El Betis se llevó el derbi de la pasión. Previo a la Semana Santa, días grandes en la ciudad, los verdiblancos superaron al Sevilla en el duelo liguero del Villamarín por primera vez en el torneo doméstico desde septiembre de 2018. Vargas adelantó a los de García Pimienta al inicio del choque, pero Cardoso y Cucho, de la mano de un Isco magistral, le dieron la vuelta al duelo justo antes del descanso.
El principio del ‘gran derbi’ tuvo de todo. Incluso en el calentamiento, cuando hubo un encontronazo entre los recogepelotas locales y miembros del cuerpo técnico sevillista. Nadie quería regalar nada ni guardar un gramo de tensión.
Jesús Rodríguez, canterano verdiblanco, hizo suyo el inicio, siendo la chispa de los de Pellegrini. Pero fue Vargas, al filo del cuarto de hora, el que encontró premio en una jugada aislada de los visitantes.
Badé buscó en largo a Lukebakio, el belga aguantó a la llegada del suizo y éste, vertical y sin pensarlo, batió a Adrián. El tanto hizo buena la solidez defensiva del Sevilla, pero empujó la rabia del Betis, con más fútbol y talento ofensivo que su rival.
Ahí creció y se hizo gigante Isco Alarcón, como siempre. Bajó a la base de la jugada y se movió con libertad por la mediapunta, generando las mejores ocasiones de su equipo. En una de ellas, el de Málaga organizó el ataque de un lado a otro del campo, la pelota terminó en la derecha, en los pies de Sabaly, que centró para la llegada de Johnny Cardoso, que voleó al empate.
Lo mereció el Betis, que dominó el fútbol del derbi. Un derbi que a partir de ahí volvió a lo que es un derbi: tensión, faltas, encontronazos, algo de fútbol, alguna amarilla, algún amago de tangana…
Justo antes del descanso, Isco se inventó el 2-1. Jesús le encontró a unos metros de la media luna del área y el ex del Madrid tocó de primeras al Cucho para dejarle sólo dentro del área. El atacante metió la puntera y superó a Nyland para provocar el delirio en la grada.
El intermedio calmó las ideas y convirtió el choque en un duelo de energías. El Betis pausó el juego buscando la superioridad de Antony y Jesús ante los defensores de sus bandas, y García Pimienta le intentó cambiar la cara a su centro del campo para no sufrir tanto sin balón y recuperar antes la posesión.
Los locales aguantaron toda la segunda parte, 45 minutos que fueron más de pelea en el centro del campo que de fútbol, para llevarse el encuentro. Antony y Cardoso pudieron ampliar la renta y el Sevilla se acercó con más corazón que cabeza, con un intento lejano de Gudelj y poco más. Le faltó talento y el derbi fue verdiblanco.
Sensaciones extrañas en la zona mixta del Santiago Bernabéu. Real Madrid y Manchester City volvieron a empatar camino de la vuelta en el Etihad Stadium y por los pasillos del estadio nadie parecía del todo contento. b, con la cabeza agachada y el rostro serio, pasó por delante de los periodistas sin mover la vista ni un centímetro del horizonte, lejos de las sonrisas que había dejado el año pasado. El noruego apenas tocó balón, fruto de una presión agobiante de Rüdiger sobre él y del resto de los jugadores del Madrid sobre sus compañeros. Hombre a hombre. "Muy raramente lo habíamos hecho y salió bien. Hemos recuperado muchos balones", admitió Ancelotti sobre una de las claves del 3-3.
El técnico italiano decidió cambiar algunas cosas de su once ideal ante la visita de Guardiola. Intercambió las posiciones de Rodrygo y Vinicius, escoró al '11' a la izquierda y centró al '7', defendió en un 4-2-3-1 y eligió a Tchouaméni para acompañar a Rüdiger en el centro de la zaga. Si analizamos sólo el primer minuto, le salió horrible.
Tchouaméni tardó 40 segundos en ver la amarilla que le deja fuera del partido de vuelta y Bernardo Silva tardó apenas 60 segundos en batir a Lunin para el 0-1. Las caras en el banquillo madridista eran un poema, pero no cambiaron el plan de partido. La idea era clara y funcionó: "Hemos empezado mal, con un gol en contra, pero el equipo lo ha manejado bien, robando y buscando transiciones. Con el cambio de posición entre Rodrygo y Vinicius buscaba mantener la buena racha de Rodrygo, que jugó muy bien contra el Athletic, a Vini realmente no le cambiaba casi nada lo que tenía que hacer", explicó Ancelotti.
