Ander Martín o por qué España es el epicentro mundial de un nuevo deporte olímpico: “Las regatas son puro frenesí”

Ander Martín o por qué España es el epicentro mundial de un nuevo deporte olímpico: "Las regatas son puro frenesí"

En la playa de Torrevieja unos cuantos hombres y mujeres arrancan a correr en la arena, se lanzan sobre unas embarcaciones rarísimas, como coches de Fórmula 1 sin ruedas, y se ponen a remar a toda velocidad. Sus siluetas y el sonido de sus jaleos se alejan mar adentro, pero de repente dan la vuelta, regresan a toda velocidad, se bajan en la orilla y esprintan para ser los primeros en apretar un pulsador rojo que está en el suelo.

La gente alucina. “Cada vez hacen cosas más raras”, suelta alguno. Otros buscan las cámaras de televisión; parece la prueba de un concurso.

Pero en realidad son la élite mundial del remo de mar, un deporte con muy poca historia y mucho, muchísimo futuro: por lo pronto debutará en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.

El epicentro mundial

Un día aparece por la población alicantina el estadounidense Christopher Bak, campeón del mundo, otro día quizá el británico James Cox, campeón de Europa, pero seguro que cada día está su anfitrión, Ander Martín, subcampeón del mundo y de Europa. Es el culpable de que España sea el epicentro de la disciplina. Su Beach Sprint Academy de Torrevieja es el único centro especializado en todo el globo.

“Es una especie de Centro de Alto Rendimiento para equipos de todo el mundo. Ha venido Gran Bretaña, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Japón, República Checa… Han pasado por aquí todos mis rivales y yo, encantado”, cuenta Martín, que sabe que sus vecinos alucinan con sus entrenamientos.

“Se acercan y me preguntan: ‘¿Oye qué hacéis?’ Al final siempre se reúnen 20 o 30 personas. Algunos lo confunden con piragüismo, incluso paddle surf. Pero después es superfácil de entender. Corremos, subimos al barco, damos una vuelta, bajamos y tocamos el botón. Son dos minutos de carrera, las regatas son un frenesí”, añade el remero de 25 años.

De la pesca al podio

Esto del Beach Sprint es muy reciente. ¿Cómo ha creado ya una academia?
Hacía remo tradicional, estaba en el equipo nacional, pero me aparté en 2023 cuando vi que esto iba a ser olímpico. Es verdad que el formato sprint actual es muy nuevo, pero el remo de mar tiene mucha tradición en competiciones por equipos o cuartetos y, de hecho, así es como empecé. Soy de una pedanía de Torrevieja, toda mi familia se había dedicado a la pesca y desde pequeño me encantaba el mar. Siempre le pedía a mi madre que me apuntase a algún deporte de mar, pero no teníamos dinero para hacer vela, por ejemplo. Un compañero suyo hacía remo en el mar, me invitó a probar y aquí estoy. Cuando entró en la cita olímpica aposté toda mi carrera. Y después, con la academia, todos mis ahorros.

De momento, parece una apuesta exitosa. Este enero se realizará el primer campus de formación de esta modalidad y la idea es arrancar cursillos para no practicantes. Si el Comité Olímpico Internacional se enamora de la disciplina en el debut de 2028 y la incorpora al calendario fijo, España tendrá la mejor cantera del mundo.

Si no, como mínimo, podría tener una medalla porque Martín es aspirante a todo. “Para mí es inevitable plantearme ahora todo pensando en Los Ángeles. Tengo una hoja de ruta marcada para llegar en mi mejor momento. La competición será en Long Beach y ya he quemado Google Maps mirando arriba y abajo la playa en la que se harán las regatas”, cuenta quien ya tiene incluso un movimiento característico.

La firma personal

Como las carreras son tan cortas —solo hay 250 metros de la playa a la boya donde hay que dar la vuelta—, se deciden en apenas dos minutos y hay mucha igualdad. Algunas veces uno de los remeros se cae al bajar de la embarcación o se trastabilla en plena playa y acaba perdiendo en los últimos pasos, justo antes de darle al botón rojo que marca al ganador.

Por eso Martín siempre acaba igual: cuando está a un metro del pulsador, se lanza como quien va a parar un penalty y aterriza sobre el mismo. Gane o pierda acaba rebozado de arena.

“Tengo que reconocer que empezó como una broma. En el primer Mundial que disputé iba ganando cómodamente, salté porque me daba tiempo, hizo gracia y ya me he quedado con eso”, apunta el remero, ahora en plena pretemporada. En las últimas semanas ha competido en algunas regatas privadas, como el tradicional Challenge Príncipe Alberto de Mónaco, donde se repartían 10.000 euros, pero ya le toca centrarse en la campaña olímpica.

Con los rivales en casa, en su academia de Torrevieja, preparará la cita de 2028 para intentar ser el primer campeón olímpico de la historia del remo de mar.

kpd