieron muchas compañeras, como la mismísima Aryna Sabalenka, la número uno del mundo, que este martes dijo la suya.
"Hoy hemos jugado un gran partido y probablemente deberíamos haberlo hecho más tarde para que nos viera más gente. Por una parte estoy feliz porque tengo todo el día por delante y puedo disfrutar de París. Pero definitivamente tendría sentido jugar más tarde", comentó después de vencer a Zheng Qinwen y de clasificarse para semifinales, donde se medirá el jueves con Swiatek, la cuatro veces campeona.
La solución del torneo
A partir de entonces ya no habrá diferencias: las semifinales y la final del cuadro femenino se disputan el jueves y el sábado y las semifinales y la final del cuadro masculino, el viernes y el domingo. Pero el año que viene volverá la crítica y por eso la organización ya busca una solución. "No es que las mujeres no merezcan jugar en las sesiones nocturnas, no acepto que nadie diga eso, no es cuestión de nivel de juego. Pero vienen 15.000 espectadores sólo para ver un partido y el tenis masculino se juega a cinco sets, por lo que les podemos asegurar más tiempo de acción", defendió la directora del torneo, Amelie Mauresmo, que igualmente insinuó el remedio.
A partir del año próximo Roland Garros renegociará sus contratos, especialmente el que le une a Amazon Prime, para que las mujeres puedan jugar de noche y se ofrecerá a cambio que haya dos encuentros en ese horario. En lugar de empezar a las 20.15 horas, como ocurre en la actual edición, se empezaría a las 19.15 horas y habría tiempo suficiente antes de la medianoche para que dos partidos tuvieran lugar. Así se acabaría la polémica o, como mínimo, cambiaría de bando.
Preguntado sobre el tema, el número uno del circuito ATP, Jannik Sinner, asumía que el actual horario ya es igualitario: "Tenemos la misma cantidad de partidos masculinos y femeninos en las pistas grandes. Tenemos la misma cantidad de dinero en premios para hombres y mujeres. Hemos igualado muchas cosas aquí y es agradable de ver".