Con la mirada baja respondía Montse Tomé a las preguntas que le formulaban en la causa del beso de Rubiales a Jenni Hermoso. Estaba incómoda la seleccionadora nacional en la sala principal de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares. Sólo mostró rebeldía cuando se le cuestionó los motivos de no convocar a la futbolista madrileña en la primera cita tras el Mundial: “No fue un castigo”, coló en medio de la discusión entre el juez y la fiscalía.
Porque el interrogatorio de la acusación intentó demostrar que la ausencia de Hermoso en los partidos de la Liga de Naciones contra Suecia y Suiza, tres semanas después de ganar el Mundial y del beso de Rubiales, era una represalia federativa, pero la entrenadora del combinado nacional insistió en que fue “por motivos deportivos”.
Tomé explicó que Jenni había jugado poco con su equipo, tres y siete minutos en dos partidos, y que por eso no la había convocado. No obstante, la fiscal, Marta Durántez, insistió en su razonamiento en la rueda de prensa en la que dio la lista en la que mencionó que era “para protegerla”. “Además de lo que he dicho, que es deportivo, ella estaba viviendo una situación muy desagradable y la presión mediática me hizo tomar esta decisión”, apuntó la seleccionadora que aseguró que el rendimiento deportivo depende de factores físicos y anímicos.
La abogada de la Asociación de Futbolistas insistió sobre ese punto y también le preguntó respecto a si conocía el protocolo antiacoso de la Federación, algo que la seleccionadora dijo desconocer. “Lo que dije en instrucción es lo que pienso, las razones eran deportivas y lo de proteger entra dentro de lo que estábamos viviendo y lo hacíamos para protegerla de los medios”, insistió la seleccionadora.
El juez tuvo que cortar los interrogatorios de la acusación en varias ocasiones, algo que le valió reiteradas protestas de la fiscalía, hasta que estalló. “¿Le pegamos para que diga lo que usted quiere?”, le inquirió a la abogada de la AFE y luego añadió: “¿Estamos intentando acusar a la testigo de algo?”.
Lo cierto es que el magistrado consideró “insulsos” los testimonios de una seleccionadora que aseguró que no vio el beso de Rubiales a Jenni y que se sintió “incómoda” cuando su predecesor y el que le llevó a la federación, Jorge Vilda, le pidió en medio de sus vacaciones que fuera a la famosa Asamblea en la que Rubiales repitió aquello de: “No voy a dimitir”.
Sesión corta
La declaración de la seleccionadora fue, con diferencia, la más larga de la breve sesión de hoy, apenas una hora, en la sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Los 30 minutos en los que estuvo Tomé en el estrado ocuparon la mitad del tiempo de la vista de este lunes del que se cayeron, por petición de la propia defensa de Rubiales, los testimonios de las hija del ex presidente de la Federación.
Además de Tomé, también declararon varios testigos propuestos por la defensa de Ruben Rivera, ex director de marketing de la Federación, como Salvador Losa Marí, consejero ejecutivo del Consell Insular de Ibiza, y Alejandra Hernández Guevara, esposa del propio Rivera.
La idea era intentar desmontar la teoría de que Rivera se pasó gran parte del viaje a Ibiza de celebración del Mundial intentando presionar a Jenni para que saliera con el presidente a quitar hierro a lo del beso.
Losa Marí, uno de los responsables de la organización del viaje, manifestó que no pudo detectar si Rivera hablaba más con alguna jugadora en particular. Mientras que Hernández sí aseguró que su marido apenas habló con Ana Ecube frente a las manifestaciones de la amiga de Jenni y la propia Hermoso en las sesiones previas que expresaron que fue muy insistente.