La leyenda de los “villanos chulapos” que desafiaron al Madrid en los años 20: “Estaban predestinados a la bronca”

La leyenda de los "villanos chulapos" que desafiaron al Madrid en los años 20: "Estaban predestinados a la bronca"

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José Manuel Ruiz Blas detalla en ‘El último gol apache’ la historia del Racing de Madrid, que llegó a ser campeón regional y terminó desapareciendo tras una surrealista gira por América en la que vivió rebeliones, levantamientos militares y tiroteos. “Tuvo un enorme tirón popular”, cuenta su autor.

Imagen de los jugadores del Racing de Madrid.

Hubo una vez un Racing que desafió al poderoso Madrid, que llegó a ser campeón regional, que construyó uno de los mejores estadios de España y que se embarcó en una surrealista gira por América para salvar la vida. Y no, no era el de Santander. Tampoco el de Ferrol. Era el Racing de Madrid. De Chamberí primero, de Puente de Vallecas después. Camiseta roja y negra, carácter de barrio y una vida de película.

“Era el coco del fútbol español de los años 20“, se cuenta en El último gol apache (Editorial Debate, estreno 19 de enero), donde José Manuel Ruiz Blas detalla el cielo y el infierno de un club que revolucionó la capital hace un siglo y disputó la hegemonía a los clubes más importantes del país. Su éxito fue tan grande que su ambición fue su propia tumba. En un momento de debilidad económica, confió su futuro a la construcción de un fastuoso campo en Vallecas y a una estrafalaria gira por América en 1931 para sufragarlo.

Al otro lado del charco presenciaron una sublevación militar en Perú, una rebelión en Cuba, terminaron en los calabozos de México y entre los tiroteos de los gangters de Nueva York. La historia del Racing de Madrid es “un libro de aventuras”, cuenta a EL MUNDO Ruiz Blas. “Lo que empezó siendo una travesía con afán de lucro se convirtió en pura supervivencia“, añade.

“Los primeros en intuir el fútbol moderno”

El Racing Club de Madrid nació en el verano de 1914 después de varias reuniones en las aceras de la Castellana. Surgió de la fusión del Cisneros y el Regional y reclutó “a donnadies, secundarios e incluseros. La mayoría de Chamberí, con fuerte pedigrí castizo”, se puede leer en el libro. Ganaron el Campeonato Regional en su primera temporada (14-15) y repitieron en 1919. “Eran el equipo de moda, los villanos chulapos que encendieron todo un barrio”, relata Ruiz Blas, que asegura que “todo ese costumbrismo de los ambientes populares madrileños estuvo muy arraigado en el Racing. Tuvo un enorme tirón popular y al mismo tiempo era un equipo muy vanguardista. El primer campo de hierba en Madrid fue el suyo. Fueron los primeros en intuir por donde iría el fútbol moderno”.

El autor recuerda la rivalidad que por aquel entonces tenía el Racing con el Madrid, todavía sin el acompañamiento de ‘Real‘, que había dominado los primeros años del siglo futbolístico madrileño. “Parte del carácter legendario del Racing se había forjado en sus míticos duelos, siempre broncos, contra el Madrid”.

Esa competencia con el Madrid y el ensanchamiento de la ciudad les obligó a dejar su campo en Chamberí, que estaba “en lo que hoy delimitan aproximadamente las calles de Martínez Campos, Modesto Lafuente, Fernández de la Hoz y García de Paredes“. Se plantearon, entonces, la construcción de un estadio en Vallecas, justo donde ahora se sitúa el del Rayo. Lo hicieron, además, por una mezcla de rabia y ambición.

Fuera de la Primera División

El Racing, que había sido campeón regional pero nunca había llegado a la final de la Copa de España, se quedó fuera de la Primera División del Campeonato Nacional de Liga, creada en 1928 y que formaban los ganadores y subcampeones de la Copa. Como respuesta, el Racing denunció el “golpe de estado” futbolístico, comenzó a ver más en serio la posibilidad de irse de gira, descartó participar en ninguna división en su primer año y sólo disputó amistosos en el nuevo estadio de Vallecas, con capacidad para 16.000 espectadores. “La idea fue levantar un recinto fastuoso, uno de los mejores de su época, con hotel para los jugadores, enfermería, bar… Y una capacidad inicial de 16.000 espectadores ampliables a 35.000. Con los ingresos de taquilla, el Racing esperaba reflotar su economía y su prestigio. Todo esto estando en Tercera División”, explica Ruiz Blas, que asegura en el libro que por aquel entonces ya empezó a acompañarles “la leyenda de equipo violento“.

“Las plantillas cambiaron a lo largo de los años, pero el denominador común fue la bravura y la osadía. No siempre tuvieron la culpa de esos disturbios y peleas, pero parecían predestinados a la bronca, por carácter y por una secuencia fatal de las circunstancias”, resume Ruiz Blas.

Perú, Cuba, México, Nueva York…

Entonces llegó el año 1931 y la gira por América organizada por su entrenador Paco Bru, ex jugador del Barcelona y del Espanyol y ex entrenador de la selección española en el Mundial de 1930. Fue el principio del fin para el Racing de Madrid. “En esos años, un viaje de esas características tenía que ejercer una fascinación en los hombres jóvenes”, explica Ruiz Blas a este periódico.

En Perú, en unos meses de actividad política muy convulsa, Bru, cuenta Ruiz Blas, ayudó a Luis Miguel Sánchez Cerro a entrar de nuevo en el país para ganar las elecciones de ese año, justo un año más tarde del levantamiento contra el gobierno de Augusto Leguía. El Racing, mientras, disputó algunos partidos y partió hacia La Habana escapando del “clima de violencia” del país sudamericano.

Sin embargo, en Cuba se encontraron con una “rebelión“, una “escalada represiva” y con el “Estado de Guerra” decretado. “El Racing apenas pudo salir del hotel por los desórdenes, las huelgas y los tiroteos”, amplía Ruiz Blas. Así hicieron las maletas para México sin haber demostrado su fútbol y sin lograr el dinero necesario para el estadio. Allí ficharon para unos cuantos partidos a una estrella del fútbol español de ese momento, Gaspar Rubio, que llegó a ser máximo goleador del Madrid. El delantero llamó la atención del público, pero la fama violenta del equipo seguía creciendo y sus partidos casi siempre acababan en pelea. “Una amena sesión de boxeo“, relataba Jacinto Miquelarena en ABC sobre uno de sus partidos en México.

El último gol en Nueva York

Sin dinero, con hambre, con cada vez menos ánimo y con más enfermos, probaron suerte en la última parada: Nueva York. Allí, su promotor les dejó tirados, vivieron en primera persona un ‘ajuste de cuentas’ de los gangsters, no consiguieron brillar futbolísticamente y fueron testigos de los efectos de la Depresión del 29 y del “colapso” del soccer, que abandonó el fútbol y se centró en el béisbol y el fútbol americano a pesar de las semifinales conseguidas en Uruguay 1930. El Racing, con su estadio de miles de personas en Vallecas, disputó su último partido en un descampado de Brooklyn y el 22 de noviembre de 1931 llegó a Cádiz con 50.000 pesetas de deuda con sus jugadores.

Y entonces, parte de su afición cambió el rojo y el negro por el rojo y el blanco: “Cuando el Racing desapareció, gran parte de sus aficionados desviaron su simpatía hacia el Atlético. Era el otro gran club que rivalizaba con el Madrid”, finaliza Ruiz Blas.

kpd