Condenado por el desacierto en la conversión de pelotas de rotura, sólo tres de 18, Francisco Cerúndolo perdió frente a Casper Ruud en la primera semifinal del Masters 1000 de Madrid. Bajo el techo retráctil de la Caja Mágica, el noruego se impuso por 6-4 y 7-5 y disputará su tercera final de un torneo de esta jerarquía, tras perder la de Montecarlo el pasado año y la de Miami, en 2022.
Ruud, tres veces finalista en torneos del Grand Slam y de unas ATP Finals, impuso su mayor templanza en un partido donde estuvo en desventaja en ambos parciales y pidió atención médica debido a dolor en el pecho mediado el primer set. Cerúndolo, que había dejado en su camino a Alexander Zverev, primer cabeza de serie, y Jakub Mensik, reciente campeón en Miami, se alzará este lunes al puesto 18 del ránking, el mejor de su carrera.
Antes de la resolución, el argentino dispuso de sus tres últimas opciones de break, con 0-40, para situarse con 6-5 y servicio, ante la posibilidad de igualar el encuentro a un set. Dilapidadas de nuevo, acabó por ceder en el segundo punto de partido.
Dijo Carlos Alcaraz, en vísperas de su estreno en el Masters 1000 de Montecarlo y, consiguientemente, en la temporada de tierra batida, muy prometedora para el hombre que defenderá título en Roland Garros, ideal para redimirse de la pobre gira estadounidense de pista dura, de donde regresó en blanco por primera vez en cuatro años, que la ausencia de Jannik Sinner, castigado tres meses por dopaje, y la vía libre para pelear por volver a lo más alto del ranking, poco menos que le «mató».
«Mucha gente me está preguntando, diciéndome, que tengo la posibilidad de ser el número 1 si Jannik no está jugando», comentó en la conferencia de prensa previa al inicio del torneo. «Así que probablemente esa presión en cierto modo me ha matado».
Tercero ahora en el escalafón, a casi 1.000 puntos de Alexander Zverev, el español, de 21 años, se siente ahora liberado ante la evidencia de que esa posibilidad se ha esfumado en el tiempo sobre polvo de ladrillo que ahora arranca, con Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma, antes del aterrizaje en el Bois de Boulogne. «Pienso que estoy muy lejos de Jannik, así que estoy aquí sin tener que pensar sobre ello, sólo dispuesto a salir y jugar. Esa es mi mentalidad ahora», apuntó.
Campeón en Rotterdam, cuartofinalista en Doha, semifinalista en Indian Wells y eliminado de entrada en Miami, suma 6.720 puntos, frente a los 7.645 de Zverev y los 10.330 del italiano, que reaparecerá en Roma a partir del 8 de mayo. «Estoy feliz con la forma en la que estoy jugando. Desde que comenzó el año he hecho un gran tenis, pero este deporte no es sólo golpear la bola, sino que también están la cabeza y el físico».
Su primer rival, este miércoles, será Francisco Cerúndolo, 22º, a quien ha derrotado en sus dos enfrentamientos previos: hace unas semanas, en cuartos de Indian Wells, por 6-3 y 7-6 (4), y el pasado año, sobre la hierba de Queen's, en dieciseisavos, por 6-1 y 7-5. Será, pues, su primer duelo en arcilla, el territorio natural del jugador argentino, donde ha ganado dos de sus tres títulos, Umag, en 2024, y Bastad, en 2022. También salió campeón en pasto: Eastbourne, 2023. Cerúndolo venció este lunes al veterano Fabio Fognini, campeón del torneo en 2109, por 6-0 y 6-3.
