El renacer de Yannick Nzosa, el prodigio al que atropellaron las expectativas: “Era un niño, se habló de la NBA, de la selección… Mentalmente no me ayuda recordarlo”

El renacer de Yannick Nzosa, el prodigio al que atropellaron las expectativas: "Era un niño, se habló de la NBA, de la selección... Mentalmente no me ayuda recordarlo"

En un mes cumple 22 años, pero es como si Yannick Nzosa (Kinshasa, República Democrática del Congo) ya hubiera pasado por varias vidas. De Málaga conserva el ceceo y las ganas de volver a Unicaja, donde todo empezó. Hace cinco años, un espigado africano deslumbró a la ACB como no se recordaba. Un debut apoteósico que hoy es, sin embargo, memoria a enterrar. “No voy a mentir. Ahora mismo, sinceramente, no me gusta recordarlo. Fue un impacto muy grande, como una luz en el túnel de Unicaja, donde las cosas no salían bien. Yo intenté ayudar al equipo… Pero no me gusta pensar en lo que ocurrió”, admite. Ahora vuelve a la liga con el Recoletas Salud San Pablo Burgos. Una travesía de la que Yannick habla por primera vez, porque quiere que sea lección.

Enfrente de Tavares, este domingo (12.30 h., DAZN) en el Palacio, estará aquel chico de 16 años, 10 meses y 12 días -“era un niño”- que Luis Casimiro puso en cancha un 27 de septiembre de 2000, en Andorra. El segundo más joven en la historia de Unicaja, 10 puntos sin fallo (a esa edad, sólo Luka Doncic y Ricky Rubio fueron capaces de alcanzar la decena), vídeos virales y palabras mayores: “No es que lo hiciera bien un partido, fue continuo. Se habló mucho, del draft, de la NBA, de la selección… Me afectó. Personalmente me puse mucha presión… pero era sólo un canterano”.

Durante semanas, sólo se hablaba de Nzosa. Se le buscaban comparaciones y hasta se le reclutaba para la selección española. “No te voy a mentir, todo estaba hecho. Las expectativas eran altas, las cosas iban bien. Pero justo las reglas FIBA cambiaron y tenía que esperar dos años para poder debutar. Y la cosa se quedó ahí. Finalmente he optado por jugar con mi país”, dice quien debutó con el Congo hace unos meses.

Al siguiente partido con Unicaja fueron otros 10 puntos sin error, pero la realidad fue llegando, golpeando paulatinamente a quien seguramente todavía no estaba preparado para semejante presión. Bajó el rendimiento y poco a poco, el juguete ya no hacía tanta gracia. Y llegaron las cesiones. Y las lesiones. Un año sin jugar en el Betis. “Se habían disparado las expectativas. Yo era consciente. Quería asumir ese reto. Pero luego, en la segunda temporada, me di cuenta de que los caminos no siempre van bien. No cumplí las expectativas, lo que los aficionados de Málaga esperaban de mí. Y yo mismo. Por eso no me gusta recordarlo. Por suerte tengo otra oportunidad. Y quiero aprovecharla, volver a casa, que llevo tres años fuera”, rememora su paso por la Primera FEB con Betis, Estudiantes (“el año más difícil. Me costaba encontrarme después de la lesión. Pensaba mucho en el pasado. Era como si no lo hubiera conseguido. Me perjudicó”) y Fuenlabrada.

Nzosa, en acción contra el Girona.ACB Photo

Porque, de la mano del recién ascendido San Pablo Burgos y de la confianza de Bruno Savignani, Nzosa rehace poco a poco el camino. Con la lección aprendida a fuego de quien ahora ve su caso en otros. Como, por ejemplo, Mohamed Dabone, el chico de 13 años que ya ha jugado en la pretemporada con el Barça y que no tardará en convertirse en el más joven en debutar en la ACB. “Le diría que se tape los oídos. Que esté en su mundo y no escuche a la gente que le coma la oreja. Porque, si luego lo haces mal, te perjudica”, le aconseja.

En su renacer, Yannick también tiene presente el principio del trayecto. Mucho antes de Málaga estuvo una infancia en Kishasa, el divorcio de sus padres y el baloncesto “como refugio”. Con 13 años marchó a Roma, a la Academia del Stella Azzurra, donde el primer mes lloraba solo en su habitación después de cada entrenamiento. Con el tiempo, encontró familia en los chicos de todo el mundo que, como él, buscaban una oportunidad. Tres de ellos llegaron a la elite y forman una hermandad que va más allá de las fronteras. Matteo Spagnolo (ahora en el Baskonia), Wilhelm Falk (sueco del UCAM Murcia) y Abramo Canka (Virtus).

Su salida de Italia estuvo rodeada de polémica. Cuatro meses sin jugar cuando los directivos del Stella acusaron falsamente a su tío de secuestro, de llevárselo a Málaga. Pasó la cuarentena hasta que la FIBA puso orden, en favor de Unicaja. El club al que quiere volver, desde su cesión en Burgos, donde se siente bien aunque tema al frío por venir: “Me han avisado…”. Un nuevo comienzo: “Es que es como si estuviera empezando otra vez. Soy un Yannick más maduro. Ahora he entendido cómo es este mundo”.

kpd