Su decisión sorprendió a Guardiola: "Me ha sorprendido ver a Vinicius centrado, sí. Había escuchado a Ancelotti decir que no le había gustado el 4-3-3 contra el Leipzig, y pensé que si lo decía no lo iba a hacer contra nosotros. Han tenido sus momentos. El tema es que no puedes parar siempre sus transiciones, es imposible pensar que el Madrid no te va a correr. La cosa es que te lo haga lo menos posible, hoy nos lo han hecho mucho", admitió el de Santpedor.
Vinicius, Rodrygo y Valverde dispararon tres veces a puerta cada uno y aprovecharon los errores del City en salida de balón, fruto de la presión madridista, hasta que el pulmón del conjunto blanco comenzó a sufrir. "Ellos no se esperaban verme por la izquierda, porque siempre está Vini y hoy lo hicimos diferente, una táctica nueva. Salió bien, pese a que el resultado no fuese el que queríamos", declaró Rodrygo.
"Mientras tuvimos piernas..."
La presión hombre a hombre del Madrid impulsó al equipo pero también le hundió cuando los jugadores empezaron a estar más fatigados. "El partido ha sido bueno hasta que hemos perdido energía. Ahí ya hemos tenido que poner bloquebajo y buscar más las transiciones", explicó Ancelotti. En zona mixta, Fede Valverde se reconocía "muy cansado". "Mucho desgaste después de estar corriendo tantos minutos detrás de la pelota, ya nos costaba salir a la contra. Intentamos robar más arriba, presionarles más porque sabíamos que con nuestra velocidad les podíamos hacer daño. Y mientras tuvimos piernas y oxígeno nos dio para marcar goles", reflexionó.
El uruguayo también se refirió al calendario, que les dio una cierta ventaja a la hora de tener más descanso que el City para el partido, pero según Valverde es un arma de doble filo. "Yo, y hablo por mí, estoy acostumbrado a jugar cada tres días, nos gusta más y nuestro cuerpo se acostumbra a eso. Cuando paras una semana y dices 'voy a descansar' es peor. Parece que te cuesta el doble, te cansas más, te contracturas más durante el partido... Pero es parte de quien hizo el calendario".
"Estoy agotado. Necesito un vino o una cerveza. Y este domingo el puro, seguro", bromeaba Carlo Ancelotti en los pasillos del Estadio de Wembley, una vez superada la celebración sobre el césped, la entrega de la copa, los compromisos con los medios oficiales, la rueda de prensa y la zona mixta. El técnico italiano, a sus 64 años, vivió otro partido después de la final de la Champions League. El Real Madrid, su Real Madrid, levantó la Decimoquinta con cierto sufrimiento pero mucha felicidad, dos palabras que el italiano ha repetido sin cesar durante esta temporada, y cuando el colegiado anunció el final se inició un nuevo partido en el estadio que tuvo de todo: fiesta, muchas fotos, muchas palabras, risas, cánticos e incluso alguna pelea. Veamos.
Las lágrimas de Courtois tras el pitido final fueron el comienzo de la fiesta. Bellingham saltó del banquillo sin control, dando saltos de alegría, y se sumó al corrillo que se había creado alrededor de Carvajal, Rüdiger y Nacho. Mientras, en el banquillo, tranquilo, Toni Kroos iba abrazando a todos los presentes y buscaba con la mirada a su compatriota Hummels, amigo de la selección. Para él fue su saludo más sincero y su primera pausa. Un señor hasta el final.
Kroos, a hombros.ADAM VAUGHANEFE
A unos metros comenzaban los bailes. Vinicius se acercó a celebrarlo con el fondo madridista mientras Tchouaméni y Camavinga bailaban y el resto cantaba ese "Cómo no te voy a querer" y los operarios de la UEFA preparaban el escenario para la entrega del trofeo, momento reservado para Zidane, que entregó la copa a Nacho. El francés y Gareth Bale fueron los ex que acompañaron al equipo. Todo quedó en familia.
Carvajal y Vinicius.ADAM VAUGHANEFE
Manteo, bailes, el capote...
