Las previsiones del Barça aseguraban que, con vistas al 125 aniversario del club, conmemorado en noviembre del año pasado, el equipo azulgrana regresaría por la puerta grande a un Spotify Camp Nou que, finalmente, ha estado acumulando prácticamente más polémicas que avances sustanciales.
Desde que en junio de 2023 se derribó gran parte del antiguo estadio, conservando la estructura del recinto original al encontrarse esta protegida por el Ayuntamiento como patrimonio arquitectónico, las polémicas no han dejado de perseguir a un coliseo azulgrana que está tomando cada vez más forma, pero que, a día de hoy, aún no ha logrado albergar un partido, contradiciendo así unas previsiones que, quizás, fueron inicialmente demasiado optimistas.
La última polémica, de acuerdo con el programa Què t’hi jugues, donde ya se destapó el escándalo Negreira, señalaría que Limark ganó el concurso para remodelar el estadiopese a ser la peor calificada en los informes iniciales, de acuerdo con el club no vinculantes, en los que quedó por detrás de empresas como Ferrovial o FCC.
Los factores que, finalmente, auparían al triunfo a la constructora turca serían el precio, más barato que el previsto por sus competidoras, la garantía y la justificación de plazos, en los que se recogía que el exilio en Montjuïc duraría únicamente un año.
No solo este extremo no ha llegado a cumplirse sino que, además, por mucho que el club anunciara que Limark abonaría una penalización millonaria en caso de incumplimiento de los plazos, la entidad que preside Joan Laporta descartó aplicarla en cuanto se produjo el primer retraso de peso, en noviembre del año pasado.
Con todo, Joan Sentelles, directivo azulgrana responsable del Espai Barça, ha señalado en declaraciones al propio programa Què t’hi jugues que el club sí procederá a reclamar las penalizaciones que sean imputables a la empresa. La obra, de hecho, se vio asaltada por su primera polémica hace casi dos años, cuando se desvelaron presuntos fraudes en la contratación de trabajadores para llevar a cabo las obras a través de subcontratas, así como las extremas condiciones en las que llegarían a malvivir algunos de ellos, pernoctando incluso en las inmediaciones del estadio.
El hecho de que los plazos previstos de retorno al Spotify Camp Nou se fueran demorando cada vez más en el tiempo llegó a llevar que se solicitara aumentar los periodos de autorización para llevar a cabo las obras. Algo que, con todo, no evitó que la Guardia Urbana tuviera que intervenir para paralizar las obras este mismo verano, dado que se estaba trabajando en domingo, fecha no contemplada en ningún caso por los permisos.
Las ganas por sellar el tan deseado retorno, incluso, llevaron al club a anunciar prácticamente a bombo y platillo, con una gran campaña mediática, que el regreso tendría lugar en el tradicional trofeo Joan Gamper, en una especie de prueba piloto con aforo reducido. No obstante, a raíz de las inspecciones llevadas a cabo por el Ayuntamiento, la licencia de primera ocupación, con un aforo de 27.000 espectadores, ha ido retrasándose cada vez más y, ahora, se apunta a finales del próximo mes de noviembre, para que esta tenga lugar con un aforo de unos 45.000 espectadores, que significaría a su vez cumplir con el requisito de aforo que exige la UEFA para la Champions League.
En principio, el aforo completo del estadio, previsto en 104.000 espectadores, debería estar terminado en verano de 2026, si bien faltaría entonces aún instalar la cubierta que permitirá que todas las localidades estén resguardadas de las inclemencias meteorológicas. Unos trabajos que, de acuerdo con las previsiones, podrían alargarse por su parte hasta alrededor de unos tres meses. Con lo que, en el peor de los casos, si se produjeran nuevos retrasos, el final definitivo de las obras podría llegar a producirse de hecho a principios de 2027.
Problemas en el vecindario
Los vecinos de Les Corts que viven en las inmediaciones del futuro Spotify Camp Nou, por su parte, también han sufrido un buen número de incomodidades. A los ruidos propios de una obra de este calibre, se le sumaron también las molestias generadas por los escombros, acumulados inicialmente en la zona ocupada antiguamente por el Miniestadi para que gran parte de ellos pudieran reciclarse y ser reutilizados en la construcción del Spotify Camp Nou, y la polvareda generada por su correspondiente derribo.
Algo agravado, además, por el episodio de sequía que llevó a la Generalitat a impulsar fuertes restricciones en el uso del agua. Así, durante mucho tiempo, las inmediaciones del recinto azulgrana se vieron envueltas durante un buen tiempo por una suerte de neblina que causaba también molestias a los vecinos cuyos domicilios se encuentran en los alrededores de la zona que ocupa el recinto barcelonista.