Cuenta Ding Liren que no advirtió su error fatal en la última partida hasta que vio la cara de Gukesh. El indio lo sintió por su rival, pero antes miró al cielo y dio gracias en silencio. Alegrarse hasta el infinito y sentir piedad por su enemigo no eran sentimientos incompatibles en su corazón. El nuevo campeón del mundo de ajedrez, el primero adolescente, no se parece demasiado a los chicos de su edad que podamos conocer.
Creyente y trabajador hasta un extremo incomprensible en Occidente, como toda la generación de jóvenes prodigios surgidos al amparo de Vishy Anand, Gukesh Dommaraju añadía a estos ingredientes el hecho de saberse depositario de una misión. Anand, por cierto, era uno de los miembros secretos (hasta cierto punto) de su equipo, según reveló este jueves el nuevo campeón.
Gukesh y Anand eran casi vecinos. Se conocían del barrio, en Chennai, antigua Madrás, una localidad con más de seis millones de habitantes. Por si esa casualidad no bastara, en 2013 el Mundial se celebró en su ciudad. Dommaraju era un chiquillo, pero se le quedó grabada la afrenta de ver perder a su ídolo contra Magnus Carlsen. Se dijo que sería bonito recuperar la corona para su país. “Yo estaba entre el público, miraba al otro lado del cristal -una protección para que no molestar a los ajedrecistas- y pensé que sería genial estar dentro algún día. Quiero ser yo quien devuelva el título a la India, pensé. Ese sueño que tuve hace más de 10 años ha sido lo más importante en mi vida”.
La memoria embellece los recuerdos, pero en este caso hay pruebas de lo que cuenta el gran maestro. Hay un viejo vídeo casero en el que se ve a Gukesh, con 11 años, decir en alto que quiere ser campeón del mundo. En realidad, lo fue poco después. Su primer título lo ganó en el Mundial sub 12, en Santiago de Compostela, días antes de convertirse en gran maestro, con 12 años, 7 meses y 17 días. Le sobraron esos 17 días para ser el más joven de la historia, un récord sabroso, pero mucho menos relevante que el que acaba de conseguir en Singapur.
Su entrenador mental
Gukesh siempre habla del camino recorrido y de la gente que lo acompaña. Es también un deportista con una cabeza privilegiada, reforzada por la práctica del yoga y la meditación y por su intenso trabajo personal con Paddy Upton, uno de sus últimos fichajes. El sudafricano tiene un gran prestigio como entrenador mental personal y ha ayudado a otros deportistas en disciplinas tan distintas como el fútbol, el cricket y el rugby. Con el ajedrecista ha trabajado una vez por semana en los últimos seis meses.
Pese a todo, Gukesh ha acusado su inexperiencia y perdido algunas oportunidades en un duelo frente a un único ajedrecista. Se trata de un formato muy distinto del que está acostumbrado en los torneos, incluido el Candidatos, donde cada día se sienta ante un rival distinto. Su respuesta, en el peor de los casos, ha sido ejemplar. Se recuperó de la derrota del primer día, el momento más crítico, y ni siquiera después de recibir ese palo volvió a dudar del camino trazado: una y otra vez, eligió siempre el más alejado de las tablas, aunque a veces fuera el más incierto y peligroso. Su labor de desgaste, silenciosa e implacable, acabó por dar sus frutos.
En realidad, Gukesh ya venía entrenado del torneo de Candidatos, donde también perdió una partida que parecía esencial, pero luego destapó algunas de sus mejores cualidades. Después de malograr una gran actuación contra Alireza Firouzja, digirió la derrota y no volvió a caer: “Era mi momento. Lo asimilé y me sentí muy bien. Fue doloroso, pero me sentía en mi mejor estado”, explicó tras su remontada final.
Y qué sería de un chico de 18 años sin sus padres. Por supuesto, Gukesh no ignora sus sacrificios. “Cuando comencé a mostrar interés en el ajedrez y algo de talento, llegaron a tales extremos por mí que no entendí bien todo lo que hacían. Ahora miro hacia atrás y veo que simplemente están locos. No puedo agradecerles lo suficiente, han sido el mayor apoyo en todo mi viaje. Esto no es solo para mí, es para ellos. Los quiero”.