Después de que el capitán elevara la orejona al cielo de Londres, la situación se descontroló. Los jugadores celebraron el triunfo en la zona del césped más cercana al fondo de la afición madridista y en el córner donde se congregaban la mayoría de los familiares de los futbolistas. Y desde un primer momento esa situación fue un problema, porque la seguridad del estadio no quería dejar pasar a los familiares al césped y los jugadores sólo querían celebrar con ellos.
Trabajadores del Madrid intentaron reconducir la situación mientras la fiesta seguía. Manteo a Ancelotti, baile con el italiano, Nacho con el capote torero, Kroos a hombros de Militao rodeado de sus compañeros en una imagen icónica... Y todos levantando la copa, incluido Jeremy de León, jugador del Castilla que ha viajado con el equipo en Champions para cuadrar el número de jugadores en los entrenamientos y al que en el vestuario llaman, con cariño, el "amuleto".
Rüdiger en la grada.Kiko HuescaEFE
A su lado, Rüdiger casi acaba con Modric. "¡Mi rodilla!", le tuvo que gritar el croata, en broma, al alemán cuando éste le cogió a hombros. "¡Seis, seis, seis, seis!", repetía como un loco el central, en referencia a las Champions ganadas por Luka.
Pelea entre la seguridad
En la grada, los miembros del club consiguieron convencer a la seguridad para que los familiares saltaran al campo, pero hubo algunos malentendidos y la situación se tornó en pelea. Trabajadores del departamento de seguridad del Madrid y de seguridad del estadio de Wembley (no de la UEFA) se enzarzaron en una discusión que llegó a las manos, con agarrones y empujones entre ellos. Todo porque no dejaron pasar a algunos familiares, lo que provocó el enfado de los futbolistas y del club. Los trabajadores del estadio argumentaban que esas personas no tenían la acreditación correspondiente y los propios futbolistas tuvieron que subir a los asientos a buscarlos. La situación continuó en el interior con varios operarios de seguridad de Wembley empujando contra las paredes del estadio a los de seguridad del Madrid. Un caos.
Bellingham y su familia.JUSTIN TALLISAFP
La madre de Bellingham, fan de Mourinho
En el césped, el hermano de Vinicius corría a abrazar a Bellingham, que le recibía como un familiar más. El inglés hizo de gancho entre su madre y Jose Mourinho, al que le pidió una foto con ella. "Mi madre es una gran fan de Jose desde hace años y le tuve que pedir que se sacara una foto con ella", explicaba el jugador, que le regaló la medalla de la Champions y la camiseta del partido a su madre. "Si la próxima temporada te enfrentas al Fenerbahce, relájate", le dijo el técnico portugués, que acaba de fichar por el conjunto turco.
Vinicius se acercó a la grada a saludar a su 'jefe', el rapero Jay-Z, propietario de la agencia de representación Roc Nation, que el pasado verano adquirió la empresa que lleva los negocios del brasileño. Fue uno de los VIP que se acercó a los jugadores, junto a otros como Lando Norris, piloto de Fórmula 1, que bajó al césped a sacarse fotos con varios futbolistas. En la portería, Camavinga, incansable, jugaba al fútbol con su hermano pequeño y con los hijos de otros compañeros. Tenía gas para más.
Vinicius.GLYN KIRKAFP
La fiesta se trasladó a la zona mixta y al autobús, donde Vinicius apareció ya con gafas de sol. No se las quitó en toda la noche mientras tarareaba canciones del Madrid. "Llega un momento que los jugadores del Madrid dicen 'ahora', y van y ganan", resumía Florentino Pérez en los pasillos. "Sin armar ruido, creo que hemos hecho una buena temporada", bromeaba el presidente.
Al lado del máximo responsable del club estaba Vinicius, que le pedía "que me renueve otra vez, quiero estar aquí para siempre". Toni Kroos, admitía que es "el final perfecto" para su carrera, Bellingham reconocía que "no es una temporada perfecta, nos faltó la Copa", y Modric recordaba que está "cansado de que hablen de la edad, yo me siento bien". Todo mientras desde el bus se escuchaban los golpes de las manos contra las ventanas. Ya había empezado la música que no se apagará hasta que termine la fiesta en Cibeles, este domingo por la noche.