Durante sus tres meses de sanción, Jannik Sinner hizo dos consultas a su entorno y ambas acabaron con la misma respuesta: no. Cada vez que se le ocurría preguntar un «¿Puedo ir a...?» siempre escuchaba lo mismo de vuelta. En marzo quiso acercarse a la Tirreno Adriático para animar a un amigo, Giulio Ciccone, ciclista del Lidl-Trek, y los suyos le dijeron que se quedara en casa. Y en abril trató de acudir a las Seis Horas de Imola para acompañar a otros dos colegas, Antonio Giovinazzi y Alessandro Pier Guidi, pilotos de resistencia de Ferrari, y también le negaron la visita. Su consuelo fueron unas cuantas salidas en bicicleta con todos ellos por las montañas de Montecarlo, pero siempre lejos de una competición oficial.
Pese a que la Federación Internacional de Tenis (ITF) fue indulgente y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) aceptó un acuerdo ligero, Sinner estaba castigado por dar positivo en una sustancia dopante, con todo lo que ello implica. No sólo no podía participar en ningún torneo de tenis, sino que debía apartarse completamente del deporte. Ni tan siquiera presenciar una prueba como un aficionado más. Existen dudas legales sobre qué hubiera pasado si le hubieran pillado en una carretera al paso del pelotón animando a Ciccone, por ejemplo, pero no tomó ese riesgo.
Durante su inhabilitación, Sinner estuvo la mayor parte del tiempo en su casa, entrenando en el Montecarlo Country Club, que pudo abrirle las puertas porque es tan privado que no está afiliado a ninguna federación. Y durante el Masters 1000 monegasco se marchó a Marbella para seguir trabajando su preparación. Según Marco Panichi, su preparador, en las primeras semanas de parón, el tenista se centró en descansar, acompañado de su familia, y después empezó un plan específico basado en el desarrollo físico para afrontar lo que viene: Roland Garros y Wimbledon.
PIERO CRUCIATTIAFP
Más allá de lo tenístico, Sinner necesita más fondo para encarar duelos como las últimas semifinales en París, cuando cayó ante Carlos Alcaraz. El pasado lunes, en su primer entrenamiento oficial, se le notó tan fino como siempre, pero hay que esperar a que pasen partidos como el de este sábado, su debut en el Masters 1000 de Roma ante Mariano Navone (no antes de las 19.00 horas, Movistar). De momento, en casa, sólo se le ha visto feliz.
De aquel Sinner taciturno del año pasado no queda nada. Con el alivio de haber cerrado su caso por dopaje, el italiano ha repartido fotografías y autógrafos a todos los aficionados, ha entrenado junto a tenistas como Jiri Lehecka o Casper Ruud y ha rechazado el lounge privado dentro del Foro Itálico que la organización suele ofrecer a sus figuras. Ya no debe protegerse de críticas o comentarios.
Su expediente por dopaje ya se ha cerrado y lo ha hecho sin apenas consecuencias. A nivel tenístico, el coste ha sido casi nulo. Después de levantar su segundo Open de Australia, tuvo que renunciar a hasta cuatro Masters 1000 -Indian Wells, Miami, Montecarlo y Madrid-, pero no le supuso demasiado inconveniente. De regreso, no sólo mantiene el número uno del ranking, también guarda ventaja sobre el segundo -1.645 puntos sobre Alexander Zverev- y ninguno de sus rivales ha brillado en su ausencia. Además, a nivel económico, tampoco ha tenido grandes pérdidas.
ALESSANDRO DI MEOEFE
Tuvo que renunciar al MGM Rewards Slam de Las Vegas de marzo, donde hubiera ganado alrededor de 1,5 millones de euros, pero ya está. Con un contrato a muy largo plazo con Nike -150 millones por 10 años- sus patrocinadores de siempre (Gucci, Lavazza, Fastweb, Rolex, Pigna, Intesa Sanpaolo y Panini) no se alteraron por la sanción e incluso en el proceso incorporó tres nuevos: De Cecco, La Roche-Posay y Enervit. El año pasado, mientras ganaba 22,4 millones de euros de premios, ingresaba unos 40 millones más sólo por publicidad.